sábado, 27 de abril de 2013

Enriquecer el periodismo // BUEN DÍA

Enriquecer el periodismo

El escritor y periodista colimense Alejandro Morales presentó su libro Hojas de la mañana, en el que propone renovar el oficio de informar con creatividad, buen estilo y otros recursos que habitualmente se consideran propios de la literatura, a fin de que los textos se disfruten y en verdad abran múltiples ventanas a la realidad de todos los días.

COLIMA, COL.- Crítico del periodismo “aburrido” que actualmente se ejerce en buena parte de los medios convencionales y portador de propuestas para una nueva práctica del oficio que logre conmover a la sociedad, apareció el libro Hojas de la mañana. Periodismo y literatura, del autor colimense Alejandro Morales.
“Los periódicos no alcanzan a enamorar a sus lectores, forman parte de su rutina pero no los seducen. El aburrimiento gobierna sus páginas, la insensibilidad es su huella. Se confunde información con frialdad, concisión con falta de estilo y rapidez con malhechura”, cuestiona Morales desde las primeras páginas.
Y plantea la necesidad de un periodismo “en matrimonio con la literatura”, que tienda a “limpiar los sentidos: ver más, oír más y sentir más, para provocar más. Un periodismo para, además de contar la vida, convocar a una vida mejor, un periodismo que alcance la sensibilidad de sus lectores y con-mueva”.
Este modo de ejercer el oficio, aclara Morales, suele ser más exhaustivo que el propio periodismo de investigación debido a que necesita recoger material, diálogos, gestos, y a que busca superar el umbral de la mera información. En suma, “trata de ver la realidad con otros ojos aparte de los propios, de meterse en los zapatos y en el sombrero de sus personajes”.
Presentado en las instalaciones del Centro Cultural Adolfo Mexiac, dentro de las actividades del Mes Colimense de la Lectura y el Libro 2013, el volumen fue coeditado por Puerta Abierta Editores, la Secretaría de Cultura del Gobierno de Colima y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
En su primera versión, este trabajo nació como tesis de licenciatura bajo el título Periodismo literaturizado, con la que Morales se graduó de la carrera de Comunicación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), de Guadalajara, en la década de los noventa, aunque para su publicación como libro fue modificado y actualizado.
Morales trabajó en los diarios Siglo 21 y Público de la capital de Jalisco, y en Colima fue jefe de cierre de la edición local de Milenio y director editorial del Diario de Colima, donde actualmente publica su columna semanal La ciudad de las parotas.
Marina Saravia, quien fue catedrática de periodismo en la Universidad de Colima, define a Hojas de la mañana como “un texto altamente recomendable para quienes ejercen el oficio de la escritura, pero también para aquellos que buscan vivir con los ojos y el corazón abiertos, que trabajan por abordar la vida con pasión, amor y creatividad; que huyen del conformismo, la medianía, la autocomplacencia y la vacuidad”.
En la presentación del libro, la también directora de Culturas Populares de la Secretaría de Cultura calificó la obra como “una lección de vida en cuyas páginas, conforme se avanza, algo en el cerebro, en la piel y en el corazón va cambiando”.
A juicio de Saravia, el autor “sabe mirar lejos y profundo. Su concepción del periodismo no se limita al hecho de informar con objetividad; el verdadero periodismo, el que propone en este libro, es aquel que, entre otras cosas, lleva al lector a entender mejor la realidad, la vida, estimula la imaginación, provoca el asombro, mueve y conmueve, vuelve el oficio un arte y un juego, en el sentido más serio y cabal de la palabra”.
Puntualizó: “Imagino un promisorio futuro para este libro, primeramente en las aulas donde se forman periodistas y comunicadores, porque sin ser un manual constituye un canon de lo que debe ser el oficio; sin embargo alcanza también a un círculo más amplio, lectores ávidos de textos que, como éste, con pulida escritura propician el conocimiento y la reflexión”.
Propuesta crítica

Para el escritor Carlos Ramírez Vuelvas, el otro comentarista del libro, en Alejandro Morales hay una vocación que difumina los límites de los géneros discursivos:
“Sus Hojas de la mañana –dijo– no sólo lindan entre el periodismo y la literatura, también lo hacen entre la crónica y el ensayo, literarios o periodísticos, casi diría: lo mismo da. Si en principio el libro es una especie de deontología periodística, al final su lectura nos deja lecciones de vida”.
Director de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, Ramírez Vuelvas afirmó que la promoción —por parte del autor— de un mundo humanizado, por difícil que parezca, requiere de una absoluta devoción por los valores de la escritura, desacralizados para el beneficio de la comunidad.
También hizo notar que para definir al periodismo el autor no recurre al pensamiento de otros periodistas o de otras tradiciones, sino que sus respuestas son estimuladas por el sentido común o por pensadores, incluso más cercanos a la filosofía que a la propia literatura.
No obstante, Ramírez Vuelvas encontró en el libro una propuesta de unir vida y escritura (antes que periodismo, literatura y vida) con una teología humana (antes que filosofía) y una fe (incluso antes que profesión y vocación), en lo que a su juicio subyace una desacralización de los espacios sagrados de la escritura.
“El periodismo es la moneda corriente de la voz del pueblo, pero esa voz del pueblo sólo puede ser representada por valores sagrados (por vitales) como los ya mencionados: la escritura, la vida, la fe y la teología. El periodista, el escritor, el Eclesiastés, tiene la responsabilidad de llevar, por las mañanas, las hojas de la vida”, concluyó.
En su intervención, Alejandro Morales narró la importancia de dos escritores en la concepción y realización de su libro: el austriaco Karl Kraus (1874-1936) y el mexicano Alfonso Reyes (1889-1959).
El primero, un severo crítico de la prensa de su época, prácticamente dio origen a la idea del trabajo a través de un recorte periodístico del desaparecido diario El Nacional, donde se publicaba una semblanza sobre él.
“Hojas de la mañana es una expresión suya, refiriéndose a los periódicos que se imprimen en las noches y en las mañanas salen a repartirse. A él no le gustaba el periodismo que se hacía en su época y en su lugar. Quién sabe si viviera en otra época y en otro lugar todavía le gustaría”.
En el caso de Alfonso Reyes, a Morales le impresionó leerlo, sobre todo donde relata cómo la escritura al final ha sido un instrumento para que la humanidad vaya perdiendo la memoria, porque a la hora de empezar a escribir se han dejado de recordar muchas cosas y posteriormente se ha perdido sensibilidad con la aparición de los medios de comunicación.
“Luego aparecieron los demás medios, hasta los que tenemos ahora, que nos desconectan cuando estamos juntos pero cada quien con su aparatito”, complementa Morales.
Por eso propone: “Tenemos que trabajar con las herramientas del diablo, por ponerles un nombre; ahí están, pero también son medios que podemos utilizar para recuperar ese rayo adánico, esa sensibilidad. Podemos echar mano de computadoras, internet, periódicos, para transmitirnos textos que nos sensibilicen y para que, así como decía Alfonso Reyes, si la escritura al principio nos hizo perder la memoria, pues ahora la escritura y la lectura nos ayuden a recuperarla”.
Expuso que si tuviera que sintetizar la tesis de su libro, lo haría así: “El arte y el juego son un medio para enriquecer el quehacer periodístico; entre más artistas somos y más jugamos, en el buen sentido de la palabra, un mejor trabajo periodístico podemos hacer”, pero “me di cuenta de que esto aplica para cualquier oficio, para el que sea; si leen el libro con esos ojos, el arte y el juego pueden ayudar a cualquier persona a enriquecer su oficio”.
Para Alejandro Morales, no obstante, lo más importante del libro está sintetizado en la portada de Liliana Ivette Amezcua Fletes: un barco de papel. “Si el texto le sirve al lector para transportarse de un lugar a otro, de una orilla a otra, habrá cumplido su cometido”.

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