jueves, 11 de julio de 2013

¿Es ético forzar a alimentarse a un preso en huelga de hambre?

¿Es ético forzar a alimentarse a un preso en huelga de hambre?


Silla de inmovilización y equipo médico de alimentación forzada en la cárcel de Guantánamo.
La silla de inmovilización y el equipo médico de alimentación forzada: las autoridades estadounidenses consideran legítimo el suministro de alimentos a presos en huelga de hambre en Guantánamo.
Primero los inmovilizan de brazos y piernas. Luego les introducen un tubo por la nariz anestesiada directo al estómago, por el que les suministran alimento líquido y, tras un procedimiento que puede durar hasta dos horas, los colocan en una celda "seca", sin agua para beber, hasta asegurarse de que no vomiten. Si lo hacen, el operativo vuelve a comenzar.
Así es el proceso de alimentación forzada en la cárcel militar estadounidense de Guantánamo, donde la mayoría de los 166 reclusos se mantiene, desde febrero, en huelga de hambre.
La práctica de suministrar forzadamente comida por vía nasogástrica ha sido denunciada como un modo de "tortura" y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha señalado que contraviene leyes internacionales y constituye un trato "degradante" de los detenidos, señalados por Estados Unidos como responsables de actos de terrorismo y miembros del Talibán y al Qaeda.
Ahora, los reclamos han cobrado nuevo vigor con el comienzo del Ramadán, el período de 30 días que se inició el miércoles y durante el cual los musulmanes no comen ni beben desde la salida del sol hasta el anochecer.
Cuatro de los prisioneros en huelga en Guantánamo iniciaron acciones legales para que las autoridades carcelarias respeten esta práctica religiosa.
El gobierno de Estados Unidos, en tanto, respondió que limitará la alimentación forzada a las horas de oscuridad salvo por "emergencias imprevistas o cuestiones operativas", un compromiso insuficiente ante los ojos de organismos de derechos humanos.

"Me siento enfermo"

El argelino Ahmed Belbacha lleva 11 años preso en Guantánamo y está actualmente en huelga de hambre. Así relató al programa Newshour, de la BBC, cómo es ser alimentado a la fuerza:
Cada día es un sacrificio. El proceso duele muchísimo, particularmente porque yo tengo una operación previa de nariz y los nervios en esa zona están muy sensibles. Es a la vez doloroso y peligroso para mí ser alimentado a la fuerza.
Los médicos parecen hacerlo incluso más difícil, por inexperiencia o indiferencia. Solían usar mi orificio nasal izquierdo, pero ya no funciona, creo que porque se inflamó. Pedí una cánula tamaño 8 (la habitual es tamaño 10) y rechazaron el pedido. "¿Que no te gusta el tamaño 10? ¡Pues come entonces!".
Cuando nos alimentan en (la zona de) Camp VI nos atan los pies y las manos con cadenas, luego nos atan a la silla con cinturones. El personal médico está asustado, no saben cómo medir nuestras variables vitales con todas esas cadenas y no se pueden quejar.
Sobre todo al noche, me siento enfermo y comienzo a vomitar. Trato de hacerlo sin que lo noten porque, si me ven, me llevan a la silla otra vez.
Intenté preguntar qué había en la comida. Me dijeron que vitamina B y laxantes… eso se lo dan todos los hermanos. Algunas veces los veo mezclar medicinas con la comida. Pero no te dicen nada.
Para las autoridades federales, el líquido administrado por sonda constituye "nutrición esencial y cuidado médico".
Pero, ¿es legítimo alimentar a un preso en huelga de hambre en contra de su voluntad?

Rapper famoso, a prueba

Para los defensores de los derechos de los reclusos, la respuesta es tajante: en ningún caso se justifica administrar comida a quien ha decidido ayunar a modo de protesta porque constituye una violación de sus garantías individuales.
La organización Reprieve, que representa a presos políticos en todo el mundo, ha lanzado una campaña para marcar el inicio del Ramadán en la que el músico Mos Def -conocido rapero y actor de cine y TV- protagoniza un impactante video. En él se somete voluntariamente al "procedimiento estándar" por el que pasan los reos de Guantánamo para ser alimentados y claudica en la mitad, quebrado por la tensión y el dolor.
"Quisimos mostrar el proceso, tal como nos lo han contado algunos presos y se detalla en documentos oficiales estadounidenses, porque es injustificable. Y no existen garantías de que vaya a respetarse el ayuno diurno durante Ramadán: son 45 personas, se alimentan dos veces por día, dos horas por reo cada vez. ¿Cómo lo van a hacer? Esto es agregar injuria al insulto", le dijo a BBC Mundo la directora de Reprieve, Cori Crider.
Aunque las cifras difieren entre las autoridades y los representantes legales, se estima que del centenar de prisioneros en huelga de hambre, unos 40 son alimentados mediante sondas nasales.
Para ello se usan cánulas de unos cuatro milímetros de diámetro que se colocan por la nariz hasta el estómago; por allí baja un suplemento nutricional mientras el preso permanece atado a una silla y, si opone resistencia extrema, con máscara para contenerle la mandíbula.
Las denuncias judiciales señalan que se les administran también drogas contra las náuseas y el reflujo cuyo uso a largo plazo está desaconsejado por la Administración de Alimentos y Fármacos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés), pero las autoridades carcelarias lo han negado.
"Cuando un paciente rechaza el alimento y el médico considera que está en su sano juicio, no debe ser alimentado artificialmente. Es una cuestión básica de libre albedrío "
Jonathan H. Marks, director del programa de Bioética en la Universidad Estatal de Pensilvania
Para Estados Unidos, la alimentación forzada está legalmente autorizada cuando corre riesgo extremo la salud o la vida del detenido y está orientada a "preservar la seguridad y la disciplina" en las penitenciarías.
En Guantánamo, la huelga de hambre comenzó en febrero como un reclamo por las requisas que -según los presos- hacían los guardias de sus libros religiosos. Luego se convirtió en protesta contra la estadía indefinida en el centro penitenciario, donde algunos permanecen desde hace más de una década sin juicio ni sentencia y pese a que el presidente estadounidense Barack Obama prometió la clausura del lugar en reiteradas ocasiones.

Ética médica

Para los médicos, la práctica de la alimentación forzada genera un dilema ético de proporciones: entre la obligación de preservar una vida y la de respetar la autonomía individual.
Por el juramento hipocrático se han comprometido a tomar toda "oportunidad de salvar vidas" y a "asistir en sus necesidades" a otros seres humanos. ¿Cómo dejarlos morir entonces, si es posible impedirlo?
Sin embargo, la Asociación Médica Mundial (WMA, por sus siglas en inglés), se proclamó ya en 1975 contra el uso de la fuerza para alimentar a quienes se declaran en ayuno.
Protesta por los 100 días de la huelga de hambre en Guantánamo, mayo de 2013
Con trajes naranjas característicos de los reos de Guantánamo, los activistas protestaron cuando se cumplieron 100 días de huelga de hambre, en mayo.
"Los lineamientos son claros: cuando un paciente rechaza el alimento y el médico considera que está en su sano juicio y es capaz de entender las implicancias, no debe ser alimentado artificialmente. Es una cuestión básica de libre albedrío", le comentó a BBC Mundo Jonathan H. Marks, director del programa de Bioética en la Universidad Estatal de Pensilvania.
Los expertos consideran que, además del estado físico general, la salud mental de un recluso debe a tal fin ser analizada.
Así, más de 150 profesionales firmaron una carta destinada a Obama, publicada en la revista médica británica The Lancet, en la que solicitan que se permita el acceso de médicos independientes a la cárcel estadounidense. Los facultativos que trabajan allí están bajo regla militar, señalan, y no pueden incumplir las órdenes de alimentar por sonda a los pacientes.
"Hay que cuestionarse si estas órdenes son legítimas, cuando la ONU y la WMA han dicho explícitamente que la alimentación forzada que tiene lugar en Guantánamo constituye tortura", le apuntó a la BBC el médico Frank Arnold, uno de los firmantes del petitorio.

"Presión grupal"

En cambio, quienes defienden la práctica señalan que es una obligación del Estado alimentar a los reclusos a su cargo.
Así, el dilema ético se plantea entre la libre elección del individuo y su bienestar.
"La autonomía es un valor crucial, pero la necesidad de garantizar que no se dañe una vida humana también es crucial. Y el estado tiene responsabilidad de asegurar ese bienestar de un individuo"
Peter Margulies, profesor de leyes en la Universidad de Rhode Island
"La autonomía es un valor crucial, pero la necesidad de garantizar que no se dañe una vida humana también es crucial. Y el estado tiene responsabilidad de asegurar ese bienestar de un individuo, incluso de limitar el sufrimiento innecesario", opinó ante BBC Mundo Peter Margulies, profesor de leyes en la Universidad de Rhode Island, en EE.UU., y experto en ética y seguridad nacional.
Señaló, asimismo, que en situaciones de encierro es muy posible ser víctima de la presión grupal para sumarse a una protesta.
"La presión colectiva no puede desestimarse y puede llevar a que alguien adhiera a una huelga de hambre por temor al ostracismo o la violencia de sus pares. Determinar esto es difícil, incluso para las autoridades dentro del centro, y no puede dejarse que un individuo se produza daños irreversibles por esa presión, o incluso que llegue al suicidio", agregó el académico.
Quienes rechazan la alimentación forzada dirán, en cambio, que la muerte voluntaria no figura entre los objetivos de quienes deciden ayunar: reclaman, más bien, por alguna mejora concreta en sus condiciones de vida.
Se trata, en parte, de una tensión irresoluble: para los huelguistas, el cuerpo es un arma y el hambre es la última estrategia. Para las autoridades, es una afrenta contra el orden establecido que debe ser controlada.

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