El laboratorio de Yemen: ¿Por qué Occidente guarda silencio sobre esta salvaje guerra?
Martha Mundy
Counterpunch
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés
¿Qué
está pasando en Yemen y por qué las violaciones sistemáticas de las
Convenciones de Ginebra, mucho más numerosas que en cualquiera de las
últimas guerras que los poderes occidentales han desatado en el mundo
árabe (Irak, Siria, Libia y Gaza) prosiguen rodeadas del más profundo
silencio?
Desde hace 6 meses existe un bloqueo de
alimentos, combustible y la distribución de ayuda humanitaria (incluso
la proveniente de la ONU) como parte de la estrategia de guerra. También
se bombardean objetivos civiles, históricos, educativos, religiosos y
médicos; se destruye la infraestructura como carreteras y centrales
eléctricas o de agua, así como se emplean armas prohibidas.
Todo
eso ocurre en un país de más de 20 millones de habitantes, que no tiene
una efectiva defensa aérea (es decir, tan vulnerable como Gaza). Sin
embargo, como ha señalado un funcionario del ministerio de Relaciones
Exteriores de Israel, los principios del derecho internacional
humanitario sistemáticamente violados por la agresión contra Yemen son
exactamente los mismos que invocan los órganos de la ONU, los gobiernos,
los medios de prensa occidentales y las organizaciones no
gubernamentales cuando denuncian los crímenes de guerra que Israel en
Gaza.
En otras palabras, por su silencio y apoyo a
la coalición que está bombardeando Yemen, la comunidad internacional
avala la desaparición de todo marco legal en materia de guerra. Un
precio muy alto a pagar por la victoria en un conflicto aparentemente
tan secundario que recibe prácticamente ninguna cobertura de prensa.
¿Cómo
nos explican este conflicto? Los portavoces de los gobiernos
occidentales afirman que una milicia (Ansar Allah) tomó el control de la
capital, obligando el gobierno a exilarse. Así que, como defensores de
la «legitimidad», los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (con
excepción de Rusia) han creído vital la rehabilitación del gobierno
anterior, a pesar de que la mayor parte de los miembros del ejército
nacional yemení se han unido a Ansar Allah, que por demás goza de un
importante respaldo popular tanto en Sanaa como en el norte de Yemen.
Eso es evicente. Lo que raramente nos dicen es que, hace un año, Ansar
Allah y otros partidos yemenitas firmaron, bajo la égida de la ONU, un
acuerdo político de «Paz y Asociación Nacional» y que finalmente el
representante de la ONU fue despedido para sustituirlo por otra persona,
se interrumpieron las negociaciones políticas con Ansar Allah y se creó
una coalición militar para restablecer la «legitimidad» en Yemen.
Dado
que la coalición está destruyendo no sólo el país propiamente dicho
sino también el derecho internacional, es evidente que la continuación
de las negociaciones políticas habría sido un precio menos alto. ¿Por
qué no?
¿Será que hay palabras que nadie se atreve a
pronunciar? Ejemplo de ello son los lemas de Ansar Allah, que piden la
muerte para EEUU e Israel. Desde el inicio de los bombardeos, esos lemas
contra EEUU e Israel resuenan en las calles de la capital de un país
árabe de la periferia, pequeño y pobre, acompañados de insultos contra
el monarca saudita, lo cual resulta claramente inaceptable para los
mencionados poderes (esos insultos resultan además especialmente
gratuitos y ofensivos en la medida en que los judíos han sido durante
años un componente de la sociedad yemenita, aunque actualmente quedan
muy pocos en el país). ¿Será que los nombres de Estados Unidos e Israel
son tan sagrados que nadie debe condenarlos?
Lemas a
un lado, el hecho es que Ansar Allah es un movimiento
político-religioso que, a diferencia del Emirato Islámico y de al-Qaeda,
trabaja con partidos políticos laicos, como el Partido socialista de
Yemen, y a menudo participa en negociaciones políticas, como la que lo
condujo recientemente a aceptar las principales cláusulas de la
resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU, posteriormente
utilizada por la propia coalición agresora para justificar sus ataques
supuestamente destinados a restaurar la «legitimidad».
Entonces,
¿qué otros objetivos hay para que la coalición siga bombardeando Yemen
desde hace 6 meses mientras que la comunidad internacional observa el
más profundo silencio? ¿Es sólo dinero? Es evidente que Arabia Saudita
–con más aviones británicos que las fuerzas armadas británicas– y el
Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) son capaces de comprar muchos
medios de prensa, armas y personas. Pero el respaldo de EEUU, de Francia
y del Reino Unido va más allá de lo que puede comprarse con dinero.
Entonces, ¿qué está en juego?
Veamos una posible respuesta:
Los
franceses, que están facilitando el bloqueo naval, todavía tienen una
base en Yibuti. Eso les permite seguir siendo actores de la red global
de instalaciones militares (Diego García y otras 1.400 bases de
ultramar). Hoy en día, la principal función de Yibuti está probablemente
vinculada no con la superficie marina sino con lo que hay bajo las
aguas: la vigilancia de los cables marinos de comunicaciones que
conectan China, Asia y Occidente. Quien visite Yibuti se cruzará allí
principalmente con hombres-rana franceses que se encargan de la
comprobación de esos cables. Ese trabajo se refuerza con una
coordinación con los submarinos israelíes que patrullan en el Mar Rojo.
La
coalición que hoy agrede Yemen supuestamente constituye la primera
acción de la «Fuerza de Despliegue Rápido» del Consejo de Cooperación
del Golfo, cuya creación es resultado de los discretos consejos de los
militares israelíes y estadounidenses. Este nivel de coordinación en el
ataque contra un país árabe constituye una novedad. ¿Cómo se montó? La
rabia provocada por la muerte en Marib de los soldados invasores del
Consejo de Cooperación del Golfo sugiere que la agresión contra Yemen se
planeó como un programa de entrenamiento para la guerra concebido según
el modelo de las agresiones recientemente perpetradas por Israel, o sea
una guerra que debe alcanzar sus objetivos por medio de bombardeos
aéreos, pero sin la indignación internacional que provocan los crímenes
de guerra de Israel.
¿Yemen está siendo utilizado
como laboratorio para nuevas guerras? Puede parecer extraño ya que,
comparado con Gaza, Yemen es mucho más grande, hay menos datos de
inteligencia sobre su población y se trata de un país que dispone de un
ejército terrestre. Pero si se recuerda que Yemen ya sirvió de
laboratorio para el uso de los drones estadounidenses, y los asesinatos
selectivos de personas con ciudadanía estadounidense, no parece
imposible que la operación contra Yemen haya sido planeada de esa
manera.
De hecho hay algo que salta a la vista en la
manera como se vendió esta guerra a los líderes del Consejo de
Cooperación del Golfo (sólo Omán se ha negado a participar). Para los
Emiratos Árabes Unidos, se trataba de las promesas de la «Ciudad Luz»
(Al-Noor City, también hay una con este nombre en Yibuti y la idea es
unirlas las dos) en Yemen que podría incentivar el comercio en el Océano
Índico y abrirse al este de África, aunque manteniéndose bajo la
administración de Dubai. Las promesas fueron mucho más importantes para
los sauditas: el control unificado de la «cuarta parte vacía»
(Rub'al-Kahli) y sus legendarios e inexplotados yacimientos de petróleo y
gas que EEUU mantuvo en el subsuelo… mientras el gobierno fue yemenita.
La práctica habitual de la hacer y deshacer sociedades y gobiernos a
través de los bombardeos de precisión contra una población que depende
de la importación de alimentos; una victoria tan contundente que la
península arábiga quedaría totalmente bajo control saudita y la paz con
Israel pronto se celebraría públicamente.
A
principios de junio, en una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores
(de EEUU), el general saudita retirado Anwar Eshki expuso este
programa. También participaba en el evento el embajador israelí Dore
Gold. Lo que dijo Eshki no es nada nuevo en Arabia Saudita. Pero
raramente se dice en público y, cuando se menciona, es parte de las
cosas que nunca se repiten en Occidente. Veamos el plan de Eshki: «En la
Península Arábiga, hay un yacimiento petrolífero prometedor en la
“cuarta parte vacía” (Rub'al-Khali) que obligará los países del Consejo
de Cooperación del Golfo y Yemen a cooperar para protegerlo y proteger
su rendimiento. Esa unión seguirá –o más bien debe seguir– el modelo de
la Constitución de Estados Unidos, que unió América y le confirió su
democracia. En cuanto al prometedor yacimiento [petrolífero] de Ogadén,
en Etiopía, este permitirá unificar el Cuerno de África bajo la
dirección de Etiopía. También debe construirse un puente entre el
continente africano y la Península Arábiga: el puente Al-Noor que
conectará la ciudad de Al-Noor, en Yibuti, con la ciudad de Al-Noor, en
Yemen.»
Todo esto exige una serie de cosas:
instaurar la paz entre los árabes e Israel;
cambiar el sistema político de Irán. – unidad en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo; – restablecer la paz en Yemen y revitalizar el puerto de Adén, lo cual permitiría reequilibrar la demografía y el empleo en el Golfo; – formar una fuerza árabe, con la bendición de EEUU y Europa, para proteger los países del Golfo, así como los países árabes, y salvaguardar la estabilidad; – el rápido establecimiento de las bases de la democracia en el mundo árabe bajo principios islámicos;
trabajar en la creación de un gran Kurdistán por vías pacíficas ya que ello permitirá debilitar las ambiciones iraníes, turcas e iraquíes, puesto que sería dividir una tercera parte de cada uno de estos países en favor del Kurdistán..
cambiar el sistema político de Irán. – unidad en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo; – restablecer la paz en Yemen y revitalizar el puerto de Adén, lo cual permitiría reequilibrar la demografía y el empleo en el Golfo; – formar una fuerza árabe, con la bendición de EEUU y Europa, para proteger los países del Golfo, así como los países árabes, y salvaguardar la estabilidad; – el rápido establecimiento de las bases de la democracia en el mundo árabe bajo principios islámicos;
trabajar en la creación de un gran Kurdistán por vías pacíficas ya que ello permitirá debilitar las ambiciones iraníes, turcas e iraquíes, puesto que sería dividir una tercera parte de cada uno de estos países en favor del Kurdistán..
¿Por qué Occidente es tan silencioso en Yemen? Estos siete puntos quizás proporcionan elementos de respuesta.
Martha
Mundy es antropóloga, que trabajabajó en Yemen del Norte de 1973 a
1977. Su libro, Gobierno Nacional: Parentesco, Comunidad y política en
Yemen del Norte (1995), es un clásico contemporáneo. Ahora está
trabajando en la economía política de los alimentos en Yemen.
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