La sociedad política como elemento separador del Estado y la sociedad civil
Para
los estudiosos de las ciencias políticas la sociedad política es
entendida como una organización social heterogénea, conformada por
diversos grupos étnicos previos, con el fin de mantener la propiedad del
propio territorio y a mantener la eutaxia a través del enfrentamiento
de grupos y clases sociales. La organización de la sociedad política va
siempre a cargo de una parte de ella misma que integra, a través
del poder político, el resto de partes.
El
concepto de Estado más aceptado hoy día es el del politólogo y
sociólogo alemán, Maximilian Carl Emil Weber, que lo define como una
organización respaldada por el denominado monopolio de la violencia
legítima. Por eso está integrada por organismos poderosos: las fuerzas
armadas, la policía y los tribunales, ya que él se encarga, entre otras
cosas, de garantizar las funciones y obligaciones de gobierno, defensa,
seguridad y justicia en un espacio específico.
La
mayoría de los cientistas políticos definen la sociedad civil como el
grupo de organizaciones diversas que mantienen su independencia del
Estado, sosteniendo el concepto de que sociedad civil es todo lo que no
es el Estado. De manera que todas las organizaciones sociales que pueden
surgir alrededor de temas tan distintos como la economía, la cultura,
las reivindicaciones sociales, la religión, el deporte, la producción,
el conocimiento, vienen a ser parte de la sociedad civil. Debe quedar
claro que las personas que ocupan el Estado para tomar decisiones tienen
el poder político, y las que pertenecen a las diferentes organizaciones
sociales tienen solo el poder de influir en la toma de esas decisiones.
La
democracia se define más que por la separación de los poderes por la
naturaleza de los vínculos entre sociedad civil, sociedad política y
Estado. La democracia está ausente, cuando la influencia se ejerce de
arriba hacia abajo. Una sociedad es llamada democrática cuando los
actores sociales ordenan a sus representantes controlar al Estado. De
manera que el nivel de las instituciones políticas no está aislado del
de los actores sociales. Se contrapone a esta idea que en el nivel del
Estado como en el del sistema político debe haber un elemento no
político de autonomía respecto a la voluntad popular. En el nivel del
Estado, es la independencia y la profesionalización de los funcionarios;
en el nivel del sistema político, la ley y los mecanismos de control de
la constitucionalidad y la legalidad de las decisiones tomadas.
Pero
la democracia no es únicamente un conjunto de garantías
institucionales, es también la lucha de los sujetos en su cultura y en
su libertad contra la lógica dominadora de los sistemas. De acuerdo con
Alain Touraine director del Centro de Análisis y de Intervención
Sociológicas (CADIS) y director de estudios en la Escuela de Altos
Estudios en Ciencias Sociales en Paris, Francia, en América Latina, el
triunfo de la democracia ha sido dudoso pues al parecer se ha reducido a
la desaparición de las dictaduras militares. Touraine, A. (1994). ¿Qué
es la democracia?
En este sentido,
Touraine considera que los valores morales deben regir la organización
social. De manera que, debemos buscar nuestro papel como creadores y de
productores, no solamente de consumidores. La economía de mercado no
garantiza por sí misma el desarrollo ni la democracia. El fin principal
de la democracia es garantizar además de los derechos también las
posibilidades. Es por esto que hace un estudio sobre el sujeto y su
libertad, de cómo el individuo guiado por sus intereses y sus
necesidades no siempre es estandarte de una cultura democrática, aun
cuando sea más fácil para el prosperar en una sociedad democrática.
Conviene
recordar que la limitación del poder político nació de la alianza de la
idea de derecho natural y la de sociedad civil, que en un principio se
concibió como la sociedad económica y sus actores reivindicaron libertad
de emprendimiento, intercambio y expresión de sus ideas. Esta libertad
burguesa, fue indispensable para que la idea de los derechos
fundamentales dejara de ser solo crítica, como la resistencia a la
opresión que defendieron Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau, entre
otros. Pero también lo fue la defensa de los derechos fundamentales,
dado que el espíritu de libre comercio se transformó en espíritu
democrático.
Para Rousseau y Hobbes,
el orden político es el orden de la razón, que se opone al orden
natural, dominado por los deseos sin límites de cada individuo, o al
orden social dominado por la desigualdad y la corrupción. La modernidad
consiste, en hacer triunfar a la razón, es decir el orden, sobre el
caos, la violencia, el egoísmo. Es convirtiéndose en ciudadano como el
individuo accede a la civilización. Este pensamiento liberal clásico
inventa el Estado nacional que nace en Inglaterra mucho antes de
fortalecerse en la Francia de la Revolución, no inventó la democracia.
Es
contra este racionalismo político, contra este modernismo del orden
social, como se formó la idea democrática. La democracia se formó contra
el Estado moderno e incluso contra el Estado de derecho, que estuvo por
lo general al servicio de la monarquía absoluta y no al de los derechos
del hombre. La idea democrática sufrió una transformación total, pues
hoy busca proteger las libertades del individuo y de los grupos contra
la omnipotencia del Estado.
La
debilidad de la tradición democrática francesa, presente en España, en
América Latina y en Italia, proviene de la lucha que debió librar contra
un Estado unido a las fuerzas de mantenimiento del orden social, en
primer lugar la Iglesia Católica. Por esto el predominio en Francia y
otros países de los combates propiamente políticos e ideológicos sobre
las reformas sociales. Lo anterior condujo a que el pensamiento francés
confundiera república y democracia. Prefiriendo la alianza de la
república y la revolución a la de la democracia y las reformas sociales.
En
Francia los trabajadores recibieron muy precoz y de manera amplia
derechos cívicos, pero de manera tardía y parcial derechos sociales. La
oposición de estas dos corrientes de ideas y de estos dos tipos de
sociedad política, una republicana y la otra demócrata, retomaban la
oposición de Régis Debray, de que el espíritu republicano, al dar una
importancia central a la transformación y la intervención del Estado, se
opone al espíritu demócrata que atribuye el papel central a los actores
sociales.
El pensamiento democrático
impone no sólo una anterioridad de los actores sociales sobre el poder
político sino la idea de que los hombres tienen derechos morales contra
el Estado. No basta definir la democracia por el respeto a la voluntad
general; la democracia necesita un principio de defensa contra la
arbitrariedad del poder. Se llama libertad cuando insiste sobre la
limitación del poder del Estado e igualdad cuando define más
directamente la resistencia al reparto desigual de los recursos
económicos y políticos.
La idea de
democracia es contraria a la idea de revolución ya que ésta da todo el
poder al Estado para transformar la sociedad. Para fundar la democracia
es necesario, distinguir al Estado, la sociedad política y la sociedad
civil. Si se confunden el Estado y la sociedad política, uno se ve
llevado rápidamente a subordinar los múltiples intereses sociales a la
acción de unificación del Estado. Inversamente, si se confunden la
sociedad política y la sociedad civil, ya no se ve cómo puede crearse un
orden político y jurídico que no sea la mera reproducción de los
intereses económicos dominantes. (Touraine, 1994).
Tenemos
entonces una confusión que puede hacer recaer completamente en el
Estado la responsabilidad de asegurar la unidad en la gestión de la
sociedad, donde ya no queda espacio para democracia. La unidad en la
gestión corresponde a la sociedad política, definida por la autonomía de
la misma y por su papel de mediadora entre el Estado y la sociedad
civil. De manera que el enfrentamiento directo del Estado y la sociedad
civil sin intermediarios, conduce a la victoria de uno de ambos, pero
nunca al triunfo de la democracia.
La
separación del Estado, el sistema político y la sociedad civil fuerza a
definir el orden político como una mediación entre el Estado y la
sociedad civil. Hans Kelsen habló de esto en La démocratie.
Este papel mediador de la democracia prohíbe definirla por un principio
central y obliga a entenderla como la combinación de diversos elementos
que definen sus relaciones con el Estado y la sociedad civil.
En
este punto es conveniente señalar que entendemos por Estado los poderes
que crean y mantienen la unidad de la sociedad nacional de cara a las
amenazas y los problemas exteriores o interiores, su pasado, su porvenir
y su continuidad histórica. Es además de poder ejecutivo, la
administración. El sistema político es diferente, su función es elaborar
la unidad a partir de la diversidad, subordinando la unidad a las
relaciones de fuerza que existen en el plano de la sociedad civil,
aceptando el papel de los partidos políticos que se interponen entre los
grupos de interés (las clases) y el Estado.
De
acuerdo con (Touraine, 1994) la sociedad civil no se reduce a intereses
económicos; es el dominio de los actores sociales que se orientan al
mismo tiempo por valores culturales y por relaciones sociales a menudo
conflictivas. Reconocer la autonomía de la sociedad civil, es la
condición primera de la democracia, ya que es la separación de la
sociedad civil y el Estado la que permite la creación de la sociedad
política. De manera que la democracia afirma la autonomía del sistema
político pero también su capacidad de establecer relaciones con los
otros dos niveles de la vida pública, de manera que al final sea la
sociedad civil la que legitime al Estado.
Por @AlfredoDLaCruz
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