lunes, 19 de noviembre de 2018

Donald Trump, hombre providencial para Moscú, por Valentin Vasilescu


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Donald Trump, hombre providencial para Moscú, por Valentin Vasilescu



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En aplicación del Tratado INF, firmado en 1987, la URSS –luego Rusia– y Estados Unidos ‎destruyeron todos los misiles nucleares terrestres de alcance corto, medio e intermedio (entre 500 ‎y 5 500 kilómetros). Los misiles de alcance superior a los 5 500 kilometros son considerados ‎misiles balísticos intercontinentales (ICBM, siglas en inglés) y no entran en ese tratado. Debido a ‎la firma del Tratado INF, Estados Unidos retiró sus misiles nucleares de Europa. Los principales ‎beneficiarios de ese tratado fueron los países europeos y Rusia. ‎
La salida unilateral de Estados Unidos del Tratado INF, anunciada por Trump, no modifica ‎la situación para los propios Estados Unidos ya que la distancia entre el territorio continental ‎estadounidense y la Rusia europea es superior a los 5 500 kilómetros. Trump creyó que podía ‎engañar a Putin al menos con los sistemas de lanzamiento VLS MK-41 [1] de los escudos antimisiles estadounidenses instalados en Rumania y Polonia. ‎Derivados de los sistemas existentes a bordo de los cruceros lanzamisiles estadounidenses AEGIS ‎de la clase Ticonderoga, esos sistemas son capaces de lanzar misiles crucero Tomahawk ‎equipados con ojivas nucleares miniaturizadas W80, de 5 a 50 kilotones. Pero la velocidad de ‎los misiles crucero estadounidenses es 20 veces inferior a la de los misiles balísticos rusos, ‎además de que su lanzamiento puede ser detectado por los satélites rusos de observación, ‎capaces de captar la energía térmica que desprenden los misiles en el momento mismo del ‎lanzamiento. ‎
Es por eso que el Pentágono está en ebullición, porque sabe que su debilidad ha salido a la luz y ‎que necesita urgentemente nuevos tipos de misiles balísticos para instalarlos en Europa, cerca de ‎las fronteras de Rusia. ‎
El problema es que el presidente Donald Trump no tuvo en cuenta que Estados Unidos ya ‎no tiene los motores de cohetes que necesita para construir esos vectores. En la época en que ‎la NASA recibía fondos importantes, las fuerzas armadas estadounidenses disponían de los ‎motores más poderosos. Pero en los últimos 15 años, la NASA se convirtió en una organización ‎que no es ni la sombra de la entidad que envió los primeros hombres a la Luna. ‎
O sea, sin querer, al sacar a Estados Unidos del Tratado INF, Trump le hace un favor a Putin. ‎Para Rusia, se trata incluso de una enorme victoria. ‎

Características de un misil balístico portador de una ojiva nuclear de entre 650 y 1 000 ‎kilogramos (potencia de 1 a 8 kilotones) y capaz de alcanzar un objetivo situado a entre 1 500 y ‎‎2 500 kilómetros del punto de lanzamiento:
- Peso: entre 18 y 24 toneladas
- Largo: de 15 a 20 metros ‎- Diámetro: de 1,5 a 1,8 metros
- Es un misil de 1 o 2 etapas
- Velocidad: 4,5 km/s‎
- Altitud: de 600 a 900 kilómetros
- Sus motores deben garantizar al menos entre 75 000 y 100 000 kgf de empuje. La propulsión ‎de los misiles GBMD, SM-3 (variantes 1b y 2) y THAAD utilizados en los escudos antimisiles ‎estadounidenses es demasiado reducida, lo cual quiere decir que esos misiles son inútiles. ‎‎

Debido a la disminución del presupuesto de la NASA, gran parte de los especialistas de las ‎secciones dependientes de los departamentos especiales de Lockheed Martin y de Boeing ‎se asociaron entre sí en una compañía llamada «United Launch Alliance» (ULA). Esta compañía ‎compra motores para cohetes, ensambla componentes de cohetes y crea –al mismo tiempo– ‎nuevos vehículos espaciales asegurando su lanzamiento para el uso del Pentágono y de la NASA. ‎
ULA ensambla así el más poderoso de los cohetes estadounidenses actualmente en servicio, el ‎‎Atlas V, que al mismo tiempo es el único capaz de poner en órbita el transbordador espacial ‎militar automático estadounidense X-37B y los satélites militares emplazados en órbitas ‎geoestacionarias. El cohete estadounidense Atlas V utiliza un sistema de lanzamiento de ‎superpropulsores… con motores rusos RD-180. La primera etapa de este cohete ‎estadounidense también lleva un motor ruso RD-180. ‎
La única cápsula estadounidense que ha demostrado ser capaz de alcanzar la Estación Espacial ‎Internacional (ISS, siglas en inglés) ha sido la SpaceX Dragon. Fue lanzada con el cohete ligero ‎de 2 etapas Falcon 9. La primera etapa se compone de 9 motores Merlin 1C, que ‎proporcionan cada uno un empuje de 56 696 kgf. Su segunda etapa cuenta con un solo motor ‎‎Merlin. El cohete ligero estadounidense Falcon 9 no es otra cosa que un reciclaje de reliquias ‎de la guerra fría. El motor Merlin 1C es una variante del célebre motor RS-27, fabricado por ‎la firma Rocketdyne –desde 1974– para los antiguos cohetes Delta 2000 de McDonnell ‎Douglas, desechados por la NASA. Es posible utilizar varios motores Merlin 1C para construir ‎nuevos misiles nucleares a partir de misiles de alcance medio y corto. ‎
Taurus I y Minotaur I son los nuevos cohetes líderes estadounidenses de 3 o 4 etapas que la ‎Orbital Sciences Corp. proporciona a la NASA. Esos cohetes pueden poner en órbita un artefacto ‎cósmico de entre 580 y 1 500 kilogramos utilizando las etapas SR19 y M55A1 provenientes de ‎los misiles balísticos intercontinentales estadounidenses LGM-118A MX-Peacekeeper y LGM-30F ‎Minuteman II, que funcionan con combustible sólido. El Minotaur I se compone de la primera ‎y la segunda etapas del cohete balístico intercontinental Minuteman II, que proporcionan ambas ‎‎120 000 kgf de empuje.‎
Del año 2010 al 2013, Orbital Sciences Corp reemplazó las dos primeras etapas del Minotaur I ‎con el motor NK-33 (140 000 kfg de empuje), provenientes de la empresa rusa Energomas y ‎superiores a los motores que podía encontrar en Estados Unidos. A causa de las sanciones de ‎Estados Unidos contra Rusia, a principios de 2014 se interrumpió la transferencia de tecnología ‎rusa proveniente de Energomas.‎
La compañía [estadounidense] Aerojet, en colaboración con la oficina de diseños de Yuzhnoye, en ‎Dnipropetrovsk (Ucrania), comenzó a producir unos motores llamados AJ-26-58/62, que ‎en realidad son malas copias del motor NK-33 de Energomas. Esos motores utilizan un ‎esquema diferente de turbobomba de alta presión, que se necesita para la alimentación continua ‎en carburante y comburente [2]. La explosión, ‎‎6 segundos después de su lanzamiento, de un cohete estadounidense Antares, utilizado como ‎vector del carguero espacial estadounidense Cygnus, que debía garantizar el aprovisionamiento ‎constante de la Estación Espacial Internacional fue consecuencia de un defecto de concepción del ‎motor AJ-26.‎
Un cohete similar, equipado con la etapa estadounidense SR19 (utilizada en los cohetes ‎estadounidenses Taurus I y Minotaur I, se compone de un sistema fijo GBMD (Ground-Based ‎Midcourse Defense) ensamblado por Orbital Sciences Corp. El GBMD (35 000 kgf) pertenece a la ‎agencia de defensa antibalística del Pentágono, que opera en las bases Fort Greely (Alaska) y ‎Vandenberg (en California). Esto demuestra que la excesiva focalización de los estadounidenses en ‎la creación del escudo antimisiles lleva a que las reducciones de presupuesto tengan un impacto en ‎el financiamiento de la concepción de nuevos motores de cohetes de alto poder, obligando a la ‎NASA a utilizar cohetes pesados. ‎
Veamos ahora cuál es la situación de Rusia en materia de motores de cohetes con posibilidades de ser ‎utilizados en la producción de misiles nucleares de alcance medio e intermedio. ‎
La familia de cohetes rusos Angara incluye el cohete ligero Angara 1.1 (capaz de poner en ‎órbita baja satélites de 2 toneladas) y el cohete mediano Angara A3 (capaz de poner en ‎órbita baja hasta 14,6 toneladas). También incluye el cohete superpesado Angara A7 (cuyos ‎motores RD-191 han sido reemplazados por los RD-193, más poderosos, que permiten poner ‎en órbita baja artefactos de 35 toneladas. El cohete más poderoso de esta familia es el Angara-‎‎100 que puede poner en órbita baja hasta 100 toneladas. La primera etapa del cohete Angara-A5, ‎desarrolla un empuje de hasta 1 000 000 kgf y se compone de 4 propulsores equipados con ‎motores RD-191, montados alrededor de un segmento central que a su vez incluye otro motor ‎‎RD-191. El motor RD-191 ofrece además la posibilidad de modificar en pleno vuelo el empuje ‎máximo en 200 000 kgf (de 100 a 30%).‎
La conclusión de todo lo aquí expuesto es que a Rusia le bastaría con utilizar un solo motor RD-‎‎191 de su cohete Angara para fabricar y poner en disposición operativa –en un plazo de 6 ‎a 8 meses– un nuevo misil balístico nuclear con un alcance de hasta 5 000 kilómetros, lo cual es ‎catastrófico para Estados Unidos. ‎
Pero la situación de Rumania y Polonia es mucho peor ya que los “escudos antimisiles” ‎estadounidenses están instalados en los territorios de esos dos países europeos.
Hasta ahora, ‎el tiempo disponible para remediar un eventual lanzamiento accidental de un misil balístico ‎intercontinental, (ICBM, siglas en inglés) fluctuaba entre 20 y 25 minutos (tiempo que necesitaba ‎un ICBM ruso para completar su trayectoria hacia el territorio estadounidense). Hoy ese lapso de ‎tiempo se reduce a 4 minutos (entre Rusia y Polonia o entre Rusia y Rumania hay sólo un millar ‎de kilómetros). Y tanto Rumania como Polonia han pasado a ser objetivos de las ojivas nucleares ‎de 8 megatones de los misiles balísticos rusos –misiles balísticos que los “escudos antimisiles” ‎estadounidenses serán incapaces de neutralizar y cuyo poder de destrucción es enorme para la ‎población y la infraestructura de ambos países. ‎

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