lunes, 19 de noviembre de 2018

El verdadero problema con el nacionalismo, sin postureo ético


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El verdadero problema con el nacionalismo, sin postureo ético


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Dependiendo de la inclinación política que usted tenga, el presidente Trump es un agujero negro o un radiante sol anaranjado. De cualquier manera, no puede escapar de su influencia. Cada tuit y comentario al aire es recogido y analizado por los medios de comunicación. Como señaló recientemente Jon Stewart -con un grado de perspicacia ausente en la mayoría de sus colegas- los medios de comunicación no pueden evitar morder el anzuelo:
"Lo que ha hecho bien es apelar a su propio narcisismo, a su propio ego", dijo. "Los periodistas se ponen de pie y dicen: '¡Somos nobles! ¡Somos honorables! ¡Cómo se atreve, señor!' Y se lo toman como algo personal". "Ahora ha cambiado la conversación a -no a que sus políticas sean tontas o que no funcionen o cualquier cosa parecida- sino a que todo se trata de la pelea", dijo Stewart. "Es capaz de desentenderse de todo lo demás y hacer que el resto de la gente se concentre en la pelea. Y la va a ganar".
Pero no son sólo sus ataques a los medios de comunicación (que están igual de dispuestos a atacarlo). Trump se las arregla para dominar el ciclo de noticias, e incluso crear el ciclo de noticias, haciendo que se centren en temas sin sustancia real, simplemente porque Trump lo dijo. Es un maestro de la distracción por medio de la controversia: nivel de troll de "Presidente de los Estados Unidos". O tal vez es involuntario y las personalidades de los medios de comunicación están tan obsesionadas con esos temas. De cualquier manera, cada vez me siento más como este tipo:
Como dijo Joe Quinn en su último enfoque SOTT, Globalismo contra nacionalismo en los Estados Unidos de Trump, Trump creó otra controversia más en una serie de controversias sin fin de dos años: dijo que es nacionalista en la conferencia de prensa de la Casa Blanca después de las elecciones de mitad de período y durante un mitin en Houston. Naturalmente, la gente estaba furiosa, porque el nacionalismo es malo. ¿Verdad? Bueno, como escribió Joe, "las palabras y sus significados exactos importan", así que echemos un vistazo más de cerca a la palabra que empieza con "n" en cuestión.
Patriotismo y Nacionalismo
A principios del siglo XIX, no había ninguna diferencia de significado entre las palabras patriotismo y nacionalismo. Pero el nacionalismo se fue adentrando en su propio espacio semántico a lo largo de las décadas. Mientras que el patriotismo mantuvo su significado -"el amor o la devoción al país"- el nacionalismo se desplazó hacia "la lealtad y la devoción a la propia nación". No hay mucha diferencia, ¿verdad? Aparte de la distinción entre nación y país, ¿se puede amar algo sin lealtad?
Pero el nacionalismo también adquirió otros significados. Como señala el artículo de Merriam-Webster vinculado anteriormente:
Pero la definición de nacionalismo también incluye "exaltar a una nación por encima de todas las demás y poner énfasis primordial en la promoción de su cultura e intereses en contraste con los de otras naciones o grupos supranacionales". Este aspecto excluyente no es compartido por el patriotismo.
Ahí es donde entran las connotaciones negativas: los nacionalistas sólo piensan en sí mismos, en oposición a otras naciones o grupos supranacionales. En otras palabras, son antipáticos y algo xenófobos. Uno puede ser patriótico sin ser nacionalista, por ejemplo, amando a su país, pero amando a otros países tanto o más. Y aunque la mayoría de los nacionalistas son probablemente patriotas, al menos es posible que no lo sean. Tal vez no aman tanto a su propia nación como odian a todas los demás.
Pero es aún más complejo que eso. Basta con leer la entrada de Wikipedia sobre el "nacionalismo" para darse una idea de cuán complejo es: fíjese en el número de teorías diferentes y contrapuestas del nacionalismo, por no hablar de los 42 tipos diferentes de nacionalismo que se enumeran en la barra lateral.
Esta entrada de Quora lo resume del siguiente modo:
Patriota: Expresa la emoción del amor hacia su país de una manera pasiva. Nacionalista: Lucha por la independencia y los intereses y la dominación de una nación y expresa su amor o preocupación por el país de una manera política activa.
Así que el patriotismo es principalmente una emoción, que se expresa de varias maneras; digamos, ropa interior con motivos de bandera nacional y arrebatos verbales repetitivos del nombre de la nación de uno. O simplemente la reverencia con lágrimas en los ojos y el comportamiento sentimental que uno toma al unirse al himno nacional. Pero el nacionalismo añade la acción política: uno no ama simplemente a su nación, uno hace algo al respecto. De manera similar, puede que me encante 1984 de Orwell, pero se requiere algo más especial para escribir un comentario y análisis de extensión de libro, o para actuar como publicista póstumo promocionándolo activamente a una nueva audiencia. A mí me parece que para tener éxito, las naciones necesitan patriotismo y un poco de nacionalismo activo.
Pero la entrada de Quora también incluye este extracto del propio George Orwell:
Cuando se habla de nacionalismo y patriotismo, no se puede evitar la famosa cita de George Orwell, quien dijo que el nacionalismo es "el peor enemigo de la paz". Según él, el nacionalismo es un sentimiento de que el país de uno es superior al otro en todos los aspectos, mientras que el patriotismo no es más que un sentimiento de admiración por un modo de vida. Estos conceptos muestran que el patriotismo es pasivo por naturaleza y el nacionalismo puede ser un poco agresivo.
Y supongo que hay algunos admiradores de Orwell que llevan su amor al extremo de intimidar a sus amigos para que lean el libro y luego reprenderlos si no les gusta. Una vez más, tenemos ese aspecto antipático. Pero como señalan Wikipedia y Merriam-Webster:
En la práctica, el nacionalismo puede ser visto como positivo o negativo dependiendo del contexto y de la perspectiva individual. El nacionalismo ha sido un motor importante en los movimientos independentistas de todo el mundo, como la Revolución Griega, el movimiento sionista que creó el Israel moderno y la Revolución Irlandesa. También fue un factor clave en el Holocausto perpetrado por la Alemania nazi.
...¿podemos sacar alguna conclusión firme sobre si uno u otro es peyorativo? La respuesta es: depende. Parece cierto que, al menos con el nacionalismo, puede significar cosas diferentes para personas diferentes.
¿Como el contraste entre el nacionalismo y el globalismo, quizás? No, eso sería una posición demasiado matizada para los medios de comunicación convencionales, dado que se trata de Trump. Pero si Trump realmente no es muy inteligente ni preciso con su discurso -como nos dirían los mismos medios de comunicación- ¿no tendría sentido asegurarse de entender de qué tipo de nacionalismo está hablando antes de criticarlo por ello? De hecho, explicó de inmediato lo que quería decir, aunque no muy elocuentemente:
"Yo amo..., ¿y saben cuál es la palabra? Amo a nuestro país. Lo amo."
Eso es patriotismo, o nacionalismo como se entendía originalmente.
"Hay nacionalistas. Hay globalistas."
Aquí establece la distinción: nacionalistas y globalistas. Uno se centra en los intereses nacionales, presumiblemente, y el otro en los intereses globales, como la "construcción de naciones" [extranjeras - NdT] y la "intervención humanitaria", y en las organizaciones supranacionales como la antidemocrática UE. Esa es al menos la teoría; en la práctica, los intereses "globalistas" a menudo van en detrimento de los intereses nacionales, y también de los globales -sólo hay que mirar a Afganistán, Irak, Libia, Siria y Europa.
"También amo al mundo y no me importa ayudar al mundo, pero primero tenemos que arreglar nuestro país. Tenemos muchos problemas".
Aquí Trump reúne las dos afirmaciones anteriores, implicando lo que quiere decir con la distinción: "nacionalismo: amor a la patria", "globalismo: amor al mundo". Y lo hace al agregar que en realidad tiene en mente los intereses globales, pero que los problemas de Estados Unidos están primero. La respuesta, completa y breve, no sólo tiene sentido; y no sólo no es un respaldo al ultranacionalismo del tipo caracterizado por ciertos movimientos nacionalistas desagradables en todo el mundo; también es la forma moral y pragmáticamente correcta de ver el mundo. Digo esto porque funciona, en todas las escalas: así como te pones tu propia máscara de oxígeno primero para poder salvar a tus hijos, y así como te aseguras de que una persona que se está ahogando no te estire con ella, asegurándote de mantenerte a flote; una nación debe resolver sus propios problemas primero, antes de que pueda ayudar a otros. Así es como prácticamente todos los demás países normales operan geopolíticamente, como estados nación. Como señala Sargón de Akkad, no se le pediría a una nación africana pobre y del Tercer Mundo que pusiera sus intereses en segundo lugar, regalando sus recursos porque otras naciones los necesitan.
Eso no quiere decir que esta sea la política real de Trump, por supuesto, o que la esté siguiendo con éxito; sólo que si los medios de comunicación tuvieran integridad, se estarían centrando en ese mismo tema -la política- en lugar de sacar comentarios insignificantes fuera de contexto, básicamente sugiriendo que Trump acaba de admitir que es el próximo Hitler.
Excepcionalismo estadounidense
Aparte de la ridiculez de criticar a Trump por describirse a sí mismo con una palabra que tiene múltiples definiciones contradictorias, y asumir que está usando una definición en particular, sin pruebas de que eso es lo que quiso decir, hay algo aún peor: por la definición estándar de nacionalismo, Estados Unidos ha sido un país nacionalista al menos desde la Segunda Guerra Mundial, si no antes. Diablos, incluso Hillary Clinton expresó sentimientos nacionalistas en su editorial de octubre de 2016 para la revista Time:
Siempre ha habido algo especial acerca de los Estados Unidos de América. El presidente Abraham Lincoln nos llamó la "última y mejor esperanza de la tierra". El presidente Ronald Reagan dijo que somos una "ciudad brillante sobre una colina". Y Robert Kennedy nos llamó un país grande, desinteresado y compasivo. No podría estar más de acuerdo.
Si hay una creencia fundamental que me ha guiado e inspirado en cada paso de mi carrera en el servicio público, es ésta: Estados Unidos es una nación excepcional. Y cuando sumas todas nuestras ventajas, está claro que nosotros también somos indispensables -una nación a la cual todas los demás miran en busca de liderazgo.
"El nacionalismo es un sentimiento de que el país de uno es superior al otro en todos los aspectos." En la medida en que los estadounidenses realmente creen esto -que su país es excepcional, por las razones que sean- están siendo un poco nacionalistas. Y de acuerdo con la ética estadounidense, eso es perfectamente aceptable. Sin embargo, para la gente de otros países, particularmente para aquellos que son víctimas de las políticas globalistas de Estados Unidos, como la ya mencionada "construcción de naciones" y la intervención "humanitaria", sólo parece arrogancia. Es por eso que en los últimos 17 años, más o menos, el término ha sido utilizado por los críticos de la política exterior estadounidense para señalar la visión de Estados Unidos de sí mismo como una "excepción" al derecho internacional. En la práctica, Estados Unidos simplemente hace lo que quiere con impunidad, independientemente del derecho internacional. Como le dijo Putin a Obama en 2013: "Es extremadamente peligroso animar a la gente a verse a sí misma como excepcional, sea cual sea su motivación".
Y esto nos lleva al verdadero problema del nacionalismo, el que ni siquiera los críticos del tipo de nacionalismo de Trump se atreven a sacar a relucir.
Su valor supremo es su dios
En un artículo sobre la reciente controversia relativa a la decisión del Patriarcado de Constantinopla de conceder plena independencia a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, The Saker citó a Hierotheos Metropolitano de Nafpaktos, de su libro La Mente de la Iglesia Ortodoxa:
San Máximo el Confesor dice que, mientras que los cristianos se dividen en categorías según la edad y la raza, las nacionalidades, las lenguas, los lugares y los modos de vida, los estudios y las características, y son "distintos los unos de los otros y muy diferentes, todos nacidos en la Iglesia y renacidos y recreados por ella en el Espíritu", sin embargo, "les confiere por igual a todos el don de una sola forma y designación divinas, el de ser de Cristo y llevar Su Nombre". Y San Basilio Magno, refiriéndose a la unidad de la Iglesia, dice característicamente: "La Iglesia de Cristo es una, aunque Él es llamado desde diferentes lugares". Estos pasajes, y especialmente la vida de la Iglesia, eliminan toda tendencia nacionalista. No son, por supuesto, las naciones y las patrias las que quedan abolidas, sino el nacionalismo, que es una herejía y un gran peligro para la Iglesia de Cristo.
El nacionalismo, como cualquier concepto relacionado con la experiencia humana, es un intento de capturar y describir un patrón de sentimiento, pensamiento y comportamiento. Y como toda experiencia humana, estos patrones estarán guiados por un conjunto de valores implícitos. En el caso del nacionalismo, encontramos sentimientos patrióticos, pensamientos de excepcionalismo nacional y de autoidentificación con esa nación, y comportamientos de orientación política en línea con esos pensamientos y sentimientos. Pero, ¿qué valores hay detrás de esas cosas? Como dice Jordan Peterson, aquello que usted valora más se constituye como su dios.
Por ejemplo, si las drogas son su dios, serán lo más importante en su vida, superando todo lo demás. Si recibe un poco de dinero, ¿qué comprará? ¿Comida o drogas? Drogas. Y cuando esté quebrado, ¿qué será más importante: sus relaciones con sus amigos y familiares, o las drogas? Las drogas: usted robará dinero de sus billeteras o empeñará sus cosas sólo para drogarse. Drogarse será más importante que todo lo demás, incluyendo su propio bienestar presente y futuro y los valores que lo hacen posible, como la responsabilidad, la honestidad y el respeto.
Cualquier cosa puede ser su dios: su carrera, su cuenta bancaria, su estómago, su felicidad, su reputación académica, su ideología política, su familia, su comunidad, su país. Cuanto más pequeña sea la esfera que abarca su dios, más probable es que otras personas lo consideren egoísta, egocéntrico, narcisista y hedonista. En pocas palabras, usted no le agradará a la gente ni lo admirarán. En contraste, cuanto más amplia sea la esfera que abarca su dios, más gente lo admirará. Sólo compare cómo vemos a los drogadictos con el modo en que vemos a gente como Gandhi o Martin Luther King Jr. Podemos tener compasión por los adictos, pero nadie los ve como si hubieran realizado su potencial o hecho del mundo un lugar mejor. Tenemos compasión porque vemos la destrucción que se causan a sí mismos y a otros y vemos en ellos el potencial para ser mejores, pero no los admiramos. Y admiramos a personas como Gandhi porque sus valores son tan amplios que quieren lo mejor -y trabajan para conseguir lo mejor- para el mayor número de personas posible, ahora y en el futuro. Al menos, esa es una de las razones por las que lo hacemos.
¿Cuáles son los valores inherentes al nacionalismo entonces? En el lado positivo, usted puede apreciar genuinamente la nación en la que vive y querer lo mejor para ella. Eso es mejor que el narcisismo individual. Y si también lo guían otros valores, se llevará bien con otras naciones. Como un individuo competente en la vida diaria, usted negociará en su propio nombre, sin esperar que otros lo hagan por usted, y hará concesiones razonables a la otra parte. Usted no será beligerante ni engañoso, porque no sólo arruinará su capacidad de tener negociaciones futuras exitosas con otras naciones (o la misma nación): podría que no obtenga nada de ello, e incluso podría causar un conflicto que dañe a ambas partes.
Pero cuando el nacionalismo es su dios -cuando su identidad nacional es su valor supremo- usted entra en el reino de la política de identidad. Su grupo se convierte en todo lo que importa. En otras palabras, así como otras personas -incluso familiares y amigos- no le importan al adicto, otros pueblos y naciones no le importan al nacionalista. Son prescindibles, inferiores y despreciables. Eso puede incluso incluir a miembros de su estado nacional que no están de acuerdo con usted. En sociedades relativamente sanas, estos nacionalistas extremos son impopulares, de la misma manera que los narcisistas y otros individuos egoístas que tratan a otras personas como basura son impopulares. A nadie le gustan.
Los nacionalistas blancos, los nacionalistas ucranianos, los sionistas y los nacionalistas rusos, para poner cuatro ejemplos, tienen mala reputación, por una buena razón. Todos ellos valoran su identidad racial, cultural y/o étnica por encima de todo y desprecian a otras naciones. (Afortunadamente, en Estados Unidos y Rusia, los nacionalistas son una pequeña minoría y no son del agrado de la mayoría de sus respectivas poblaciones; no así en Ucrania e Israel). Los grupos en competencia y los disidentes internos se convierten en el enemigo. Los nacionalistas blancos (y los nacionalistas rusos) podrían rechazar a otras razas y a los blancos que perciben como traidores raciales. Los nacionalistas ucranianos han llegado a considerar que los ucranianos rusos son dignos de morir. Los sionistas desprecian a los grandes segmentos de judíos que no están de acuerdo con su ideología. Así como ellos se ven a sí mismos como un colectivo, ven a otros grupos como colectivos, no como individuos. Y si esos colectivos son vistos como amenazas u opresores (no blancos, blancos, judíos, árabes, separatistas, rusos, capitalistas, comunistas), los nacionalistas se sienten totalmente justificados para castigar a cualquier miembro de tales colectivos. La culpabilidad o inocencia individual es irrelevante. Usted es culpable en virtud de su clase, creencias económicas, religión, etnia o política.
Cuando valora su grupo arbitrario por encima de todo lo demás, todo lo demás se juzga con relación a ese grupo. Si lo más importante es su nación, todos y cada uno de los medios disponibles al servicio de la promoción de los intereses de su nación son justos. Entonces, ¿qué es más importante? ¿Su nación o decir la verdad? Su nación. ¿Su nación o no asesinar? Su nación. ¿Su nación o no robar? Su nación. "Mi país, con razón o sin ella". Es este tipo de nacionalismo el que justifica invadir otros países, matar y esclavizar a tus enemigos, torturar, asesinar, hacer propaganda negra, arrestos arbitrarios, violar el derecho internacional, espiar a sus propios ciudadanos, violar la soberanía de otras naciones, formar alianzas convenientes con grupos reprensibles debido a la alineación de intereses, y así sucesivamente.
¿Y sabe qué? EE.UU. hacía todas esas cosas antes de Trump. Según el ex oficial de la CIA John Kiriakou, esta es esencialmente la mentalidad de la CIA. Del nuevo libro de John Duffy y Ray Nowosielski Los perros guardianes no ladraron: La CIA, la NSA y los Crímenes de Guerra contra el Terrorismo:
"La CIA quiere contratar a personas que se sientan cómodas trabajando en situaciones éticas o morales ambiguas. Tienen conciencia, pueden reprobar el polígrafo, pero se sienten cómodos violando la ley". ... Kiriakou admite sentirse "perfectamente feliz de quebrantar la ley si es por 'Dios y la patria'". ... "Estás entrenado para mentir todo el tiempo. Toda tu vida es una mentira..."
El problema con la jerarquía de valores de la CIA, hasta donde tengo entendido, es que la seguridad nacional es su dios. ¿País? Sí. ¿Pero Dios? No tanto, al menos no cualquier Dios digno de la 'D' mayúscula. Cuando se compara con la verdad y la justicia, la "seguridad nacional" gana siempre. Y el problema aquí -y en todos los otros ejemplos de dioses menores listados arriba- es que cuando su valor supremo está limitado a una esfera relativamente pequeña, pierde su alma. Al rechazar los valores más elevados, se permite que ingrese el mal, y la decadencia moral progresa como una enfermedad.
El espíritu del cristianismo -que es el espíritu de su fundador principal, el apóstol Pablo- es que su dogma central tiene el efecto de derribar las barreras superficiales de los grupos. Uno no es su nación, su raza, su género, o su clase, como el Metropolitano deja claro arriba, o como el mismo Pablo lo dijo: "No hay judío ni gentil, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús." Para Pablo, este mensaje era universal en principio: podía aplicarse a cualquier persona. Pero había una condición: sólo se aplicaba realmente si uno lo aceptaba y lo vivía de modo práctico en su vida diaria. Los judíos y los griegos podían ser cristianos, pero para ello tenían que trascender la política de identidad de su tiempo y dejar de verse a sí mismos principalmente como judíos y griegos. Tuvieron que dejar a un lado sus "pequeños dioses" como la etnia, la clase y el género.
Pero la lógica interna del dogma sigue siendo universal. Cada individuo tiene algo en común: la chispa de lo divino. Cada individuo tiene valor. La creación de un nuevo grupo de identidad -un origen y una presencia común "en Cristo"- tiene, por tanto, el efecto ligeramente paradójico de crear un grupo que respeta al individuo, lo valora en sí mismo y por sí mismo, y ve su potencial interior. Este es el espíritu del cristianismo, pero creo que también es su punto débil. Como lo demuestra Kiriakou, y como el Patriarcado de Constantinopla ha hecho recientemente con su decisión de ceder a la presión política externa (e interna), el mensaje puede diluirse cuando perdemos de vista lo que realmente significa esa identidad compartida más amplia y la reducimos al ámbito de la conveniencia política.
Por supuesto, el ideal del cristianismo es una tarea difícil, raramente manifestada en toda su plenitud. Pero a pesar de los defectos de las iglesias y de las faltas morales de los individuos dentro de ellas, para eso están aquí: para presentar una alternativa a los grupos de identidad limitantes basados en categorías arbitrarias. Lo que importa es quién es y qué hace uno: su propio carácter individual.
De vuelta a Trump
Para todos esos comentaristas profesionales y de sillón, es decir, gente con opiniones: Si van a fustigar a Trump por ser un nacionalista autoproclamado, o si van a fustigar contra el nacionalismo como si todas sus variedades y complejidades pudieran ser destiladas en una sola cosa mala, en aras de la consistencia tendrán que rechazar lo siguiente:
  • El excepcionalismo estadounidense
  • El sionismo
  • Los banderistas ucranianos
  • La CIA
Todos ellos funcionan sobre la base de principios nacionalistas, y no los del tipo bueno. Pero buena suerte mientras espera que la CNN y la MSNBC hagan eso. Los cuatro tienen el pleno apoyo de los mismos medios de comunicación que critican a Trump por decir simplemente que es un nacionalista -la ironía es que el tipo de nacionalismo que él apoyó es en realidad mucho mejor que el tipo que ellos apoyan implícitamente.
Sólo puedo concluir que los críticos de Trump están ofendidos, pero no porque piensen que el nacionalismo sea malo; están de acuerdo con el nacionalismo cuando les conviene. No; están ofendidos simplemente porque "Hombre Naranja Malo".

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