viernes, 3 de mayo de 2013

Obama apuntala a Peña y va tras el petróleo

Obama apuntala a Peña y va tras el petróleo

Héctor Palacio @NietzscheAristo vie 3 may 2013 07:48
Un Peña impopular tendrá necesariamente mayores problemas para alcanzar la “reforma energética”. 
Barack Obama va a México a cerrar el círculo de la campaña internacional de Peña Nieto y a reforzar las garantías para la privatización el petróleo (el gran tema de Peña). Todo lo demás es teatro y demagogia. No va por amor al país vecino ni tras popularidad y mucho menos a arreglar enojos por supuestas diferencias en torno a la guerra contra el narco.
Desenmascarado por los desilusionados desde su primer periodo de gobierno, poco se espera de Obama en Estados Unidos, país no ha logrado salir de la crisis económica iniciada en 2008; pero naturalmente, tiene una “agenda”. Gobernará un segundo periodo no porque haya sido un buen presidente sino porque el candidato republicano representaba peores posibilidades. Alguien como Noam Chomski ha dicho que si ya desde 2008 no esperaba nada de él, ahora le sorprende el ataque del presidente norteamericano a las libertades civiles que “van más allá de lo imaginable” a través del Proyecto de Ley Holder vs. Humanitarian, que otorga mayor poder al ejecutivo y podría acusar de terrorista a cualquier ciudadano que aun por accidente o azar tenga algún tipo de intercambio con organizaciones catalogadas por el gobierno como terroristas. Chomski también “arremetió contra la eliminación de una enmienda a la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el año 2013, que habría podido impedir al Gobierno detener por un período indefinido a los ciudadanos norteamericanos sin causa ni proceso” (RT, 01-05-30). Por su parte, el fundador de Wikileaks, Julien Assange, ha dicho que Obama es un “lobo con piel de cordero” (RT, 07-11-12). Ambos personajes llaman la atención sobre la irregularidad de que Obama mantenga en prisión a Bradley Manning, el soldado acusado de filtrar información sobre las guerras en Iraq y Afganistán en 2010; desde entonces, Wikileaks y el propio Assange han sido acosados por el gobierno del simpático y carismático, primer semi-afro presidente, pero nada diferente, Obama.
Tan poco diferente que, por ejemplo, en la inauguración de una biblioteca con el nombre de George Bush Jr. (qué cómico, esto es como el centro de estudios que ha establecido el iletrado Vicente Fox o como si se inaugurara la “Biblioteca Peña”), y en la cual estuvieron todos los ex presidentes, incluidos Clinton y Carter, Obama ha dicho que el criminal que sin pruebas ordenó las guerras de Irak y Afganistán, quien es el político más desprestigiado entre la opinión pública de su país y uno de los más repudiados a nivel internacional, es “un buen hombre”, un buen chico (La Jornada, “Biblioteca incompleta”, David Brooks; 29-04-13).
En 2008, cuando Obama visitó por vez primera el país y su fama estaba en la cúspide, sólo se concentró en respaldar la guerra y los muertos de Felipe Calderón. Osorio Chong ha dicho que esta vez Obama se reúne con Peña para concretar acuerdos en materia seguridad, “a fin de que haya trabajo conjunto entre ambos países (Notimex, 01-03-13). ¿En serio? ¿No se supone que ya existen mecanismos de comunicación y trabajo de manera permanente? Carlos Puig hace referencia a que hay supuestas diferencias entre ambos equipos a raíz del nuevo personal nombrado por Peña (Milenio, “Peña Nieto, Obama y los polígrafos”; 01-05-13). Algo similar han repetido López Dóriga y Leo Zuckerman. ¿Y para ello es necesaria la visita de Obama, para arreglar enojos y diferencias en materia de seguridad? Difícil de aceptar esta propuesta.
Peña Nieto, desde antes de tomar encargo como ejecutivo del país, inició una serie de giras internacionales a Europa y Latinoamérica y dejaría como tercera zona a los Estados Unidos, que en realidad es la primera de su interés, mientras se celebraba la elección de este país el año pasado. Las giras se han prolongado y multiplicado. En cada una de ellas, Peña ha dejado claro que le interesa sobre todo la oferta del petróleo mexicano, la inversión privada en el proceso de desnacionalización de la industria iniciada marcadamente con el salinismo.
Si Obama no va a México en reconocimiento a su popularidad ni a satisfacer innecesariamente su ego y difícilmente o en todo caso sólo colateralmente, a “coordinar” mecanismos de seguridad (sobre la “reforma migratoria”, ni sus luces), ¿entonces a qué va?
1. A procurar algo de popularidad a un impopular Peña Nieto, algo de legitimidad social vía-buena-imagen-internacional, que pese a todo no ha alcanzado porque la consecución de la presidencia está viciada de origen. 2. A cerrar el ciclo de las giras internacionales de Peña; apuntalar su discurso y confirmar la oferta sobre la inversión privada en el petróleo mexicano. El primer día de la gira, centrado en la importancia del tema económico y con las felicitaciones de Obama en torno a las iniciativas de reforma de Peña, refuerza estas hipótesis.
Un Peña impopular tendrá necesariamente mayores problemas para alcanzar la “reforma energética”. Un Peña con el reconocimiento internacional, incluido el del “simpático” Obama, sentirá que cuenta con la aprobación suficiente como para perseguir sus objetivos y a la vez aprovechará para procurar añadir cierta simpatía nacional a su causa.
A final de cuentas, sin embargo, con el propósito de alcanzar la soñada, por el capital privado, “reforma energética”, Peña será, como tantos otros, “candil de la calle y oscuridad de su casa”. 

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