La democracia en los sistemas económicos
A
continuación se presenta una breve reflexión sobre la democracia en los
sistemas económicos, haciendo entrever las dinámicas y
reconfiguraciones estructurales en la historia.
Todo
sistema humano de gobierno trata de establecer su propio regimiento con
base a sus necesidades y al desarrollo económico, social y cultural de
la comunidad. La inherencia del hombre como ser social induce a la
formación de grupos que determinan sus propias normas o pautas, sus
instituciones, sus ideologías. Los esparcimientos territoriales y sus
formas de producción conforman grupos más extensos, donde los principios
y valores son confrontados históricamente, adaptándose a las
circunstancias sociales. El sistema de propiedad es por lo regular el
motor viviente y movilizante de toda política, en él giran las
relaciones sociales y la especialización del trabajo que son entes
evolutivos.
En
las primeras formaciones sociales primitivas, el tipo de filosofía y
modo productivo sostenía un gobierno salvaje, donde el empleo de la
fuerza sustentaba el principio fundamental “del más fuerte”, aunque la
sutileza e inteligencia del cerebro humano reforzó en demasía el
progreso de la política y la economía con respecto a sus formas de
organización económica y política.
La
complejidad histórico-social de todo tipo de régimen reside en las
adecuaciones de los sistemas económicos. De acuerdo al estudio histórico
de las civilizaciones antiguas se encuentra que, la misma acumulación
del capital trae consigo la formación de las clases sociales, afectando a
toda una sociedad en su conjunto. Los sistemas políticos en diferentes
etapas, por lo regular se sostienen en función de la participación
social de ciertos sectores.
El
poder político nace de acuerdo a la necesidad de representación de un
grupo para establecer acuerdos con los mismos o con otros grupos
sociales externos. Así, la Democracia surge como producto de la
segregación de clases y la evolución propia de las adecuaciones
sistémicas de la organización económica y política de la sociedad,
siendo Grecia una de las naciones que ejecutaron con éxito dicha forma
de organización.
Aristóteles
fue uno de los pioneros pensadores de las adaptaciones y tipos de
gobierno, analizando con su ya conocida lógica y su método materialista
las tendencias del gobierno en un marco de la filosofía griega llegando a
tres conclusiones de la clasificación del gobierno en relación con el
número de los protagonistas electores participativos y en quien recae el
poder: El gobierno monárquico (tiranía-una persona), el Aristócrata
(oligarquía-en unos cuantos) y el de politia (democracia- el pueblo),
este último mencionado en el anterior párrafo.
Algunas
características fundamentales de estos tipos de gobierno son: el poder,
la elección, la institucionalidad, y la constitucionalidad.
El
poder se debe a la estipulación del mandato de una o varias personas
representantes de un grupo social y facultado de autoridad. La elección
recae en la participación de este grupo por medio de un sufragio en el
caso de las democracias y oligarquías ó en el caso de la monarquía el
poder está en función de la herencia; la institucionalidad está en
constante armonía con los tipos de legislación en función de las
necesidades culturales, sociales y políticas propias del sistema
productivo y se utiliza como un aparato extensivo de
representación-mediación ó representación-dominación; y, la
constitucionalidad es el marco jurídico-político del regimiento que
aplica, sanciona y guía las acciones del gobierno respecto a sus
gobernados, adquiriendo cada vez más funciones y se sujeta al estándar
histórico de su nacimiento.
En
el caso de la Democracia, Del Águila (1998) hace una referencia muy
importante con respecto a la formación del término, explicando su origen
en las reformas de Solón en el siglo VI A.C, al terminar con el
monopolio de la aristocracia, haciendo una clasificación de ciudadanos
que los incluya en decisiones o elecciones de sus representantes.
Estas
reformas fueron continuadas ochenta años después por Clístenes, el cual
también otorgó una nueva fisonomía a la estructura social, esta
división la hizo mediante la determinación de tribus, las cuales las
disgregaba en demoi, así los ciudadanos tenían más pertenencia a sus
grupos. El sistema de elección de los demoi eran muy parecidos a los de
los alcaldes y la democracia comenzaba a surgir, derivado de la idea de
la isonomia (igualdad de derechos políticos ante la ley). El demoi era
un espacio de elección y de discusión de asuntos públicos, en donde no
había distinción económica, filosófica o política (Del Águila, 1998).
Cabe
destacar que los procesos de elección de puestos públicos sobre todo
los de la Asamblea, se hacían en forma de sorteo, pero cuyos candidatos
pasaban por un proceso de revisión exhaustiva sobre sus credenciales, y
no había un límite específico de candidatos, generando de esta forma una
competencia igualitaria y sin distinción, aludiendo a la “suerte” como
un mandato divino. Sin embargo, para la ocupación de puestos públicos de
mayor importancia si recurrían al sistema de votación, en donde solo
los ciudadanos podían ejercer el sufragio de sus gobernantes que por lo
regular y en teoría eran sabios. (Del Águila, 1998; Fernández
Christlieb, 2006; Manin, 2008)
En
este modo de producción esclavista, la conceptualización de la
democracia era en sí un eufemismo de Aristocracia, en Grecia regían los
grupos minoritarios de mayor clase y distinción. Democracia se refiere
al poder del pueblo, pero ¿A cuál pueblo? De esta forma se va
entreviendo como este sistema político no es más que una forma de
organización electoral y que como forma de gobierno va teniendo mayor
éxito en grupos pequeños.
Una
contradicción misma de la implementación de la democracia en un sistema
esclavista era la distinción del “ser ciudadano”, puesto que no toda la
población tenía el derecho de ser nombrado de esta forma, por ejemplo,
los esclavos eran objetos enajenantes y de explotación laboral que
sostenían la base económica-productiva de Grecia, haciendo de esta forma
de gobierno, excluyente y sobre todo enfocada a “un pueblo” no a la
población en su conjunto ni dándole un reconocimiento universal, tal
como pasó después de la revolución francesa.
En
la época medieval, donde la agricultura preponderaba gran parte de la
industria, los sistemas políticos de poder y de autoridad, existían
ciertos tipos de plebiscito para la elección de los representantes
comunales (parecidos a los demoi), como es en el caso del tipo de
gobierno regido en las culturas del sudeste asiático (Barnes, 1955); en
el apogeo prehispánico, especialmente en la era clásica de los mixtecos,
zapotecas y mayas, la organización socio-política recaía en el linaje y
una política e ideología influenciada totalmente por la religión y la
milicia, aspectos que predominaron inclusivamente en los mismos aztecas.
Ambos
casos, son consecuencia de los mismos cambios moldeados de los sistemas
estructurales en las diferentes culturas. Lo anterior denota como en
tiempos similares habían diferentes formas de gobierno, lo que indica
que éstos son un total reflejo de la adecuación histórica de las
estructuras socioeconómicas de las naciones y de sus capacidades de
elección, recuérdese que la tipología política de los aztecas por
ejemplo, era similar a la romana, con excepción de no ser República,
pero predominaba un pre capitalismo que se resumía en esclavismo.
En
la Europa occidental, los conflictos provocados por desacuerdos de los
integrantes en el poder, ocasionaban cismas de magnitudes
estratosféricas, como la famosa guerra de los cien años entre los galos y
los sajones. La filosofía dominante en la Europa, en el mundo era
precisamente el escolasticismo que aunado a las tendencias aristotélicas
y los paradigmas religiosos de las civilizaciones antiguas como Egipto y
Mesopotamia, rehacían un tipo de derecho ambiguo: el derecho canónico,
antítesis de juristas y filósofos como Séneca, Cicerón, Plinio, entre
otros, lo que realzaba mayormente la idea del derecho divino y la
herencia en el caso de las monarquías.
La
Monarquía junto con el poder del episcopado católico hizo del sistema
de gobierno medieval un malogro del desarrollo social. El feudalismo
atisba a una institucionalidad egoísta y al servicio del rey, del papa y
del señor feudal. Observamos que conforme se moldea un sistema, el
patrón legislativo, institucional, infraestructural se convierte en el
tipo de vida humano y se instaura en las mismas reproducciones sociales
de la población en su conjunto y de los ciudadanos.
Manteniendo
ésta lógica, la democracia tiene todos estos aspectos, lo único que la
hace diferente de los demás tipos de gobierno es la magnitud de su
aplicación, participación, contribución y el resquicio a la dialéctica
de los sistemas de propiedad con el reconocimiento de derechos, viéndose
estos como facultades.
En
los siglos del XII al XVI una serie de acontecimientos políticos y
culturales provocaron las vibraciones sistémicas que apoyaron a la
adecuación de un sistema con procesos más acelerados debido a su rasgo
meramente comercial; el renacimiento en el siglo XIV, las
ciudades-estado de Italia cómo Florencia y Venecia, las aportaciones de
la ciencia del Francis Bacón y René Descartes, de una u otra manera
despiertan las diversas mentalidades en el mundo con acceso a la
información de los acontecimientos actualizados en esa época.
La
etapa del mercantilismo, la política y la filosofía consistía en la
absorción desmedida de los metales preciosos, unificando a los reinos,
surgiendo los Estados Nacionales cuyas características principales son:
el nacionalismo, el comercio exterior y la política monetaria, estas
vertientes conducen a la nueva forma de un sistema estructural abierto y
liberalizado, desencadenando de acuerdo a la adecuación histórica
materialista, la clase social burguesa.
No
fue sino a principios de los siglos XVIII y XIX que la tendencia del
gobierno recaía en una democracia ilustrada; las manifestaciones
políticas, sociales y productivas de la era moderna rompen el hielo
impositivo de la monarquía, como son: la revolución industrial, la
independencia de los EUA, la revolución francesa y las demás eclosiones
independentistas de algunos lugares de América y Asia. Es así, como la
teoría política expuesta por ideólogos de la ilustración, manifiesta el
reconocimiento de los derechos humanos, el sufragio universal y el
principio de igualdad ante la ley; pero es importante señalar que la
clase en el poder, estaba muy lejos de acoplarse a un sistema
democrático vigilante de los intereses y necesidades reales del pueblo
en común.
La
democracia en esta época, fue un arma de doble filo: por una parte se
abría el grupo cerrado para la elección de nuevos funcionarios y por el
otro, se daba la ascensión al poder de estos cargos desde la clase
burguesa, estipulando un matiz si bien de mayores libertades políticas,
también mostrando el umbral de una oligarquía disfrazada desde el poder
económico.
Pensadores
políticos como Diderot, Montesquiu, Voltaire, Rousseau, etc., presentan
un estudio de las ventajas de la libertad, entre ellas el sufragio
universal y secreto y la formación constitucional o un Estado de Derecho
moderno. El liberalismo es acatado como filosofía, política y economía
moderna, teniendo así una democracia en un nuevo sistema de propiedad:
la capitalista. Los nuevos rubros estructurales residían en sociedad y
contrato, Estado y política.
El
surgimiento de grupos parlamentarios en representación de la mayoría
del pueblo, son ejemplos claros de las nuevas instituciones que
descentralizaban y limitaban el poder político, tal como lo menciona Max
Weber (op cit. Gerth y Wrigth Mills, 1947). También cumplía el objetivo
del derecho negativo, el cual consistía en la protección de los
derechos universales del hombre por parte del Estado democrático. Sin
embargo, lo anterior no era garante de inclusión social de los
ciudadanos en la acción política, sino solo representaba una idea
liberal que denotaba el triunfo de la burguesía y del capitalismo, pero
bajo el discurso de libertad e igualdad, con la finalidad de otorgar la
oportunidad a los ciudadanos de sentirse griegos nuevamente.
Si
bien el liberalismo ilustrado es en gran medida una herramienta
necesaria para debilitar la fuerza autoritaria y por lo tanto la calma
determinante y dominante del pueblo, la realidad es que la democracia
liberal, solo ha venido a cumplir un punto del cambio cuantitativo y
cualitativo hacia un nuevo régimen político, un modelo de crecimiento
industrial y a otra determinación de la propiedad social, es decir, ha
retomado lo viejo en un escenario moderno, el capitalismo.
Jean-Marie
Guehenno irrumpe todas las expectativas burguesas de la democracia,
hace referencia a la reconfiguración del sistema política y plantea la
interrogante precisa para el porvenir:
Vamos a darnos cuenta de que, herederos de la era de la ilustración, somos herederos amnésicos: las leyes se han convertido en recetas, el derecho en un método, y los estados-naciones en espacios jurídicos. ¿Es suficiente para asegurar el futuro de la idea de la democracia? (op cit. Noda, 2007: 5)
Todo
el exceso de poder de los “gobernantes” y el empeño de los capitalistas
por el crecimiento económico a costa del trabajo enajenado y de la
moderna explotación del hombre por el hombre, forjan rumbos de
conflictos y contradicciones como las revoluciones armadas a mediados y
finales del siglo XIX, ya sea por choques de intereses de las misma
clase en el poder o reacciones populares, influyendo en los diferentes
cambios y movilidad de la estructura social y política, formando parte
de las reconfiguraciones que se dan en el sistema capitalista en donde
ya iba surgiendo la idea de “democracia y mercado”.
En
el siglo XX, la democracia es adoptada como un patrón o paradigma de
vida en varias naciones y culturas del mundo, formando concepciones
complejas de asociación e institucionalidad. Las guerras mundiales y
otros movimientos político-militares son efectos del capitalismo
contemporáneo, cuya fase imperialista está propensa a la reacción
inmediata de infinidades de grupos sociales contrarios.
Hasta
el momento se han planteado dos cosas: toda organización política como
en el caso de la democracia se define también por el tipo de modo de
producción histórico, lo que permite un análisis estructural de la misma
(política, cultura, economía, sociedad, historia); por otra parte se ha
hecho mención que la democracia a través del tiempo ha sido retomada en
Grecia, aunque (Del Águila, 1998) menciona que existían rasgos de ella
en las civilizaciones de Egipto y Fenicia, se ha irrumpido por la
monarquía sobre todo en la edad media, pero que se han notado vestigios
de ellas en sociedades comunales asiáticas por ejemplo, y por último se
ha retomado como forma de gobierno en los albores del capitalismo y la
edad moderna, donde se ha instaurado en prácticamente en todos los
Estados nacionales y culturas del mundo, auspiciada en su forma
representativa y liberal bajo el paradigma capitalista.
Derivado
de lo anterior, se plantea lo siguiente ¿Por qué la democracia siendo
un discurso antiguo, surge como una respuesta nueva e inmediata a la
monarquía? Obsérvese que la democracia se ha dado mayormente en los
sistemas esclavistas y capitalistas, en donde la explotación del hombre
por el hombre se ha dado de forma exacerbada. Tal pareciera que este
juego de implementación de formas de gobierno es producto de la
resistencia entre monarquías y oligarquías y de monarquías-oligarquías y
población.
Ante
el incremento del fenómeno de la globalización en la mayor parte del
mundo, es posible que las concepciones y percepciones del sistema
democrático esbocen paradigmas más completos y complejos, ahora en una
época de posmodernidad y neoliberalismo, contagiando a los diferentes
órdenes y divisiones de gobierno.
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