miércoles, 28 de junio de 2017

Genesis del capitalista industrial.


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6.Genesis del capitalista industrial.

 7. Tendencia histórica de la acumulación capitalista. Kaos en la red


Hace no muchos años, en un convenio entre una parroquia londinense y un fabricante de Lancashire, se estipuló que el comprador debería aceptar, por cada 20 niños sanos, un idiota.
Por Manu Maketo
6.Genesis del capitalista industrial.  
No pocos pequeños maestros gremiales, y aún más pequeños artesanos independientes e incluso trabajadores asalariados, se transformaron primero en pequeños capitalistas, y luego mediante una explotación creciente de trabajo asalariado y la acumulación consiguiente, en capitalistas sin más especificación. Pero la Edad Media había legado dos formas de capital, el capital usurario y el capital comercial. Al caer este régimen no hay nada que impida al capital dinerario formado por medio de la usura y el comercio transformarse en capital industrial. Del capitalista puede decirse ahora que es el primer propietario de la riqueza social, aunque ninguna ley le haya conferido el derecho a esa propiedad. Este cambio en la propiedad se ha efectuado a través del proceso de la usura.
El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, la esclavización y soterramiento en las minas de la población indígena, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza de pieles-negras, caracterizan el nacimiento de la era de producción capitalista. Estos “procesos idílicos” constituyen factores fundamentales de la acumulación originaria. Pisándoles los talones, hace su aparición la guerra comercial entre las naciones europeas, con la redondez de la tierra como escenario. Se inaugura, dicha guerra comercial,  con el alzamiento de los Países Bajos y su separación de España, adquiere proporciones ciclópeas en la guerra anti-jacobina llevada a cabo por Inglaterra y se prolongó con las guerras del opio contra China………….
Los diversos factores de la acumulación originaria, se distribuyen principalmente entre España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. En Inglaterra, a finales del S. XVII, se combinan en el sistema colonial, en el de la deuda pública, en el moderno sistema impositivo y el sistema proteccionista. Todos ellos recurren al poder del estado, a su VIOLENCIA organizada y concentrada, para fomentar como en un invernadero el proceso de transformación del modo de producción feudal en modo de producción capitalista. La VIOLENCIA es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva. Ella misma es una potencia económica.
Del sistema colonial cristiano dice William Howitt, historiador que del cristianismo ha hecho su especialidad:”Los actos de barbarie y los inicuos ultrajes perpetrados por las razas llamadas cristianas en todas las regiones del mundo y contra todos los pueblos que pudieron subyugar(dominar), no encuentran paralelo en ninguna era de la historia universal y en ninguna raza, por salvaje e inculta, despiadada e impúdica que ésta fuera”.
La historia de la administración holandesa y Holanda era la nación capitalista modelo del SXVII, un informe oficial dice:”Esta ciudad (Macasar, isla de Java), por ejemplo, está llena de prisiones secretas, cada una más horrenda que la otra, atestadas de infortunados, víctimas de la codicia y la tiranía, cargados de cadenas, arrancados de sus familias a viva fuerza”. Se refería al robo de hombres para venderlos como esclavos. Para apoderarse de Malaca (Malasia), los holandeses sobornaron al gobernador portugués. Éste, en 1641, los dejó entrar en la ciudad. Los atacantes corrieron hacia la casa del gobernador y lo asesinaron, para no pagarle las 21.875 libras esterlinas que le habían prometido. Donde asentaban la planta de los pies, los seguían la devastación y la despoblación. Baniuuanguia, también en la isla de Java, contaba en 1750 con más de 80mil habitantes, en 1811 apenas eran 8mil. He aquí el “dulce comercio” globalizado.
Además de la dominación política, tenían el monopolio del comercio. Los ingleses en la India, monopolizaron el té, la sal, el opio y otras mercancías. Grandes fortunas brotaban como los hongos, de un día para otro, la acumulación originaria se efectuaba sin necesidad de adelantar un chelín. El proceso solía realizarse de la siguiente manera: se adjudica un contrato de suministro de opio a un tal Sullivan aunque estaba por partir en misión oficial a una región de la India muy distante de los distritos del opio. Sullivan vende su contrato por 40mil libras a un tal Binn, Binn lo vende el mismo día por 60mil, y el último comprador y ejecutor del contrato declara que, después de todo eso, obtuvo enormes ganancias.
Entre 1769 y 1770 los ingleses fabricaron una hambruna, acaparando todo el arroz y negándose a revenderlo a no ser por precios fabulosos. Años más tarde, en 1886,  sólo en la provincia de Orisa, murieron de inanición más de un millón de hindúes.
Estos austeros ”virtuosos” del protestantismo, los puritanos, establecieron como premio en 1744, después de que la Massachusetts Bay(empresa) hubo declarado rebelde a cierta tribu, los siguientes precios: por escalpo (desollar, quitar la piel del cuerpo) de varón de 12 años o más, 100 libras de nuevo curso, por prisioneros varones, 105, por mujeres y niños tomados prisioneros, 55, por cuero cabelludo de mujeres y niños, 50. El Parlamento británico declaró que los sabuesos y el escalpado eran, “medios que Dios y la naturaleza han puesto en sus manos”.
El sistema colonial hizo madurar el comercio y la navegación. Las “sociedades Monopolia” constituían poderosas palancas para la concentración de capitales. La colonia aseguraba a las manufacturas en ascenso, un mercado donde colocar sus productos,  y una acumulación potenciada por el monopolio del mercado. Los tesoros expoliados fuera de Europa directamente por el saqueo, por la esclavización y las matanzas con rapiñas, refluían a la metrópoli y se transformaban allí en capital, siendo Holanda la primera en desarrollar plenamente este sistema, sin olvidar que, la masa del pueblo holandés estaba ya en 1648 más recargada de trabajo y empobrecida, más brutalmente oprimida, que las masas populares de todo el resto de Europa.
El sistema colonial arrojó de un solo golpe, todos los viejos ídolos por la borda. Proclamó la producción de plusvalor como el fin último y único de la humanidad. Aquel sistema, fue la cuna de los sistemas modernos de la deuda pública y del crédito.
Con la deuda pública, surgió un sistema crediticio internacional, que a menudo encubría una de las fuentes de la acumulación originaria en un país determinado. La deuda pública tiene su respaldo en los ingresos del estado, que han de cubrir los pagos anuales de intereses, etc. Los préstamos permiten que el gobierno sufrague gastos extraordinarios, sin que el contribuyente lo note de inmediato, pero exigen, de ahí en adelante, que los impuestos aumenten. A su vez, la subida de los impuestos provocada por la acumulación de deudas contraídas sucesivamente, obliga al gobierno, a recurrir siempre a nuevos préstamos, para cubrir los nuevos gastos extraordinarios. El sistema fiscal moderno, cuyo puntal está constituido por los impuestos, sobre los medios de subsistencia más imprescindibles (y, en consecuencia, por el encarecimiento de los mismos), lleva en sí, por tanto, el germen de su encarecimiento automático. La sobrecarga de impuestos no es, pues, un incidente inevitable, sino antes bien una decisión política consciente. De ahí que en Holanda, donde este sistema se aplicó por vez primera, el “gran patriota”  de Witt lo celebrara en su Libro de Máximas, como el mejor sistema para hacer del asalariado un individuo sumiso, frugal, industrioso y……. abrumado de trabajo.
El sistema proteccionista era un modo artificial de fabricar fabricantes, de expropiar trabajadores independientes, de capitalizar los medios de producción y de subsistencia nacionales, de abreviar por la VIOLENCIA la transición entre el modo de producción antiguo y el moderno. No sólo esquilmaron al propio pueblo indirectamente con los aranceles protectores, directamente con primas a la exportación, sino que en los países contiguos dependientes extirparon por la VIOLENCIA toda industria.
Establecieron la “necesidad “  del robo de niños y de la esclavitud infantil, lo que más necesitaban eran dedos pequeños y ágiles, (lo que siguen haciendo, actualmente, las marcas más conocidas de prendas deportivas, entre otras multinacionales) para transformar la industria manufacturera en fabril,
y para establecer la debida proporción entre capital y trabajo. Súbitamente, surgió la costumbre de conseguir “aprendices”, cuyas edades oscilaban entre los 7 y los 13 ó 14 años, en los diversos hospicios parroquiales  de Londres, Birmingham y otros lugares. Hace no muchos años, en un convenio entre una parroquia londinense y un fabricante de Lancashire, se estipuló que el comprador debería aceptar, por cada 20 niños sanos, un idiota.
Lo habitual era que el patrón, esto es, el ladrón de niños, vistiera, alimentara y alojara a los aprendices en una casa, cerca de la fábrica. Se designaban capataces para vigilar el trabajo de los niños. El interés de estos capataces de esclavos consistía, en sobrecargar de trabajo a los chicos, ya que la paga de los primeros estaba en relación con la cantidad de producto, que se pudiera arrancar a los segundos. La crueldad, por supuesto, era la consecuencia inmediata. A esas criaturas inocentes y desvalidas, se las atormentaba hasta la muerte con el exceso de trabajo……se las azotaba, encadenaba y se las torturaba….en muchos casos, esqueléticas a fuerza de privaciones, el látigo las mantenía en su lugar de trabajo…. Y hasta algunos casos se las empujaba al suicidio. Las ganancias de los fabricantes eran enormes. Pero eso mismo no hizo sino aumentar su codicia, su hambre rabiosa, propia de ogros.
Comenzaron con la práctica del trabajo nocturno, esto es, después de dejar entumecidos por el trabajo diurno a un grupo de obreros, tenían pronto otro grupo para el trabajo nocturno, los del turno diurno ocupaban las camas recién abandonadas por el grupo nocturno, y viceversa. Es tradición popular en Lancashire que las camas nunca se enfriaban.
Con el desarrollo de la producción capitalista durante el periodo manufacturero, la opinión pública de Europa perdió los últimos restos de pudor y de conciencia. Las naciones se jactaban cínicamente de toda monstruosidad, que constituyera un medio para la acumulación de capital. Inglaterra celebraba a bombo y platillo, el haber “arrancado” a los españoles mediante el Tratado de Utrecht, hasta 1743, el privilegio de practicar la trata de esclavos, 4800 por año,  también entre África y la América española, que hasta entonces “sólo “ efectuaba entre África y las Indias Occidentales inglesas.
Al mismo tiempo que introducía la esclavitud infantil en Inglaterra, la industria algodonera daba el impulso, para la transformación de la economía más o menos patriarcal de Estados Unidos, en un sistema comercial de explotación. En general, la esclavitud disfrazada de los asalariados en Europa exigía, a modo de pedestal, la esclavitud sin máscara en el Nuevo Mundo. En 1790, en las Indias Occidentales inglesas había 10 esclavos por cada hombre libre, en las Antillas francesas, 14, en las holandesas, 23.
Todos los “esfuerzos” mencionados fueron necesarios, para asistir al parto de las “leyes naturales y eternas” que rigen al modo capitalista de producción, para consumar la escisión entre los medios de producción por un lado, y en el polo opuesto la masa del pueblo asalariada.
“El capital” dice un redactor de la “Quarterly Review”, siente horror por la ausencia de ganancia o por una ganancia muy pequeña. Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Con una ganancia del 10% se siente seguro; si es un 20%, se pondrá impulsivo; con un 50%, llegará a la temeridad; por un 100%, pisoteará todas las leyes humanas; si es un 300%, no hay crimen que lo detenga, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen.
Si el dinero, como dice Marie Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el CAPITAL, lo hace chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde la cabeza a los pies.
-continuará-
  1. Tendencia histórica de la acumulación
    capitalista.
La acumulación originaria del capital acaba en la expropiación del productor directo, esto es, en la disolución de la propiedad privada fundada en el trabajo propio. La propiedad privada del trabajador sobre sus medios de producción es el fundamento de la pequeña industria, y la pequeña industria es una condición necesaria para el desarrollo de la producción social y de la libre individualidad del trabajador, propietario de sus condiciones de trabajo, manejadas por él mismo: el campesino de la tierra que cultiva; el artesano, del instrumento que manipula como un virtuoso.
La transformación de los medios de producción individuales  y dispersos en socialmente concentrados, y por consiguiente la conversión de la propiedad raquítica de muchos en propiedad masiva de unos pocos, y por tanto la expropiación que despoja VIOLENTAMENTE de la tierra y de los medios de subsistencia e instrumentos de trabajo, a la gran masa del pueblo, constituye la prehistoria del capital. La propiedad privada erigida a fuerza de trabajo propio, fundada en el individuo laborante independiente, aislado y sus condiciones de trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, que reposa en la explotación de trabajo ajeno, aunque formalmente “libre”. Los trabajadores se han convertido en proletarios y sus condiciones de trabajo en capital.
Siguiendo las leyes propias e ineludibles del sistema de producción capitalista, cada capitalista liquida a otros muchos. Paralelamente a esta concentración, se desarrolla en escala cada vez más amplia la forma cooperativa del proceso laboral, la aplicación tecnológica consciente de la ciencia, la explotación planificada de la tierra, el entrelazamiento de todos los pueblos en la red del mercado mundial, y con ello el carácter internacional del régimen capitalista. Con la disminución constante en el número de los magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso perturbador, se acrecienta la masa de la miseria, de la opresión, de la servidumbre, de la degeneración, de la explotación, pero se acrecienta también la rebeldía de la clase obrera.
El modo capitalista de producción y apropiación, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada, fundada en el trabajo propio.
El progreso de la industria, sustituye, con la unificación revolucionaria de los obreros con las asociaciones obreras, con los sindicatos, el aislamiento provocado por la competencia. La burguesía produce ante todo a sus propios enterradores, los proletarios. Las demás clases, las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el pequeño campesinado, todos ellos combaten contra la burguesía para salvaguardar su existencia como clases medias. Son reaccionarios, ya que procuran que vuelva atrás la rueda de la historia.
Terminaría con la frase quizás más famosa, y que por otro lado resume mejor “La Llamada Acumulación Originaria”:
EL CAPITAL NACIÓ CHORREANDO SANGRE Y LODO, POR TODOS SUS POROS.
Gracias Carlitos, MARX.

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