jueves, 13 de abril de 2017

La gran brecha entre la política económica y la realidad social


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La gran brecha entre la política económica y la realidad social

La gran brecha entre la política económica y la realidad social


Carlos Berzosa - Consejo Científico de ATTAC España
2017040610321589298El crecimiento habido en los últimos años y la creación de empleo en la economía española ha llevado consigo que la euforia se haya instalado en el Gobierno, entre los hombres y mujeres de negocios, y en parte, nada desdeñable de los economistas. Se considera que la recuperación es sólida y que se camina por el buen sendero. Se alaba el crecimiento económico y se supone que de mantenerse en el tiempo se resolverán muchos de los problemas existentes. También el optimismo se refleja en la presentación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado.
Sin embargo, la realidad dista bastante de esta visión tan favorable acerca del comportamiento de la economía española. Así en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del mes de febrero, último publicado, se constata que la opinión de los españoles no coincide con la versión oficial, que se transmite desde las élites económica y políticas. En la pregunta de cómo considera la situación de la economía española, la mayoría de la población responde que mala (41.3%) y muy mala (20.8%), lo que supone un 62.1%. Un dato suficientemente revelador, sobre todo si se tiene en cuenta que los que la consideran regular es del 33.6%, mientras que buena el 3.7% y ningún porcentaje significativo de muy buena.
Ante la pregunta de cómo la sitúan en relación con hace un año, el 18.6% mejor, el 52% igual, peor el 27.2%, No saben 1.7% y No contestan el 0.3%. Las perspectivas de futuro tampoco son muy halagüeñas, pues si bien sube el porcentaje de los que piensan que estará mejor (21.6%) y descienden el que estará igual (42.8%) y peor al 21.7%, el optimismo tampoco es dominante, pues se mantiene por encima del 50% las personas que estiman que seguirá igual o empeorará, mientras que lo que aumenta es el porcentaje de los que no saben (13.8%). A su vez los problemas que más preocupan son el paro y la corrupción.
Esta distancia en la política económica que se lleva a cabo, alabada por el establishmen, en el que incluyo a los medios de comunicación y la academia, y la realidad de los ciudadanos, es lo que está provocando tanto malestar y desafección política. La política económica se tendría que orientar por las preocupaciones de los ciudadanos y no solamente por los intereses de los negocios, que es como se desenvuelve en la actualidad. Esta no es una afirmación gratuita mía, sino que Keynes en 1926 en el artículo “El fin del laissez faire”, publicado recientemente en 2015 en una recopilación de ensayos suyos efectuado por la editorial Página Indómita, dice: “el individualismo y el laissez faire no podrían haber asegurado su control duradero sobre la dirección de los asuntos públicos si hubieran mostrado en ese momento su disconformidad con las necesidades y deseos del mundo empresarial”.
Estas ideas liberales que vuelven y que se han convertido en dominantes, como la que la desregulación de los mercados y la acumulación de la riqueza conseguirán el progreso social, ya fueron cuestionadas por Keynes en el ensayo mencionado, basado en una conferencia: “La conclusión de que los individuos que actúan independientemente en busca de su propio beneficio producirán la mayor acumulación de riqueza depende de una variedad de supuestos irreales, ya que los procesos de producción y consumo, no son de ninguna manera orgánicos, pues existe suficiente conocimiento previo de las condiciones y requisitos, y existen oportunidades adecuadas  para obtener dicho conocimiento”.
Esta política económica y la corrupción se relacionan estrechamente con la opinión que la política recibe, aquí también el porcentaje mayoritario se concentra en los que la consideran mala (37.2%) y muy mala (32,4%), mientras que regular (23.6%) y un porcentaje muy minoritario en la franja de buena (2.7%) y muy buena (0.2%). Sería adecuado, por tanto, que los políticos, sobre todo los de la oposición, reflexionasen sobre esto y trataran de ponerle remedio en lugar de mirarse tanto el ombligo. Menos políticas de gesto y más de realidades. Si no hay una regeneración política y un cambio de rumbo de la política económica lo que se está generando es un monstruo, como el que está teniendo lugar en otros países con el ascenso de la ultraderecha.
Los nuevos partidos emergentes no están siendo capaces de modificar la opinión tan negativa de la gente acerca de la política. Las ilusiones creadas se están desvaneciendo y los viejos partidos siguen sin ser capaces de renovarse y articular un discurso y unas propuestas que ataquen los verdaderos problemas. No hay razones para el optimismo y lo que muestran las encuestas de la opinión de los españoles resulta bastante desesperanzador.
Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid
Publicado en Nueva Tribuna
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