"¡Siguiendo sus talones como un perro para mostrarme hasta que punto has degenerado!" (William Shakespeare, Enrique IV: Primera parte, Acto III, Escena II)
Al igual que otras estrategias psicológicas de control social utilizadas en nuestros días por el poder establecido, las campañas por los derechos de los animales (apoyadas en la actualidad por todos los grandes medios de comunicación de masas) tienen un objetivo multifuncional. Entre las diversas funciones que dichas campañas cumplen, la principal de ellas consiste en rebajar al máximo la dignidad de los seres humanos mediante el uso de un falaz discurso que trata de situar a un mismo nivel la condición humana y la de las bestias (2), llegando incluso a atribuir a éstas el grado de sujetos de derecho.
Esta rebaja de la dignidad de los seres humanos, gracias a su degradación a la categoría de meros animales, no sólo es muy útil para neutralizar actitudes peligrosas para el poder, como la rebeldía o la cooperación entre los sometidos, sino también para potenciar otras más beneficiosas, como el servilismo o la competitividad. Conviene recordar que este socavamiento de la dignidad ha sido y sigue siendo un procedimiento habitual en todas las cárceles y campos de prisioneros, cuyo fin es el de doblegar la voluntad de los cautivos. Precisamente, en la prisión de Abu Grhaib, durante la Guerra de Irak, se llegó a utilizar animales (a perros concretamente) con este mismo propósito.
Las campañas por los derechos de los animales (junto a otro tipo de campañas ideológicas) han contribuido a que muchas individuos se vean a sí mismos y vean a sus semejantes como seres no muy diferentes a animales y, en algunos casos, como habremos oído en más de una ocasión al dueño de una mascota, como inferiores a éstos. Todo ello ha tenido como consecuencia que tales individuos hayan ido progresivamente animalizando su forma de percibir la realidad y de relacionarse con ella, hasta el punto de ver como el fin último de la existencia humana la mera satisfacción de las necesidades fisiológicas.
Los beneficios que el capitalismo puede obtener de hombres que piensan y razonan como animales y no como hombres son fácilmente comprensibles: unos obreros de una cadena de montaje, bien adoctrinados en este sentido, no tienen una manera muy diferente de comportarse a unos burros dando vueltas a una noria. Si al hombre sólo le preocupa la mayor o menor cantidad de "pienso" con el que llenará su estómago al final del día, el capitalismo no sólo estará a salvo, sino que se fortalezerá al encontrar una justificación ideológica en el modo de razonar de los individuos.
Por último, esta estrategia tiene también como objetivo inculcar un absurdo sentimiento de culpa en los seres humanos por el mero hecho de serlo, algo parecido a lo que hace el feminismo con los hombres heterosexuales. El sentimiento de culpa es una estrategia utilizada históricamente por el poder, cuyo objetivo es conseguir sujetos amedrentados y timoratos y, por lo tanto, fácilmente dominables. En este aspecto, lo único que ha hecho el poder ha sido sustituir los viejos y desgastados métodos (cristianismo) por otros nuevos (feminismo, ecologismo...) con el mismo fin.
Sin lugar a dudas, la mejor forma de descubrir quién está detrás de todo este tinglado de la defensa de los derechos de los animales y de entender el objetivo con el que se creo es realizando un sencillo ejercicio de investigación histórica. La World Wildlife Fund (WWF) fue la primera organización ecologista del mundo preocupada especialmente por los animales y tuvo en el Príncipe Bernardo de Holanda a su presidente fundador (1961). El príncipe Bernardo, además de su posición de aristócrata, fue un reconocido mecenas del régimen nazi. Además de Bernardo de Holanda, destaca, entre los fundadores de la WWF, Godfrey A. Rockefeller, miembro del clan Rockefeller y personaje muy estrechamente vinculado a la familia Bush.
Este tipo de estrategias utilizadas por el poder no sólo afectan a los sometidos a corto plazo, sino que, a la larga, también afectan a las futuras generaciones de las clases dominantes, las cuales no pueden escapar del ambiente de degradación social creado por sus predecesores. Una degradación que se irá agudizando con el paso de los años con las nuevas estrategias empleadas por los nuevos y degradados dominadores para mantener su posición. Este círculo vicioso (cuyo motor es el ansia de poder) sólo puede terminar precipitando al vacío al actual orden social, un acontecimiento para el que no creo que falte ya mucho tiempo, basta para ello con observar la ramplonería y mediocridad de los nuevos "líderes".
Notas:
(1) Espectáculos que tienen muy poco que ver con un festejo popular y sí mucho con un negocio capitalista.
(2) En este sentido, el gran admirador del nazismo, Walt Disney, jugó un papel decisivo en el adoctrinamiento de millones de personas al convertir a los más diversos animales en protagonistas de un gran número de sus películas; adoctrinamiento que ha permitido al discurso de los derechos de los animales abrirse paso con una mayor facilidad en nuestros tiempos. Esta estrategia de desestructuración de lo humano se ha vuelto aún más agresiva en las últimas décadas, convirtiendo en protagonistas de películas de cine y series de televisión a todo tipo de objetos inanimados.
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