lunes, 17 de diciembre de 2012

Con el internet todo cambió. Estas son las nuevas reglas de etiqueta

Con el internet todo cambió. Estas son las nuevas reglas de etiqueta

Enrique Aquino 
 lun 17 de diciembre de 2012
 
Hace unos años, Carlos Fuentes, el gran universal escritor mexicano, dijo que era necesario actualizar el Manual de Carreño (manual de urbanidad y buenas costumbres). Tiene razón, los tiempos han cambiado con el internet y con los teléfonos móviles. Y no hablo de la netiqueta.
Las personas que he tenido la fortuna de conocer, se han dado cuenta que no soy el tuitero que todo el día está vigilando el celular y se la pasa escribiendo. Podría decir que me distraen más las aplicaciones de mensajería instantánea, las cuales identifico con un sonido especial.
A pesar de que, tengo la capacidad —adquirida en campañas y con el tiempo— para poder escribir, leer —el móvil— y al mismo tiempo escuchar lo que mi interlocutor personalmente me está diciendo, trato de no revisar mis redes sociales y mirar a los ojos con quien platico como una forma de respeto y educación. Cuando estoy con alguien, no tuiteo más.
Una de las capacidades, de las muchas que tienen las mujeres, es poder hacer varias cosas a la vez: están cocinando, viendo televisión, hablado por teléfono y al mismo tiempo vigilando a los niños pequeños. Algo que los hombres no tenemos, pero que  también hemos adquirido poco a poco con el uso de estas nuevas herramientas tecnológicas.
Así como los escritores que trabajan en soledad, igual los que nos dedicamos  a crear o postear contenido propio en internet, lo hacemos solos y no en grupo. Sin embargo, se viven momentos muy divertidos y muy alegres porque tus textos pueden llegar a miles de personas y siempre hay una repercusión: no hay un tuit sin una conducta respuesta.
De ahí, que podamos organizar nuestro tiempo para dedicar un tiempo a tuitear, postear y otro a vivir tu vida; digámosle así, real. No debemos dejar que estas nuevas formas de comunicación que nos han acercado a las personas que tenemos lejos, nos alejen de las que tenemos cerca. Aclaro que en las redes sociales se vive una vida real paralela a la que siempre hemos tenido, y por lo tanto como mundo real, debemos de respetar las reglas de urbanidad y etiqueta.
Creo que es posible tener buenos modales dentro de una red social. Habría dos grupos: los que conservan las buenas costumbres y  los mezquinos que preferirán no hacerlo. Caso aparte son los cobardes que se escudan detrás  de un anonimato para ofender, calumniar e insultar por sus traumas, envidias y resentimiento social.
Al usar un álter ego, no se hacen responsables de lo que escriben. Los insultos se descalifican solos. Sin embargo, los máximos promotores de uno, son nuestros mismos detractores, ya que de alguna forma se la pasan leyéndote, escribiendo y hablando de ti: te dedican su tiempo. La falta de valores y cultura es lo que hace los hace actuar así, por eso hay que comprenderlos.
Como en el mundo real, igual en internet existen los internautas que se distinguen por su clase y los que se distinguen por su vulgaridad. Lo más conveniente es ignorarlos. Esta polifonía aforista que hay en  twitter es normal y marcha, como debiera.
La sugerencia que doy es respetar,  lo más posible, a las personas con la que estemos interactuando personalmente: no mirar  las actualizaciones de redes sociales y de mensajería instantánea. Y dentro de la red, es simple, trasladar el protocolo y la etiqueta a este mundo real paralelo.

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