La cultura de la codicia no cede en Wall Street
Un informe sobre la conducta de quienes trabajan en las empresas de Wall Street muestra que la insidiosa cultura de la codicia está de regreso; o quizá nunca desaparecióPublicado por The New York Times el Martes 06-08-2013
La cultura de la codicia no cede en Wall Street
Publicado por The New York Times el Martes 06-08-2013
Ética, valores, integridad. Las empresas de Wall Street
pasan mucho tiempo empleando esas palabras cliché cuando hablan sobre
el desarrollo de la cultura correcta. Los directores ejecutivos de los
bancos a menudo discuten sobre cuánto esfuerzo dedican a inculcar un sentido de integridad en sus instituciones.
Todas las empresas han redactado cuidadosamente códigos de
conducta, jactándose de que "nuestra integridad y reputación dependen de
nuestra capacidad de hacer lo correcto, aun cuando no sea lo fácil",
como declara JPMorgan Chase, o "ningún incentivo u oportunidad
financiera – sin importar el resultado final – justifica que nos
desviemos de nuestros valores", como afirma Goldman Sachs.
Y, sin embargo, un nuevo informe sobre personas dentro de la
industria y acerca de su conducta ética realizado por el despacho legal
Labaton Sucharow sugiere en forma inquietante que las nobles palabras de
Wall Street podrían seguir siendo en gran medida huecas. De 250
personas de la industria pertenecientes a docenas de compañías
financieras que respondieron a preguntas – operadores, administradores
de cartera, banqueros de inversión, profesionales de fondos
compensatorios, analistas financieros, asesores de inversión, entre
otros – 23% dijo que "había observado o tuvo conocimiento de primera
mano de malas acciones en el lugar de trabajo".
Si eso no es suficiente para captar la atención, considere esto:
24% dijo que "se involucraría en operaciones con información
privilegiada para ganar 10 millones de dólares si pudiera salirse con la
suya".
Conforme nos acercamos este mes de septiembre al quinto aniversario
del inicio de la crisis financiera, parece que la memoria es más corta
que nunca. Si el informe es preciso, la insidiosa cultura de la codicia
está de regreso; o quizá nunca desapareció.
Las preguntas fueron formuladas el mes pasado por Labaton Sucharow a
instancias de uno de sus socios, Jordan A. Thomas, un ex director
asistente y abogado litigante en jefe asistente en la división de
ejecución de la ley de la Comisión de Valores y Cambios (SEC, por sus
siglas en inglés). Los resultados son un revelador recordatorio de los
continuos desafíos que enfrenta la industria, desafíos que parecen
endémicos.
Si bien los resultados quizá no sean científicos, son desoladores. Por ejemplo, 26% de los encuestados dijo que
"creía que los planes de compensación o las estructuras de
bonificaciones en vigor en sus compañías incentivan a los empleados a
comprometer los estándares éticos o violar la ley".
Existe la opinión de que los problemas éticos se originan en el
nivel superior: 17% dijo que esperaba que ''fuera probable sus líderes
se hicieran de la vista gorda si sospechaban que un subalterno con
excelentes resultados se hubiera involucrado en operaciones con
información privilegiada". Se vuelve incluso más inquietante: "15% dudó
de que su liderazgo, al enterarse del delito de un subalterno con
excelentes resultados, lo reportaría a las autoridades’'.
No hay nada aceptable en estas respuestas.
Wall Street tiene un problema muy grave, ya sea que los líderes de la industria quieran creerlo o no.
A menudo se dice que es injusto generalizar con toda la industria, y
así es. Evidentemente hay gente buena ahí haciendo un buen trabajo. Una
gran mayoría cae en esa categoría. Pero las cifras presentadas en el
informe reflejan la inquietante realidad de que también pudiera haber
más que unas cuantas manzanas podridas en la industria. Debería
considerarse una señal de alarma cuando las personas dentro de la
industria dicen esto: "28% de los encuestados siente que la industria de
los servicios financieros no pone primero el interés de los clientes".
Quizá extrañamente, el problema es más pronunciado entre los
empleados más jóvenes en las finanzas, la próxima generación del
liderazgo en Wall Street.
¿Recuerda la pregunta sobre si un ejecutivo se involucraría en
operaciones con información privilegiada por 10 millones de dólares si
no hubiera repercusiones? Bueno, si analiza las cifras según la
antigüedad en la industria, los encuestados con menos de 10 años de
experiencia tendrían incluso más probabilidad de violar la ley: 38% dijo
que se involucraría en operaciones con información privilegiada por 10
millones de dólares si no les atraparan.
Ese resultado es particularmente notable ya que yo hubiera esperado
que la próxima generación de financieros estuviera más interesada en
ayudar a crear una nueva cultura contraria a Gordon Gekko en Wall
Street.
Virtualmente todos los programas principales de maestría en
administración en Estados Unidos incluyen ahora clases de ética, muchas
de ellas obligatorias. En 2008, una coalición de estudiantes dio inicio
al Juramento de la Maestría en Administración, una promesa voluntaria
entre los estudiantes de "crear valor responsable y éticamente". Hasta
ahora, más de 6,000 estudiantes han firmado la promesa.
Y, sin embargo, el informe y otra evidencia anecdótica sugiere que
lo que se está haciendo en las aulas y en el trabajo no es suficiente.
Según un polémico estudio llamado "educación de Economía y Codicia"
publicado en 2011 por profesores de Harvard y la Universidad del
Noroeste, una educación en economía sorprendentemente podría estar
empeorando el problema.
"Los resultados muestran que la educación en economía es
sistemáticamente asociada con actitudes positivas hacia la codicia",
escribieron los autores. "El dominio no disputado de la maximización del
interés propio como la lógica primaria (si no la única) de los
mercados, en las escuelas de administración y los escenarios
corporativos por igual, podría conducir a las personas a ser más
tolerantes con lo que otras personas consideran como moralmente
censurable".
El problema se agrava por un rasgo compartido por todos, sin
importar su industria. "La gente predice que se comportará más
éticamente de lo que realmente lo hace", según un estudio de 2007
encabezado por Ann E. Tenbrunsel, profesora en Notre Dame. "Luego creen
que se comportaron éticamente cuando no lo hicieron. No sorprende,
entonces, que la mayoría de los individuos crea erróneamente que son más
éticos que la mayoría de sus colegas".
Eso podría ayudar a explicar por qué, en el informe de Labaton
Sucharow, 52% dijo que "creía que era probable que sus competidores se
hayan involucrado en actividad ilegal o poco ética para tener éxito".
Quizá también explique por qué 89% de los encuestados "indicó su
disposición a reportar malas acciones" y, sin embargo, tan pocos lo
hagan.
Como parte de la ley de revisión financiera Dodd-Frank, la SEC
desarrolló un programa de delatores de 500 millones de dólares que paga
entre 10% y 30% de las multas cobradas al delator. El fondo aún cuenta
con 450 millones de dólares, pese a las recientes declaraciones de
Stephen L. Cohen, director asociado de la división de ejecución de la
ley de la SEC, de que deberíamos esperar mayores pagos pronto. Thomas,
de Labaton Sucharow ayudó a desarrollar el programa de delatores cuando
estaba en la SEC., y ahora representa a los delatores.
"Estamos viendo una cultura del silencio", dijo. "Hay poca disposición a denunciar".
La codicia, para demasiados, sigue siendo buena, aparentemente. Hay
mucho trabajo por hacer antes de que las palabras cliché se vuelvan una
cultura.
#kgb
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