PODER GAY EN EL VATICANO
¡Sí, el poder gay en el poder del Vaticano!
¿Existe realmente esa red, y está convertida en una mafia que tiene como rehén y en la mira al mismísimo Papa, como ocurrió con Albino Luciani, el Papa de la sonrisa, que fue envenenado por una tenebrosa red mafiosa, incrustada en las estructuras de la mitra vaticana?
Según el diestro investigador vaticanólogo, David Yallop, en su libro En el nombre de Dios, Juan Pablo I había resuelto emprender una verdadera revolución eclesiástica practicando lo que había predicado siempre: la honradez absoluta y la convicción de que la Iglesia Católica debía ser sobre todo la Iglesia de los pobres.
Después de dejar atrás Brasil, el paraíso sexual del mundo, el Papa Che o Papa Francisco, tuvo que atajar el escándalo, ante periodistas, y le sacó al bulto con una pregunta: “¿Quién soy yo para juzgar a los gays?”.
Y por lo visto, no solo en el ámbito político, económico, artístico, deportivo, cultural y social, sino también en el católico, existe esa peligrosa red, que gobierna aquí y en China.
En México, el primer periodista que se ocupó de ese escabroso tema, fue Rafael Loret de Mola, y le llovió sobre mojado.
Pero, el escándalo para el Papa Francisco, no debe escandalizarnos, pues, a los escándalos en la Iglesia católica, debió encarar el mismo Jesucristo, cuando en un texto enormemente fuerte y eficaz de los Evangelios, que habla precisamente del escándalo de abusar de los niños. Jesús es tajante. Pide la pena de muerte para quien escandalice a un niño.
Jesús se identifica él mismo con los niños: “Quién recibe a un niño como ése en mi nombre, a mí me recibe”. Y enseguida pronuncia la gran sentencia: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar…”.
¿Y qué mayor escándalo para un niño que abusar de él sexualmente?
En el caso del poder gay, es distinto, pero, al parecer, ese y otros escándalos de carácter económico, fueron los que obligaron al Papa Ratzinger o Benedicto XVI, a hacerle a la graciosa huida, toda vez que su vida corría peligro. Esa red de prelados homosexuales, amenazaban con hacer que corriera la misma suerte que Juan Pablo I.
Según la revista italiana L’Espresso, monseñor Battista Ricca, recientemente distinguido con un cargo estratégico en el banco del Vaticano, mantuvo un tórrido romance con un capitán del ejército suizo, Patrick Haari.
El Papa Francisco, lo negó todo y aseguró que él mismo investigó al respecto y descubrió que las acusaciones contra Battista, “no tienen fundamento”.
¿Son corderos de Dios, o lobos feroces, los que se esconden tras las sotanas, las menganas y las perenganas en el Vaticano?
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