La guerra que desde hace una década lleva adelante el gobierno de México contra el crimen organizado se extendió por primera vez a la Ciudad de México, donde la Marina mató a ocho delincuentes. Uno de ellos es el llamado jefe del cártel de Tláhuac, Jesús “El Ojos” Pérez, que murió en medio de un enfrentamiento de grandes proporciones, que incluyó el incendio de ómnibus usados como barricadas y dos helicópteros artillados.
La Armada, apoyada por la Procuraduría General de la República (PGR), la Policía Federal y cuerpos de seguridad metropolitanos, lanzó una feroz embestida contra esa organización que acapara la venta al menudeo de drogas en al menos cuatro municipios. El enfrentamiento se suscitó durante un operativo de vigilancia que la Marina desarrollaba en la zona sureste de la capital. La Marina emitió un comunicado en el que informó que durante el enfrentamiento a balazos hubo lesionados y ocho muertos. Además del jefe del cártel, los otros siete fallecidos eran presuntos sicarios. En el lugar del tiroteo, la Marina encontró diversas armas largas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, droga, documentación y objetos personales.
Hasta ahora el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), presumía que la capital era una especie de “remanso de paz”, en medio del océano de violencia que azota a vastas porciones del territorio del país. Sin embargo, tras el enfrentamiento del jueves, que incluyó barricadas con vehículos y el ataque a las fuerzas públicas con armas de grueso calibre, dejó ver que esas bandas ya están presentes en varias zonas de la ciudad. Hace apenas dos semanas, fuentes de la Policía Federal y de la Marina señalaron en un informe divulgado por la prensa que el Valle de México, que incluye la capital y su superpoblada periferia, está bajo asedio de dos grandes organizaciones criminales. La idea de que es una suerte de oasis al margen de las convulsiones generadas por el crimen organizado en ciudades fronterizas como Ciudad Juárez o Reynosa, o de las costas del Pacífico como Acapulco, es ya considerado una mera fábula por los especialistas.
El reporte oficial señaló que el cártel Tláhuac-Chalco y el cártel Tlalpan-Morelos, remanentes de otras organizaciones más fuertes como La Familia Michoacana, habían comenzado una disputa sangrienta por el monopolio de la venta de droga, la extorsión y el secuestro. Al jefe criminal asesinado el jueves por la Marina se le atribuyen al menos 70 homicidios desde el 2012 y también se lo acusa de controlar el tráfico de drogas en Ciudad Universitaria, donde se ubica el principal campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al sur de la capital.
Como nunca se había visto en la capital, pero sí en ciudades como Reynosa y Matamoros, en el estado norteño de Tamaulipas o Monterrey, capital de Nuevo León, se registraron lo que la prensa denomina “narcobloqueos” y desórdenes protagonizados por mototaxistas, principales distribuidores de droga. Las barricadas formadas por vehículos incendiados crearon un espectáculo que dejó azorados a los capitalinos que no podían creer que las imágenes que les presentaba la televisión o veían por Internet correspondían a su ciudad y no a otras zonas del país.
El operativo del jueves recuerda entre otros al de Tepic, en el Estado de Nayarit. En febrero, elementos de élite de la Armada acabaron con los restos del cartel de los Beltrán Leyva en el noroeste del país. Respaldados por un helicóptero, que llegó a disparar a los miembros de la banda, los marinos abatieron a 12 personas. Igual que el de la Ciudad de México, el evento de Tepic fue rápido, de una precisión quirúrgica. La sombra del crimen organizado en la capital mexicana se intensificó durante los últimos años. Pese a los repetidos desmentidos por parte de las autoridades locales, episodios como el despliegue de la Marina, el brazo del Estado mexicano más especializado y eficaz en la lucha contra el narco, son un fuerte síntoma.
En México existen, según la PGR (fiscalía), nueve grandes cárteles, que a su vez se subdividen en una galaxia de más de 40 subgrupos, algunos de ellos con autonomía casi plena. El descabezamiento de los grandes mafias y el surgimiento de nuevos actores, fue abonando el crecimiento de estas pequeñas bandas, inmersas en todo tipo de variantes delictivas.  Por otra parte, las autoridades mexicanas detuvieron en el Estado de Puebla a Omar “V”, acusado de secuestro, delincuencia organizada y trata de personas, como parte de una operación denominada Rompiendo Cadenas (ROCA) de Interpol, informó ayer la Fiscalía General. A través de  Interpol, los agentes de la PGR localizaron en un inmueble ubicado en la localidad de Santiago Alseseca, Puebla, a Omar ‘V’, quien fue arrestado sin realizar disparo alguno ni afectar a terceros, indicó un comunicado.