Según el "New York Times", Spicer dijo a Trump que el nombramiento de Scaramucci era un "grave error".  Spicer, de 45 años, se había convertido en una figura polémica desde el día siguiente a la toma de posesión de Trump, cuando se enzarzó en una vehemente disputa con periodistas sobre el número de personas que habían asistido a la ceremonia de investidura frente al Capitolio.
                   Durante los seis meses que ejerció como portavoz de la Casa Blanca, Spicer protagonizó varios enfrentamientos verbales con la prensa y terminó convirtiéndose en un mascarón de proa del Gobierno de Trump.
También por este motivo se convirtió en objeto de programas cómicos de la televisión estadounidense. En varias ocasiones se había especulado con que Trump estuviera descontento con la labor de Spicer y pudiera despedirlo en cualquier momento. Últimamente, el portavoz había relegado sus comparecencias a un segundo plano dejando en manos de su suplente Sarah Sanders las reuniones informativas con la prensa.