martes, 13 de junio de 2017

FRANCIA DIÓ CALABAZAS A LA “DEMOCRACIA REPRESENTATIVA”





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FRANCIA DIÓ CALABAZAS A LA “DEMOCRACIA REPRESENTATIVA”




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Que la mayor parte de los diarios occidentales hayan dedicado primeras planas a la primera victoria del partido Francia en Marcha, utilizando titulares como “Macron robustece su liderazgo“, “El Efecto Macron“, “La Ola Macron” o “Macron arrasa” causan más risa que deseos de seguir leyendo, ante la debacle de la democracia representativa que atraviesa la patria de la Revolución de 1790.


El descaro y la gilipollez periodísticas parece que caminan sin freno, hacia el mismo final que el de esa clase de elecciones amañadas desde los medios de comunicación, por órdenes de la banca privada y el gran empresariado, que en definitiva (para eso existe Bilderberg) son las cloacas doradas de donde parten las “orientaciones” hacia los votantes, convertidas en presencia constante en los medios del Delfín de François Hollande, ex presidente que ha enterrado al Partido Socialista francés.
En cualquier consulta donde el número de electores/as es tanta como en el vecino país (47 millones), la probabilidad de que un solo voto afecte al resultado final es tan baja como la de que Cristiano Ronaldo celebre un gol con cierto grado de humildad.
En los países europeos, dotados de leyes que castigan a los partidos pequeños, se prioriza a los grandes colectivos y se distribuyen de forma aviesa los votos, utilizando normas proporcionales tan injustas e ilegítimas como la D’Hont.
Resulta lógico que ante ese escenario y tras veinte lustros experimentando la forma de que la democracia beneficie, no al pueblo, sino a quienes detentan el poder económico, se debata lo que los expertos llaman “la teoría de la elección racional“, ya que racionalmente, una persona dotada de una inteligencia media debería no votar.
Item más. En ese juego en el que se ha convertido la democracia representativa, aplicando la lógica más elemental (que demuestra que un voto no cambia nada), la participación en elecciones en grandes países debería ser cero.
Volviendo al fracaso de estos comicios en Francia, los medios hegemónicos olvidan voluntariamente que 25 millones de ciudadanos/as, por vez primera en la historia de unas elecciones legislativas, han demostrado que la racionalidad es mayoritaria.
A la insólita abstención del 51’29% se une otro hecho singular. De los 22 millones que cumplieron su “compromiso político”, tan sólo 7 y medio optaron por Francia en Marcha.
Una Marcha bastante pobre, a tenor de un dato apabullante: el partido de Macron detentaría la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, contra la voluntad de 39 millones y medio de paisanos/as. A eso le llaman democracia.
Una palabra que en boca de Macron o Rajoy, Sánchez o Iglesias, Trump o May, Rufián o Rivera, resulta despreciable.
Ojalá ese desdén hacia las urnas gane adeptos, hasta que la democracia participativa se imponga por pura racionalidad y sentido común.


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