Greenpeace denuncia un sistema eléctrico manipulado
"La noticia de la denuncia de Anticorrupción contra Iberdrola por
manipular los precios del mercado eléctrico en 2013 vuelve a poner de
máxima actualidad un tema que nos afecta en el día a día", ha señalado
la organización Greenpeace.
De entrada, es una buena noticia que el sistema judicial tome cartas
en el asunto para dirimir responsabilidades y, se supone, defender el
interés general cuando una gran empresa abusa supuestamente de una
posición de dominio. Pero más allá de las consecuencias judiciales o
penales para la empresa y para el conjunto del sistema, que tendrán que
dirimir los tribunales, más allá de que hechos como este invalidan los
argumentos de estas empresas como garantes de nuestra seguridad,
bienestar o medioambiente, es interesante fijarnos en por qué sucede
todo esto y en cómo nos afecta.
El caso que ahora nos ocupa se desató
cuando, a finales de 2013, los precios de la electricidad se
dispararon. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)
advirtió de que se estaba dando una situación anómala de manipulación
de precios del mercado por Iberdrola y la condenó, dos años después, a
una multa de 25 millones. No gran cosa para la empresa, ya que
Anticorrupción está investigando si Iberdrola habría ganado 20 millones
en la jugada.
En pocos meses, la tormenta desatada provocó que el
Ministerio de Industria, dirigido por Soria, se viese forzado a cambiar
el sistema por el que esos precios se fijaban: anuló la subasta que dio
lugar a esa situación puntual, y cambió el sistema de subasta por otro.
Hasta ese momento, el precio que pagamos en la tarifa de la luz todos
los consumidores que no hemos caído en el engaño de cambiar a una
comercializadora “libre”, se fijaba en una polémica subasta (CESUR).
Desde entonces, el Gobierno vinculó directamente el precio que pagamos
los consumidores al precio que resulta en el mercado mayorista de la
electricidad, hora a hora. Y además le cambió el nombre: lo que antes se
llamaba “tarifa de último recurso” pasó a llamarse “precio voluntario al pequeño consumidor” (PVPC).
Pero
independientemente de lo que en principio podría ser un cambio a mejor,
ya que el precio que pagamos en la tarifa se parecería a más a “la
realidad” del precio del mercado eléctrico, en realidad se sigue sin
abordar ni resolver el fondo de la cuestión: de dónde sale y quién pone
ese precio del mercado.
El problema es que los que acuden a ese
mercado como productores, a vender la energía que han producido, son
básicamente los mismos que acuden a ese mercado como comercializadores, a
comprar la energía que luego nos venden a los consumidores. No son los
únicos, hay muchos más productores y comercializadores, pero ninguno es
tan grande y poderoso como las 5 grandes eléctricas que juegan la
partida en los dos lados poniendo en duda la base teórica sobre la que
se sustenta el mercado eléctrico: la libre competencia. Pero además esas
cinco grandes son las que poseen y operan, en régimen de monopolio
regional, las redes de distribución por la que circula la electricidad
que se compra y vende en ese mercado.
Es un mercado oligopólico, que
se parece a una partida de póker en la que unos jugadores (5 en este
caso) juegan con ventaja, porque tienen más información, más medios, más
poder de mercado, más influencia política que todos los demás. Y
encima, ni siquiera las 5 empresas del oligopolio son iguales, hay 3
mucho más grandes y de ellas, dos que dominan sobre todas las demás:
Iberdrola y Endesa.
Solo
podrá haber un sistema creíble cuando los que participen lo hagan en
igualdad de condiciones. Y para eso hay que acabar con el oligopolio.
¿Cómo?
Por un lado, permitiendo que la ciudadanía pueda participar con los
mismos derechos para producir, consumir, gestionar su demanda,
autoconsumir, ahorrar energía, intercambiar energía, servicios e
información libremente entre pares, de forma individual o agregada. Hoy
mismo se ha constituido una Alianza por el Autoconsumo
para promover estos derechos. Por otro lado, impidiendo por ley que las
grandes empresas puedan ser juez y parte: o se dedican a gestionar las
redes o participan del mercado eléctrico, sea como compradores o como
vendedores.
Obviamente hay muchos más cambios que hacer para
democratizar la energía, pero ningún cambio será posible mientras
sigamos sometidos al poder del oligopolio eléctrico. Estamos trabajando
para lograr estos cambios. Si estaś de acuerdo, firma aquí.
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