martes, 18 de junio de 2013

Gran Hermano estadounidense

Gran Hermano estadounidense


Es, una vez más, el mundo al revés. Quien comete el delito es quien ha revelado que se están cometiendo miles de delitos. Edward Snowden, el joven analista y exfuncionario de la CIA, es acusado por Estados Unidos de traición y de violación de secretos de Estado. Ironías de nuestro tiempo, esos secretos en realidad demuestran que Washington comete impunemente todo tipo de delitos grabando conversaciones y vigilando ámbitos privados como un “Gran Hermano” orweliano a millones de ciudadanos. Snowden ha asegurado que no podía permitir que esas violaciones de la intimidad personal, ese sometimiento a una vigilancia injustificable socave la defensa tradicional de las garantías individuales en Estados Unidos. No se declara un revolucionario ni hace gala de un ideario antisistema: todo lo contrario. Lo que lleva al joven analista a denunciar el espionaje masivo, el control de cualquier persona, es su convicción de que el liberalismo fundacional, las garantías a los ciudadanos que configuraron el nacimiento de aquella nación están en peligro.
Sorprende la reacción furibunda de Barack Obama, denunciando las filtraciones. El presidente estadounidense  no se queja del espionaje global, no se lamenta por la ilicitud de vigilar a los ciudadanos sino porque alguien lo haga público. 
Pero volviendo al caso de Snowden, se avecina una cruda batalla legal, porque Estados Unidos iniciará un proceso para lograr que el joven analista acabe ante un tribunal estadounidense, y juzgarle como se juzga estos días al soldado Bradley Manning, quien filtró los documentos del Pentágono y del Departamento de Estado a Wikileaks. O al menos que acabe acorralado y encerrado en unos pocos metros cuadrados como ocurre con Julian Assange, refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres desde hace un año.
Si esa persecución a quienes se rebelan y revelan el oscuro entramado del poder tiene éxito, cada día estaremos más indefensos ante un sistema omnímodo que se irá pareciendo, también cada día más, al Gran Hermano de George Orwell.
fran.sevilla@rtve.es

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