sábado, 10 de agosto de 2013

La filmación clandestina hecha por presos de la II Guerra Mundial

La filmación clandestina hecha por presos de la II Guerra Mundial

 Sábado, 10 de agosto de 2013

En 1940, Oflag 17A tiene que haber sido un lugar implacable para los 5.000 oficiales franceses que eran prisioneros de guerra.
El campo en Austria, cerca de la frontera con Checoslovaquia, fue construido originalmente para tropas que realizaban ejercicios militares.
Ahí, a los confines del Reich, fue a parar un grupo de prisioneros aliados en la II Guerra Mundial tras ser derrotados en la Batalla de Francia. Pero su historia, que fue recordada recientemente en París, es una de ésas que hablan de esfuerzos extrarodinarios.
Había 40 barracas, 20 a cada lado de un pasillo central. El terreno estaba rodeado por dos líneas de alambre de púas y el perímetro, iluminado por focos.
Escapar parecía casi imposible. Casi. Y es increíble que se pudiera ver algo.
Pero gracias a un ingenio y astucia excepcionales, los hombres filmaron su esfuerzo.
Este material de archivo es tan profesional que la primera vez que se observa es fácil creer que se trata de una reconstrucción de posguerra.
De hecho, es un documental de 30 minutos llamado "Cladestinamente", que fue filmado en secreto por los propios presos y divulgado por primera vez en 1946.
Arriesgando sus vidas, lo grabaron con una cámara secreta que construyeron a partir de piezas que metieron al campo ocultas en salchichas.
Filmación realizada por presos franceses en el campo 17A Oflag
Cinco mil oficiales franceses fueron prisioneros de guerra en el campo Oflag 17A.
Los prisioneros habían descubierto que los soldados alemanes sólo controlaban la comida al cortarla por la mitad. Así que escondieron las piezas en los extremos.
Después de armarla, guardaron la cámara en un diccionario ahuecado en la biblioteca del campo. Los rollos de 8mm los llevaban ocultos en los tacones de los zapatos.
La filmación da una idea de las condiciones de vida dentro del campo. La poca comida, las búsquedas sin previo aviso. Lo filmaron todo, incluso bajo las narices de los guardias.

Túnel tras túnel

El teniente Jean Cuene Grandidier estuvo preso allí y formaba parte del comité de escape. El mes pasado cumplió 100 años.
"Cavamos una serie de túneles desde los refugios donde nos alojábamos", aseguró.
"Era visto como una forma de resistencia –agregó–. Nunca nos castigaban. Los alemanes parecían aceptarlo. La distancia al alambre era demasiado grande. Y, en cualquier caso, los guardias eran inteligentes. Siempre encontraban los túneles que empezábamos, buscaban la tierra que sacábamos".
Filmación realizada por presos franceses en el campo 17A Oflag
El campo de priosioneros se encontraba en Austria, cerca de la frontera con Checoslovaquia.
La película muestra a los prisioneros abriendo uno de los 32 túneles excavados en el campo Oflag 17A.
No había trabajo forzoso, por lo que los presos pasaban gran parte del día estudiando.
La enseñanza era impartida por oficiales franceses de alto rango, en su momento algunos de los hombres más intelectuales de ese país. Y tal fue la calidad de lo que enseñaban, que muchas calilficaciones fueron reconocidas tras la guerra por las autoridades civiles.
Pier Vandedrais, cuyo padre también fue un prisionero, nos mostró los planos del túnel que finalmente funcionó.
Los alemanes habían permitido que los oficiales construyeran un teatro, conocido como el Teatro de la Vegetación. Lo decoraron con ramas, ocultando parcialmente la visual de los guardias.
El teatro estaba entre las barracas, los cuarteles y los alambres.

Palas cruciales

"Había tan poco aire. Algunos de los hombres se desmayaron. Esperamos casi 10 horas para salir, todo el tiempo imaginando lo peor: un pelotón de fusilamiento alemán esperando al final del túnel"
Jean Cuene Grandidier, ex prisionero de guerra
La Cruz Roja Internacional se había quejado de que el campo carecía de protección contra ataques aéreos, por lo que los prisioneros recibieron palas para cavar trincheras.
En una, junto al teatro, comenzaron el túnel que se extendería bajo el alambre.
"Había matemáticos, geólogos, arquitectos", dijo Vandedrais.
"Tenían la experiencia necesaria. Los desnutridos hombres cavaron 90 metros bajo tierra. Lo suficiente como para salir del lado de afuera, a pocos metros del segundo alambre de púa".
Dentro del campamento había una planificación meticulosa. Un equipo debía confeccionar la ropa de civil para usar fuera del campo. Otros falsificaban documentos de identidad para evitar ser capturados. Y esta vez, la tierra quedó oculta en los asientos de su teatro.
El 17 de septiembre de 1943 los hombres estaban listos para partir. Los alemanes habían cancelado la rutina de pasar lista. Un grupo grande se fue la primera noche. La desaparición pasó desapercibida, así que la noche siguiente fue otro grupo.
"La corta longitud del túnel y el número de personas en el interior hacía que tuvierámos que estar en posición fetal", dijo Grandidier.
"Había tan poco aire. Algunos de los hombres se desmayaron. Esperamos casi 10 horas para salir, todo el tiempo imaginando lo peor: un pelotón de fusilamiento alemán esperando al final del túnel".
Una vez que salieron, cada uno recibió la instrucción de no viajar juntos y de hacerlo en diferentes direcciones.

Invitación alemana

Filmación realizada por presos franceses en el campo 17A Oflag
Los presos cavaron 32 túneles en el campo.
Algunos de los presos fueron recapturados incluso antes de que la fuga fuera descubierta. Y 126 en total volvieron al campo en la primera semana. Apenas dos lograron volver a Francia. Y sólo Grandidier está vivo.
Para celebrar su cumpleaños número 100 el mes pasado, fue reconocido por la ciudad de París. Lleva la más alta condecoración de Francia: la Legión de Honor.
En 1943 llegó a Viena, donde trabajó como enfermero en un hospital. Trataba a los soldados alemanes de enfermedades venéreas. Finalmente consiguió alcanzar la capital francesa.
Viajó con oficiales alemanes en tren, y en la plataforma en París uno de ellos ofreció llevarlo a casa...en un auto oficial.
El regreso a casa no fue suficiente. En pocas semanas se unió a la Resistencia.
La de Oflag17A fue la mayor fuga de la Segunda Guerra Mundial, pero con implicaciones para intentos posteriores.
Significó que en 1994, 50 de los 76 aviadores que escaparon de Stalag III en Polonia, conocido como El Gran Escape, fueran ejecutados por orden de Hitler.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario