Mi postura ante la Reforma Energética
Escrito por Autor Invitado el 07 diciembre 2013
por Javier Corral
El
Presidente de mi partido, Gustavo Madero, dijo en entrevista con Carmen
Aristegui que mi postura en contra de la reforma energética que presentó la
bancada panista en el Senado se debe a que yo, en ese tema, soy más cercano a
“la forma de pensar del PRD, Andrés Manuel López Obrador, Encinas, Ebrard y
Monreal”. Dentro del paisanaje y la amistad que nos une, Don Gustavo y yo
atravesamos por una racha de diferencias, pero me he propuesto hacerlo en el
marco del respeto entre nosotros. Ahora sí que como se dice en la jerga
parlamentaria, respondo las alusiones personales.
Del que echa mano Gustavo Madero, es un recurso fácil en el
PAN: ligar una postura propia con el radicalismo de López Obrador, conscientes
de la irracionalidad en que ha caído ese líder de izquierda.
Pero el lance de nuestro líder nacional, me permite ahora
salir a explicar mi posición sobre el tema, que es absolutamente consistente
con lo que expresé y ofrecí durante mi campaña en Chihuahua. Mi posición sobre
la reforma energética no es de ahora. Tengo el documento donde expresé mi punto
de vista sobre los hidrocarburos. Pongo como referencia el debate en la
Universidad del Valle de México, campus Chihuahua, donde sin ambages dije no
estar de acuerdo con compartir la renta petrolera y mucho menos con un régimen
de concesiones que permita la explotación y exploración directa de los
hidrocarburos. La Revolución Mexicana se concretó en la Constitución de 1917 y
su piedra angular fue declarar al subsuelo propiedad de la Nación.
En efecto, como también lo afirmó Madero, fui el único
Senador de los 38, que no suscribió la iniciativa, tanto por su contenido como
por la contradictoria estrategia que se realizó para presentarla. Se colocó
desde el principio la contradicción en una trampa: Se dijo que estaba
condicionada a que se aprobara una reforma política y electoral, sin embargo,
se presentó primero la energética. ¿Cómo podría oponerse el PAN a aprobar su
propia iniciativa?. Y por las premuras que impuso Peña Nieto de aprobarse
en este período de sesiones la energética, en la reforma política se han
sacrificado contenidos sustanciales para cumplirle la instrucción al
Presidente.
Mi reclamo por la rebaja a los contenidos de la Reforma
Política, no es coartada para la Energética. La semana pasada fuimos testigos
de la salida del Pacto por México por parte del PRD. En realidad esto estaba
anunciado desde hace tiempo. La izquierda sigue siendo rehén de López
Obrador. Se retiró de la reunión de Comisiones Unidas para no discutir la
Reforma Política y les imputara el calificativo de que se habían vendido.
Pero también del lado del PAN hay ilusos involuntarios que
se convirtieron en los hechos en más papistas que el Papa. Y se enfurecieron
ante el panorama que vislumbraban que no se fuera a cumplir las fechas pactadas
o impuestas.
En mi postura sobre la Reforma Energética me preocupa mucho
más el contenido que la forma, en primer lugar, porque gira en sentido contrario
a lo firmado por Enrique Peña Nieto y Madero en el Pacto: “se mantendrá en
manos de la Nación, a través del Estado, la propiedad de los hidrocarburos y de
PEMEX como empresa pública. En todos los casos la Nación recibirá la totalidad
de la producción de hidrocarburos” (compromiso 54).
También porque va a contrapelo de la posición histórica y
programática del PAN en esta materia. Sostengo que no hay en ninguna de las
plataformas ni documentos básicos del Partido, pasando por el discurso de Don
Manuel Gómez Morín en contra de la expropiación petrolera, que planteé regresar
el petróleo a los extranjeros por la vía de contratos de explotación directa.
Tampoco esa propuesta se contiene en la plataforma 2012-2018 con la que
competimos en la elección federal pasada; lo más que ofrecimos en la propuesta
106 del capítulo energía, fue impulsar una reforma “que permita la inversión
complementaria a la pública para que se puedan dar mayores inversiones en
transporte, procesamiento, almacenamiento y distribución, tanto en la cadena de
gas como en los distintos petrolíferos”.
De la reforma energética me consterna, conociendo la
dinámica que ha prevalecido en reformas constitucionales, incluidas las
promovidas por el Pacto, la ausencia de las definiciones fundamentales del
cómo, del quién, bajo qué procesos y contratos se desarrollarán los conceptos
fundamentales. Aprobar una reforma energética sin tener a la par los
dictámenes de legislación secundaria es un absurdo; jamás cometeré esa
irresponsabilidad en mi carrera parlamentaria. Ya hemos visto cómo se las gasta
el PRI y cómo a la hora en que se unen los intereses económicos reculan.
Incluso terminan violando un mandato constitucional para emitir la legislación
secundaria en telecomunicaciones. Cuando el negocio se pone por delante, la
Constitución es lo de menos. La única reforma que tenía plazo constitucional es
la de Telecomunicaciones el próximo 10 de diciembre.
La ausencia de medidas de control, transparencia y autonomía
presupuestal, así como de combate a la corrupción en el sector energético, es
el gran faltante del paquete de iniciativas. No hay la voluntad del gobierno y
de sus ayudantes en el PAN, para no ir a un combate frontal a la corrupción
hasta las últimas consecuencias. Siempre nos quedamos en las penúltimas
consecuencias; “porque las propuestas evolucionan”. Estamos ante el último bien
del dominio de la Nación que falta por privatizar, y eso debe ser cotejado con
una evaluación real sobre la experiencia privatizadora en México, ¿dónde está
el éxito, dónde el crecimiento económico, dónde la mejor distribución de la
riqueza?, en México los pobres son cada vez más pobres y los ricos más ricos.
Hay países donde la izquierda y la derecha protegen los
bienes de la Nación. Ahí está el referente grotesco pero imbatible del dictador
genocida Augusto Pinochet, nunca planteó privatizar el Cobre en la República de
Chile.
Acaba de publicar Diego Fernández de Cevallos un documento
sin desperdicio, bajo una visión sensata propone sacudirnos el patrioterismo
por un lado y su antípoda que es la dinámica entreguista y apurona con la que
se quiere generar el fast track legislativo en la reforma constitucional más
importante desde 1917 hasta nuestros días. Ese documento se puede consultar en
mi página de internet y desde ahora me manifiesto a favor todas las propuestas
que enlista nuestro excandidato presidencial en la elección de 1994.
Si alguna coincidencia tengo con un líder de izquierda en
este tema, es con el respetado y respetable Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Sin aspavientos,
con meridiana claridad y en el mejor tono posible dentro de la torre de babel,
ha colocado la alerta mayor, la inadmisible reforma al 28 constitucional que
abre la puerta, no a la venta de PEMEX y CFE, sino a su chatarrización.
No me avergüenza tener coincidencias con líderes de
izquierda como el Ing. Cárdenas, pero si esa es la observación mayor que se
hace a mi postura, la acepto; la prefiero antes que convertirme en una
extensión de los afanes, los objetivos, las estrategias y la operación del
gobierno de Enrique Peña Nieto, bajo las siglas del Partido Acción Nacional.
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