La efebofilia del Vaticano Por: Sanjuana Martínez - enero 20
de 2014 - 0:00 COLUMNAS, Daños colaterales - 25 comentarios La Santa Sede y el
Papa Francisco han llegado esta vez muy lejos para seguir protegiendo a los
sacerdotes pederastas. Se han inventado, al margen de la Convención de los
Derechos del Niño de la ONU su propia clasificación de actos sexuales entre
adultos y niños. El Vaticano continúa ostentando su papel de encubridor de
miles de depredadores sexuales con sotana. Papel que ha dejado claramente
exhibido durante su comparecencia en Ginebra ante el Comité de Derechos del
Niño de la ONU por su responsabilidad de los miles de casos de abuso sexual
cometidos contra menores de edad en todo el mundo. El Papa Francisco perdió su
oportunidad histórica de demostrar con hechos que aplicará una nueva política
contra los sacerdotes pederastas y demostró que continuará en la senda de sus
antecesores para mantener la misma estructura de protección, encubrimiento,
complicidad y por consiguiente, desprecio a las víctimas. Monseñor Charles
Scicluna, juez de la Congregación de la Doctrina para la Fe y quien codirigió
la delegación de la Iglesia Católica pasará a la historia como el gran
encubridor porque durante décadas estuvo enterado de los delitos sexuales del
clero y no hizo nada. Ahora quedo en evidencia ante los 18 expertos que
asistieron a esta cita, al señalar con el mayor descaro y cinismo que no tiene
estadísticas ni mayor información sobre el número de casos de sacerdotes
pederastas juzgados y condenados, porque según él “es la iglesia local la que
da el seguimiento de los casos”. El otro gran embustero es Silvano Tomasi,
representante de la Santa Sede ante la ONU, quien admitió que hay abusadores,
pero insistió que corresponde a los Estados investigar y juzgar esos delitos:
“Son ciudadanos de sus países y deben responder ante la jurisdicción de estos
países”. Con la actitud de ambos, está claro que del discurso institucional del
Papa Francisco a los hechos, hay una gran distancia. El pontífice condena las
conductas de los sacerdotes pederastas, pero sigue sin hacer nada para
demostrar que dichos sujetos deben ser puestos, por la misma Iglesia, a
disposición de las autoridades para que sean juzgados, en lugar de cambiarlos
de parroquia, estado o país para evadir la acción de la justicia y perpetuar la
impunidad. Lo más vergonzoso de la comparecencia de Scicluna y Tomasi fue
cuando se negaron a abrir los archivos secretos sobre los casos de curas
pederastas y el camino de encubrimiento que siguieron, gracias a sus superiores
que los trasladaron de parroquia en parroquia. Argumentaron que las
investigaciones no se harán públicas por respeto a la privacidad de las
víctimas. ¿Cinismo? Efectivamente, algo que quedo de manifiesto nuevamente
cuando ambos intentaron explicar el comportamiento de los sacerdotes
abusadores. La respuesta de Monseñor Scicluna sobre si 3,000 sacerdotes
acusados son pedófilos, fue de antología: “No es correcto definirlo así.
Podemos decir a “grosso modo” que en el 60 por ciento de esos casos se trata
más que nada de actos de “efebofilia”, o sea debidos a la atracción sexual por
adolescentes del mismo sexo, en otro 30 por ciento de relaciones heterosexuales
y en el 10 por ciento de verdaderos y auténticos actos de pedofilia, esto es,
determinados por la atracción sexual hacia niños impúberes. Los casos de
sacerdotes acusados de verdadera y auténtica pedofilia son, entonces, unos
trescientos en nueve años. Son siempre demasiados casos, es indudable, pero hay
que reconocer que el fenómeno no está tan difundido como se pretende hacer
creer”. Es decir, que para el Vaticano el 60 por ciento de los curas abusadores
no son pederastas sino “efebófilos”. Simplemente son unos pobres adultos
atraídos hacia adolescentes. Y otro 30 por ciento son solo relaciones
heterosexuales. Según Scicluna solo el 10 por ciento de los más de 100 mil
casos de curas pederastas en el mundo son “auténticos”. La otra estrategia
legal de la Santa Sede, es demostrar que ellos sólo tienen jurisdicción sobre
los 30 niños de Ciudad del Vaticano y no sobre las 100 mil víctimas de curas
pederastas que hay en el mundo. Evidentemente la soberanía territorial del
Estado es una cosa, pero otra muy distinta su área de influencia que se
extiende a todo el globo terrestre y a mil millones de católicos en el mundo. Algo
que el Vaticano no quiere reconocer con argumentos leguleyos. Si el Papa
Francisco cree que con estas respuestas nos va a demostrar que con él han
cambiado las cosas, está muy equivocado. Resulta esperpéntica la respuesta y es
una burla para las víctimas. Además demuestra que todo lo que ha dicho sobre la
condena hacia los curas abusadores no es más que retórica porque se queda en el
lugar de las palabras y faltan las acciones. Después de la histórica cita, ha
quedado claro que los crímenes sexuales del Vaticano son crímenes de Estado,
así lo dejaron ver los expertos en derechos humanos que asistieron a la sesión
de más de cinco horas. Tomasi solo reconoció que para 2012 se habían
documentado 612 casos de abuso sexual de sacerdotes, “465 eran más serios” y
“418 fueron abusos de menores”. Al final, los expertos salieron de la reunión
con la sensación de que el Vaticano no ha variado ni un ápice su política de
encubrimiento y protección a los curas pederastas, por más discursos bonitos
del Papa Francisco. Les quedo claro que la Santa Sede no está aportando
evidencias a la policía para detener y enjuiciar a los depredadores sexuales
con sotana, ni está sancionando a los encubridores de los curas abusadores. La
pederastia clerical es un crimen de lesa humanidad. Los responsables gozan de
libertad y protección institucional. La impunidad genera el aumento de los
casos e impide a los niños tener una vida plena y feliz. A partir de ahora,
empezaremos a hablar del Papa Francisco como el nuevo encubridor de los curas
pederastas.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/20-01-2014/20919. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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