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- Fecha: 20 Ene 2014
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- Fuente: Juan Omar Fierro
Las siete fugas de Joaquín 'El Chapo' Guzmán y una anécdota sobre su omnipresencia
Una revisión hemerográfica de las fallidas
reaprehensiones, muestra que “El Chapo” Guzmán ha utilizado para
esconderse los estados de Sinaloa, Puebla, Nayarit, Distrito Federal,
Durango y Baja California Sur, contando solamente las entidades en las
que hay datos concretos de operativos fallidos para poder regresarlo a
prisión.
Desde su fuga del penal de Puente Grande en Jalisco hace 13 años,
el líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo
Guzmán”, ha sido ubicado en siete ocasiones distintas, pero la llegada
del Ejército Mexicano y de la Policía Federal ha sido tardía para lograr
su recaptura.
Una revisión hemerográfica de las fallidas reaprehensiones, muestra que “El Chapo” Guzmán ha utilizado para esconderse los estados de Sinaloa, Puebla, Nayarit, Distrito Federal, Durango y Baja California Sur, contando solamente las entidades en las que hay datos concretos de operativos fallidos para poder regresarlo a prisión.
Sin embargo, para la mayoría de los mexicanos se trata de un capo casi omnipresente, ya que no existe ciudad en la que no se conozca la siguiente historia. Acompañado de sus escoltas, “El Chapo Guzmán” llegó a comer o a cenar a determinado restaurante, ordenó cerrar las puertas del establecimiento y recogió todos los teléfonos celulares mientras comía.
Al concluir, ofreció disculpas, pagó la cuenta de todos los comensales, se retiró y un integrante de su equipo de seguridad, comenzó a devolver los equipos móviles de telefonía celular.
La misma historia es contada a reporteros en Cancún, Culiacán, Mazatlán, Tijuana, Durango, Acapulco, Guadalajara, Puerto Vallarta, Hermosillo o cualquier otra ciudad mexicana con presencia del crimen organizado y actividad económica importante. No hay ninguna prueba, pero policías y lugareños la cuenta siempre como si fuera real.
Por el contrario, datos extraídos de averiguaciones previas o declaraciones de funcionarios públicos, señalan que los estados visitados por “El Chapo” Guzmán son pocos o muy limitados.
Los periódicos El Universal y Reforma dan cuenta de los escapes oficialmente reconocidos por las autoridades tras su fuga del penal federal de Puente Grande, Jalisco, ocurrido el 19 de enero del 2001.
La primera vez que el gobierno de México intentó atrapar al capo sinaloense fue en marzo del 2001, dos meses de su fuga en un carrito de lavandería. De acuerdo con la PGR, “El Chapo” fue ubicado en el rancho Los Limones que se ubica en las inmediaciones del poblado Santa Fe, municipio de Jala, Nayarit.
La versión de las autoridades es que fue rescatado en helicóptero por su socio Ismael “El Mayo” Zambada, minutos antes del operativo.
Ese mismo año, en mayo de 2001, el capo sinaloense fue detectado en la colonia Contadero, delegación Cuajimalpa del Distrito Federal. Su primo y sicario, Esteban Quintero, conocido como “El Pelón”, fungió como muro para que pudiera escapar, declaró el fallecido fiscal antidrogas del gobierno foxista, José Vasconcelos.
En noviembre del 2001, volvió a burlar el cerco de las autoridades en el Fraccionamiento Las Ánimas de Puebla, Puebla, donde las fuerzas armadas mexicanas capturaron a su jefe de logística, Miguel Ángel Trillo Hernández, quién le habría rentado una a una todas las casas que usó para esconderse tras su fuga de Puente Grande.
A partir de ese momento y hasta el año 2004, la PGR aparentemente le pierde la pista a Joaquín Guzmán Loera.
En ese lapso de tiempo, va afianzando su liderazgo en el Cártel de Sinaloa y establece su residencia en dicha entidad, por lo que en algún momento se establece en la comunidad de El Vallecito perteneciente al municipio de Badiraguato.
Es detectado y un operativo para tratar de detenerlo se realiza en noviembre del 2004, pero logra escapar. Lo único que obtienen las autoridades de ese operativo, fue la foto que se usó por más de seis años para poder identificar al capo.
A pesar de que las autoridades apenas dieron a conocer que durante ese lapso de tiempo se montaron operativos para recapturar al capo en seis comunidades de Sinaloa (Toahayana, Santa Rita de Abajo, El Aguajito, Tameapa, Rancho El Roble y La Tuna) y tres más de Durango (El Durazno, El Plátano y Mesa de San Juan) es hasta el año 2009 que un operativo vuelve a salir a la luz pública.
En agosto del 2009, las autoridades localizaron en el municipio de Tamazula, Durango, el mayor laboratorio clandestino para la elaboración de droga sintética, con una extensión de 240 hectáreas y 22 instalaciones para el procesamiento de las llamadas de droga de diseño.
El “megalaboratorio” de metanfetaminas estaba oculto en la localidad de Las Trancas de Tamazula, una comunidad casi inaccesible que se ubica en la Sierra Madre Occidental en la que era imposible aterrizar en helicóptero,
En dicho lugar, los militares hallaron evidencias de la posible residencia del “Chapo”, mismas que compartieron en su momento con el reportero Abel Barajas de Reforma, incluyendo fotografías y ropa que correspondía a la talla del “chaparro”, como también denominan al capo en la jerga policiaca.
Tres años después, el 21 de febrero de 2012 las autoridades tuvieron otra oportunidad para detener al líder del Cártel de Sinaloa en el Fraccionamiento Punta Ballena de Los Cabos, Baja California Sur.
Joaquín Guzmán Loera se encontraba en compañía de otra de sus parejas sentimentales, Agustina Cabanillas, pero minutos antes de que llegara la Policía Federal ya se había dado a la fuga.
Sólo pudieron ser detenidos en esa ocasión cuatro personas, incluyendo a la propia amante de “El Chapo”. Los demás capturados fueron su piloto Ángel López Urías, su ayudante Mario Hinojosa Villegas y su cocinera María Luisa Macías Amarilla.
Estas cuatro personas fueron arraigadas, encarceladas y posteriormente liberadas por falta de pruebas para acusarlas de narcotráfico, delincuencia organizada y posesión de armas de fuego.
La oportunidad más reciente para atrapar al capo, no se dio en función de un punto específico de referencia, sino de un dato aportado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) en el sentido de que “El Chapo” Guzmán había sufrido un infarto, por lo que había sido internado en un clínica de la cadena de hospitales San Javier, situación que se habría presentado en noviembre del 2013.
Sin embargo, la recuperación del capo fue más rápida que la búsqueda de las autoridades, por lo que el Joaquín “El Chapo” Guzmán fue dado de alta antes que efectivos del Ejército Mexicano y de la PGR llegarán hasta su cama de hospital para regresarlo a prisión.
De este modo, el capo ha podido celebrar 13 años fuera de un penal de alta seguridad y la recompensa de 30 millones que la PGR ofrece por su captura, se mantiene intacta, lejana a la posibilidad de ser cobrada.
Una revisión hemerográfica de las fallidas reaprehensiones, muestra que “El Chapo” Guzmán ha utilizado para esconderse los estados de Sinaloa, Puebla, Nayarit, Distrito Federal, Durango y Baja California Sur, contando solamente las entidades en las que hay datos concretos de operativos fallidos para poder regresarlo a prisión.
Sin embargo, para la mayoría de los mexicanos se trata de un capo casi omnipresente, ya que no existe ciudad en la que no se conozca la siguiente historia. Acompañado de sus escoltas, “El Chapo Guzmán” llegó a comer o a cenar a determinado restaurante, ordenó cerrar las puertas del establecimiento y recogió todos los teléfonos celulares mientras comía.
Al concluir, ofreció disculpas, pagó la cuenta de todos los comensales, se retiró y un integrante de su equipo de seguridad, comenzó a devolver los equipos móviles de telefonía celular.
La misma historia es contada a reporteros en Cancún, Culiacán, Mazatlán, Tijuana, Durango, Acapulco, Guadalajara, Puerto Vallarta, Hermosillo o cualquier otra ciudad mexicana con presencia del crimen organizado y actividad económica importante. No hay ninguna prueba, pero policías y lugareños la cuenta siempre como si fuera real.
Por el contrario, datos extraídos de averiguaciones previas o declaraciones de funcionarios públicos, señalan que los estados visitados por “El Chapo” Guzmán son pocos o muy limitados.
Los periódicos El Universal y Reforma dan cuenta de los escapes oficialmente reconocidos por las autoridades tras su fuga del penal federal de Puente Grande, Jalisco, ocurrido el 19 de enero del 2001.
La primera vez que el gobierno de México intentó atrapar al capo sinaloense fue en marzo del 2001, dos meses de su fuga en un carrito de lavandería. De acuerdo con la PGR, “El Chapo” fue ubicado en el rancho Los Limones que se ubica en las inmediaciones del poblado Santa Fe, municipio de Jala, Nayarit.
La versión de las autoridades es que fue rescatado en helicóptero por su socio Ismael “El Mayo” Zambada, minutos antes del operativo.
Ese mismo año, en mayo de 2001, el capo sinaloense fue detectado en la colonia Contadero, delegación Cuajimalpa del Distrito Federal. Su primo y sicario, Esteban Quintero, conocido como “El Pelón”, fungió como muro para que pudiera escapar, declaró el fallecido fiscal antidrogas del gobierno foxista, José Vasconcelos.
En noviembre del 2001, volvió a burlar el cerco de las autoridades en el Fraccionamiento Las Ánimas de Puebla, Puebla, donde las fuerzas armadas mexicanas capturaron a su jefe de logística, Miguel Ángel Trillo Hernández, quién le habría rentado una a una todas las casas que usó para esconderse tras su fuga de Puente Grande.
A partir de ese momento y hasta el año 2004, la PGR aparentemente le pierde la pista a Joaquín Guzmán Loera.
En ese lapso de tiempo, va afianzando su liderazgo en el Cártel de Sinaloa y establece su residencia en dicha entidad, por lo que en algún momento se establece en la comunidad de El Vallecito perteneciente al municipio de Badiraguato.
Es detectado y un operativo para tratar de detenerlo se realiza en noviembre del 2004, pero logra escapar. Lo único que obtienen las autoridades de ese operativo, fue la foto que se usó por más de seis años para poder identificar al capo.
A pesar de que las autoridades apenas dieron a conocer que durante ese lapso de tiempo se montaron operativos para recapturar al capo en seis comunidades de Sinaloa (Toahayana, Santa Rita de Abajo, El Aguajito, Tameapa, Rancho El Roble y La Tuna) y tres más de Durango (El Durazno, El Plátano y Mesa de San Juan) es hasta el año 2009 que un operativo vuelve a salir a la luz pública.
En agosto del 2009, las autoridades localizaron en el municipio de Tamazula, Durango, el mayor laboratorio clandestino para la elaboración de droga sintética, con una extensión de 240 hectáreas y 22 instalaciones para el procesamiento de las llamadas de droga de diseño.
El “megalaboratorio” de metanfetaminas estaba oculto en la localidad de Las Trancas de Tamazula, una comunidad casi inaccesible que se ubica en la Sierra Madre Occidental en la que era imposible aterrizar en helicóptero,
En dicho lugar, los militares hallaron evidencias de la posible residencia del “Chapo”, mismas que compartieron en su momento con el reportero Abel Barajas de Reforma, incluyendo fotografías y ropa que correspondía a la talla del “chaparro”, como también denominan al capo en la jerga policiaca.
Tres años después, el 21 de febrero de 2012 las autoridades tuvieron otra oportunidad para detener al líder del Cártel de Sinaloa en el Fraccionamiento Punta Ballena de Los Cabos, Baja California Sur.
Joaquín Guzmán Loera se encontraba en compañía de otra de sus parejas sentimentales, Agustina Cabanillas, pero minutos antes de que llegara la Policía Federal ya se había dado a la fuga.
Sólo pudieron ser detenidos en esa ocasión cuatro personas, incluyendo a la propia amante de “El Chapo”. Los demás capturados fueron su piloto Ángel López Urías, su ayudante Mario Hinojosa Villegas y su cocinera María Luisa Macías Amarilla.
Estas cuatro personas fueron arraigadas, encarceladas y posteriormente liberadas por falta de pruebas para acusarlas de narcotráfico, delincuencia organizada y posesión de armas de fuego.
La oportunidad más reciente para atrapar al capo, no se dio en función de un punto específico de referencia, sino de un dato aportado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) en el sentido de que “El Chapo” Guzmán había sufrido un infarto, por lo que había sido internado en un clínica de la cadena de hospitales San Javier, situación que se habría presentado en noviembre del 2013.
Sin embargo, la recuperación del capo fue más rápida que la búsqueda de las autoridades, por lo que el Joaquín “El Chapo” Guzmán fue dado de alta antes que efectivos del Ejército Mexicano y de la PGR llegarán hasta su cama de hospital para regresarlo a prisión.
De este modo, el capo ha podido celebrar 13 años fuera de un penal de alta seguridad y la recompensa de 30 millones que la PGR ofrece por su captura, se mantiene intacta, lejana a la posibilidad de ser cobrada.
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