El yuan acerca el fin de la hegemonía económica de EE.UU.
Publicado: 11 may 2015 09:44 GMT
| Última actualización: 11 may 2015 12:39 GMT
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La posible inclusión de la moneda china en la cartera
de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario
Internacional —un primer paso para que el yuan se convierta en una
moneda de reserva mundial— inclina aún más la balanza económica global
hacia la región asiática, opina el economista estadounidense Samuel
Rines.
Si, al revisar los componentes de los DEG
este noviembre, el FMI decide que el yuan reúne las condiciones
necesarias para unirse al dólar, el euro, el yen y la libra, la moneda
china todavía tendrá que superar varias etapas antes de convertirse en
moneda de reserva global, escribe Samuel Rines en su artículo
para 'The National Interest'. No obstante, el visto bueno del FMI para
considerar el yuan moneda de reserva podría aprovecharlo inmediatamente
el mundo emergente para utilizar la moneda china en las operaciones con
sus principales socios comerciales.Además, el yuan puede ser utilizado en gran medida por los países del grupo BRICS, así como en el marco de las actividades del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés). Esto le permitiría al yuan convertirse en la moneda de reserva de la región de Asia Sudoriental, lo que facilitaría mucho su transición hacia el estatus de moneda de reserva mundial, cree el autor.
Asimismo, la inclusión del yuan en los DEG tiene el potencial de acelerar el cambio hacia un régimen económico verdaderamente bipolar, indica el economista. "Uno en el que EE.UU. probablemente aún domine, pero con cada vez menos ventajas sobre sus rivales", opina Rines. "Si todo le va bien a China, durante la próxima década los bancos centrales intercambiarán euros por yuanes", añade.
"La hegemonía económica de EE.UU. ya ha pasado, independientemente de la decisión del FMI. […] Parece que China y EE.UU. están al borde de un duopolio político y económico con todos los beneficios y peligros que eso conlleva", concluye el economista.
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