Hallados restos de sangre de un dinosaurio de hace 75 millones de años
Investigadores en Reino Unido descubren en varios fósiles posibles glóbulos rojos muy parecidos a los de aves actuales
Un equipo de investigadores en Reino Unido dice haber hallado restos de células sanguíneas en fósiles de dinosaurios
que murieron hace 75 millones de años. Los expertos también creen que
los restos contienen colágeno, la proteína más abundante en los huesos.
El estudio supone una novedad debido a que los fósiles no estaban precisamente en buen estado de conservación, tras haber pasado más de un siglo almacenados en el Museo de Historia Natural de Londres. Hasta el momento solo se había conseguido rescatar material orgánico de fósiles tan bien preservados en la roca circundante y extraídos en una asepsia tal que incluso se conservaban restos de piel y proteínas. Esos estudios inauguraron una intensa polémica en la comunidad científica debido a que muchos pensaban imposible que nada orgánico sobreviva el deterioro de 80 millones de años. Pero, como indican los autores del trabajo actual, cada vez son más las pruebas de que, además de huesos, los fósiles conservan vestigios de tejidos blandos con los que abrir una nueva ventana al pasado remoto de la evolución.
“Nuestro estudio nos está ayudando a ver que la preservación de tejidos blandos en fósiles de dinosaurios puede ser mucho más común de lo que se pensaba”, ha explicado Susannah Maidment, investigadora del University College de Londres en una nota de prensa de su institución. Este descubrimiento, resalta la coautora del estudio, puede convertir viejos fósiles mal conservados en piezas claves para responder, por ejemplo, si estos animales desarrollaron sangre caliente o si tenían el mismo metabolismo que los únicos dinosaurios que no se extinguieron: las aves.
Estudios anteriores han demostrado que, si se retira el mineral de los fósiles, pueden rescatarse tejidos blandos y fragmentos de proteínas. También se ha demostrado que los fósiles conservan plumas y fibras musculares. En 2013, un equipo incluso rozó el sueño de Parque Jurásico al rescatar fragmentos de hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno, de la panza de un mosquito que se alimentaba de sangre y que murió hace 46 millones de años. De ahí a rescatar ADN de dinosaurio como en la película hay un abismo insalvable, pero lo que sí creen los científicos es que posiblemente haya más restos orgánicos de este tipo esperando a ser descubiertos en fósiles de medio mundo.
En el nuevo trabajo, publicado en Nature Communications, se han usado varias técnicas de microscopía electrónica para explorar varios fósiles, entre ellos una garra de un dinosaurio terópodo. En ellos han encontrado unas estructuras microscópicas con forma de huevo que, vistas al microscopio, parecen glóbulos rojos. Los investigadores han empleado las mismas técnicas para analizar células sanguíneas de un emú, el segundo ave más grande del mundo. Ambas resultan “sorprendentemente similares”, incluidas las marcas de material orgánico, según el estudio.
“En España hay fósiles de varios yacimientos que podrían ser analizados con estas técnicas y sin duda intentaremos hacerlo”, reconoce José Ignacio Canudo, paleontólogo de la Universidad de Zaragoza. Los tipos de microscopía electrónica y espectrometría de masas aplicados a los restos son más propios de la biología que de la paleontología, pero, por ahora, no bastan para estar seguros de sus resultados, advierte Canudo, que no ha participado en el estudio. “Se trata de un trabajo muy interesante y el tiempo dirá si lo que han hallado es material orgánico, por ahora, debemos mantener la duda”, advierte.
Una de las aplicaciones más interesantes en este nuevo campo es el de desvelar cómo era el metabolismo de los dinosaurios. La mayoría de información que se conoce sobre su locomoción se ha obtenido en base a sus huesos y extrapolando las características de sus tejidos blandos a las aves, explica Canudo. “Conocer cómo era la estructura de sus fibras musculares nos puede ayudar mucho a reconstruir su movimiento, sin duda este puede convertirse en un nuevo campo de estudio muy amplio”, concluye.
El estudio supone una novedad debido a que los fósiles no estaban precisamente en buen estado de conservación, tras haber pasado más de un siglo almacenados en el Museo de Historia Natural de Londres. Hasta el momento solo se había conseguido rescatar material orgánico de fósiles tan bien preservados en la roca circundante y extraídos en una asepsia tal que incluso se conservaban restos de piel y proteínas. Esos estudios inauguraron una intensa polémica en la comunidad científica debido a que muchos pensaban imposible que nada orgánico sobreviva el deterioro de 80 millones de años. Pero, como indican los autores del trabajo actual, cada vez son más las pruebas de que, además de huesos, los fósiles conservan vestigios de tejidos blandos con los que abrir una nueva ventana al pasado remoto de la evolución.
“Nuestro estudio nos está ayudando a ver que la preservación de tejidos blandos en fósiles de dinosaurios puede ser mucho más común de lo que se pensaba”, ha explicado Susannah Maidment, investigadora del University College de Londres en una nota de prensa de su institución. Este descubrimiento, resalta la coautora del estudio, puede convertir viejos fósiles mal conservados en piezas claves para responder, por ejemplo, si estos animales desarrollaron sangre caliente o si tenían el mismo metabolismo que los únicos dinosaurios que no se extinguieron: las aves.
Estudios anteriores han demostrado que, si se retira el mineral de los fósiles, pueden rescatarse tejidos blandos y fragmentos de proteínas. También se ha demostrado que los fósiles conservan plumas y fibras musculares. En 2013, un equipo incluso rozó el sueño de Parque Jurásico al rescatar fragmentos de hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno, de la panza de un mosquito que se alimentaba de sangre y que murió hace 46 millones de años. De ahí a rescatar ADN de dinosaurio como en la película hay un abismo insalvable, pero lo que sí creen los científicos es que posiblemente haya más restos orgánicos de este tipo esperando a ser descubiertos en fósiles de medio mundo.
En el nuevo trabajo, publicado en Nature Communications, se han usado varias técnicas de microscopía electrónica para explorar varios fósiles, entre ellos una garra de un dinosaurio terópodo. En ellos han encontrado unas estructuras microscópicas con forma de huevo que, vistas al microscopio, parecen glóbulos rojos. Los investigadores han empleado las mismas técnicas para analizar células sanguíneas de un emú, el segundo ave más grande del mundo. Ambas resultan “sorprendentemente similares”, incluidas las marcas de material orgánico, según el estudio.
Cómo corre un dinosaurio
Los autores son muy cautos con su descubrimiento y señalan que habrá que confirmarlo, sobre todo analizando más fósiles en busca de las mismas marcas y saber hasta cuánto pueden remontarse en el tiempo.“En España hay fósiles de varios yacimientos que podrían ser analizados con estas técnicas y sin duda intentaremos hacerlo”, reconoce José Ignacio Canudo, paleontólogo de la Universidad de Zaragoza. Los tipos de microscopía electrónica y espectrometría de masas aplicados a los restos son más propios de la biología que de la paleontología, pero, por ahora, no bastan para estar seguros de sus resultados, advierte Canudo, que no ha participado en el estudio. “Se trata de un trabajo muy interesante y el tiempo dirá si lo que han hallado es material orgánico, por ahora, debemos mantener la duda”, advierte.
Una de las aplicaciones más interesantes en este nuevo campo es el de desvelar cómo era el metabolismo de los dinosaurios. La mayoría de información que se conoce sobre su locomoción se ha obtenido en base a sus huesos y extrapolando las características de sus tejidos blandos a las aves, explica Canudo. “Conocer cómo era la estructura de sus fibras musculares nos puede ayudar mucho a reconstruir su movimiento, sin duda este puede convertirse en un nuevo campo de estudio muy amplio”, concluye.
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