Dos Mundos, Dos Leyes, Dos Ordenes
En estos últimos años se ha instituido una divergencia creciente.
Por un lado: El orden definido por la ley: los valores humanistas vendidos al público.
Por un lado: El orden definido por la ley: los valores humanistas vendidos al público.
Y por otro lado: El orden aplicado en la realidad: los valores dictados por las necesidades del poder y del provecho económico.
El primer orden, el oficialmente proclamado, se aplica al "mundo de abajo": el público, los ciudadanos ordinarios.
El segundo orden,
el que realmente rige a la sociedad, se aplica al "mundo de arriba": los
poseedores del poder económico y las organizaciones.
Leyes concebidas para no ser aplicadas
Una aplicación
típica de este principio es aprobar una ley que responde a las
expectativas de los ciudadanos y que se orienta en sentido del interés
general: protección de las libertades y de los derechos individuales,
protección ecológica, protección del consumidor, legislación del trabajo
y derechos de los asalariados, etc.
Pero en la
práctica, los medios financieros y humanos asignados para la aplicación
de la ley son intencional y ampliamente insuficientes.
Por ejemplo: en
Francia, el legislador ha creado la Comisión Informática y de las
Libertades (CNIL) para proteger las libertades individuales contra los
archivos o bases de datos informáticos abusivos.
Pero al mismo
tiempo, el presupuesto asignado a la CNIL sólo le permite pagar a una
veintena de inspectores (de los cuales ¡sólo dos son informáticos!) para
vigilar al conjunto de las administraciones públicas y empresas
francesas. En 22 años y sobre 33.000 denuncias, la CNIL únicamente ha
dictado 47 advertencias, y ha sometido sólo 16 asuntos ante la
administración de justicia.
Incluso en los
casos de persecución judicial, la sanción aplicada se limita a una
mínima multa comparada al poder y al provecho o ventaja logrados gracias
a los ficheros o bases de datos informáticos ilícitos.
A la inversa, un
ciudadano ordinario que juega al pirata informático en contra de
intereses de una empresa multinacional puede estar seguro de ser
condenado a la cárcel y a una fuerte multa.
Dos pesos, Dos medidas
Hoy en día es una
evidencia para todo el mundo que existen dos pesos y dos medidas, según
que uno sea rico y poderoso, o que se sea ciudadano ordinario. Un
ejemplo reciente es la condena a prisión de José Bové por haber
arrancado plantas transgénicas, mientras que políticos y jefes de
empresa benefician de impunidad por graves asuntos de corrupción,
malversación y desvío ilegal de fondos públicos, o incluso por crímenes
contra el medio-ambiente.
La regla general es
que para los dirigentes y las organizaciones del poder económico, se
deja la libertad total para que se enriquezcan explotando y destruyendo
las vidas mediante la miseria o la contaminación. Se les da también la
libertad de destruir la naturaleza, los bosques, los paisajes, la
biodiversidad, condenando y comprometiendo al mismo tiempo nuestro
futuro y el de las futuras generaciones, cometiendo de esa forma un
verdadero crimen para la humanidad y contra el mundo en su conjunto.
Para los otros,
para el pequeño contribuyente sospechoso de haber defraudado al fisco
por una suma menor, para el infractor del código de tránsito o de
cualquiera de las otras numerosas reglamentaciones que se aplican al
ciudadano ordinario, se prevén sanciones rigurosas y agentes
administrativos eficaces y en gran número.
A unos, se les consiente siempre más "desreglamentaciones" y "liberalismo".
Para otros, se prevé una reglamentación siempre más abundante y obligatoria.
Así el ciudadano
ordinario debe respetar ciertas reglas relativas a su coche, debe
someterse a un control técnico para tener un vehículo seguro y no
contaminante. Debe seleccionar hasta su basura.
Al mismo tiempo,
las normas de contaminación industrial son laxistas, flexibles, los
transportistas terrestres conducen mas allá de las horas reglamentarias
camiones contaminantes y peligrosos, y los armadores hacen circular
basuras flotantes sobre los océanos.
El ciudadano debe
respetar escrupulosamente normas para obtener el permiso de construir su
casa, mientras que el industrial puede volver feo el medioambiente con
sus fábricas o sus supermercados, construidos al menor costo y sin
ninguna inquietud estética o de integración con relación al
medioambiente.
El ciudadano
ordinario no debe provocar sonidos nefastos, mientras que las empresas
que realizan trabajos públicos pueden contaminar libremente la vida de
las personas con el ruido de sus máquinas.
Así mismo, la venta
de droga por los pequeños traficantes es severamente reprimida, pero
las industrias agro-alimentarias y farmacéuticas tienen toda la libertad
de contaminar poblaciones enteras con:
- los tranquilizantes y somníferos cuyo efecto cautivo es similar a las drogas duras
- los medicamentos con efectos secundarios reconocidos
- los pesticidas propagados en el medioambiente y en el agua
- los productos químicos cancerígenos presentes en la alimentación
- la carne saturada con hormonas, antibióticos, y ansiolíticos
- los OGM cuya inocuidad está lejos de ser probada
Dos morales
El ciudadano
ordinario está invitado a respetar la fauna y la flora cuando se halla
en una reserva natural. Sin embargo, al mismo tiempo, descargas
industriales ilegales son toleradas, y reservas naturales magníficas son
destruidas por la explotación forestal, o para proyectos inmobiliarios o
industriales.
El ciudadano
ordinario es sensibilizado hacia la tolerancia y el respeto de los
demás. Pero para los dirigentes económicos, la vida humana es evaluada
en dólares, y su valor estimado como negativo cuando se trata de
personas "a cargo de la sociedad".
Para resumir,
existen 2 órdenes, 2 sistemas de valores. Uno oficial, destinado al buen
pueblo. El otro, oficioso, destinado a los miembros de las clases
dirigentes.
Para los unos, se
les inculca el respeto de la naturaleza, el respeto hacia el prójimo, la
tolerancia, la gentileza y la generosidad.
Para los otros,
queda claro que la gentileza es sinónimo de estupidez, y la generosidad
es prueba de ingenuidad. En cuanto al respeto de la naturaleza y de los
individuos, esto sólo debe ser tomado en cuenta en los raros casos en
los cuales no entra en contradicción con el máximo provecho o lucro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario