domingo, 25 de diciembre de 2016

LA GUERRA SICOLÓGICA DE LA INVASIÓN A PANAMÁ

LA GUERRA SICOLÓGICA DE LA INVASIÓN A PANAMÁ


​Por ​ JL Rodríguez Pittí
En 1989 Panamá fue objeto de un experimento infame, una estrategia de
manipulación cuidadosamente diseñada y ejecutada con éxito por una
unidad especial de operaciones sicológicas del ejército de los Estados
Unidos. Las estrategias e instrumentos usados les dieron resultados
exitosos cuyos impactos aún afectan la psique del panameño.
Cuando EEUU bombardeó e invadió Panamá, el 20 de diciembre de 1989,
llevaba casi dos años trabajando en una operación de manipulación
sicológica que siguió hasta bien entrado el año 1990 (1) . Los
encargados eran los miembros del 4o Grupo de Operaciones Sicológicas
(4th Psychological Operations, PSYOP), hoy conocido como el 4th Military
Information Support Group, con sede en el Fuerte Bragg en Carolina del
Norte, cuyo lema es “Verbum vincet” (la palabra vencerá).
Los intereses ocultos
Como en toda operación de esta naturaleza (2) , se buscaba influir en
las «emociones, motivaciones, razonamiento objetivo y a la larga en el
comportamiento» de los individuos, grupos y autoridades de ambos
países. A los de Panamá, para que aceptaran la invasión como una
“liberación”; a los de EEUU, para que vieran la guerra injusta a la que
sometían a un país muy pequeño, de menos de 1% de su población, como un
“regalo” de democracia y justicia. Como objetivo no declarado, no sólo
de la operación sicológica, sino de todo el proyecto de invasión, se
quería contrarrestar al Subcomité del Senado sobre Terrorismo, Drogas y
Operaciones Internacionales, dirigido por John Kerry, que desde 1986
sostenía que el gobierno de ese país no había hecho nada en cuanto al
narcotráfico en la región (3) y, desligar a Reagan y a Bush (en pleno
periodo electoral) de las razones que en ese entonces eran desconocidas
por el público y que serían admitidas por la CIA en 1998 (4) : que el
gobierno estadounidense apoyó a los Contra en Nicaragua, inundando de
la droga crack la ciudad de Los Angeles, California para financiarlos.
Operación en la que Noriega los había apoyado.
Podría decirse que para el equipo de especialistas en guerra
sicológica iba a ser un trabajo fácil. Para que lo fuera más, a los
pocos meses de empezar, en febrero de 1989, a Noriega le levantaron
cargos por narcotráfico y lavado de dinero. Con ello era más sencillo
convencer a la opinión pública de EEUU de que se trataba de un
monstruo capaz, él solo, de poner en peligro a los casi 250 millones
de habitantes de ese país. En Panamá, donde Noriega tenía problemas
crecientes, ni siquiera los que hacían negocios con él lo iban a
defender de las acusaciones de EEUU.
Así, antes del conflicto armado, el trabajo involucró la manipulación de
medios (5) (6) de comunicación locales e internacionales, trasmisiones
de radio, por teléfonos y máquinas de fax (no existía el internet, así
que caricaturas, noticias y artículos circulaban como facsímiles);
movimientos de tropas y ejercicios en territorio panameño; y el
aprovechamiento de cada bravuconada de Noriega, como la golpiza a Ford y
el asesinato de su guardaespaldas, la famosa escena con el machete, o la
balacera frente al Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa en la que
murió el infante de marina Robert Paz.
Y durante la guerra (7) , consistió en el uso de volantes, camisetas y
pancartas previamente diseñadas; la deshabilitación de las
transmisiones que se opusieran a la invasión; la publicación en los
periódicos de caricaturas creadas para este conflicto por un tal Tim
Wallace, alias LOBO, que ni siquiera hablaba español pero que usaba muy
bien los elementos de la cultura y la política panameña; noticias
controladas en medios impresos, radiales y televisivos (memorable la
visita a la casa de Noriega donde se mostraban enormes bolsas blancas
con el logo del Banco Nacional de Panamá, llenas de dinero y
parafernalia de la utilizada para la santería, religión que en Panamá
los más conservadores relacionan con la brujería y en Estados Unidos
con el Vudú); el uso de altoparlantes con música estridente o mensajes
leídos por hispanohablantes; las llamadas telefónicas directas con
informaciones o amenazas; la distribución de pancartas alusivas a la
extradición de Noriega o a la bienvenida a las tropas invasoras, tanto
en cartón como en tela; todo el material necesario para lograr que los
miembros del ejército panameño entregaran sus armas y pasaran a formar
parte de la nueva policía, para la que ya se habían diseñado hasta las
placas (con un mensaje alusivo, de orgullo renovado, a los que
aceptaran ser miembros) y los emblemas que siguieron usándose; permisos
para portar armas para ser firmadas por las nuevas autoridades y, para
los más bravos, carnés de afiliación a los boinas negras arnulfistas
con los colores de esa agrupación.
La campaña de manipulación
Tal vez no sabremos nunca si otros actos fueron planificados y su
ejecución dirigida por esta organización para convencer a la opinión
pública de la supuesta justicia de esta guerra no declarada. Lo que sí
sabemos es que Noriega, que en 1970 fue alumno de la Escuela de
Operaciones Sicológicas de la Armada de EEUU en Fuerte Gulick, en
Panamá, no pudo con la avalancha de información y terminó buscando
santuario en la iglesia antes de entregarse a los EEUU, mientras que
los miembros de las Fuerzas de Defensa se rindieron rápidamente.
El panameño común, constantemente manipulado por la televisión
comercial, fue aun menos capaz de enfrentar esta parte sicológica de la
guerra y, a pesar de las imágenes de El Chorrillo incinerado y sus
miles de habitantes desplazados, de los carros aplastados en las calles
y las historias de vecinos de todos los sectores de la ciudad de
Panamá, Colón o Río Hato heridos de bala o muertos por unos muy
eficientes soldados, hoy recordamos las imágenes, que le dieron la
vuelta al planeta, de la gente celebrando la llegada de las tropas
estadounidenses.
Manipulados por una propaganda muy bien tramada, el día después de
Navidad, los canales de televisión controlados por los militares
ocupantes revelaron que Noriega tenía dos días de estar refugiado en la
embajada del Vaticano. No sabemos con certeza por qué demoraron ese
tiempo en revelarlo, pero fue una información mantenida en secreto
hasta ese momento. Las escenas transmitidas, que podemos ver en
internet hoy, muestran el área controlada por tropas estadounidenses en
varios vehículos artillados, sobrevolada por enormes helicópteros de
guerra, y un grupo de personas que se había reunido en el área durante
la tarde, portando pancartas en español y en inglés: “Noriega must be
judged not exiled”; “Asilo no! Justicia”; “Otro Noriega nunca más”;
“Justicia justicia justicia”. Luego, las personas declarando ante las
cámaras de manera contundente sobre la necesidad, no de juzgar a
Noriega, sino de entregarlo: «Pero nosotros no estamos de acuerdo en
que Noriega se quede aquí en Panamá. Si los gringos vinieron por él, se
lo tienen que llevar a él y a los secuaces». A partir de esa
transmisión, la gente comenzó a llegar al área voluntariamente.
Recibieron con gusto (aunque no sólo esa noche y en ese lugar)
camisetas con las banderas de los dos países, mensajes de bienvenida,
paz y agradecimiento por la libertad y la democracia.
Los resultados del experimento
Nadie se preguntó cómo pudo imprimirse ese material a favor de la
invasión, si la circulación de las personas estaba restringida y la
ciudad de Panamá había sido desmantelada por un saqueo general, sin
contar que el país llevaba meses casi detenido, con los bancos cerrados
por un largo embargo internacional, y las imprentas y locales
publicitarios, entre otros comercios no indispensables, cerrados por
falta de dinero.
Preguntas que no se hacían en ese entonces y todavía no se hacen. En la
mente de la mayoría de los panameños siguen grabadas varias ideas, que
persisten a pesar del paso de los años y de otras evidencias.
Por ejemplo, a pesar de tantos libros de tácticas militares publicados
en EEUU en los que se describen las batallas (8) que se dieron en
Panamá y Colón, incluyendo la del antiguo aeropuerto de Paitilla, que
resultó en la mayor cantidad de muertos para los afamados Navy Seals
(9) , la mayoría todavía cree que los estadounidenses no encontraron
ninguna resistencia. Aún con la información conocida de médicos,
enfermeras y otro personal, además de conductores de ambulancias,
carros de bomberos y taxis que pusieron en riesgo su vida, muchos de
ellos heridos o muertos tratando de llegar a los hospitales o
atendiendo las múltiples emergencias que se dieron esa noche de
destrucción, es común que se siga diciendo que durante la invasión el
panameño actuó de manera cobarde.
A pesar de la disponibilidad de tantos videos (hoy en internet) tomados
por el mismo ejército de los EEUU, mostrando la intensidad del
bombardeo al que fue sometido El Chorrillo durante toda la noche,
todavía se repite que las viejas casas de madera de ese barrio fueron
incendiadas por allegados a Noriega al día siguiente. Casas que, en
tiempos de paz, se incendiaban constantemente de forma accidental.
Aunque hoy sabemos que la ubicación de Manuel Antonio Noriega al
momento de iniciarse las hostilidades era conocida por EEUU, que
manejaba sus operaciones de inteligencia para toda la región desde
Panamá, se insiste que los muertos, los miles de desplazados, sobre
todo los de El Chorrillo, pero también los llevados desde Río Hato,
eran necesarios para atraparlo y sacarlo del poder.
Y se sigue creyendo que el repudiado saqueo era inevitable y no el
crimen de guerra que fue, imperdonable para el ejército profesional más
poderoso del mundo, que durante esta ocupación militar tenía la
obligación de realizar las funciones policiales, bomberiles y de otras
organizaciones civiles desmanteladas por ellos desde la primera noche.
Por supuesto, no todos los planes de esta organización funcionaron
debidamente, como fue el caso de la música estridente que usaron para
amedrentar a Noriega, acto que, aunque cautivó al público, fue muy
criticado por diversos expertos militares (10). Sin embargo, la
operación fue tan exitosa que sabemos que mucho de lo que aplicaron en
Panamá fue utilizado en mayor escala, y de forma refinada, en las
guerras siguientes en las que EEUU participó (11).
La reconstrucción de la memoria
En Panamá, es indiscutible que el 4th PSYOP Group logró su cometido de
influir en la mente de la gente para que aún, casi tres décadas
después, vean la invasión y todas sus consecuencias horrorosas como
algo inevitable, y como el regalo de una liberación.
Urge ahora a los panameños reconstruir los hechos, revelar la verdad,
investigar todo lo relacionado con esta guerra no declarada, contar y
nombrar a los muertos, que no pueden seguirse viendo como material
descartable en una lucha de poderes, exaltar a los héroes y corregir el
daño realizado por estas organizaciones dedicadas a la manipulación
sicológica y cultural. Daño más terrible, por sus efectos a largo
plazo, que toda la destrucción causada al país por los bombardeos.

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