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lunes, 30 de enero de 2017
EL DESCONOCIDO PROGRAMA ESPACIAL DEL VATICANO
EL DESCONOCIDO PROGRAMA ESPACIAL DEL VATICANO
El Vaticano se ha implicado en la búsqueda de respuesta a ese enigma ancestral que aún no hemos conseguido resolver: ¿Estamos solos en el Universo? El famoso Albert Einstein nos advirtió al respecto que solo había dos posibilidades en torno a este hecho; la afirmativa y la negativa. Es obvio, pero, como dijo Einstein, las dos son iguales de terroríficas.
Aunque no es algo demasiado conocido, el Estado Vaticano tiene bajo su mando y control una red llamada Red de Exploración Espacial del Vaticano y Contacto Extraterrestre. Se le denomina con las siglas Red “VATT” (Tecnología Avanzada del Vaticano, en resumen). Muchísima gente acusa al Vaticano y a la Iglesia por destinar cantidades innombrables de dinero a estos proyectos ultra-secretos de los que apenas tenemos noticias, puesto que se mantienen en tan estricto sigilo como los mismísimos archivos secretos del Vaticano.
En la antigüedad, tres de los muchos Papas que hubo en la Iglesia, crearon y construyeron varios observatorios astronómicos. El primero de ellos se creó en el Colegio Romano, llamado Observatorio del Colegio Romano, entre los años 1774 y 1878. El segundo fue el Observatorio del Capitolio, creado entre los años 1827 y 1870 y el tercero de ellos fue nombrado como la Espécula Vaticana, creado entre los años 1789 y 1821. Cuando el Papa León XIII llegó al papado vaticano, refundó de manera más moderna el último de ellos en 1891, la Espécula Vaticana y se reconstruyó detrás de la Basílica de San Pedro de Roma en plena Ciudad del Vaticano. Posteriormente, en los años 30 de nuestra época, el Observatorio de San Pedro de Roma (Espécula Vaticana) se trasladó por orden papal a Castel Gandolfo, situado a orillas de lago Albano, aproximadamente a unos 18 Km de distancia al Sureste del Vaticano. Lugar mundialmente conocido hoy en día por ser la residencia de verano de los Papas.
Es por todos sabido que a lo largo de la historia de la Iglesia, el Vaticano siempre se ha interesado por los misterios y secretos del Universo, constantemente ha estudiado el cosmos que nos rodea pero tampoco ha ido más allá de un interés puramente científico como tradicionalmente conocemos. También ese tipo de investigaciones y estudios han ayudado a confeccionar los diferentes calendarios a lo largo de las distintas épocas. Pero no debería ser otro secreto el saber y admitir que, al igual que muchas civilizaciones milenarias y mucho más antiguas como los Mayas, Aztecas, Egipcios o Griegos, la Iglesia siempre ha sido una gran estudiosa de la ciencia de la Astrología. Los mejores astrólogos del mundo entero, os digo la verdad, residen bajo los techos de la Ciudad del Vaticano.
Muchos investigadores sostienen que el Estado Vaticano ha estado implicado en muchos casos oscuros de la historia de la ufología, cuando han tenido que ver con la presencia de seres de otras civilizaciones, llegados de otras partes del Universo. Casos como el de Roswell o los encuentros de presidentes americanos con seres alienígenas (como, por ejemplo, el encuentro del Presidente Eisenhower con varios seres de otra civilización en el año 1954, aquí contado) han contado con presencia vaticana, además de haber participado la propia Iglesia en Comisiones Secretas del Gobierno de los EEUU. De aquí surgió el interés actual del Estado Vaticano por comenzar a realizar una investigación y seguimiento propios sobre civilizaciones extraterrestres, además de comenzar nuevas exploraciones espaciales.
Y llegó el papado de Pío XII (Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli) el 2 de Marzo de 1939, el Papa número 260, acusado por muchos de colaborar con el Tercer Reich, y para otros, un auténtico salvador de miles de judíos. Y muy amigo de los nazis no sería cuando los alemanes lograron invadir la ciudad de Roma en el año 1943, momento en el que se discutió entre los máximos responsables del Tercer Reich, tomar e invadir la Ciudad del Vaticano con comandos paracaidistas para secuestrarlo (a Pío XII) y llevárselo a Alemania, donde Heinrich Himmler tenía preparada su ejecución pública en la inauguración de un nuevo estadio de fútbol. Curiosamente fue su abuelo, el del Papa Pío XII, quien fundó en el año 1861 el periódico “Ciudad del Vaticano”, el famoso “L’Osservatore Romano”. Pío XII fue el descubridor de la tumba del Apóstol San Pedro bajo la Basílica de Roma, pues de él partió la orden de excavar bajo la Basílica para encontrar la tumba de San Pedro. Y allí estaba. No se había equivocado.
El Papa Pío XII fue el Papa que dio la orden de crear el SIV (Servicio de Inteligencia del Vaticano), más conocido como “La Santa Alianza” o “La Entidad”. Les encomendó esta misión a los Obispos James Intyre, Obispo de Los Ángeles y Edward Mooney, Obispo de Detroit, ambos de EEUU. Este nuevo servicio de inteligencia se centraría en muchos asuntos turbios de la Iglesia (en los que ahora no vamos a entrar), pero una de sus misiones principales sería el manejo de información sobre casos de presencia extraterrestre, siempre en colaboración con el Gobierno de los EEUU de América. Desde ese momento, el Gobierno Vaticano destina cada año numerosas cantidades de dinero para la investigación y seguimiento de indicios de nuevas civilizaciones extraterrestres. Desde el comienzo de su papado en 1938 y hasta 1958, Pío XII mantuvo numerosas reuniones, dicen los investigadores, con seres de otras civilizaciones, pero siempre se dieron en el más absoluto de los secretos en las instalaciones de su Residencia Papal privada y en la Residencia Papal de verano situada en Castel Gandolfo, donde se sitúa el Observatorio Espacial que antes os comenté.
Pío XII mantuvo muchas reuniones con seres de otras civilizaciones, pero siempre se dieron en el más absoluto de los secretos en las instalaciones de su Residencia Papal privada y en la Residencia Papal de verano situada en Castel Gandolfo.
Estuvo directamente implicado en el Caso Roswell, sucedido en 1947, cuando el Vaticano recibió la información secreta de aquel caso de manos directas del Gobierno de los EEUU, siendo el propio Papa Pío XII el que ordenó absoluto silencio y secreto sobre aquel hecho, ordenando que comenzara la desinformación de cara a la opinión pública para que se olvidaran del caso. Ordenó secreto absoluto, costase lo que costase y fuese el precio que fuese. También se cree que estaba en el año 1954 en uno de los encuentros, con seres de otro planeta, que ya os comenté anteriormente, junto a una delegación vaticana y representantes del gobierno americano, que se dio en un lugar muy secreto, en una zona experimental, dentro del Área 51, en el desierto de Nevada, en los EEUU.
Y ahora que estamos ya puestos en antecedentes, viajemos al año 1993. ¿Y por qué? Por una razón muy sencilla y tangible. Es el año en el que se termina la construcción del MGIO (Telescopio Vaticano en el Monte Graham), en Tucson, Arizona, EEUU. Telescopio construido por el VORG (Vatican Observatory Research Group, Grupo de Investigación del Observatorio Vaticano) y por el Observatorio Steward y que cuenta desde su inicio con la tecnología que comenté al comienzo del artículo, tecnología VATT (Tecnología Avanzada del Vaticano). Se ha convertido ya en uno de los centros de observación astronómica más importantes del mundo entero. Posee una de las tecnologías de rayos infrarrojos más avanzadas y sofisticadas del planeta y es considerada una de las bases de exploración espacial del Vaticano más importantes de nuestra sociedad. Con este tipo de tecnología de infrarrojos es posible detectar ciertas energías y ciertas formas, como le llaman los científicos, interdimensionales o de origen desconocido.
Observatorio vaticano del monte Graham (Arizona), situado
entre el Area 51 y Roswell
Es cuanto menos significativo que el MGIO, Observatorio Vaticano del Monte Graham, en Arizona, se encuentra entre el Área 51, situada en el estado de Nevada, y Roswell, Nuevo México, una de las zonas más “calientes” del planeta en cuando a fenómenos ufológicos se refiere. Al mando de los telescopios de la Red VATT se encuentran científicos e investigadores pertenecientes a la Orden de los Jesuitas, a los que se les suman otros científicos civiles, en nómina del Vaticano. Y dentro de esta “red secreta y camuflada” de observatorios vaticanos VORG, existe un observatorio que quizá sea el menos conocido para todos. Se sitúa en Alaska y pertenece, como digo, a la Red VATT. Su misión es de “Alto Secreto” y su construcción está camuflada dentro del paisaje frío de este estado, a fin de que no sea identificado por la población de la zona como una base real de observación del espacio.
A comienzos de los años 90, el Estado Vaticano participó en un nuevo programa secreto de exploración espacial, en conjunto con agencias secretas de los EEUU, programa que recibió el nombre de “Siloe”. No era una participación casual. En 1995, la sonda que se lanzó al espacio a través de este programa llamada Sonda “Siloe”, envió los primeros datos que se recibieron en el Observatorio Secreto Espacial del Vaticano en Alaska. Desde principios de los 90 hasta 1995, la sonda habría viajado hasta un cuerpo celeste desconocido y habría regresado a las proximidades de la Tierra para enviar los primeros datos y fotografías. La sorpresa fue mayúscula porque había fotografiado un gran planeta, más grande que la Tierra que llevaba un recorrido, nada más y nada menos. Aquel planeta “navegaba” rumbo a la Tierra a través del Sistema Solar. Las fotografías mostraban un planeta hasta ahora desconocido de colosales dimensiones y, en efecto, navegaba hacia nuestro planeta Tierra. Muchos comenzaron a hablar del famoso planeta “Nibiru”, del que conocimos su existencia cuando muchos investigadores, entre ellos Zacarías Sitchin o el español David Parcerisa, comenzaron a desvelar sus hallazgos sobre este supuesto planeta. Así conocimos una supuesta cultura sumeria llamada Anunnaki (los habitantes de Nibiru), que habría estado junto a nosotros en la Tierra para crear la raza humana y ahora estarían de vuelta y de camino a nuestro planeta, sin saber con qué fin.
Imagen del supuesto Nibiru tomada por la sonda Siloe en 2012
Hablando de la Orden de los Jesuitas, en 1997 la opinión pública mundial conoció al padre jesuita Malachi Martin, un jesuita muy formado en diversas especialidades científicas y además muy bien relacionado socialmente. Se dice que Martin era uno de los pocos conocedores del Tercer Secreto de Fátima, además de que tenía acceso directo al Santo Padre. En varias entrevistas concedidas a la prensa, dio a conocer su hipótesis, tesis y estudio sobre un planeta llamado Hercóbulus, que acabaría ocasionando millones de muertos en nuestro planeta décadas después. Eso, evidentemente no ha ocurrido ya que él lo calculó para un par de décadas después. Falleció en el año 1999 y hay muchas teorías de que su muerte no fue natural, sino que quisieron cerrarle la boca para siempre pues algunos estudiosos mantienen que el Tercer Secreto de Fátima encierra una posible catástrofe que ocasionaría un determinado planeta, hasta ahora desconocido. ¿Sería Nibiru? ¿Se trataría de Hercóbulus? Martin se fue para siempre con sus teorías a la tumba.
También, a raíz de todo este tema, se ha descubierto por astrónomos civiles que el Telescopio Espacial Hubble no está solo navegando en el espacio exterior. Al parecer estos científicos han descubierto otro Telescopio en órbita gemelo al Hubble, cuyo nombre sería el “Sky Hole 12”, y sería otro instrumento secreto más de observación que el Vaticano posee dentro de este programa de la Red VATT. Su misión principal, seguir y estudiar los movimientos de estos supuestos planetas que se aproximan a la Tierra, pero no sabemos realmente si hablan del mismo planeta con distintos nombres, si son dos cuerpos celestes distintos, etc…
Existen informaciones que acreditan que la Sonda “Siloe” fue construida en el Área 51 (como todos los objetos espaciales que usa el Vaticano actualmente), y que se consiguió poner en órbita de manera también totalmente secreta. ¿Cómo? ¿De qué manera? Muy fácil, a través del proyecto americano de avión secreto llamado “Proyecto Aurora”. El “Aurora” es una nave norteamericana, un avión espacial ultra-secreto del que existe ya constancia y que se usa para realizar vuelos al espacio exterior y regresar a nuestro planeta sin necesidad de usar las lanzaderas espaciales comunes conocidas hasta ahora. Este avión habría conseguido poner en órbita la Sonda “Siloe” sin que nadie se enterase. Y como antes comenté, a partir del año 1995 comenzó a enviar datos a la Tierra, datos recibidos en el Observatorio Vaticano de Alaska.
Así nacía el programa más secreto del Vaticano en cuanto a exploraciones y misiones espaciales, el programa “SECRETUM OMEGA” del Vaticano. La misión vaticana en torno al supuesto planeta Nibiru se clasificó como “Misión Secretum Omega Nivel 1”.
La aeronave Aurora, protagonista de un proyecto
ultrasecreto dirigido por el Vaticano al margen de
la NASA
El avión “Aurora” se encarga de enviar al espacio y poner en órbita todos los proyectos secretos que lanza el Estado Vaticano al espacio. Es la única manera de mantener el máximo secreto y la mayor discreción posible. Ni siquiera la NASA tiene acceso a este proyecto ya que el proyecto “Aurora” dispone de un presupuesto propio y aislado. Si la NASA estuviese implicada, se correría mucho riesgo de que alguien hiciese filtraciones ya que cuenta con muchísimo personal civil que no está bajo mando militar. Por lo tanto hay que concluir con que la Red VATT de Observatorios Vaticanos, a través del Grupo VORG y apoyados en el SIV (Servicio de Inteligencia Vaticano) recibe subvenciones billonarias de forma anual desde la Santa Sede de Roma, además de recibir numerosos aportes privados en cuanto a financiación se refiere. Así nació también el VOF (Vatican Observatory Foundation o Fundación del Observatorio Vaticano), precisamente para estar libres de impuestos, como cualquier fundación, y no tener que declarar nada al respecto.
Para finalizar este tema tan interesante, hay que recordar que la Biblia, en su libro del Apocalipsis, habla de un cuerpo celeste llamado “Ajenjo”. Este cuerpo celeste es descrito como un gran meteorito que se acercaría a la Tierra, un planeta tóxico, ardiente, que posee una atmósfera venenosa llena de polvo de color rojo y que va desprendiendo bolas de fuego (meteoritos o fragmentos) allá por donde pasa; y lo comento porque muchos han intentado asociar a “Ajenjo” con Nibiru. Según el Apocalipsis, “Ajenjo” causaría miles de desequilibrios a la Tierra y antes de que la sonda “Siloe” fuese enviada al espacio, el SIV (Servicio de Inteligencia Vaticano) ya tenía informes en su poder que también hablaban del planeta Hercóbulus y de la civilización que él vivía. Con lo cual, ya fuese este supuesto planeta o Nibiru, no tendría que ver nada con “Ajenjo” puesto que sobre él, la vida sería prácticamente imposible… Lo único cierto de este tema es lo escrito en la Biblia. Llegará el día en que “Ajenjo” impacte contra nuestro planeta Tierra, siempre y cuando creamos en lo que el libro sagrado dice sobre este tema. Así está profetizado.
Desde luego un tema más que controvertido y lleno de oscuridad, oscuridad provocada por la larga mano del Vaticano a la hora de encubrir cualquier hecho que haga tambalear los clásicos pensamientos y teorías con los que la Humanidad ha vivido hasta este momento. Si estamos solos o no en el Universo, es cierto que pocas personas tienen las pruebas reales de ello pero es más que lógico pensar y concluir que no estamos solos en un Universo infinito lleno de sistemas planetarios donde quizá uno entre 100.000 alberguen vida inteligente.
Iván Castro Palacios
(Visto en Informe insólito)
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