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attac.esEl reino de la desigualdad
Carlos Martínez – Consejo Científico de ATTAC España
La profunda crisis de estado que vivimos, junto al deterioro de las libertades democráticas que sufrimos, es fruto no sólo del desgaste de la Transición ya superada y sus fallos, pues los aciertos ya han dado de sí, incrementada por la crisis capitalista de 2008 y sus consecuencias. Ésta da para mucho más que un simple artículo, pero enunciemos algunos problemas.
La Transición consiguió una cierta legitimidad social, sobre todo por los avances en sanidad, educación, becas, subsidios, pensiones… La construcción de un tardío estado del bienestar y un incremento salarial y de rentas. Con muchos problemas, pero negar variados avances que la clase trabajadora consiguió en gran parte gracias a sus luchas y votos sería injusto. El sistema necesitaba consolidarse.
Pero la crisis de 2008 deja al descubierto las graves carencias de la economía española, basada en sol y ladrillo y condenada por la Unión Europea alemana a ser sol y ladrillo, obligándonos ésta, a desmantelar la industria pesada metalúrgica y la minería y deslocalizando otros sectores como el textil, la madera… Un capitalismo exclusivamente rentista y especulador, excepto en ciertas comarcas del Estado Español, conforma la élite del sistema. Capitalistas rentistas que amasan fortunas con la construcción y con el Estado. Contratos y contratas públicas, privatizaciones, obra pública o la gran mina de las contratas municipales de basuras, aguas, servicios sociales y culturales… En fin, capitalistas ultra-liberales pero que viven de la teta pública y corrompen las administraciones para obtener grandes beneficios privados. La corrupción es intrínseca a la propia esencia de la economía española y de sus comunidades, todas. Esto además se ve nítidamente en las fórmulas utilizadas por el PP para superar la crisis.
La crisis es una oportunidad para el capitalismo rentista español y el inversor internacional. El PP desmonta todas las legitimidades sociales que había logrado la Transición, privatizando más todavía, recortando derechos sociales y sanitarios, disminuyendo la administración, haciendo desaparecer paulatinamente los servicios, y, sobre todo, rebajando sueldos y derechos laborales, fomentando el esclavismo laboral a través de las ETT y el precariado. El “si no estás de acuerdo ahí tienes la puerta” patronal. Todo ello amparado y protegido por la ley mordaza y la reforma laboral que son las dos patas de la recuperación de los beneficios capitalistas conseguidos por medio de un trabajo, sometido, humillado y derrotado. Pero sin embargo, no pueden conseguir tapar toda la miseria y ola de corrupción que envuelve a este sistema podrido del que no se salva la Corona.
Ahora cuando el gobierno Sánchez, que es fruto de la resistencia social contra el PP y sus “reformas” y leyes represivas, intenta alguna tímida medida de corrección o avance, se encuentra ante un entramado legal y una judicatura que impide cualquier avance o lo dificulta tanto que hace caer en el ridículo al Gobierno, el cual a su vez es preso por su apego a las leyes. Cuando las leyes que no sirven hay que cambiarlas, derogar todas las que no sean orgánicas y se puede hacer ya, porque los socialistas cuando llegaron a los parlamentos en el siglo XX, lo hicieron para cambiar las leyes burguesas y no para someterse a ellas. Sánchez debe hablar claro, más claro, haciéndolo él. Además la Corona, que ha bendecido todas las contrarreformas y represiones del PP, también está desgastada y además ha participado de la corrupción, pues ésta ha envuelto todo el sistema. Hay que hablar alto y claro, la corrupción es sistémica y su origen está en el capitalismo rentista y especulador, que sin corruptores no hay corrupción. Ese populismo que tanto daño ha hecho a la causa de la clase trabajadora ha desviado el punto de mira hacía la administración y los políticos y es cierto, pero ha dejado al margen a grandes familias franquistas muy ricas, a banqueras a especuladores privados, a capitalistas e inversores extranjeros, que son los que mandan. En la clave de bóveda, la corona.
La opción central es volver a la senda democrática y eso incluye recuperar la libertad sindical, recuperar los salarios y la dignidad en el trabajo, recuperar los derechos sociales, educativos, sanitarios, pensiones dignas, derogación de la ley mordaza y de la reforma laboral y ser tajantes con la corrupción, venga de donde venga, también del rey, su padre o el sumsum corda. El problema que tienen los defensores de los privilegios y corrupción sistémica, es que esta sociedad está cambiando y las cobardías de ahora se van a pagar caras muy pronto. El socialismo llegó para repartir y cambiar. Una corona es algo medieval o del antiguo régimen, si cambia deja de ser corona. Vivimos en el estado más desigual de Europa y corregir eso es urgente, y la dignidad de las personas, de la clase trabajadora, vale más que un imperio, incluso que un reino.
Politólogo y miembro de la plataforma socialista pro PSF y Socialismo y República
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