Cercado
por los fracasos en la política doméstica y las crisis internas de su
gobierno, reflejadas en una altísima rotación de los altos funcionarios,
con constantes contradicciones públicas entre Trump y su gabinete, el
presidente yanqui ha venido empleando una política exteriorde corte
espectacular, para ocultar sus debilidades. El caso más reciente ha sido
el de sus amenazas bélicas contra Irán, llevadas al extremo con el
envío de bombarderos cuya acción fue cancelada en el último momento, el
20 de junio.
En 2018, adaptándose a la línea de Israel y de los sectores más agresivos de la derecha estadounidense, el gobierno de Trump rompió el acuerdo nuclear que Obama había firmado con Irán. En dicho pacto, firmado en 2015, EEUU levantaba las sanciones económicas a cambio del compromiso del régimen teocrático de no superar cuotas acordadas de enriquecimiento de uranio para su programa nuclear. El restablecimiento de las sanciones por parte de Trump ha impactado a la economía iraní, que ya venía sufriendo el desgaste implicado por la ocupación militar de Siria al servicio de la dictadura fascista de Assad. En respuesta a las sanciones, Irán reinició el proceso de enriquecimiento de uranio y anunció que en julio superaría la cuota acordada en 2015.
La tensión aumentó con la realización de seis ataques a buques petroleros en las últimas seis semanas en el Estrecho de Ormuz, uno de los puntos estratégicos de mayor interés para el imperialismo. Con apenas 33 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, por allí transita alrededor de la quinta parte de las exportaciones mundiales de petróleo, unos 19 millones de barriles diarios procedentes de Arabia Saudita, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos e Irán, así como gas licuado de Qatar, su principal exportador mundial. Irán niega ser responsable de los ataques.
En ese marco, el 19 de junio fue derribado por Irán un dron yanqui no tripulado de espionaje. Todo indicaría que el aparato volaba sobre aguas territoriales iraníes. Los voceros imperialistas aseguran que la acción ocurrió sobre aguas internacionales. Trump ordenó un bombardeo en retaliación y poco después, con los bombarderos ya volando, canceló el ataque. La retaliación se limitó a un ataque cibernético contra el gobierno iraní.
Trump mostró en muy poco tiempo todas sus caras: primero dijo creer que el derribo del dron no había sido deliberado, luego ordenó y canceló el ataque, posteriormente declaró que interrumpió el ataque porque le pareció desproporcionado al ser informado de que costaría 150 muertes. Más recientemente ha ofrecido por twitter prosperidad y amistad a Irán si desiste de su programa nuclear. Un evidente ofrecimiento de renegociar un acuerdo. Los gobiernos imperialistas de la Unión Europea han criticado abiertamente la unilateralidad de la política yanqui hacia Irán, llamando a la negociación.
El bluffde Trump ha evidenciado grandes diferencias con su asesor de seguridad, Bolton, y el secretario de Estado, Pompeo, que nuevamente son reflejadas en filtraciones a la prensa. Según fuentes de su gobierno, Trump dice no ser partidario de una guerra con Irán y se queja ante su círculo más cercano de que sus funcionarios quieren manipularlo para que caiga en una aventura bélica. El magnate, de convicciones racistas e imperialistas, se guía por el lema “Americafirst” (Estados Unidos primero), argumentando que resulta muy costoso el rol de policía mundial. Entrando en un período pre electoral, una invasión no está entre sus planes. El recuerdo de Irak, el segundo Vietnam de EEUU, sigue disuadiendo al imperialismo de emprender nuevas guerras de agresión. Pero no abandona sus permanentes amenazas de agresión hacia los pueblos.
El régimen iraní, por su parte, saca el máximo provecho del justo repudio que en su país y a nivel mundial generan las amenazas de Trump. Desde hace cuatro décadas esa teocracia capitalista, antiobrera y antipopular esgrime la supuesta inminencia de una agresión militar yanqui para justificar la inexistencia de libertades democráticas y la represión contra la resistencia a sus políticas de ajuste. Los revolucionarios repudiamos las amenazas militares y las sanciones económicas de Trump contra Irán, al mismo tiempo nos solidarizamos con los trabajadores y el pueblo de Irán que padecen bajo las botas de la dictadura.
Se va delineando un patrón que evidencia la crisis de dominación política, económica y militar del imperialismo yanqui. Las amenazas de ataque nuclear a Norcorea fueron seguidas de conferencias amistosas entre Trump y KimJong Un. La opción de una agresión militar contra Venezuela se diluyó al fracasar el intento de golpe del 30 de abril en el que Trump y Guaidó contaban con la ruptura del alto mando militar chavista. Al igual que con Irán, en estos casos el gobierno de Trump ha usado el recurso de la amenaza militar para procurar resultados. Todo intento del imperialismo de obtener ventaja mediante el chantaje militar debe ser repudiado, no obstante está claro que hasta ahora Trump ladra pero no muerde.
Simón Rodríguez, integrante del Partido Socialismo y Libertad (PSL) de Venezuela, sección de la UIT-CI.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
En 2018, adaptándose a la línea de Israel y de los sectores más agresivos de la derecha estadounidense, el gobierno de Trump rompió el acuerdo nuclear que Obama había firmado con Irán. En dicho pacto, firmado en 2015, EEUU levantaba las sanciones económicas a cambio del compromiso del régimen teocrático de no superar cuotas acordadas de enriquecimiento de uranio para su programa nuclear. El restablecimiento de las sanciones por parte de Trump ha impactado a la economía iraní, que ya venía sufriendo el desgaste implicado por la ocupación militar de Siria al servicio de la dictadura fascista de Assad. En respuesta a las sanciones, Irán reinició el proceso de enriquecimiento de uranio y anunció que en julio superaría la cuota acordada en 2015.
La tensión aumentó con la realización de seis ataques a buques petroleros en las últimas seis semanas en el Estrecho de Ormuz, uno de los puntos estratégicos de mayor interés para el imperialismo. Con apenas 33 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, por allí transita alrededor de la quinta parte de las exportaciones mundiales de petróleo, unos 19 millones de barriles diarios procedentes de Arabia Saudita, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos e Irán, así como gas licuado de Qatar, su principal exportador mundial. Irán niega ser responsable de los ataques.
En ese marco, el 19 de junio fue derribado por Irán un dron yanqui no tripulado de espionaje. Todo indicaría que el aparato volaba sobre aguas territoriales iraníes. Los voceros imperialistas aseguran que la acción ocurrió sobre aguas internacionales. Trump ordenó un bombardeo en retaliación y poco después, con los bombarderos ya volando, canceló el ataque. La retaliación se limitó a un ataque cibernético contra el gobierno iraní.
Trump mostró en muy poco tiempo todas sus caras: primero dijo creer que el derribo del dron no había sido deliberado, luego ordenó y canceló el ataque, posteriormente declaró que interrumpió el ataque porque le pareció desproporcionado al ser informado de que costaría 150 muertes. Más recientemente ha ofrecido por twitter prosperidad y amistad a Irán si desiste de su programa nuclear. Un evidente ofrecimiento de renegociar un acuerdo. Los gobiernos imperialistas de la Unión Europea han criticado abiertamente la unilateralidad de la política yanqui hacia Irán, llamando a la negociación.
El bluffde Trump ha evidenciado grandes diferencias con su asesor de seguridad, Bolton, y el secretario de Estado, Pompeo, que nuevamente son reflejadas en filtraciones a la prensa. Según fuentes de su gobierno, Trump dice no ser partidario de una guerra con Irán y se queja ante su círculo más cercano de que sus funcionarios quieren manipularlo para que caiga en una aventura bélica. El magnate, de convicciones racistas e imperialistas, se guía por el lema “Americafirst” (Estados Unidos primero), argumentando que resulta muy costoso el rol de policía mundial. Entrando en un período pre electoral, una invasión no está entre sus planes. El recuerdo de Irak, el segundo Vietnam de EEUU, sigue disuadiendo al imperialismo de emprender nuevas guerras de agresión. Pero no abandona sus permanentes amenazas de agresión hacia los pueblos.
El régimen iraní, por su parte, saca el máximo provecho del justo repudio que en su país y a nivel mundial generan las amenazas de Trump. Desde hace cuatro décadas esa teocracia capitalista, antiobrera y antipopular esgrime la supuesta inminencia de una agresión militar yanqui para justificar la inexistencia de libertades democráticas y la represión contra la resistencia a sus políticas de ajuste. Los revolucionarios repudiamos las amenazas militares y las sanciones económicas de Trump contra Irán, al mismo tiempo nos solidarizamos con los trabajadores y el pueblo de Irán que padecen bajo las botas de la dictadura.
Se va delineando un patrón que evidencia la crisis de dominación política, económica y militar del imperialismo yanqui. Las amenazas de ataque nuclear a Norcorea fueron seguidas de conferencias amistosas entre Trump y KimJong Un. La opción de una agresión militar contra Venezuela se diluyó al fracasar el intento de golpe del 30 de abril en el que Trump y Guaidó contaban con la ruptura del alto mando militar chavista. Al igual que con Irán, en estos casos el gobierno de Trump ha usado el recurso de la amenaza militar para procurar resultados. Todo intento del imperialismo de obtener ventaja mediante el chantaje militar debe ser repudiado, no obstante está claro que hasta ahora Trump ladra pero no muerde.
Simón Rodríguez, integrante del Partido Socialismo y Libertad (PSL) de Venezuela, sección de la UIT-CI.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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