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Los funcionarios de la Administración de Trump reconocen que
el asesinato del teniente general iraní Qasem Soleimani no logró el
objetivo estratégico de EE.UU.
En un informe publicado el sábado por The New York Times se revela que algunos funcionarios de la Administración estadounidense ahora reconocen que el ataque que acabó con la vida del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani y varios de sus compañeros, en la madrugada del 3 de enero en Bagdad, la capital iraquí, no logró el objetivo estratégico que el presidente Donald Trump esperaba.
“Algunos funcionarios estadounidenses ahora admiten que el asesinato del general Soleimani no ha llevado, como algunos esperaban, a un cambio de actitud por parte de Irán”, en su apoyo a los grupos del Eje de la Resistencia que se oponen a la presencia militar de EE.UU. en la región de Asia Occidental, entre otras demandas, apunta el medio.
El texto recoge que la Casa Blanca continuará librando su campaña de “máxima presión” económica y diplomática contra Irán, a pesar de que debe centrarse en cómo contener la propagación del nuevo coronavirus, denominado COVID-19, en suelo estadounidense.
El 3 de enero, EE.UU. asesinó a Soleimani, junto al subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y a otros militares, en un bombardeo cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad. El Departamento de Defensa de Estados Unidos (el Pentágono) aseguró en aquel entonces que el atentado fue ejecutado por orden directa de Trump.
El Gobierno y el pueblo iraquíes, ante esta flagrante violación de su soberanía e integridad por Washington, empezaron a exigir la retirada inmediata de las tropas estadounidenses desplegadas en el país árabe, desde la invasión de 2003, cuando intervinieron militarmente so pretexto de derrocar al extinto dictador Sadam Husein.
En represalia, el CGRI respondió al asesinato de Soleimani lanzando la madrugada del 8 de enero misiles tierra-tierra de corto alcance contra la base estadounidense de Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental de Al-Anbar. Un ataque preciso que dejó al mundo boquiabierto, pues el Ejército norteamericano, a pesar de mantenerse en máxima alerta, no logró interceptarlo.
EEUU admite: asesinato de Soleimani fue un fracaso estratégico
En un informe publicado el sábado por The New York Times se revela que algunos funcionarios de la Administración estadounidense ahora reconocen que el ataque que acabó con la vida del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani y varios de sus compañeros, en la madrugada del 3 de enero en Bagdad, la capital iraquí, no logró el objetivo estratégico que el presidente Donald Trump esperaba.
“Algunos funcionarios estadounidenses ahora admiten que el asesinato del general Soleimani no ha llevado, como algunos esperaban, a un cambio de actitud por parte de Irán”, en su apoyo a los grupos del Eje de la Resistencia que se oponen a la presencia militar de EE.UU. en la región de Asia Occidental, entre otras demandas, apunta el medio.
El texto recoge que la Casa Blanca continuará librando su campaña de “máxima presión” económica y diplomática contra Irán, a pesar de que debe centrarse en cómo contener la propagación del nuevo coronavirus, denominado COVID-19, en suelo estadounidense.
El 3 de enero, EE.UU. asesinó a Soleimani, junto al subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y a otros militares, en un bombardeo cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad. El Departamento de Defensa de Estados Unidos (el Pentágono) aseguró en aquel entonces que el atentado fue ejecutado por orden directa de Trump.
El Gobierno y el pueblo iraquíes, ante esta flagrante violación de su soberanía e integridad por Washington, empezaron a exigir la retirada inmediata de las tropas estadounidenses desplegadas en el país árabe, desde la invasión de 2003, cuando intervinieron militarmente so pretexto de derrocar al extinto dictador Sadam Husein.
En represalia, el CGRI respondió al asesinato de Soleimani lanzando la madrugada del 8 de enero misiles tierra-tierra de corto alcance contra la base estadounidense de Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental de Al-Anbar. Un ataque preciso que dejó al mundo boquiabierto, pues el Ejército norteamericano, a pesar de mantenerse en máxima alerta, no logró interceptarlo.
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