sábado, 10 de noviembre de 2012

México, S. A.

México SA
La reforma laboral va
PAN: solidez ideológica

Gamboa: lapsus brutus
Carlos Fernández-Vega
 
Puede estar tranquila la patronal, que su gobierno otra vez les cumplió. El retraso en la aprobación de la contrarreforma laboral apenas fue un lapsus brutus de Emilio Gamboa Patrón. Entonces, ya pueden presumir que los representantes populares les dieron lo ofrecido, y para coronar el numerito sólo falta que el todavía inquilino de Los Pinos promulgue las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo para que su sucesor en la residencia oficial se convierta en el presidente del empleo, segunda parte.
Lo mejor del show fue la demostración pública que el Partido Acción Nacional hizo de su solidez ideológica y programática; el PAN en la Cámara de Diputados secundó al bloque PRI-PVEM-Panal para volver a incluir en la reforma a la Ley Federal del Trabajo la elección a mano alzada de los dirigentes sindicales y suprimir el derecho de los trabajadores a decidir qué sindicato los representaría para la firma de un contrato colectivo; es decir, avaló lo que tanto rechazó en el discurso. Aun cuando manejó el discurso de que mantuvo el bloque con la izquierda hasta el final, Acción Nacional aceptó modificar el artículo 371 para que el mecanismo de elección de líderes por el voto libre, directo y secreto no fuera el único, y en una cerrada votación para dejar fuera los artículos 388 y 390, relacionados con la atribución de los trabajadores para elegir sindicato, se evidenció el doble juego panista (La Jornada, Roberto Garduño y Enrique Méndez).
El aparente pataleo panista en el Senado por las modificaciones que a la iniciativa original le practicaron en San Lázaro y las airadas reclamaciones que sobre el particular realizaron los legisladores blanquiazules fueron más de lo mismo, porque “aun cuando manejó el discurso de que mantuvo el bloque con la izquierda hasta el final, Acción Nacional aceptó modificar el artículo 371 para que el mecanismo de elección de líderes por el voto libre, directo y secreto no fuera el único, y en una cerrada votación para dejar fuera los artículos 388 y 390, relacionados con la atribución de los trabajadores para elegir sindicato, se evidenció el doble juego panista.
En la votación de estos dos artículos, PRI, PVEM y Panal votaron por desecharlos, pero para ello contaron con el voto de ocho panistas, entre ellos empresarios como el ex dirigente del Consejo Coordinador Empresarial y presidente de la Comisión de Economía, Mario Sánchez Ruiz; del líder transportista y presidente de la Comisión de Transportes, Juan Carlos Muñoz Márquez; del textilero José González Serna; del dueño de maquiladoras en Ciudad Juárez Carlos Angulo Parra, y del vicepresidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana en Veracruz, Humberto Alonso Moreli. Con esos ocho sufragios prestados, el PAN garantizaba la eliminación de los citados artículos, ya que PRI, PVEM y Panal sumaron 250, pues el ex secretario de comunicación de la dirigencia del Partido Verde, Enrique Aubry, no asistió a la sesión. Su ausencia forzaba un empate en esta decisión con el Frente Legislativo Progresista que, sin embargo, habría perdido aun con todos los votos de Acción Nacional, debido a que tampoco estaban cuatro legisladores del Movimiento Ciudadano: Beatriz Córdova Bernal, Juan Luis Martínez, José Martínez Soto y Aída Fabiola Valencia Ramírez. De esta manera, el pleno desechó ambos artículos con 258 votos en favor y 237 en contra (ídem).
También esas cuatro bancadas autorizaron que el Senado pueda publicar la reforma laboral, si en la revisión de la minuta hay nuevos cambios en los artículos 371 y 373; este último obligaba a los sindicatos a entregar información sobre el manejo de las cuotas. Cuando los integrantes del Frente Legislativo Progresista (sólo a ellos se les ocurre hacer una alianza con los blanquiazules) le reclamaron a los panistas haber roto el compromiso de avalar juntos el cambio que hicieron los senadores para obligar a elecciones libres, directas y secretas en los sindicatos, la respuesta del PAN fue de altísimo nivel: dicen en mi pueblo (que) no te pelees con un cerdo, porque al final ambos quedarán enlodados, con la diferencia que a él le va a encantar y a ti no, respondió el diputado Rubén Camarillo, aunque no definió quién resultó ser el encantado.
A Felipe Calderón le restan 20 días en Los Pinos, y ese es el plazo máximo que tiene para promulgar la contra reforma laboral, si es que quiere llevarse el galardón por la nueva ley, aunque en los hechos sólo pondría una marca más en su de por sí amplio inventario de decisiones nefastas en contra de la mayoría de los mexicanos. De cualquier suerte el que podrá cobrar facturas a la patronal por el favorcito será el presidente copetón, a quien el hasta ahora residente de la ex hacienda de La Hormiga le hereda un espeluznante panorama laboral.
Como mencionamos el pasado miércoles en este espacio, tal herencia es igual a un déficit superior a 4 millones de empleos formales sólo en lo que a Calderón directamente corresponde (es decir, sin considerar el rezago histórico en este renglón), lo que quiere decir que 66 por ciento de los mexicanos que, en edad y condición productiva, intentaron incorporarse al mercado laboral formal a lo largo del sexenio calderonista no tuvieron cupo, por la sencilla razón de que las plazas no fueron creadas. Las propias cifras oficiales revelan que con él en Los Pinos sólo uno de cada tres mexicanos que se incorporaron a la población económicamente activa logró emplearse en el sector formal de la economía, sin considerar la creciente precariedad en las condiciones laborales. El resto, a la informalidad, la desocupación abierta, la emigración o el crimen organizado.
Y como parte de esa herencia calderonista, Peña Nieto tendrá que hacer frente a un inventario espeluznante en el que se cuenta la incorporación de 15 millones de mexicanos al ejército de pobres; más de 31 millones de mexicanos sin seguridad social (ni para su familia); 15 millones de trabajadores sin contrato legal que los vincule con sus patrones; 14.2 millones que sobreviven en la informalidad y carecen de prestaciones; 11 millones que laboran en micronegocios sin establecimiento; 6.7 millones que cuando mucho obtienen un salario mínimo; 3.1 millones que no reciben remuneración; 11.3 millones de trabajadores que tienen un ingreso de entre uno y dos salarios mínimos, algo insuficiente para mantener a una familia fuera de la pobreza y más de 2.5 millones de desempleados, entre tantas otras gracias.
Las rebanadas del pastel
Para redondear, el Inegi informó ayer que de septiembre de 2011 a igual mes de 2012, alrededor de 783 mil mexicanos adicionales pasaron a engrosar las filas del ejército de la informalidad.

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