México: nuevas cadenas de TV digital, desangelada competencia
Después de 31 años, en México se hizo la
licitación de dos nuevas cadenas nacionales de televisión digital.
Demanda añeja de diversos sectores de la sociedad, finalmente pudo
concretarse por mandato constitucional. La reforma de 2013 en materia de
telecomunicaciones y radiodifusión determinó en uno de los artículos
transitorios que una vez conformado el Instituto Federal de
Telecomunicaciones (IFT), órgano regulador con autonomía constitucional
debía de iniciar el proceso de licitación de al menos esas dos cadenas
con tiempos específicos.
El IFT, a lo largo del proceso, ha
cumplido en tiempo y de forma transparente ese mandato, sin embargo,
desde las bases de la licitación hubo una omisión que muchos
consideramos una falencia importante para que esas nuevas cadenas
pudieran aportar diversidad y pluralismo, frente al uniforme contenido
que transmite el duopolio de la televisión comercial de Televisa y TV
Azteca, que hasta el momento acaparan el 96% de la audiencia nacional.
Me refiero a que en las bases, si bien
pedían entre los requisitos la propuesta programática de los
concursantes, a la hora de la calificación de las ofertas sólo se
tomarían en cuenta los rubros de cobertura geográfica y, en menor
medida, la oferta económica, que tuvo como precio base cerca de 6 mil
millones de dólares.
Algunas medidas positivas que hubiera
podido implementar el órgano regulador era dar mayor puntuación a la
inclusión de producción independiente, o a la introducción de programas
infantiles, entre otras, pero no sucedió así.
Los actores en juego
Las bases de licitación fueron emitidas
en marzo de 2013, antes de que se aprobara la Ley Federal de
Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR), por los tiempos del mandato
constitucional, desde entonces las expectativas eran amplias, porque los
que resultaran ganadores podrían hacer uso de la infraestructura de
Televisa, una de las medidas que le impuso el IFT al ser considerado
agente económico preponderante en radiodifusión en 2013 , como también
porque se esperaba que la LFTR impusiera medidas efectivas para
desconcentrar el mercado de la televisión abierta, pero varios hechos
fueron desinflando tales expectativas, por lo que de ocho jugadores que
entraron inicialmente al proceso de licitación, al final sólo quedaron
dos.
El primero de esos hechos es que la
LFTR, propuesta por el presidente Peña Nieto aprobada por el Congreso,
estableció medidas efectivas de límites a la concentración y de
regulación asimétrica en telecomunicaciones, pero no así en
radiodifusión, televisión restringida y propiedad cruzada de medios, con
lo cual el control de esos mercados puede seguir en manos de Televisa.
El segundo es que la política de
implementación para el apagón analógico quedó en manos del Ejecutivo a
través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que ha
mantenido un proceso opaco, sin información suficiente, con varios
incumplimientos en el calendario de entregas de televisores digitales a
la población de menores recursos (medida ya de suyo muy cuestionada, al
implicar un dispendio de recursos públicos comparado con la entrega de
decodificadores como se hizo en el plan piloto de 2012), lo que hace
prever a muchos que está en riesgo el apagón analógico en todo el país
al 31 de diciembre de 2015, tal como establece la Constitución. Ante ese
riesgo, las nuevas televisoras estarían en una gran desventaja, puesto
que si no existe al menos un 90% de penetración de equipos para ver la
tv digital, su potencial de audiencia se diluye.
El tercero es que, sin comprobarse, se
aduce que por lo menos 3 competidores tenían una gran cercanía con el
presidente de la República, al destaparse los hechos de corrupción y de
conflictos de interés por el llamado caso de la Casa Blanca, por lo que
se desincentivó a cuatro actores (Grupo México, Grupo IAMSA, Grupo MAC
Multimedia y Grupo Lauman) para que se bajaran del proceso de
licitación.
El pasado 20 de noviembre, el IFT
publicó los resultados de la primera etapa de la licitación que dio como
finalistas a Cadena Tres I S. A. de C. V., Grupo Radio Centro, S. A. B.
de C. V. y el Centro de Información Nacional de Estudios Tepeyac, S.A.
de C.V., ésta última, notificó en enero al IFT la decisión de no
continuar en el proceso, su dueño, Mario Vázquez Raña, falleció a
principios de febrero en la Ciudad de México.
Los ganadores
Aun cuando los dos competidores finales
hicieron ofertas económicas dispares (Radio Centro ofreció 3,058
millones de pesos y Cadena Tres 1,808 millones de pesos), la
determinación del Pleno del IFT fue otorgar una cada cadena a cada
empresa, que constan en lo individual de 123 frecuencias para una
cobertura geográfica del 94% nacional juntas. Los perfiles de los
empresarios de entrada no auguran que vayan a implementar acciones
audaces para nuevos contenidos.
Olegario Vázquez Aldir, dueño de Cadena
Tres, del Grupo Imagen, opera desde hace varios años el canal 28 con
cobertura metropolitana en el valle de México, un canal de TV de paga y
el periódico Excélsior, sus noticieros no son diferentes a lo
que ya existe en la televisión abierta y de paga, su única novedad
programática ha sido contratar algunas telenovelas del grupo
independiente Argos; es considerado uno de los empresarios más
influyentes del país y es dueño de 27 Hospitales y varias cadenas de
hoteles. En el caso de Francisco Aguirre, dueño del Grupo Radio Centro,
cuenta con más de 70 estaciones de radios en el país y en Estados
Unidos, y aunque en los años 70 operaba el canal 13 de televisión, que
en su momento el Estado le quitó, su línea editorial no se caracteriza
por su independencia frente a las líneas oficiales de información, lo
mismo que el primero.
Ambos jugadores podrán acceder al
multiplexeo y tienen al menos tres años para alcanzar al menos el 30% de
cobertura, y aunque se dicen listos para comenzar sus transmisiones el
próximo año, los datos más alentadores que da el IFT es que apenas en
cinco años podrían tener el 8% del mercado, el cual es dominado por el
actual duopolio televisivo que controla el 99% de la publicidad
comercial en este segmento con 3,500 millones de dólares en publicidad y
500 millones más en contenidos.
La inversión que tendrán que hacer para
la producción de contenidos se calcula en millones de dólares, ante una
audiencia que por más de 60 años esta moldeada a la programación de
Televisa, y en una plataforma que está muy presionada por el crecimiento
de medios y consumos digitales, especialmente de la población joven.
Sería deseable que ambas cadenas puedan ser una verdadera opción de
pluralismo y opciones de contenido, pero con los datos actuales no
parece haber elementos concretos para que así suceda, habremos de ver
las alianzas y estrategias que sigan en los próximos años, para ver si
en realidad esta medida logre romper con el cuasi monopolio de la
opinión que actualmente tienen las dos principales televisoras, las más
grandes productoras y distribuidoras de contenidos en habla hispana.
* Aleida Calleja es Coordinadora de Advocacy de OBSERVACOM
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