jueves, 13 de agosto de 2015

La democracia en los sistemas económicos


La democracia en los sistemas económicos

A continuación se presenta una breve reflexión sobre la democracia en los sistemas económicos, haciendo entrever las dinámicas y reconfiguraciones estructurales en la historia.
 
Todo sistema humano de gobierno trata de establecer su propio regimiento con base a sus necesidades y al desarrollo económico, social y cultural de la comunidad. La inherencia del hombre como ser social induce a la formación de grupos que determinan sus propias normas o pautas, sus instituciones, sus ideologías. Los esparcimientos territoriales y sus formas de producción conforman grupos más extensos, donde los principios y valores son confrontados históricamente, adaptándose a las circunstancias sociales. El sistema de propiedad es por lo regular el motor viviente y movilizante de toda política, en él giran las relaciones sociales y la especialización del trabajo que son entes evolutivos.

En las primeras formaciones sociales primitivas, el tipo de filosofía y modo productivo sostenía un gobierno salvaje, donde el empleo de la fuerza sustentaba el principio fundamental “del más fuerte”, aunque la sutileza e inteligencia del cerebro humano reforzó en demasía el progreso de la política y la economía con respecto a sus formas de organización económica y política.

La complejidad histórico-social de todo tipo de régimen reside en las adecuaciones de los sistemas económicos. De acuerdo al estudio histórico de las civilizaciones antiguas se encuentra que, la misma acumulación del capital trae consigo la formación de las clases sociales, afectando a toda una sociedad en su conjunto. Los sistemas políticos en diferentes etapas, por lo regular se sostienen en función de la participación social de ciertos sectores.

El poder político nace de acuerdo a la necesidad de representación de un grupo para establecer acuerdos con los mismos o con otros grupos sociales externos. Así, la Democracia surge como producto de la segregación de clases y la evolución propia de las adecuaciones sistémicas de la organización económica y política de la sociedad, siendo Grecia una de las naciones que ejecutaron con éxito dicha forma de organización.

Aristóteles fue uno de los pioneros pensadores de las adaptaciones y tipos de gobierno, analizando con su ya conocida lógica y su método materialista las tendencias del gobierno en un marco de la filosofía griega llegando a tres conclusiones de la clasificación del gobierno en relación con el número de los protagonistas electores participativos y en quien recae el poder: El gobierno monárquico (tiranía-una persona), el Aristócrata (oligarquía-en unos cuantos) y el de politia (democracia- el pueblo), este último mencionado en el anterior párrafo.

Algunas características fundamentales de estos tipos de gobierno son: el poder, la elección, la institucionalidad, y la constitucionalidad.

El poder se debe a la estipulación del mandato de una o varias personas representantes de un grupo social y facultado de autoridad. La elección recae en la participación de este grupo por medio de un sufragio en el caso de las democracias y oligarquías ó en el caso de la monarquía el poder está en función de la herencia; la institucionalidad está en constante armonía con los tipos de legislación en función de las necesidades culturales, sociales y políticas propias del sistema productivo y se utiliza como un aparato extensivo de representación-mediación ó representación-dominación; y, la constitucionalidad es el marco jurídico-político del regimiento que aplica, sanciona y guía las acciones del gobierno respecto a sus gobernados, adquiriendo cada vez más funciones y se sujeta al estándar histórico de su nacimiento.

En el caso de la Democracia, Del Águila (1998) hace una referencia muy importante con respecto a la formación del término, explicando su origen en las reformas de Solón en el siglo VI A.C, al terminar con el monopolio de la aristocracia, haciendo una clasificación de ciudadanos que los incluya en decisiones o elecciones de sus representantes.

Estas reformas fueron continuadas ochenta años después por Clístenes, el cual también otorgó una nueva fisonomía a la estructura social, esta división la hizo mediante la determinación de tribus, las cuales las disgregaba en demoi, así los ciudadanos tenían más pertenencia a sus grupos. El sistema de elección de los demoi eran muy parecidos a los de los alcaldes y la democracia comenzaba a surgir, derivado de la idea de la isonomia (igualdad de derechos políticos ante la ley). El demoi era un espacio de elección y de discusión de asuntos públicos, en donde no había distinción económica, filosófica o política (Del Águila, 1998).

Cabe destacar que los procesos de elección de puestos públicos sobre todo los de la Asamblea, se hacían en forma de sorteo, pero cuyos candidatos pasaban por un proceso de revisión exhaustiva sobre sus credenciales, y no había un límite específico de candidatos, generando de esta forma una competencia igualitaria y sin distinción, aludiendo a la “suerte” como un mandato divino. Sin embargo, para la ocupación de puestos públicos de mayor importancia si recurrían al sistema de votación, en donde solo los ciudadanos podían ejercer el sufragio de sus gobernantes que por lo regular y en teoría eran sabios. (Del Águila, 1998; Fernández Christlieb, 2006; Manin, 2008)

En este modo de producción esclavista, la conceptualización de la democracia era en sí un eufemismo de Aristocracia, en Grecia regían los grupos minoritarios de mayor clase y distinción. Democracia se refiere al poder del pueblo, pero ¿A cuál pueblo? De esta forma se va entreviendo como este sistema político no es más que una forma de organización electoral y que como forma de gobierno va teniendo mayor éxito en grupos pequeños.

Una contradicción misma de la implementación de la democracia en un sistema esclavista era la distinción del “ser ciudadano”, puesto que no toda la población tenía el derecho de ser nombrado de esta forma, por ejemplo, los esclavos eran objetos enajenantes y de explotación laboral que sostenían la base económica-productiva de Grecia, haciendo de esta forma de gobierno, excluyente y sobre todo enfocada a “un pueblo” no a la población en su conjunto ni dándole un reconocimiento universal, tal como pasó después de la revolución francesa.

En la época medieval, donde la agricultura preponderaba gran parte de la industria, los sistemas políticos de poder y de autoridad, existían ciertos tipos de plebiscito para la elección de los representantes comunales (parecidos a los demoi), como es en el caso del tipo de gobierno regido en las culturas del sudeste asiático (Barnes, 1955); en el apogeo prehispánico, especialmente en la era clásica de los mixtecos, zapotecas y mayas, la organización socio-política recaía en el linaje y una política e ideología influenciada totalmente por la religión y la milicia, aspectos que predominaron inclusivamente en los mismos aztecas.

Ambos casos, son consecuencia de los mismos cambios moldeados de los sistemas estructurales en las diferentes culturas. Lo anterior denota como en tiempos similares habían diferentes formas de gobierno, lo que indica que éstos son un total reflejo de la adecuación histórica de las estructuras socioeconómicas de las naciones y de sus capacidades de elección, recuérdese que la tipología política de los aztecas por ejemplo, era similar a la romana, con excepción de no ser República, pero predominaba un pre capitalismo que se resumía en esclavismo.

En la Europa occidental, los conflictos provocados por desacuerdos de los integrantes en el poder, ocasionaban cismas de magnitudes estratosféricas, como la famosa guerra de los cien años entre los galos y los sajones. La filosofía dominante en la Europa, en el mundo era precisamente el escolasticismo que aunado a las tendencias aristotélicas y los paradigmas religiosos de las civilizaciones antiguas como Egipto y Mesopotamia, rehacían un tipo de derecho ambiguo: el derecho canónico, antítesis de juristas y filósofos como Séneca, Cicerón, Plinio, entre otros, lo que realzaba mayormente la idea del derecho divino y la herencia en el caso de las monarquías.

La Monarquía junto con el poder del episcopado católico hizo del sistema de gobierno medieval un malogro del desarrollo social. El feudalismo atisba a una institucionalidad egoísta y al servicio del rey, del papa y del señor feudal. Observamos que conforme se moldea un sistema, el patrón legislativo, institucional, infraestructural se convierte en el tipo de vida humano y se instaura en las mismas reproducciones sociales de la población en su conjunto y de los ciudadanos.

Manteniendo ésta lógica, la democracia tiene todos estos aspectos, lo único que la hace diferente de los demás tipos de gobierno es la magnitud de su aplicación, participación, contribución y el resquicio a la dialéctica de los sistemas de propiedad con el reconocimiento de derechos, viéndose estos como facultades.

En los siglos del XII al XVI una serie de acontecimientos políticos y culturales provocaron las vibraciones sistémicas que apoyaron a la adecuación de un sistema con procesos más acelerados debido a su rasgo meramente comercial; el renacimiento en el siglo XIV, las ciudades-estado de Italia cómo Florencia y Venecia, las aportaciones de la ciencia del Francis Bacón y René Descartes, de una u otra manera despiertan las diversas mentalidades en el mundo con acceso a la información de los acontecimientos actualizados en esa época.

La etapa del mercantilismo, la política y la filosofía consistía en la absorción desmedida de los metales preciosos, unificando a los reinos, surgiendo los Estados Nacionales cuyas características principales son: el nacionalismo, el comercio exterior y la política monetaria, estas vertientes conducen a la nueva forma de un sistema estructural abierto y liberalizado, desencadenando de acuerdo a la adecuación histórica materialista, la clase social burguesa.

No fue sino a principios de los siglos XVIII y XIX que la tendencia del gobierno recaía en una democracia ilustrada; las manifestaciones políticas, sociales y productivas de la era moderna rompen el hielo impositivo de la monarquía, como son: la revolución industrial, la independencia de los EUA, la revolución francesa y las demás eclosiones independentistas de algunos lugares de América y Asia. Es así, como la teoría política expuesta por ideólogos de la ilustración, manifiesta el reconocimiento de los derechos humanos, el sufragio universal y el principio de igualdad ante la ley; pero es importante señalar que la clase en el poder, estaba muy lejos de acoplarse a un sistema democrático vigilante de los intereses y necesidades reales del pueblo en común.

La democracia en esta época, fue un arma de doble filo: por una parte se abría el grupo cerrado para la elección de nuevos funcionarios y por el otro, se daba la ascensión al poder de estos cargos desde la clase burguesa, estipulando un matiz si bien de mayores libertades políticas, también mostrando el umbral de una oligarquía disfrazada desde el poder económico.

Pensadores políticos como Diderot, Montesquiu, Voltaire, Rousseau, etc., presentan un estudio de las ventajas de la libertad, entre ellas el sufragio universal y secreto y la formación constitucional o un Estado de Derecho moderno. El liberalismo es acatado como filosofía, política y economía moderna, teniendo así una democracia en un nuevo sistema de propiedad: la capitalista. Los nuevos rubros estructurales residían en sociedad y contrato, Estado y política.

El surgimiento de grupos parlamentarios en representación de la mayoría del pueblo, son ejemplos claros de las nuevas instituciones que descentralizaban y limitaban el poder político, tal como lo menciona Max Weber (op cit. Gerth y Wrigth Mills, 1947). También cumplía el objetivo del derecho negativo, el cual consistía en la protección de los derechos universales del hombre por parte del Estado democrático. Sin embargo, lo anterior no era garante de inclusión social de los ciudadanos en la acción política, sino solo representaba una idea liberal que denotaba el triunfo de la burguesía y del capitalismo, pero bajo el discurso de libertad e igualdad, con la finalidad de otorgar la oportunidad a los ciudadanos de sentirse griegos nuevamente.

Si bien el liberalismo ilustrado es en gran medida una herramienta necesaria para debilitar la fuerza autoritaria y por lo tanto la calma determinante y dominante del pueblo, la realidad es que la democracia liberal, solo ha venido a cumplir un punto del cambio cuantitativo y cualitativo hacia un nuevo régimen político, un modelo de crecimiento industrial y a otra determinación de la propiedad social, es decir, ha retomado lo viejo en un escenario moderno, el capitalismo.

Jean-Marie Guehenno irrumpe todas las expectativas burguesas de la democracia, hace referencia a la reconfiguración del sistema política y plantea la interrogante precisa para el porvenir:


Vamos a darnos cuenta de que, herederos de la era de la ilustración, somos herederos amnésicos: las leyes se han convertido en recetas, el derecho en un método, y los estados-naciones en espacios jurídicos. ¿Es suficiente para asegurar el futuro de la idea de la democracia? (op cit. Noda, 2007: 5)
Todo el exceso de poder de los “gobernantes” y el empeño de los capitalistas por el crecimiento económico a costa del trabajo enajenado y de la moderna explotación del hombre por el hombre, forjan rumbos de conflictos y contradicciones como las revoluciones armadas a mediados y finales del siglo XIX, ya sea por choques de intereses de las misma clase en el poder o reacciones populares, influyendo en los diferentes cambios y movilidad de la estructura social y política, formando parte de las reconfiguraciones que se dan en el sistema capitalista en donde ya iba surgiendo la idea de “democracia y mercado”.

En el siglo XX, la democracia es adoptada como un patrón o paradigma de vida en varias naciones y culturas del mundo, formando concepciones complejas de asociación e institucionalidad. Las guerras mundiales y otros movimientos político-militares son efectos del capitalismo contemporáneo, cuya fase imperialista está propensa a la reacción inmediata de infinidades de grupos sociales contrarios.

Hasta el momento se han planteado dos cosas: toda organización política como en el caso de la democracia se define también por el tipo de modo de producción histórico, lo que permite un análisis estructural de la misma (política, cultura, economía, sociedad, historia); por otra parte se ha hecho mención que la democracia a través del tiempo ha sido retomada en Grecia, aunque (Del Águila, 1998) menciona que existían rasgos de ella en las civilizaciones de Egipto y Fenicia, se ha irrumpido por la monarquía sobre todo en la edad media, pero que se han notado vestigios de ellas en sociedades comunales asiáticas por ejemplo, y por último se ha retomado como forma de gobierno en los albores del capitalismo y la edad moderna, donde se ha instaurado en prácticamente en todos los Estados nacionales y culturas del mundo, auspiciada en su forma representativa y liberal bajo el paradigma capitalista.

Derivado de lo anterior, se plantea lo siguiente ¿Por qué la democracia siendo un discurso antiguo, surge como una respuesta nueva e inmediata a la monarquía? Obsérvese que la democracia se ha dado mayormente en los sistemas esclavistas y capitalistas, en donde la explotación del hombre por el hombre se ha dado de forma exacerbada. Tal pareciera que este juego de implementación de formas de gobierno es producto de la resistencia entre monarquías y oligarquías y de monarquías-oligarquías y población.

Ante el incremento del fenómeno de la globalización en la mayor parte del mundo, es posible que las concepciones y percepciones del sistema democrático esbocen paradigmas más completos y complejos, ahora en una época de posmodernidad y neoliberalismo, contagiando a los diferentes órdenes y divisiones de gobierno.

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