La agroecología en América Latina contra el poder de Monsanto
La agroecología plantea
propuestas de manejo agrario y desarrollo rural basadas en
la sostenibilidad social y ecológica, contrarias al
agronegocio defendido por grandes transnacionales del capital en
detrimento de la salud humana y la Madre Tierra.
Participantes
en un seminario regional realizado en Brasilia en junio pasado
coincidieron en que la agroecología debe convertirse en una parte
importante de las estrategias de erradicación del hambre en los países
de América Latina y el Caribe.
El evento destacó
entonces que la agroecología permite el desarrollo sostenible de la
agricultura, el avance hacia sistemas alimentarios inclusivos y
eficientes, y promueve el círculo virtuoso entre la producción de
alimentos saludables y la protección de los recursos naturales.
A partir de este
29 de octubre, el gigante suramericano vuelve a ser escenario de un
encuentro relacionado con ese tema, en este caso la IV Jornada de
Agroecología de Bahía, que hasta el 1 de noviembre se constituye como un
espacio para el diálogo, la formación, la coordinación y el intercambio
de experiencias entre sus participantes, según expresa la web del
evento.
La cita, que se
realiza anualmente desde 2012 y en esta ocasión tiene por tema central
Tierra, territorio y poder, busca fortalecer la creación de propuestas y
políticas, y la expansión del conocimiento sobre la agroecología,
semillas nativas, territorialidad para la vida, memoria e identidad,
organización popular y desarrollo de la calidad de vida de los que
trabajan con respeto por la tierra.
¿Qué es la agroecología?
De acuerdo con
Ecologistas en Acción, una confederación de más de 300 grupos de
activistas en España, la agroecología plantea propuestas de manejo
agrario y desarrollo rural basadas en la sostenibilidad social y
ecológica, que pueden aportar interesantes vías para superar grandes
retos de la humanidad, tales como el cambio climático, el agotamiento de
los recursos fósiles y minerales, o el hambre y las migraciones.
Este tipo
de práctica busca la aplicación de los conceptos y principios de la
ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas
sostenibles, en contraposición con el enfoque tradicional de la
agricultura, que persigue el incremento de los cultivos sin tomar en
cuenta el efecto sobre el entorno.
En el V Congreso
Latinoamericano de Agroecología, celebrado del 7 al 9 de octubre de 2015
en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, Marta Greco, del
Movimiento Nacional Campesino e Indígena (MNCI-CLOC/Vía Campesina
Argentina), destacó que "la agroecología es un eje transversal que se
vincula con la soberanía alimentaria y la reforma agraria popular en
toda la región”.
En el Valle de Intag de Ecuador, se fomenta el comercio de la agroecología.
A su vez, Adalberto "Pardal" Martins del Movimiento
Sin Tierra de Brasil (MST-Vía Campesina), sostuvo que la agroecología es
la práctica campesina de resistencia ante el agronegocio y el avance
del capital.
Una experiencia:La
FAO ha reconocido a Cuba por su desarrollo de la agricultura urbana,
como se denomina a la producción de alimentos dentro de los confines de
las ciudades: en los patios, terrazas, huertos comunitarios y huertas
de frutales, así como en espacios públicos o no aprovechados.
El
organismo internacional destaca la importancia de esta práctica y su
peso en la alimentación de los habitantes de la isla, donde se importar
la mayor parte de lo que se consume.
Al mismo tiempo, reconoce
que la agricultura urbana, en la que participan más de 300 mil
personas, ha generado otros beneficios, como los ambientales, ya que 5
000 basureros y lotes abandonados han sido convertidos en huertos
productivos que no utilizan agroquímicos y en los cuales se recicla
buena parte de los desechos sólidos orgánicos generados en las ciudades.
"La
idea principal de la agroecología es ir más allá de las prácticas
agrícolas alternativas y desarrollar agroecosistemas con una mínima
dependencia de agroquímicos e insumos de energía”, manifestó en una
oportunidad el profesor chileno Miguel Altieri.
“La agroecología es la práctica campesina de resistencia ante el agronegocio y el avance del capital”.
Mientras
movimientos sociales, campesinos, pueblos originarios y sociedad civil
en general aumentan su comprensión sobre la importancia de
la agroecología, crece la oposición de esos sectores a transnacionales
que potencian el agronegocio.
A la cabeza de
esas empresas se encuentra la estadounidense Monsanto, una compañía que
ha recibido numerosas denuncias internacionales por acaparar la venta y
el uso de semilla, y que se ha visto envuelta en escándalos por sobornar
a funcionarios gubernamentales para que apoyen en diversos países la
promoción de sus productos.
Asimismo,
científicos y ambientalistas han advertido sobre los daños que pueden
ocasionar las semillas, sustancias y técnicas promovidas por la firma,
al tiempo que agricultores de varias naciones han denunciado perjuicios
en sus cultivos.
Monsanto en América Latina
El gigante de
la biotecnología con sede en San Luis (Misouri, EE.UU.), manifestó esta
semana que espera duplicar sus ventas en México en los próximos cinco
años, una meta que dependerá de que el maíz genéticamente modificado
tenga futuro en la nación azteca.
Mientras ese país
aguarda por una determinación de los tribunales sobre permitir o no la
siembra comercial de ese cultivo, Monsanto tiene 19 solicitudes en
espera de aprobación para proceder a su expansión en el campo mexicano.
Pese a las
protestas de grupos sociales de esa nación, la firma tiene un nivel de
inversión promedio de 20 millones de dólares en los últimos cinco años,
que destina a la investigación y a plantas procesadoras de semillas.
El Dato: El 23 de mayo de 2015, 421 ciudades de 48 países protestaron a nivel mundial contra Monsanto.
En
el caso de Colombia, en agosto de 2013 ese país vivió una serie de
manifestaciones de origen agrario, como consecuencia de la resolución
970 del instituto Colombiano Agropecuario, la cual prohibía a los
campesinos almacenar semillas de sus propias cosechas para siembras
futuras.
La OMS anunció que el glifosato, ingrediente activo del herbicida Roundup de Monsanto, se clasifica como probable carcinógeno.
Tal normativa solo permitía la compra de semillas
"certificadas", un recurso legal en el que algunos vieron el favoritismo
hacia empresas como Mosanto, Dupont y Sygenta, las más importantes en
el mercado de los alimentos transgénicos.
Aunque las
manifestaciones de los campesinos evitaron la continuidad de esa medida,
el hecho fue una muestra de la influencia de esas grandes
transnacionales en la región.
Al mismo tiempo,
Monsanto mantiene el interés de ingresar al mercado panameño como lo
hizo en el año 2013 con la introducción de semillas de maíz
genéticamente modificadas, que en la actualidad se cosechan en las
provincias centrales de ese país.
En ese
momento, productores, científicos y ambientalistas rechazaron la llegada
de esos productos; sin embargo, la compañía logró introducir dos
especies de maíz destinado a la alimentación animal.
La incidencia de
los cultivos biotecnológicos sobre América Latina es tal que dos de los
tres países con mayor cantidad de hectáreas sembradas con organismos
genéticamente modificados pertenecen a esta región.
Mientras Estados
Unidos tuvo en 2014 una superficie sembrada con cultivos transgénicos de
73,1 millones de hectáreas, Brasil y Argentina le siguieron con 42,2 y
24,3 millones, respectivamente, según el Servicio Internacional de
Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología.
El dato:
En 2014, se cultivó a nivel mundial una superficie récord de 181.5
millones de hectáreas de transgénicos, lo que representa un aumento de 6
millones de hectáreas con respecto a 2013.
Entre septiembre de
2012 y agosto de 2013 las ventas de Monsanto superaron los 14 mil
millones y medio de dólares, de los cuales una quinta parte correspondió
a las realizadas en Brasil, Argentina y México.
De igual modo, el
mayor proveedor de semillas en el orbe tiene activos por 1.600 millones
de dólares en el Cono Sur y una red de “Centros de Servicios” que le
sirven como intermediarios entre la compañía y los productores rurales.
Ante la presencia
de estas y otras empresas, que tienen gran influencia entre grupos
económicos y políticos, eventos como la IV Jornada de Agroecología de
Bahía proponen alternativas de desarrollo que no tienen al capital como
centro, sino al ser humano y su entorno, a la Madre Tierra y su
importancia vital.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario