lunes, 26 de octubre de 2015

Puntos de vista palestinos acerca de la intifada en Cisjordania, Gaza y el Líbano

Puntos de vista palestinos acerca de la intifada en Cisjordania, Gaza y el Líbano
26/10/2015 04:40:13
Por Pam Bailey

Protesta en Gaza (Foto: Shady Alassar)
Si los enfrentamientos que se vienen produciendo en Jerusalén y Cisjordania son la largamente esperada “III Intifada” es la pregunta que se hacen prácticamente todos los periodistas que cubren la información del Oriente Medio. (Se necesitan apuñalamientos y quema de casas para atraer la atención de los medios. Una vez que terminan, la atención volverá hacia el ISIS y los refugiados abandonados en el mar, dejando que los palestinos sufran solos de nuevo una ocupación que dura ya varias décadas.)
Incluso entre los palestinos, la respuesta a la pregunta varía. Los más jóvenes son los más proclives a contestar que sí y a vanagloriarse de un sentimiento de empoderamiento, aunque sea temporal. Cuando más edad tenga la persona con la que me entrevisto, con algunas excepciones, más cansados se sienten. Sin embargo, hay una verdad común entre la gente de la “calle”: El levantamiento está de nuevo uniéndoles (al menos en espíritu) a través de las fronteras, desde Jerusalén Este a Ciudad de Gaza y a Beirut.
Puntos de vista desde Gaza
Protesta en Gaza (Foto: Shadi Alassar)
“Donde quiera que voy, todo el mundo está mirando atentamente la televisión, incluso en las peluquerías”, dice Maha Husseini, que estudia un posgrado en ciencias políticas en Gaza. Entre sus amigos, el apoyo es fuerte; hay un sentimiento de unidad con Cisjordania. Incluso cuando llegó la noticia el día después de que siete jóvenes murieran por los disparos de las fuerzas israelíes durante una protesta en solidaridad en la zona fronteriza, sus amigos “apoyaron firmemente la manifestación. Escuché a un par de personas decir que incluso si la protesta hubiera acabado en nada, demuestra que nuestro espíritu no ha sido vencido y que los palestinos de aquí apoyan a los palestinos de allí. Piensan que es la tercera intifada, y si no lo es, están dispuestos a iniciarla”.
Abud Asfur, periodista de Alqanaa TV, que vive a menos de una milla de las torres de vigilancia que hay a lo largo de la frontera israelí, está de acuerdo. “La intifada ha empezado y está aquí, ahora, en Gaza. Los políticos tienen miedo de decirlo pero los jóvenes están preparados”.
Sin embargo, no todo el mundo en Gaza está de acuerdo. Hace sólo un año que Israel lanzó un brutal ataque contra la Franja que dejó más de 2.000 muertos y más de 10.000 heridos; decenas de miles de personas permanecen desplazadas. Ahmed Alnauq, estudiante de literatura inglesa cuyo hermano fue asesinado en el ataque de 2014, dice emocionadamente: “Apoyo lo que está sucediendo allí, pero creo que Gaza debería hacerse a un lado (en esta ocasión). No estamos preparados para otra guerra”.
Hosam Al-Madhoun, que dirige la ONG Maan Development Center en Gaza, que se ocupa del tratamiento de muchos niños que padecen trastorno de estrés postraumático, apoya la resistencia pero no que se deba responder a la violencia con violencia. “Los seres humanos han sido creados con pasión por la libertad y siempre se luchará para conseguirla. Pero me preocupa que vayamos a ver una repetición de la guerra de Israel de 2014. El conflicto del pasado año empezó también en Cisjordania, y después Israel provocó a Gaza. Para Israel resulta fácil emprender una guerra y convencer al mundo de que sólo está defendiéndose. Nunca les derrotaremos con las armas. Sólo podemos defendernos con la paz (no violencia).
Pero, ¿se trata de la tercera intifada? Mohamad Alhamami, director en Gaza de un proyecto de iniciativa para desarrollar la capacidad narrativa en los jóvenes denominada We Are Not Numbers [No Somos Números], dice que no. La actual agitación podría convertirse en la tercera intifada si las autoridades palestinas en el poder, personificados en la Autoridad Palestina (AP) en Cisjordania, tuvieran la voluntad política. Lamentablemente, no veo que eso suceda. Lo que desencadenaría una tercera intifada sería la disolución de la AP. El pueblo palestino está más que harto de las condiciones en las que estamos viviendo, que son mucho peores que durante la primera y segunda intifadas. Pero la división entre los gobiernos de la Franja de Gaza y Cisjordania es un factor muy importante en los cálculos de la AP. La AP no quiere en absoluto que Hamas explote el descontento contra ellos. Porque, para la AP, una intifada es una amenaza existencial”.
Esta línea de pensamiento, que la unidad de las facciones y liderazgos políticos es necesaria para que un levantamiento pueda mantenerse y ser eficaz, es común y por buenas razones. Mientras el presidente palestino Mahmud Abbas aún describe el levantamiento como “muy peligroso” y advierte contra “una intifada que no queremos”, los dirigentes del gobierno de Hamas en Gaza se expresan con un tono deliberadamente opuesto, al menos retóricamente. “Gaza cumplirá con su papel en la intifada de Jerusalén y está más que preparada para el enfrentamiento”, dijo Ismail Haniyeh, el jefe de Hamas, ante una multitud en la Franja a primeros de este mes. Si eso es lo que realmente Hamas desea tan poco tiempo después de la guerra de 51 días de 2014, o si está utilizando el malestar para atizar los sentimientos contra Fatah es un tema a debatir.
“La falta de respuesta de la Autoridad Palestina (AP) en Ramala y el continuado uso que hace de sus fuerzas de seguridad para impedir la coordinación entre las respuestas populares en diversas partes de Cisjordania, está impidiendo un levantamiento masivo”, dice Ahmad Yusef, exasesor político de Haniyeh y ahora viceministro de asuntos exteriores. “Personalmente, creo que continuaremos viendo protestas, así como incidentes individuales de apuñalamiento” hasta que se desarrolle una posición unificada. Lo que está sucediendo en Al-Aqsa puede hacer que toda Cisjordania explote en cualquier momento, y una vez que se llegue a una confrontación directa con la ocupación, Gaza entera se implicará totalmente”.
En Cisjordania
Protesta en Gaza (Foto: Shady Alassar)
Mazin Qumsiyeh, profesor de las universidades de Belén y Birzeit y autor de un libro sobre la historia de la no violencia palestina, tasa la probabilidad de que esté en marcha una intifada en 7 de 10. “La investigación que describo en mi libro muestra que las condiciones necesarias en los meses que llevan a un levantamiento están aquí ya, incluida la parálisis del proceso político por la paz, la intensa embestida de los ocupantes y la falta de confianza en el liderazgo político. Si estamos ya en una intifada, probablemente podríamos rastrearla hasta el momento en que quemaron a la familia Dawabshe. [El 31 de julio, los colonos incendiaron el hogar de la familia situado cerca de Nablus, matando a un bebé de 18 meses y a sus padres.] Ninguna intifada es permanente o sostenible. [Las anteriores intifadas, de las que Qumsiyeh dice que ha habido trece, no dos, duraron entre dos y seis años.] Sin embargo, la resistencia regresa en oleadas hasta que se derrote la colonización o se perpetre un genocidio con el pueblo nativo”.
Sam Bahour, consultor de desarrollo empresarial, que vive en Ramala y es asesor político de Al-Shabaka, Palestinian Policy Network, está de acuerdo en que están presentes algunas de las condiciones para que se dé una verdadera intifada, pero se une a quienes en Gaza advierten que la necesaria unidad está desaparecida. Como Al-Madhoun, hace hincapié en la no violencia: “Una intifada necesita unidad, liderazgo, dinero y un claro compromiso con la no violencia de todas las partes políticas”, escribió en Facebook. “Ninguno de esos ingredientes están presentes en la actualidad. Por tanto, seamos realistas y no permitamos que se pierdan sin sentido más vidas preciosas de jóvenes”.
No son sólo los partidos que representan el statu quo político los que se muestran reacios a alimentar los fuegos de los jóvenes populistas. Hadi Abdalhadi Alijla, un palestino de Gaza que dirige ahora el Institute for Middle East Studies en Canadá, señala: “Muchos funcionarios y miembros de la sociedad civil de clase media [que hacen negocio con la ocupación o dependen de la ayuda exterior] no están a favor de una intifada total. Porque disponen de préstamos bancarios y un estilo de vida confortable que defender”.
Rima Isam Anabtawi, originaria de Nablus, que está ahora en Estados Unidos y es cofundadora de Al-Awda, la Coalición por el Derecho al Retorno del Pueblo Palestino, jugó a hacer de abogada del diablo en un intercambio en Facebook: “Por naturaleza, los levantamientos aparecen de forma orgánica”, escribió, “y es sencillamente un hecho histórico que excepto en muy contadas excepciones, las poblaciones y pueblos oprimidos raramente han conseguido liberarse sin baños de sangre. Por no hablar de que es nuestro derecho, en virtud de las leyes internacionales, resistir por todos y cada uno de los medios que sean necesarios. Sin embargo, claro está que no es ningún placer”.
Awni Shahrour, un destacado dentista de Ramala, tiende a estar de acuerdo con que la no violencia no es un ideal realista. “Es probable que la tercera intifada estalle si la mezquita de Al-Aqsa es directamente usurpada o atacada; este es el único desencadenante que creo podría llevar a eso, haya o no una decisión oficial”, dice. “En ese caso, mientras la primera intifada fue pacífica y la segunda fue más agresiva y letal, la tercera será peor, incluida la respuesta de Israel. Pero en esta ocasión, lo que es aún más importante es que tenemos teléfonos inteligentes con conexión a Internet. Ahora la gente puede acceder a noticias precisas de todo el mundo de forma inmediata y no sólo de los medios de comunicación proclives al Estado”.
Líbano: En los campos y en los campus
Los palestinos en el Líbano se sienten a menudo, y con toda razón, abandonados y desconectados de sus hermanos en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, los jóvenes están viendo los videos de los teléfonos inteligentes, las fotos de Facebook, etc., y en los campos y en los campus universitarios, están inundando las calles, a pesar de los intentos de las facciones políticas por controlarlos.
Según Nizar El Laz, director del programa Pursue, que trabaja para en el fomento de capacidades en los campos de refugiados de todo el Líbano, las facciones palestinas (la OLP y Tahaluf, aliada del gobierno sirio) están boicoteando todos los movimientos populares para manifestar solidaridad con el levantamiento. Sin embargo, dice, algunos altos responsables de las facciones han decidido ignorar la línea oficial y algunos residentes de los campos están acusando a los líderes de las facciones de complicidad con Israel.
En las últimas dos semanas, se han celebrado una serie de manifestaciones organizadas por los jóvenes para apoyar el levantamiento, habiendo tenido lugar la más concurrida el 13 de octubre en siete campos.
“El movimiento en los campos palestinos está aumentando y está principalmente dirigido por jóvenes”, dice Laz. “La reacción en los campos está directamente relacionada con la escalada y las informaciones aparecidas en todos los medios. Los videos de los asesinatos y acosos, como el del muchacho de 14 años en Jerusalén (Muhammad Manasra), están haciendo que aumente la ira”.
Con cada palestino asesinado o herido, con cada nuevo puesto de control y toque de queda implantados, la duración de las protestas está asegurada. Es imposible calmar a esos jóvenes palestinos, desilusionados aunque aún idealistas, que componen la mayor parte de la población, y de los que cuatro de cada diez (la proporción es más alta en Gaza) están desempleados.
“Se rebelan e intentan movilizarse y mantener su rebelión todo lo que pueden porque no tienen otro horizonte de esperanza que no sea el de su propia acción”, escribe Ramzy Baroud, originario de Gaza y autor de My Father Was a Freedom Fighter. “Se trata de una intifada palestina, aunque termine hoy. Lo que verdaderamente importa es que tenemos que responder a las demandas de esta generación oprimida y negarnos a conceder más importancia a la seguridad del ocupante armado que a los derechos de un pueblo asfixiado y oprimido”.
Pam Bailey es una escritora independiente que vive en Washington DC. Entre sus tareas figura la de asistente especial del presidente del Euro-Mid Observer for Human Rights y del director internacional de We Are Not Numbers.
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