El alto precio de los errores del pasado
Rajoy intenta no repetir la estrategia de Aznar tras los atentados del 11-M y la guerra de Irak
Los expertos en comunicación política sostienen que no hay acontecimientos positivos o negativos en sí mismos para la imagen de los gobernantes, sino acontecimientos bien o mal gestionados. El PP y Mariano Rajoy en particular tienen grabada a fuego la pésima gestión que hicieron del 11-M, con sus antecedentes de la guerra de Irak. Aún no se han recuperado de aquello y, por eso, Rajoy actúa ahora en sentido contrario respecto a la amenaza yihadista, y antes con Cataluña, incluso hasta la sobreactuación. No da un paso sin llamar al resto de candidatos, a costa de dar carta de naturaleza y reconocimiento político a debutantes en las elecciones generales como Ciudadanos y Podemos. Aunque suponga conceder categoría de estadistas a líderes que aún no han obtenido legitimidad en las urnas.
Después de marzo de 2004, se mantuvo la ucronía de imaginar qué hubiera pasado si tras los atentados de Madrid José María Aznar hubiera liderado la situación y convocado a todos los candidatos de aquellas elecciones para comparecer juntos esa misma mañana. Con su pésima gestión, Aznar destrozó la máxima de que las situaciones de tensión y amenaza ayudan a los gobernantes porque los electores buscan amparo en ellos. Los colaboradores de Rajoy explican que el líder del PP, poco dado de por sí a las locuras, no quiere arriesgar y dar pasos antes del 20-D: ni respecto a Cataluña ni mucho menos respecto a un conflicto bélico. Rajoy, colaborador del error de Aznar, confía ahora en que el mero transcurso del tiempo lleve la toma de decisiones hasta la siguiente legislatura y, mientras, su deseo es evitar cometer errores. No deja de vender su experiencia para situaciones difíciles, pero sin tomar decisiones en solitario que tengan contraindicaciones. No quiere un "No a la guerra".
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