Democracia o fascismo: única opción
Con
los dos incrementos a las gasolinas en las últimas semanas, el PRI es
el que más va a resentir el encono de la ciudadanía. Si de por sí está
en crisis severa, como lo reconoció su dirigente nacional, el tecnócrata
Enrique Ochoa Reza, con el rumbo que lleva el régimen el partido
tricolor está cavando su tumba. Sin embargo, es impensable que la cúpula
del partido admita que su clientela tradicional, las clases medias
acomodaticias, rechazan cada vez con más firmeza que siga al frente del
sistema político.
Como
las clases medias han sido las más afectadas por el gobierno federal,
en tanto que dañan directamente su nivel de vida las políticas públicas
impulsadas por Enrique Peña Nieto, en los meses venideros se habrá de
confirmar el resentimiento que las invade. Por eso la dirigencia
nacional del PAN considera que de nuevo tendrá oportunidad de llegar a
Los Pinos, creencia que comparten grupos dentro del PRD, como “Los
Chuchos”, quienes están convencidos de que hacer una alianza con el
blanquiazul les permitirá cogobernar el país en los años venideros.
No
será fácil concretar tal alianza, porque dentro de los propios partidos
hay una fuerte oposición a caminar en esa dirección. Con todo, serán
las cúpulas las que dirán la última palabra. El factor decisivo será el
papel que juegue el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de aquí
a los comicios federales del 2018. De seguir como va, no es difícil
pronosticar su fortalecimiento, independientemente de que aún falte
mucho para consolidar su organización. Con todo, la realidad nacional
está de su parte en cuanto que la crisis del PRI es irreversible, y una
alianza duradera y confiable entre el PAN y el PRD es muy complicada.
En
ambos institutos las dirigencias obedecen a intereses particulares que
los hacen dejar de lado esquemas estratégicos. Por su parte, el PRI no
tiene ya posibilidad alguna de revertir una crisis que va a la raíz
misma del partido. Hay evidencias de sobra de que importantes personajes
de la oligarquía repudian la forma de gobernar del grupo mexiquense,
por su exagerado gusto por la corrupción burda y sin límites. Lo mismo
acontece con sectores muy influyentes del sistema político
estadounidense, y ahora que Hillary Clinton es ya oficialmente la
candidata de su partido a los comicios del próximo mes de noviembre, los
pronósticos no son nada favorables al partido tricolor.
Si
al inicio del actual sexenio, Peña Nieto contaba con amplios apoyos de
la élite oligárquica, hoy día no es así por muchas razones. Al inicio
del sexenio contó con total respaldo de la cúpula empresarial, porque
estaban seguros sus integrantes de que se les abrían amplias puertas
para hacer grandes negocios, sobre todo a partir de la promulgación de
las llamadas reformas estructurales. Pero al paso de los meses las cosas
dieron un giro inesperado, tanto por la incapacidad del gobierno para
negociar con sus opositores, como por la corrupción desaforada de los
principales funcionarios.
Por
otro lado, los empresarios más reaccionarios se han sentido
desilusionados por la falta de firmeza de Peña Nieto para instrumentar
una represión sin cortapisas contra la población disidente,
particularmente los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores
de la Educación (CNTE), sin parar mientes en que dar ese paso
conduciría a una severa inestabilidad política de consecuencias
imprevisibles. De ahí que el régimen priísta esté entrampado, sin
posibilidad alguna de salir de la trampa en que se metió el mismo por su
incapacidad como por la voracidad de los principales miembros del
gabinete.
Los
recientes “gasolinazos” serán la gota que derrame el vaso, porque sus
repercusiones serán desastrosas para todos, incluida la élite
empresarial. Se avecina una severa crisis económica por la conjunción de
inflación con firme estancamiento, situación que necesariamente habrá
de repercutir en la vida política nacional. Los empresarios que no
pertenecen a la cúpula serán los más afectados, situación que
desencadenará una caída en cascada de serios problemas sociales.
El
panorama se observa muy gris, tirando a negro, lo que acelerará el
descontento de las clases mayoritarias contra la mafia en el poder. La
única salida será la mano dura contra las masas, pero por corto tiempo
porque la movilización ciudadana irá en aumento. Tan dramática realidad
la querrán aprovechar las dirigencias reaccionarias del PAN y del PRD
para avanzar electoralmente, pero no les será fácil porque no son
garantía para nadie, incluida la cúpula gobernante de Estados Unidos, en
especial si la señora Clinton gana las elecciones.
En
consecuencia, la mejor opción para el país es brindar una oportunidad
al empoderamiento de fuerzas democráticas. Es la única vía para evitar
una catástrofe irreparable. El problema que habría que vencer son las
tentaciones autoritarias de la derecha ultra reaccionaria. Lograrlo será
factible en la medida que las élites oligárquicas comprendan que no
habrá más que dos alternativas: Morena o el fascismo. De ahí el
imperativo de que las fuerzas democráticas, y la dirigencia del partido
en particular, actúen sin sectarismos ni mezquindades.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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