México. El autonomismo y el “espíritu de círculo”
Siempre
ha habido críticas al marxismo desde posiciones de “izquierda”. Algunos
tachan al marxismo-leninismo de ser una ideología atrasada, superada
por la historia, caduca, pues. Otros mencionan que esta forma de hacer
política no sólo no es viable, sino que debe alejarse del pueblo ya que
sólo genera “hambre y muerte”. En casos menos drásticos mencionan que
son buenas ideas “para los occidentales”, pero que no puede aplicar para
todo el mundo, mucho menos para los indígenas.
Gran
parte del movimiento social mexicano, como seguramente pasó en buena
parte del mundo, quedó “huérfano” de ideología cuando cayó el muro de
Berlín. En aquel 1989 parecía que el “sueño del comunismo” se terminaba y
era tiempo de ir pensando en otros aires o en nuevas formas de hacer
política. Fue entonces que muchos activistas e intelectuales tiraron la
toalla y se volvieron al reformismo o a un franco anticomunismo.
De
entre estos arrepentidos muchos retomaron la bandera de la autonomía
que, en términos prácticos, sería el control político por parte del
pueblo de un cierto territorio, en donde se reconocieran autoridades
independientes a las estatales, pero sin ser zonas independientes de la
propia nación. Al mismo tiempo, estos territorios no buscaría ser modelo
para la construcción de entidades mayores de ningún tipo, ni vanguardia
para la construcción de un sistema económico distinto, sino que dejan a
un lado la labor de concretar su lucha en otros espacios y se
enfocarian únicamente en un determinado lugar. Por lo que, en la
realidad, la autonomía consistiría en un esfuerzo limitado para alcanzar
los intereses del pueblo, donde sólo una parte del mismo se
beneficiaría, mientras que los demás tendrían que buscar “sus propias
maneras” de hacer política.
Estas
formas “nuevas” de hacer política no se distinguen mucho del
sindicalismo limitado a sus demandas o del reformismo electoral de cada
seis años. {{La autonomía es únicamente una más de las luchas que
debemos enarbolar dentro de nuestra práctica cotidiana, pero pensarla
como un fin último o como el único medio para superar el capitalismo nos
llevará a construir castillos en el aire}} y, nuevamente, a deprimirnos
ante la “derrota” de otro sueño liberador.
El
autonomismo es una expresión de lo que Lenin llamaba el {{“espíritu de
círculo”}}, de la política de grupo pequeño, del activismo de pequeño
alcance, del atraso organizativo y la falta de una verdadera intención
por transformar la realidad. Lenin decía que los círculos eran un buen
inicio para realizar labores de agitación y propaganda, pues podían
nuclear a ciertos obreros en los distintos sectores y vincularlos con
integrantes de la organización para iniciar su formación política. Sin
embargo, cuando estos círculos se limitaban a denunciar las
problemáticas de cierto sector productivo o no respondían a un plan
general que guiara sus objetivos y sus medios, se volvía
contraproducente, pues se encerraba en su propia dinámica y se cerraba
ante las problemáticas del resto de los círculos y de la generalidad de
la organización.
En el caso de
quienes han sustituido la lucha socialista por la autonomía, se
embrollan en un montón rebuscado de frases revolucionarias y poesía “de
izquierda”, al tiempo que no se comprometen políticamente con las luchas
más inmediatas de nuestro pueblo y, mucho menos, con las históricas. La
autonomía se vuelve el pretexto perfecto para realizar análisis vagos
de la realidad, sin contenido de clase, o bien críticas minuciosas donde
uno arroja la piedra, pero puede esconder la mano o llamados a la
acción sin comprometerse a realizar las tareas propuestas. En este
sentido, en la autonomía también se esconden quienes promueven actitudes
individualistas donde nadie es responsable de nada, ni nadie debe
responderle a ninguna persona por sus actos.
Estas
formas individualistas de hacer política{{ no corresponden con la forma
proletaria y organizada de construir}}, fomentan las fracturas y el
divisionismo dentro de las propias organizaciones y movimientos,
mientras que destruyen, desde adentro, los pocos o muchos avances que se
puedan tener. En este sentido, el autonomismo se vuelve un agente
antiorganizador.
Debemos quitarle al
concepto de autonomía aquellos recubrimientos que le dan un carácter
burgués o pequeñoburgués, el divisionismo, el sectarismo, la falta de
compromiso, las tendencias anti-organización, el inmediatismo y el mal
entendido amor por la espontaneidad. Por el contrario, {{debemos
entenderlo como la autodeterminación que tienen los pueblos (indígenas o
no) por construir un sistema político y económico basado en sus
necesidades y no en las del capitalismo}}. Para nosotros, la autonomía
debe servir para que en cada barrio, colonia, pueblo, escuela o centro
de trabajo se pueda ejercer la soberanía popular mediante la práctica de
la emancipación, es decir, que el pueblo tome las riendas de su propio
destino y decida no sólo sobre su territorio, sino sobre todos los
aspectos de su vida. Por esta razón, en el primer punto de nuestro
Programa Mínimo de Lucha (pml) enarbolamos la soberanía popular como el
medio para lograr construir la verdadera autonomía.
Debemos
dejar a un lado las actitudes incorrectas, como evadir
responsabilidades o diluirlas en el grupo mediante la “horizontalidad” o
la autonomía del individuo, y, al contrario, debemos buscar la
autonomía de nuestra clase, de todos los trabajadores; debemos ser
capaces de ponernos al frente de las luchas del pueblo, dando
alternativas concretas y organizando a todos los oprimidos en torno a
las necesidades más sentidas e inmediatas, impulsando la lucha por una
nueva sociedad, donde todos podamos librarnos de la explotación y la
miseria, donde podamos tener una vida justa y libre. El socialismo no ha
caducado y no caducará mientras vivamos bajo la opresión y la
explotación de un puñado de burgueses. No caigamos en la desesperación,
no es el fin de la historia, somos nosotros los trabajadores los que
construimos a diario esa historia, con nuestra lucha, con nuestros
esfuerzos para organizarnos y {{construir un mundo donde no quepan los
explotadores, los represores ni los asesinos de nuestro pueblo}}.
NOTA:
Este artículo fue publicado como parte de la sección DEBATE del No. 20
de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la
Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 2 de septiembre de
2016.
Contacto:olep.contacto@gmail.com
fragua.olep@gmail.com
Facebook: /olep.fragua
No hay comentarios.:
Publicar un comentario