Argentina, festín financiero en plena recesión
Tipos
de interés del 26%, una moneda que se revalúa y un gran endeudamiento
convierten el dinero argentino en el mejor negocio en plena crisis
latinoamericana
Argentina siempre va a contracorriente. Mientras toda Latinoamérica temblaba ante la llegada de Donald Trump, y el peso mexicano se devaluaba un 20%,
el peso argentino se revaluaba por la entrada de dólares, aunque esta
semana empieza con una caída. Mientras todo el planeta bajaba sus tipos
de interés, Argentina los subió este año al 38% y después de un ajuste los mantiene en el 26%. Mientras sus vecinos Chile, México,
Colombia tienen inflaciones de 3%, 4%, 5%, Argentina se sitúa en el 40%
en plena recesión, algo difícil de explicar en cualquier otra economía.
Mientras muchos países latinoamericanos han decidido no endeudarse más y
reducir su déficit, el Gobierno de Mauricio Macri ha iniciado el mayor
proceso de endeudamiento de toda Latinoamérica, más de 45.000 millones de dólares emitidos este año y otros 40.000 proyectados el año que viene, aunque no toda es deuda nueva.
El
Ejecutivo explica que la deuda es la única manera de evitar un ajuste
mayor. Políticamente sería inviable, ya que está en minoría en el
Congreso. Macri tenía la ventaja de que Argentina, después de años de
kirchnerismo, ruptura con el FMI, guerra con los fondos buitre y salida
de los mercados financieros, estaba muy desendeudada. Argentina tiene
margen, dice el Gobierno, no hay de qué preocuparse.
Pero
esta deuda y estos tipos de interés del 26%, casi únicos en el mundo
(solo Venezuela los mejora) sumados a un peso muy fuerte gracias a un
mercado inundado de dólares, están provocando un enorme festín
financiero en plena recesión que tiene a algunos economistas
preocupados. “Es curioso lo que está sucediendo”, explica Marina Dal
Poggetto, economista jefe del Estudio Bein. “Los economistas más
veteranos, que han visto esto muchas otras veces, no están muy
preocupados. Recuerdan que Brasil tuvo tipos de interés al 45% en 2002,
parecía que iba a explotar y pudo controlar la situación. Los que
andamos por debajo de los 45 años estamos muy inquietos. El problema
ahora es al revés que hace un año, sobran dólares”.
El
Gobierno y el Banco Central insisten en que no hay de qué preocuparse.
Al revés, sostienen que esa llegada de dólares muestra que hay confianza
en la economía argentina. “Esto va a seguir porque el Gobierno necesita
endeudarse para financiar el déficit, y van a seguir llegando dólares.
Ya hay una cifra acumulada monstruosa. Los argentinos tienen el PIB
ahorrado en dólares. Creemos que el Banco Central lo podrá controlar,
como hizo el de Brasil. El único problema sería si llegara una tormenta
fuerte internacional”, explica Eduardo Blasco, director de la consultora
Maxinver.
Argentina
es un gran negocio financiero y todas las emisiones de deuda en dólares
y euros y de Lebac en pesos se cierran con gran éxito. Un inversor con
buen ojo ha podido ganar con las Lebac un 50% en dólares (se puede
invertir en pesos y cambiar sin ninguna restricción, al contrario de lo
que sucedía con el kirchnerismo, y el peso ahora está más fuerte que en
marzo) una rentabilidad del dinero imposible en cualquier otro lugar del
planeta. Esos tipos de interés desaforados le cuestan millones de pesos
cada mes al Banco Central.
Todo para luchar contra la inflación, el gran drama argentino. “Esta
inflación es una especie de subsidio al sistema financiero, que toma el
dinero a interés bajo y lo presta por encima de la inflación. Esto se va
a acabar en 2019, cuando consigamos bajar la inflación a un dígito. Es
un desafío para los bancos y para nosotros”, señalaba la semana pasada
Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, en la reunión más importante de banqueros de América, Ferlaban. “Tenemos un sistema financiero muy chiquito, vamos a hacer que crezca al menos un 10%”, añadía Alfonso Prat Gay, ministro de Economía, que presiona a Sturzenegger para que baje los tipos de interés, de momento sin éxito.
A
esta enorme burbuja se suma un gran blanqueo fiscal promovido por el
Gobierno, que está llenando de dólares el mercado con todo el dinero que
los propios argentinos tienen escondido dentro o fuera del país. Se
calcula que hay más de 200.000 millones de dólares ocultos, y el
Gobierno confía en sacar a la luz unos 50.000. Solo en noviembre
aparecieron 1.400. El miedo de los argentinos a los bancos después de la
traumática experiencia del corralito de 2001 hace que el sistema
financiero de este país sea uno de los más pequeños del mundo, pero
precisamente este crecimiento acelerado se está convirtiendo en un gran
negocio mientras a su alrededor todos los otros sectores clave de la
economía se desploman y Argentina, cada vez más cara, no para de perder
competitividad. Según los datos oficiales del INDEC, el PIB argentino está cayendo el 3,4% anual y la producción industrial al 7,3%.
Y sin embargo, la inflación sigue muy alta -2,4% el último mes–
y la burbuja financiera no para de crecer. Resulta más conveniente
meter el dinero en Lebac o comprar viviendas, la nueva burbuja que se
apunta ante la llegada masiva de dólares, que colocarlo en la economía
productiva. Empresarios de distintos sectores insisten en privado en que
ese es el gran problema: el atractivo de estos tipos de interés es tan
fuerte que es difícil que los que tienen dinero inviertan en otra cosa. Y
los que no lo tienen no pueden acceder al crédito a esas tasas. Todas
las previsiones, también las del FMI, que acaba de aplaudir las reformas
de Macri, indican que Argentina volverá al crecimiento en 2017 y todos
estos problemas parecerán mucho menores. El campo ya ha empezado su
recuperación y se prevé una cosecha récord. Pero de momento el verdadero
negocio argentino está en el dinero. Los argentinos le llaman a esto,
que han vivido tantas veces, “bicicleta financiera”. Si se para
bruscamente suele traer muchos problemas.
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