Fidel Castro: su legado desde la visión de Carlos Marx y Federico Engels
Paul Sarmiento Blanco*. - A las 10:29 minutos de la noche del 25 de noviembre de 2016 dejó de existir el más grande pensador y político cubano de todos los tiempos: Fidel Castro Ruz. Si Federico Engels viviera y estuviera en la despedida de sus restos mortales, al igual que a Marx, le hubiera dedicado su último adiós.
Engels
con su pausada voz y cultura exquisita nos habría dado su testimonio:
“así como Darwin descubrió la ley de la evolución de las especies, Marx
descubrió la ley del desarrollo social…” y sobre Fidel hubiera
sentenciado: “Fidel descubrió la forma espontánea de ver cómo poner en
práctica el legado de Marx, de ver cómo desde un pequeño país como Cuba,
Fidel había llevado hasta las últimas consecuencias los descubrimientos
de Marx”.
Pero Fidel fue más lejos, demostró que, en una Isla bloqueada por el imperialismo norteamericano, los sueños de Marx se hacen realidad. Llevó la educación a todos los rincones del país y del mundo, socializó los conocimientos de todas las personas; les entregó salud a Cuba y al mundo, compartió con todos lo poco que tenemos.
Ese es el punto central del pensamiento de Fidel. Las ideas de Marx, Fidel Castro las llevó a la práctica cumpliendo con aquella famosa Tesis sobre Feuerbach, que decía, que es en la “práctica donde adquiere terrenalidad el poderío del pensamiento humano”.
Fidel fue a la práctica, bajó las ideas a la terrenalidad de Cuba y el mundo, y por eso se buscó adversarios, enemigos que como Engels dijo de Marx, “se convirtió en la persona más vilipendiada del mundo”. Fidel con su obra de luchar por los humildes se buscó enemigos poderosos que intentaron durante 638 oportunidades cegarle la vida. Pero al igual que Marx, Fidel apartó todo eso como telas de araña, lo apartaba con respeto, con respeto debatía las ideas del enemigo y con firmeza las denunciaba.
El legado de Fidel, al igual que el de Marx, pasó por la frente de Martí, que un día 4 de diciembre del 2016 cuando el Sol iluminaba Santa Ifigenia, se posó al lado del Maestro. A esa hora, cuando Raúl depositaba a Fidel, Martí sentenció: “Fidel, como te pusiste al lado de los pobres y de los débiles mereces honor”. Por eso, su tumba semeja un grano de maíz, porque ahí cabe toda la gloria del mundo.
Y Santa Ifigenia se alumbró cuando desde una de las palmas cercanas a Fidel, Engels le susurró a Raúl: “El nombre y la obra de Fidel perdurará por los siglos”. Así, a través del tiempo, se le dará la razón a la obra del Comandante, sobre todo, por ponerse al lado de los que tienen pocos recursos. Ese es el legado del líder Fidel Castro.
*Profesor Auxiliar de Historia Contemporánea. Universidad de Holguín.
Pero Fidel fue más lejos, demostró que, en una Isla bloqueada por el imperialismo norteamericano, los sueños de Marx se hacen realidad. Llevó la educación a todos los rincones del país y del mundo, socializó los conocimientos de todas las personas; les entregó salud a Cuba y al mundo, compartió con todos lo poco que tenemos.
Ese es el punto central del pensamiento de Fidel. Las ideas de Marx, Fidel Castro las llevó a la práctica cumpliendo con aquella famosa Tesis sobre Feuerbach, que decía, que es en la “práctica donde adquiere terrenalidad el poderío del pensamiento humano”.
Fidel fue a la práctica, bajó las ideas a la terrenalidad de Cuba y el mundo, y por eso se buscó adversarios, enemigos que como Engels dijo de Marx, “se convirtió en la persona más vilipendiada del mundo”. Fidel con su obra de luchar por los humildes se buscó enemigos poderosos que intentaron durante 638 oportunidades cegarle la vida. Pero al igual que Marx, Fidel apartó todo eso como telas de araña, lo apartaba con respeto, con respeto debatía las ideas del enemigo y con firmeza las denunciaba.
El legado de Fidel, al igual que el de Marx, pasó por la frente de Martí, que un día 4 de diciembre del 2016 cuando el Sol iluminaba Santa Ifigenia, se posó al lado del Maestro. A esa hora, cuando Raúl depositaba a Fidel, Martí sentenció: “Fidel, como te pusiste al lado de los pobres y de los débiles mereces honor”. Por eso, su tumba semeja un grano de maíz, porque ahí cabe toda la gloria del mundo.
Y Santa Ifigenia se alumbró cuando desde una de las palmas cercanas a Fidel, Engels le susurró a Raúl: “El nombre y la obra de Fidel perdurará por los siglos”. Así, a través del tiempo, se le dará la razón a la obra del Comandante, sobre todo, por ponerse al lado de los que tienen pocos recursos. Ese es el legado del líder Fidel Castro.
*Profesor Auxiliar de Historia Contemporánea. Universidad de Holguín.
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