En vísperas de la campaña electoral gala, los gigantes informáticos estadounidenses han decidido introducir un nuevo programa —una especie de 'policía mediática'—. ¿Qué implica esta medida?
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Comparten algunos puntos de vista, por tanto compartirán algunos enemigos...
Habida cuenta de que los medios estadounidenses trazan frecuentemente paralelismos entre el ganador de los comicios presidenciales en EEUU, Donald Trump, y la candidata a la Presidencia de Francia, Marine Le Pen, Google y Facebook —cuyos creadores han adoptado una posición enérgica contra las iniciativas de Trump— se han convertido en los encargados de vigilar la imparcialidad y verificar la información en los medios franceses.

Se supone que el nuevo programa, nombrado CrossCheck, recibirá el apoyo de algunos medios nacionales del país europeo, entre los cuales "sobresalen Le Monde, Libération, Rue89 y La Voix du Nord, que son oponentes políticos del Frente Nacional" encabezado por Le Pen, advierte Davy Rodríguez, vicedirector de la organización juvenil del partido.

EEUU es "especialista en la manipulación", lo que se manifestó claramente en su cobertura de "los conflictos en Siria y Ucrania", destaca el activista. "En cualquier caso, ¿quién se arrogaría el derecho de juzgar qué es verdad permaneciendo a 2.000 kilómetros del lugar donde se producen los acontecimientos? Es un problema grave. Todos sabemos cómo los medios de EEUU o patrocinados por ellos hacen de todo para manipular la información", concluye el político.

La creación de tal 'policía mediática' constituye la antítesis de la libertad de la expresión en el espacio mediático, dado el sesgo político de los creadores de tal herramienta, opina otro representante de la escena política gala, el escritor y diputado del Frente Nacional Gilbert Collard.

"Es indignante que las empresas de internet no solo se arroguen el derecho de actuar como policía sin que tengan los rasgos apropiados para ello, sino también que tengan la posibilidad de propagar información falsa ellos mismos", explicó a Sputnik Collard.

Cabe suponer que los medios, arrinconados por las redes sociales y las nuevas fuentes de información, temen perder su influencia y "se arrogan un poder inquisitorial a fin de presionar a la opinión pública" a favor de un cierto candidato o una cierta opinión. "Es inadmisible", advierte Collard.