martes, 21 de marzo de 2017

Cuando la verdad ya no importa


Cuando la verdad ya no importa 


 
 OPINIÓN de Homar Garcés.- En la era actual, a millones de personas a nivel mundial poco les importa constatar el origen y veracidad de las informaciones que conocen a diario por vía de la prensa escrita, la radio, la televisión o las redes sociales existentes en Internet, tampoco interpretar los hechos que estas difunden, aun las más increíbles o absurdas. Esto ha dado origen a lo que muchos llaman falsa información, des-información o post verdad, coincidiendo en que ésta se ha convertido en una herramienta muy eficaz a la hora de descalificar a cualquier movimiento (político o social), persona o gobierno, según el parecer de los agentes imperialistas.
En este caso, la falsa información, des-información o post verdad cumple un propósito abiertamente desestabilizador contra gobiernos y naciones que son foco de la atención de los poderes hegemónicos, encabezados por el imperialismo gringo y sus acólitos de Europa occidental (agrupados en la OTAN), interesados en lograr el control de estos y utilizarlos en beneficio de su conglomerado de corporaciones globales capitalistas. Iraq, Afganistán, Libia y Siria han sido pasto de esta des-información -al igual que ha ocurrido con los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela-, señalándoseles de cometer toda clase de barbaridades, a fin de obtener el visto bueno de la opinión pública local e internacional para, luego, iniciar un ataque más frontal, esta vez de naturaleza militar. Mediante esta estrategia, se instigan coyunturas insostenibles y comportamientos completamente disociados que, pese a quitársele la máscara a las mentiras divulgadas, continuarán su curso, pues de lo que se trata es de justificar sus acciones, violentas o no, contra determinado régimen o país.

Esto lo ha refrendado el nuevo gobierno de Estados Unidos al disponer la creación de un “Centro de Compromiso Global”, cuyo objetivo es tutelar, sincronizar y conjugar los esfuerzos del gobierno federal para reconocer, comprender, exponer y contrarrestar, en perfecta sincronización con sus aliados de la OTAN, toda la propaganda y desinformación emanada de parte de -potenciales o declarados- Estados enemigos, lo mismo que de actores sociales y políticos, que representen una amenaza a “sus intereses de seguridad nacional”. Con ello pretenden afectar a su favor la opinión y las emociones de los receptores de su mensaje, de una forma que Paul Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich nazi, o George Orwell, autor de la novela distópica “1984”, con su personaje del Big Brother (o Gran Hermano), jamás hubieran concebido en su momento la posibilidad de una perfeccionada y masiva manipulación mediática como la que se halla en curso.

Frente a ello, en su análisis “Homo Post-verdadero”, Rodrigo Fresán apunta que “las `masas silenciosas´ ya no hacen lo que se espera de ellas por lógica y tradición. Se actúa por reflejo y no por reflexión. Se dispara primero y se apunta después. Se comment(a) antes de informarse. Y el modo de informarse previamente pasa por lo no verificado ni autenticado, pero sí por lo más post-verdadero. Es decir: por lo más gracioso, ocurrente, loco, imprevisible. Por el rumor, el insulto, la descalificación, lo falso y lo chistoso y pesado antes que por lo certero y auténtico”. Dicha realidad, justamente, es un campo abonado para que los poderes fácticos logren -en distintos grados- sus objetivos de dominación y de manipulación, aun cuando muchos aleguen que sus decisiones y reacciones ante acontecimientos que apenas conocen sean independientes, no sujetas al control de ninguna industria ideológica. A ello se agrega el hecho que la plataforma tecnológica utilizada, en el caso específico de Internet, no se origina en las naciones que son blancos de esta manipulación, manteniendo al respecto una dependencia que constantemente conspira en su contra.

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