
En los orígenes de la epidemia actual de drogas se encuentra el Imperio Británico y sus bancos.
Actualmente la producción de opio está deliberadamente concentrada en Afganistán, pero no siempre fue así. Si preguntas a la gente cual es el origen histórico de la drogadicción a los opiáceos la mayoría contestarán que China. Pero se equivocan.

Pero la producción y el tráfico a nivel masivo fue orquestada por el Imperio Británico a partir de su colonia: India.
En la India contrariamente a lo que comúnmente se piensa no había hambre antes de la invasión británica. El principal motivo del hambre en la India fue que las compañías británicas destruyeron su agricultura de subsistencia y también su industria, especialmente la textil. Los hindúes fueron obligados a abandonar el cultivo de productos básicos, incluyendo los alimentos, y a sustituirlos por cultivos para exportar a Inglaterra como el té y también el opio bajo la explotación de las compañías británicas.

Hasta entonces Gran Bretaña compraba productos a China como especias, seda y té, que pagaba en plata puesto que los chinos no tenían interés en sus mercancías europeas y despreciaban sus "modales bárbaros''. Uno de los motivos de introducir el opio, pero no el único, era compensar la desequilibrada balanza comercial inglesa.
En 1783 el primer ministro británico Lord Shelbourne desarrolló hasta tal punto el negocio de la droga que lo convirtió en una de las principales fuentes de beneficios para la Corona británica, y naturalmente se establecieron sólidas alianzas con las familias más poderosas: Matheson, Kesswick, Swire, Dent, Baring, Rothschild, y sus instituciones Jardine Matheson, Chartered Bank, Peninsular and Orient steam Navigation Co., etc.

En este contexto el opio era ya considerado acertadamente como un arma de guerra, y la opiomanía que generaba, una forma de debilitar la resistencia a la penetración del imperio británico que era perfectamente consciente de ello: “no hay el menor motivo para temer que China se convierta en potencia militar de importancia alguna, ya que el vicio agota las energías y la vitalidad de la nación”.
En 1799, China reafirmó su prohibición de importar opio, pero las compañías británicas hicieron caso omiso y siguieron haciéndolo en mayor cantidad. En 1830 el número de cajas de opio exportadas a China se cuadruplicó (18.956) y el opio había llegado ya a ser el artículo más importante del comercio internacional. En 1836 el número de cajas de opio exportadas a China sobrepasó las 30.000. En 1838, las autoridades chinas impusieron legalmente la pena de muerte a todos los comerciantes y traficantes de opio chinos, pero no a los británicos. Lin Tse-Hsu comisionado del emperador para el opio, escribió a la reina Victoria de Inglaterra preguntándole si “permitiría la importación a su propio país de una sustancia tan venenosa y le pidió prohibir a sus súbditos traerla a China”. Por supuesto la carta no surtió el más mínimo efecto.

En 1841 Lord Palmerston, primer ministro británico, en un memorando al gobernador de la India había afirmado: "...debemos intentar sin pausa encontrar en otras partes del mundo nuevas aperturas para nuestra industria (del opio)… Si nuestra expedición china tiene éxito, Abisinia, Arabia, los países hindúes y los nuevos mercados de China permitirán en un futuro no lejano la ampliación de nuestro comercio exterior". Pero los planes británicos iban más lejos y apuntaban también a América, como veremos. La flota de guerra británica se apoderó de Shanghai y remontó el Yangtsé hasta Nanking. China perdió la guerra, se vio forzada a firmar el Tratado de Nanking (1842) y abrió las puertas a los comerciantes de opio declarado “artículo de comercio legítimo”. China pagó 21 millones de libras en plata y tuvo que aceptar que el puerto de Hong Kong fuese gobernado por los británicos, declarándolo “puerto libre”. Libre desde luego para convertirse en el centro mundial del tráfico de drogas para beneficio del imperio comercial británico. Además otros cinco puertos, incluyendo el de Shanghai, se abrieron al libre comercio lo que aumentó la explotación económica del país.

La pequeña isla de Hong Kong ya había sido utilizada desde hacía años como embarcadero para el tráfico de opio. El puerto “libre” de Hong Kong, en realidad fue creado para ser el eje del libre tráfico de drogas de Gran Bretaña y así se mantuvo durante más de un siglo. En 1860 los británicos fundaron el Shanghai Honk Kong Bank of Commerce (HSBC) para gestionar los suculentos beneficios de su tráfico mundial de opio. Las compañías británicas consiguieron controlar la mayor parte del comercio del opio en el país y lo duplicaron nuevamente hacia 1880, mientras extendían la droga por todo el mundo abriendo nuevos mercados en nombre del liberalismo económico. Pero el opio no era su única mercancía criminal, otra fuente de ingresos de los británicos era el tráfico humano.

En 1875, en Estados Unidos las estadísticas oficiales calculaban que había ya 120.000 norteamericanos adictos al opio, además de los miles de coolíes chinos. Hacia 1885, los banqueros británicos habían conseguido que el opio llegase a ser una de las mercancías más valiosas que circulaban por el comercio internacional. Sin embargo los chinos a pesar de haber perdido las dos guerras del opio, no se sometieron y hubo continuas revueltas contra la ocupación colonial, a la que se fueron sumando otros países.

Inglaterra, en esta última guerra contra los nacionalistas chinos, recibió ayuda de una coalición formada en orden de importancia por japoneses, rusos, británicos, franceses, estadounidenses, alemanes, italianos, austro-húngaros, y portugueses de modo que finalmente los boxers fueron aplastados. En un año entre 50.000 y 100.000 rebeldes fueron muertos durante la represión de la insurrección. Occidente impuso a China «reparaciones» muy elevadas por las guerras que él mismo había causado y desangró su maltrecha economía. La base económica y financiera del desarrollo del país fue aniquilada. En 1900 el 56 % de Asia era ya una posesión colonial, que se sumaba al 90 % de Africa. El saqueo perpetrado en Asia siguió al cometido en Africa y América latina empobreciendo a sus habitantes y dejando millones de drogadictos. No olvides que el "mundo occidental desarrollado" lo está gracias al robo sistemático de recursos en todos los continentes que permitió su industrialización.

En 1923 se presentó a la Comisión del Opio de la Liga de las Naciones (la organización que luego se convertiría en a ONU) una propuesta para reducir un tímido 10% de la producción y del consumo del opio. La tradicional oposición de Inglaterra hizo que se rechazara y que los delegados estadounidenses y chinos abandonaran la sesión. Solo se acordó crear un Consejo central de narcóticos que se limitaría a reunir información y que fue calificado como “la junta de contrabandistas”.

El opio inglés siguió abriéndose paso en Occidente produciendo millones de adictos y un desastre social que persiste hasta nuestros días en su forma más tóxica: la heroína. No es pues aventurado afirmar que la gloria del imperio británico y la prosperidad de sus élites se basa en gran parte en el narcotráfico del que tienen el honor de ser sus primeros beneficiarios.
Alfredo Embid
(Fuente: El show de Truman)
Como ilustración de este tema tan poco conocido, enlazo el film "La guerra del opio" (1998), dirigida por Xie Jin, y que fue en su momento la película más cara acometida por el cine chino:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario