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Por qué no imprimir billetes de mayor denominación costó USD 640 millones
8 de septiembre de 2017
La política de encubrimiento de la inflación
del gobierno de Cristina Kirchner tuvo consecuencias en la emisión de
billetes. Además de las sospechas por las contrataciones del Estado para
emitir efectivo en grandes cantidades, la negativa hasta 2015 de los directivos del Banco Central de optimizar la familia de billetes con emisiones de mayor denominación le implicó al país un costo adicional de impresión de USD 640 millones entre los años 2008 y 2015.
En ese marco, el BCRA elaboró un informe en el que calcula cuánto se ahorrará en 2017 con la introducción de la nueva familia de billetes: serán unos $2.558 millones este año, unos USD 130 millones al actual tipo de cambio mayorista.
La entidad recordó que detrás de la circulación monetaria hay altos costos,
asociados al transporte y almacenamiento de los billetes y monedas, más
el diseño y elementos de seguridad, y costos de insumos (tinta, papel,
entre otros) y la inversión en su efectiva fabricación.
"Hacia el año 2015, se hizo cada vez más evidente lo costoso que resultaba para la población argentina el mantener en $100 la denominación máxima de sus billetes,
la cual fue introducida en el año 1992, mientras que la inflación
acumulada en ese período resultó ser de aproximadamente 1.500%", expresó
el Central. A fines de 2015, siete de cada 10 billetes en circulación era de 100 pesos.
El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aseguró esta semana que la negativa del Gobierno anterior a imprimir billetes de mayor denominación tuvo un costo extra de USD 640 millones: "Es sabido que el gobierno anterior no quiso emitir billetes de mayor denominación porque hubiera sido reconocer una inflación que ocultaba", explicó durante un evento organizado por el Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas.
Según proyecciones de técnicos del BCRA, este año será preciso imprimir billetes de alta denominación para abastecer el aumento en la demanda de efectivo y la reposición de circulante deteriorado por el equivalente de 237.500 millones de pesos.
Esta cantidad de efectivo planea ser abastecida por el BCRA mediante la impresión de 300 millones de billetes de $200, 145 millones de $500, y 105 millones de $1.000, totalizando entonces 550 millones de billetes. Si ese monto fuera suplido solo mediante billetes de $100, se requerirían, obviamente, 2.375 millones de billetes.
El costo unitario de cada billete de $200 y de $500 es de aproximadamente $1,65, cada billete de $1.000 cuesta cerca de $1,90, mientras que el costo de los de $100 es de $1,47
por unidad. Por lo tanto, la fabricación de numerario para abastecer la
demanda de circulante de alta denominación le insumirá al BCRA un gasto
de impresión de $933 millones en el año 2017, gracias a la introducción de la nueva familia de billetes. Si lo hubiese hecho solo con los viejos billetes de $100, el costo total incurrido hubiese sido de $3.491 millones. Por lo tanto, las nuevas denominaciones le permitirán ahorrar al BCRA $2.558 millones este año.
"Emitir un billete de $1.000, por ejemplo, es 10 veces más barato que emitir 10 billetes de 100 pesos.
Para el BCRA, el cambio de denominación implicó que por haber provisto
de circulante este año con billetes de 200, 500 y 1000 pesos, se logró
un ahorro en costos de impresión", argumentó Sturzenegger.
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