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Panamá: Los "apuntes críticos a la economía política" del Che Guevara Kaos en la red
Para conmemorar el 50 aniversario de su asesinato, leamos a un Che poco conocido
Una de las posesiones más preciadas que pude traer del XIII Seminario Internacional del Partido del Trabajo de México, realizado en marzo pasado, no fue la gripe porcina, sino el libro Apuntes críticos a la Economía Política de Ernesto Che Guevara, editado por Ocean Sur. Obra que debe ser referencia obligada en los debates sobre el socialismo del siglo XXI y que nos presenta un Che bastante desconocido en su faceta de economista, pero de tal nivel que, a mi juicio, lo eleva a la categoría de los clásicos, al lado de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Bujarin y demás.
Precioso libro, por presentación y contenido, de 431 páginas en que se han compilado algunos ensayos inéditos, como una notable síntesis biográfica de Marx y Engels, fragmentos de una carta a Fidel, una selección de actas del Ministerio de Industrias, sus apuntes críticos al margen de diversos libros del abecé marxista, en especial del otrora famoso Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS, así como un “plan tentativo” de libro sobre este tema, que no pudo concretar.
En estos Apuntes, el Che demuestra un manejo tan profundo de las categorías económicas, de la obra de Marx y de economistas contemporáneos, que uno se pregunta: ¿De dónde sacó tiempo, este médico de profesión, involucrado desde joven en los afanes concretos de la revolución para estudiar tan concienzudamente asuntos tan complejos para los profanos?
Después de todo, muchos ministros resuelven sus carencias con buenos asesores. La única respuesta es que la revolución es una gran maestra, y como el mejor estudiante, el Che se vio forzado a estudiar críticamente la teoría económica para responder a los desafíos que la realidad cubana le planteaba.
Para la juventud actual, que debe enarbolar las banderas del socialismo y hacer la revolución en el siglo XXI, hay una lección subyacente en el libro que se debe destacar. Aquí el Che se muestra lejos de ese marxismo acartonado, de líderes convertidos en santos y perfectos, a los que sólo se debe adulación, o libros convertidos en palabra sagrada. El Che se muestra como lo que en verdad debe ser el marxista consecuente: irreverente, cuestionador, que no teme entrarle al debate contra lo que considera un error, sin que nada de eso implique falta de respeto.
Por ejemplo, y aquí uno de los aportes de los Apuntes, el Che señala que, respecto a la economía de transición al socialismo, hubo tres Lenin (Págs. 10-11): el de antes de la Revolución Bolchevique, del Estado y la Revolución; otro intermedio, que sin renegar de lo dicho hasta ahí, intenta resolver pragmáticamente los problemas de la revolución; el tercero, el de la Nueva Política Económica (NEP), a partir de 1921.
Para el Che los principales problemas de la economía soviética derivan de la NEP, y señala a Lenin como “el gran culpable”, pese al “respeto y admiración que sentimos hacia ese culpable” (Pág. 31), porque reintrodujo en la transición soviética las categorías económicas capitalistas, a través de lo que el propio Lenin llamó un “capitalismo de estado”.
Veinticinco años antes de la “Caída del Muro”, el Che advierte: “Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura; se está regresando al capitalismo”. (Subrayado OB).
En la Carta a Fidel, de 1965, que sirve de Prólogo, el Che entra en mayores detalles, y advierte que el problema en la URSS es la contradicción de aplicar a la industria criterios de economía de mercado en un país donde no rige una economía capitalista plena. Que el funcionamiento aislado de las fábricas como unidades independientes, el mantenimiento de la categoría de mercancía, de ganancia y de interés bancario, etc., conducen en vez del socialismo a una economía de “capitalismo premonopolista”.
Para evitar los mismos errores que ve en la URSS, Guevara aconseja a Fidel eliminar en lo posible las categorías capitalistas de las relaciones contables entre empresas estatales y sobre todo mantener la centralización de la economía (“centralizar tanto como las posibilidades lo permitan”). Además llama a tener cuidado con aquello de que la administración socialista implica la participación asamblearia en todos los niveles de la toma de decisiones. La eficiencia implica que ciertas decisiones deben estar en manos de los técnicos.
Entre los innumerables e interesantes apuntes críticos al Manual de la Academia de Ciencias de la URSS, destaco uno: cuando señala que duda de la existencia de una ley fundamental de la economía socialista, pero que de existir no es la señalada por el Manual, sino la planificación, que considera “la primera posibilidad humana de regir las fuerzas económicas” (Pág. 114).
El Che se acerca, sin mencionarlo, a las opiniones de Trotsky en su crítica a la teoría estalinista de la “revolución por etapas” para los países coloniales, que se basa en la suposición de que en estos países las burguesías nacionales juegan un papel progresivo y son aliadas del proletariado. El Che dice: “Históricamente fue cierto, hoy es falso”. Y agrega: “La lucha contra la burguesía es condición indispensable de la lucha de liberación, si se la quiere conducir a un final irreversiblemente exitoso…” (Págs. 92-93).
Finalmente destaco un aporte más: desde la primera página del “A manera de Prólogo” (la carta a Fidel), el Che esclarece la confusión tan común de denominar “socialistas” a los estados obreros que han existido hasta el presente. Allí Guevara explica que para Marx en el Programa de Gotha, había dos fases, el socialismo como fase de transición al comunismo (la sociedad sin clases ni explotación), pero que Lenin introdujo posteriormente una fase antes de ambas, que se denomina “transición al socialismo”, en el que se construyen las bases para el socialismo.
Es de esta última forma, “transición al socialismo” o sociedades de transición, como debe denominarse adecuadamente a los estados obreros que han existido, o existen, como Cuba. Llamarlos estados “socialistas” induce a errores de apreciación, en especial porque las contradicciones que viven muestran a las claras que no han superado por completo al capitalismo. La denominación inadecuada de socialista al final sirve a la propaganda contrarrevolucionaria que dice que el socialismo es un “fracaso” porque la realidad contradice la teoría.
Pero Guevara va más allá y agrega que los rusos y los checos pretenden haber superado la fase de transición, y estar en la fase socialista, pero él opina: “creo que objetivamente no es así…” (Pág. 9).
Las citas que hemos hecho de este interesante libro constituyen apenas un bocado, quien quiera el banquete completo debe leer Apuntes críticos a la Economía Política, de Ernesto Che Guevara. Por mi parte doy gracias a David Deutschmann de Ocean Sur y al Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, por este aporte. Y mi compromiso de adquirir, de entre todas las publicaciones que está haciendo Ocean Sur sobre el Che, el otro libro que suena interesante: El gran debate sobre la economía en Cuba.
Una de las posesiones más preciadas que pude traer del XIII Seminario Internacional del Partido del Trabajo de México, realizado en marzo pasado, no fue la gripe porcina, sino el libro Apuntes críticos a la Economía Política de Ernesto Che Guevara, editado por Ocean Sur. Obra que debe ser referencia obligada en los debates sobre el socialismo del siglo XXI y que nos presenta un Che bastante desconocido en su faceta de economista, pero de tal nivel que, a mi juicio, lo eleva a la categoría de los clásicos, al lado de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Bujarin y demás.
Precioso libro, por presentación y contenido, de 431 páginas en que se han compilado algunos ensayos inéditos, como una notable síntesis biográfica de Marx y Engels, fragmentos de una carta a Fidel, una selección de actas del Ministerio de Industrias, sus apuntes críticos al margen de diversos libros del abecé marxista, en especial del otrora famoso Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS, así como un “plan tentativo” de libro sobre este tema, que no pudo concretar.
En estos Apuntes, el Che demuestra un manejo tan profundo de las categorías económicas, de la obra de Marx y de economistas contemporáneos, que uno se pregunta: ¿De dónde sacó tiempo, este médico de profesión, involucrado desde joven en los afanes concretos de la revolución para estudiar tan concienzudamente asuntos tan complejos para los profanos?
Después de todo, muchos ministros resuelven sus carencias con buenos asesores. La única respuesta es que la revolución es una gran maestra, y como el mejor estudiante, el Che se vio forzado a estudiar críticamente la teoría económica para responder a los desafíos que la realidad cubana le planteaba.
Para la juventud actual, que debe enarbolar las banderas del socialismo y hacer la revolución en el siglo XXI, hay una lección subyacente en el libro que se debe destacar. Aquí el Che se muestra lejos de ese marxismo acartonado, de líderes convertidos en santos y perfectos, a los que sólo se debe adulación, o libros convertidos en palabra sagrada. El Che se muestra como lo que en verdad debe ser el marxista consecuente: irreverente, cuestionador, que no teme entrarle al debate contra lo que considera un error, sin que nada de eso implique falta de respeto.
Por ejemplo, y aquí uno de los aportes de los Apuntes, el Che señala que, respecto a la economía de transición al socialismo, hubo tres Lenin (Págs. 10-11): el de antes de la Revolución Bolchevique, del Estado y la Revolución; otro intermedio, que sin renegar de lo dicho hasta ahí, intenta resolver pragmáticamente los problemas de la revolución; el tercero, el de la Nueva Política Económica (NEP), a partir de 1921.
Para el Che los principales problemas de la economía soviética derivan de la NEP, y señala a Lenin como “el gran culpable”, pese al “respeto y admiración que sentimos hacia ese culpable” (Pág. 31), porque reintrodujo en la transición soviética las categorías económicas capitalistas, a través de lo que el propio Lenin llamó un “capitalismo de estado”.
Veinticinco años antes de la “Caída del Muro”, el Che advierte: “Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura; se está regresando al capitalismo”. (Subrayado OB).
En la Carta a Fidel, de 1965, que sirve de Prólogo, el Che entra en mayores detalles, y advierte que el problema en la URSS es la contradicción de aplicar a la industria criterios de economía de mercado en un país donde no rige una economía capitalista plena. Que el funcionamiento aislado de las fábricas como unidades independientes, el mantenimiento de la categoría de mercancía, de ganancia y de interés bancario, etc., conducen en vez del socialismo a una economía de “capitalismo premonopolista”.
Para evitar los mismos errores que ve en la URSS, Guevara aconseja a Fidel eliminar en lo posible las categorías capitalistas de las relaciones contables entre empresas estatales y sobre todo mantener la centralización de la economía (“centralizar tanto como las posibilidades lo permitan”). Además llama a tener cuidado con aquello de que la administración socialista implica la participación asamblearia en todos los niveles de la toma de decisiones. La eficiencia implica que ciertas decisiones deben estar en manos de los técnicos.
Entre los innumerables e interesantes apuntes críticos al Manual de la Academia de Ciencias de la URSS, destaco uno: cuando señala que duda de la existencia de una ley fundamental de la economía socialista, pero que de existir no es la señalada por el Manual, sino la planificación, que considera “la primera posibilidad humana de regir las fuerzas económicas” (Pág. 114).
El Che se acerca, sin mencionarlo, a las opiniones de Trotsky en su crítica a la teoría estalinista de la “revolución por etapas” para los países coloniales, que se basa en la suposición de que en estos países las burguesías nacionales juegan un papel progresivo y son aliadas del proletariado. El Che dice: “Históricamente fue cierto, hoy es falso”. Y agrega: “La lucha contra la burguesía es condición indispensable de la lucha de liberación, si se la quiere conducir a un final irreversiblemente exitoso…” (Págs. 92-93).
Finalmente destaco un aporte más: desde la primera página del “A manera de Prólogo” (la carta a Fidel), el Che esclarece la confusión tan común de denominar “socialistas” a los estados obreros que han existido hasta el presente. Allí Guevara explica que para Marx en el Programa de Gotha, había dos fases, el socialismo como fase de transición al comunismo (la sociedad sin clases ni explotación), pero que Lenin introdujo posteriormente una fase antes de ambas, que se denomina “transición al socialismo”, en el que se construyen las bases para el socialismo.
Es de esta última forma, “transición al socialismo” o sociedades de transición, como debe denominarse adecuadamente a los estados obreros que han existido, o existen, como Cuba. Llamarlos estados “socialistas” induce a errores de apreciación, en especial porque las contradicciones que viven muestran a las claras que no han superado por completo al capitalismo. La denominación inadecuada de socialista al final sirve a la propaganda contrarrevolucionaria que dice que el socialismo es un “fracaso” porque la realidad contradice la teoría.
Pero Guevara va más allá y agrega que los rusos y los checos pretenden haber superado la fase de transición, y estar en la fase socialista, pero él opina: “creo que objetivamente no es así…” (Pág. 9).
Las citas que hemos hecho de este interesante libro constituyen apenas un bocado, quien quiera el banquete completo debe leer Apuntes críticos a la Economía Política, de Ernesto Che Guevara. Por mi parte doy gracias a David Deutschmann de Ocean Sur y al Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, por este aporte. Y mi compromiso de adquirir, de entre todas las publicaciones que está haciendo Ocean Sur sobre el Che, el otro libro que suena interesante: El gran debate sobre la economía en Cuba.
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