A propósito de un artículo publicado en la edición nacional de
La Jornada
(“La verdadera historia del narcotráfico”:
http://bit.ly/2k9eZvc
),
cuyo empeño es a todas luces meritorio justamente porque da cuenta de
una intencionalidad por resignificar una historia que en México tiene
una actualidad determinante y atroz, juzgué oportuno adherir esa
iniciativa de reinterpretación histórica e historiográfica, aportando
algunas reflexiones e hipótesis sobre el tema.
- Para la reconstrucción de una otra
historia del narcotráfico en México, la primera condición es
distinguir entre “drogas” y “narcotráfico”. “Droga” es una sustancia
psicoactiva utilizada con fines terapéuticos o lúdicos, legal o ilegal.
Y “narcotráfico”, en su acepción más básica o general, es un campo de
prácticas ilegales que involucra a una multiplicidad de actores
institucionales y/o criminales, y cuyo corazón no es la droga (aún
cuando tiene una relación tangencial), sino la gobernabilidad (interacción entre el Estado y actores no estatales; construcción del orden social) y los mercados
(arena en la que discurren las transacciones de
procesos-bienes-servicios y la apropiación de plusvalías). Ergo, la
causa decisiva de la situación delincuencial (narcotráfico) es la
situación económico-política. La historia que recoge la bibliografía
especializada es la historia de la droga, no la del narcotráfico.
-
Porque aun cuando aquellos trabajos históricos documenten la
emergencia de organizaciones criminales dedicadas al negocio de la
droga, el problema radica en que a menudo presentan a la propia droga o
a los “barones de la droga” (capos) como el factor determinante del
narcotráfico. La omisión o inadecuada jerarquización de la
“multiplicidad de actores” que intervienen en el narcotráfico se
tradujo en una fetichización de este objeto de análisis, en la que los
actores de reparto (capos de la droga) reciben tratamiento de
protagonistas (frecuentemente homenajeados sin ningún rubor). Hasta un
análisis epidérmico permite advertir que no existe un sólo capítulo de
esa historia que no esté atravesado determinantemente por la acción del
Estado, y que, en la actualidad, es difícil identificar una sola
institución de Estado que no esté operativamente articulada al
narcotráfico. En este sentido, es posible señalar que en el México
posrevolucionario y hasta nuestra época, la tendencia prevaleciente ha
sido el engarce de instancias institucionales con el narcotráfico. Por
la presencia crucial de los actores institucionales en la maquinación
delincuencial de los cárteles de la droga, y por la persistencia de
ilegalismos tan estrechamente acoplados a la institucionalidad, una otra
historia del narcotráfico debe situar en el centro del análisis a los
actores institucionales que habitan en las estructuras formales, y no a
los irrelevantes capo di tutti capi que no son más que empleados de los centros de autoridad y poder institucionalizados.
-
La mayoría de los trabajos históricos coinciden en señalar que un
aspecto toral en la proliferación del narcotráfico en México es la
relación de los actores criminales con “algunas fracciones de la clase
política”. Pero tal premisa, si bien es imposible refutar, es
insuficiente y engañosa. Que existen figuras políticas envueltas en el
narcotráfico es una obviedad (por cierto, ampliamente documentada). La
pregunta que debe responder un trabajo histórico genuino no es
solamente qué actores o factores intervienen, sino también, y acaso
fundamentalmente, cómo intervienen esos actores o factores. Porque la
clave radica en jerarquizar la evidencia y la información, y descubrir
el proceso real del narcotráfico, y no sólo identificar a “ciertos
políticos corruptos”. Esa descripción que hacen no pocos autores acerca
de la relación –casi accidental, según esos relatos– entre “algunos”
políticos y los jefes de la droga es la pura envoltura mística. Hasta
ahora nadie escribió una historia del narcotráfico.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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