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UN PRIMER PASO PARA CAMBIAR EL MUNDO…
Es una pregunta crucial que debería hacerse cualquier persona que quiera cambiar el mundo: ¿realmente estoy dispuesto a dar el primer paso?
¿Estoy dispuesto a dejar de ver la realidad tal y como me han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?
Porque en eso consiste precisamente este primer paso para cambiar el mundo: en cambiar nuestra percepción de la realidad.
Y es que tal y como venimos advirtiendo en este blog desde hace bastante tiempo, vivimos en una realidad paralela que solo existe en el interior de nuestras cabezas.
Cualquier persona que realmente quiera cambiar el mundo, debe comprender la existencia de esta realidad paralela y conocer los pilares que la sostienen en pie.
Por esa razón, en este artículo expondremos una serie de conceptos que resultan cruciales para empezar a distinguir esa ficción y conseguir separarla de la auténtica realidad.
Y para realizar esta tarea, vamos a poner como ejemplo un asunto del que todo el mundo ha hablado durante días y que ha provocado horas y horas de debates, discusiones y opiniones escritas de todo tipo.
Estamos hablando de la prohibición del Burkini en algunas playas francesas, aunque advertimos que éste no va a ser el foco central del artículo, sino solo una excusa para exponer conceptos que creemos que son importantes.
Al fin y al cabo, hablar sobre la prohibición o no del burkini, en los términos en que lo ha hecho la mayoría de gente, resulta infructuoso: entran en juego los prejuicios ideológicos y la mayoría de personas muestran una incapacidad evidente para volar por encima de los muros que compartimentan su mente.
Por esa razón, vamos a abordar el tema desde un punto de vista radicalmente diferente, porque de hecho, lo que ha sucedido en esas playas francesas y la discusión que se ha generado a su alrededor, (en la que se han utilizado los habituales términos grandilocuentes para estos casos, como “libertad”, “ley”, “cultura”, “discriminación”, “racismo”, “derechos”, etc…), es un reflejo perfecto de lo que es en realidad el Sistema y cómo domina por completo todas nuestras acciones y pensamientos.
Como veremos más adelante, el espectro de visión de los acontecimientos cambia radicalmente dependiendo de si los observamos “desde dentro” del Sistema o “desde fuera” de él.
Analizar los hechos desde dentro del Sistema (lo que ha hecho todo el mundo), implica sumergirse en una realidad abstracta virtual que sólo existe dentro de nuestras mentes, mientras que analizarlo desde fuera, sin embargo, significa tomar conciencia de todas esas abstracciones ficticias y ir a la auténtica raíz del asunto.
Por esa razón, intentaremos analizarlo todo desde la segunda opción.
Sin embargo, para poder hacerlo, antes debemos poner sobre la mesa algunos conceptos…
Lo primero que debemos comprender es que las creencias, las ideologías y la identidad cultural, solo existen dentro de nuestra psique.
Son paquetes de información muy parecidos a un programa informático instalado en una computadora: son meros mecanismos psíquicos de programación mental.
Y la percepción distorsionada que tenemos de ellos y de su relación con nosotros, es muy parecida a la percepción distorsionada que tenemos de un programa informático instalado en una computadora.
Por ejemplo, pensemos por un momento en un programa como el célebre Photoshop, un editor de gráficos que nos permite retocar fotos.
De forma inconsciente, tendemos a pensar que la computadora, por ser un elemento físico tangible, es “la que utiliza” el Photoshop para editar las imágenes.
Pero en realidad no es así: es el Photoshop, el programa informático, el que utiliza a la computadora, un dispositivo físico, para cumplir con su función.
Puede parecer una tontería, pero verlo de una forma u otra, cambia por completo la visión de la realidad.
Pensémoslo bien: la computadora no ha sido creada con la función de retocar fotos o editar imágenes; es un dispositivo complejo, repleto de grandes posibilidades, pero que solo tiene la opción de retocar imágenes si alguien instala en su interior el programa informático adecuado, creado para esa función específica.
En cambio, el programa Photoshop sí ha sido creado con dicha función. Es su razón de ser y de existir: editar imágenes.
Y aunque no esté instalado en una computadora, ese software llamado Photoshop, sigue existiendo y conservando todas las capacidades potenciales para las que fue creado.
Puede estar “inerte”: guardado en un CD, en un DVD, en un pendrive, en un disco duro, o en un servidor en la nube, esperando a que alguien lo instale.
Pero esté donde esté, el programa ya tiene todo lo que necesita para SER lo que ES, porque aunque no tiene conciencia de sí mismo, sí dispone de una función específica que cumplir, que determina su existencia.
En todo caso, la computadora, con su enorme capacidad de procesamiento, es el elemento subyugado, aunque indispensable, para que ese programa informático pueda plasmar circunstancialmente sus funciones en la realidad tangible.
En definitiva: las computadoras “crean” programas informáticos con los que programar a otras computadoras o a sí mismas; y esos programas, permiten realizar determinadas funciones, que finalmente se plasman en la realidad a través de las propias computadoras.
Pero una vez creados esos programas, una vez EXISTEN en forma de paquetes de información, ya no son las computadoras las que los utilizan para realizar determinadas funciones, sino que son los programas los que UTILIZAN a las computadoras, como un instrumento para plasmar sus capacidades en el entorno real.
Puede ser que a muchos lectores, lo que acabamos de decir les parezca un giro absurdo, un conjunto de elucubraciones sin sentido o una forma de ver las cosas retorcida que no lleva a ninguna parte.
Pero como decíamos antes, ver las cosas de una forma o de otra cambia radicalmente la concepción de nuestra realidad.
Lo que estamos diciendo, es que nosotros (las computadoras), creamos todas nuestras creencias, nuestras ideologías e identidades culturales (programas de software) y que una vez creadas, esas ideologías, creencias y conceptos culturales, NOS UTILIZAN a nosotros mismos para expresarse en el entorno real y no al revés.
Dicho de otra manera: somos esclavos de nuestras propias creaciones psíquicas, que toman control de nuestras vidas y nos usan como instrumentos a su servicio, para intervenir sobre la realidad de forma tangible.
Sí, es una visión chocante, anti-intuitiva y que incluso puede parecer absurda, fantasiosa o hasta terrorífica: pero si lo analizamos bien, veremos que es la auténtica realidad en la que vivimos.
Pongamos un ejemplo.
Imaginemos a dos personas, A y B, educadas desde pequeñas (es decir, programadas mentalmente) con dos ideologías opuestas.
Por ejemplo, A ha sido educado para ser un fascista, mientras que B ha sido educado para ser un comunista.
Cuando esas personas A y B coinciden y empiezan a intercambiar información, es altamente probable que sientan rechazo o incluso odio el uno por el otro.
¿Y por qué?
Bien, pues porque los programas que llevan instalados en su mente (fascismo y comunismo), entre sus funciones principales tienen la de luchar o rechazar a la ideología opuesta, a la que consideran una competencia directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.
Ahora supongamos otra posibilidad: que esa misma persona B, en lugar de haber sido educada como comunista, ha sido educada desde pequeña como fascista, al igual que A.
¿Qué sucederá cuando se encuentren A y B y empiecen a intercambiar información?
Pues que muy posiblemente tenderán a considerarse “colegas” y ese odio cerval que surgía en el primer caso por razones políticas, no existirá, porque sus programaciones mentales son similares.
¿Y qué demuestra eso?
Pues que la raíz del rechazo o el odio entre A y B, no surge de la naturaleza de los propios individuos A o B; los individuos en sí mismos, no son la fuente original de esos sentimientos de odio o rechazo mutuo.
A y B no se odian.
Son el programa “fascismo” y el programa “comunismo” los que se rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en las que han sido “instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo mutuo en un entorno físico real, llegando a inducir en las mentes de A y B un sentimiento de odio del uno hacia el otro.
Es la programación mental la que UTILIZA a la persona para manifestarse y no al revés.
De la misma manera que es el programa Photoshop el que utiliza a la computadora para plasmar sus funciones en un entorno real y no al revés.
Sí, es difícil de asimilar, porque es anti-intuitivo: estamos hablando de simples conglomerados de información, en forma de programa mental, sin voluntad propia ni aparente conciencia de sí mismos, que son capaces de dominar a seres pensantes y conscientes, hasta convertirlos en esclavos a su servicio.
¡Y lo más sorprendente es que son precisamente individuos pensantes y conscientes los que, gracias a sus mentes creativas, han engendrado de la nada esas programaciones mentales que al final los acaban dominando!
En este blog, llamamos Sistema (con “s” mayúscula) al conjunto de todos esos mecanismos de programación mental, que instalados en nuestras psiques, nos dominan y esclavizan por completo.
Y llamamos sistema (con “s” minúscula) a todo el conjunto de estructuras de organización política, social y económica (aquello que habitualmente la gente conoce como “el sistema”), que no son más que una plasmación externa de carácter comunitario, de lo que es el Sistema implantado en la mente de todos los individuos.
Ahora, antes de continuar, necesitamos explicar de forma condensada otro concepto que nos permitirá comprender cómo esos mecanismos mentales consiguen apoderarse de nosotros.
Decíamos que las programaciones mentales de carácter ideológico-político instaladas en sus psiques, eran las que les inducían a generar en su interior un sentimiento de odio mutuo.
Y nos preguntamos: ¿cómo pueden conseguir simples mecanismos de programación mental, es decir, meros conglomerados de información sin voluntad propia, que los individuos se odien y se maten los unos a los otros, sin que los propios individuos se percaten de que sus acciones han sido inducidas por mecanismos mentales implantados, ajenos a su propia naturaleza?
Bien, pues lo consiguen generando un mecanismo de IDENTIFICACIÓN.
Los individuos “programados” con ideologías o creencias, se identifican plenamente con ellas, borrando en su mente, de forma inconsciente, las fronteras entre su propia identidad individual y aquello “en lo que creen”.
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el comunismo como ideología política? Le dice: “YO SOY COMUNISTA”
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el cristianismo como religión? Le dice: “YO SOY CRISTIANO”
No se limitan a decirle: “yo sigo circunstancialmente las doctrinas comunistas o cristianas”, trazando una frontera entre su yo y la programación mental recibida, sino que se IDENTIFICAN con el programa instalado en su psique, y al hacerlo, pasan a considerarse a sí mismos como una MANIFESTACIÓN FÍSICA del propio programa mental.
Así es como estos mecanismos psíquicos, consiguen convertirnos en sus esclavos.
Esclavos físicos de un mecanismo psíquico.
Una vez el mecanismo de programación ideológica instalado en la mente de A (en nuestro ejemplo, el fascismo), consigue que A se identifique como “Fascista”, es decir, como “representación física del fascismo”, pasa a identificar a B como un “comunista”, es decir, una “representación física del Comunismo” y entonces desaparece toda restricción, tanto en A como en B, para destruirse físicamente el uno al otro.
Esto permite que los distintos mecanismos de programación mental (en este caso ideologías políticas), puedan combatirse los unos a los otros a través de sus subyugados (las personas programadas), en el entorno físico; de esta manera, los individuos pasan a convertirse en algo parecido a piezas sobre un tablero, en lo que vendría a ser una partida de ajedrez entre dos mecanismos de programación mental; ambos mecanismos de programación tratan de eliminar físicamente las fichas controladas por el oponente, porque cada una de esas piezas representa una posibilidad de propagación de la ideología opuesta, en el mundo real.
Por eso es tan importante el mecanismo de IDENTIFICACIÓN y es lo primero que “se instala” en nuestra mente cuando somos programados (educados) culturalmente, religiosamente, o cuando somos inducidos a abrazar una ideología política concreta.
Si no existiera este mecanismo de identificación, en cualquier momento, tanto A como B, podrían tomar conciencia de que ellos y las creencias que tienen instaladas en la cabeza, no son la misma cosa; y entonces, podrían tomar conciencia de que el presunto opositor al que tanto “odian”, en realidad es una persona como ellos, que simplemente, ha sido programada con otra ideología y que por lo tanto, no hay ninguna justificación real para odiarlo, combatirlo o hacerle daño físico.
La función del mecanismo de IDENTIFICACIÓN pues, es impedir que pueda producirse esa toma de conciencia.
Y este es un paso crucial, porque si no existiera este mecanismo de IDENTIFICACIÓN, las guerras por ideologías, patrias, o religiones, serían imposibles.
De hecho, sería imposible que el Sistema siguiera en pie, al menos mediante las estructuras que hasta ahora hemos conocido.
Pero la importancia capital del mecanismo de Identificación no termina aquí, pues genera una serie de efectos colaterales que cambian por completo nuestra visión de la realidad.
LA REALIDAD ABSTRACTA PARALELA
En el mismo momento en el que firmamos ese contrato psíquico de IDENTIFICACIÓN, (algo parecido a venderle el alma al diablo), en el que aceptamos identificarnos a nosotros mismos como una manifestación física de un programa mental instalado ( recordemos esas expresiones de identificación tan típicas: “yo soy comunista”, “soy cristiano”, “soy francés”, “soy heavy metal”, “soy merengue”, etc…), en ese preciso instante, abandonamos el mundo real para entrar en un mundo abstracto de ficción que solo existe en el interior de nuestra mente.
¿Por qué?
Pues porque el mecanismo de identificación, no nos lo aplicamos solo a nosotros mismos, sino a todo lo que nos rodea.
Es así como todas las personas únicas, con identidades individuales y diferenciadas que vemos a nuestro alrededor, pasan a ser identificadas, en el interior de nuestra mente, como “moros”, “conservadores”, “perroflautas”, “argentinos”, “gringos”, “culés”, “ciudadanos de clase media”, “inmigrantes”, etc…
Se genera así un mundo paralelo en el que las personas son clasificadas mediante multitud de estereotipos y etiquetas superpuestas de toda índole, que conforman una nueva realidad abstracta, una suerte de “realidad aumentada” que solo existe en el interior de nuestra psique y que confundimos con la auténtica realidad tangible.
Por si eso fuera poco, esa realidad paralela del Sistema, viene acompañada de toda una panoplia amplísima de conceptos que sirven para justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna depende por completo de que permanezcamos sumergidos en esa realidad ficticia, en la que ahora creemos vivir.
Es algo parecido a lo que sucede con la lógica interna de un sueño: que solo tiene sentido mientras estás soñando. El propio sueño incorpora todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le dan sentido a algo que en realidad no lo tiene.
Lo que dentro de la realidad ficticia del Sistema nos parece “completamente lógico y razonable”, desde fuera del Sistema lo veríamos como “totalmente absurdo e insensato”.
Es algo parecido a cuando despiertas del sueño y recuerdas asombrado lo contradictoria que era la “lógica onírica” en la que estabas sumergido y que tanto sentido parecía tener.
¿Cuántas veces nos ha sucedido?
Pues bien, este “despertar” es muy similar al que experimentamos si de repente tomamos conciencia plena de lo que es en realidad el Sistema y de lo absurdos que son sus presuntos “principios lógicos de funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.
Con ello, el programa mental obtiene un dominio completo sobre nosotros, pues pasamos a considerarnos de forma inconsciente como una Manifestación Física del programa mental.
Este proceso de identificación está compuesto de diversos niveles.
A-VÍNCULO EMOCIONAL:
Mientras se consolida el proceso de identificación, se genera en la mente un mecanismo crucial: un SENTIMIENTO DE IDENTIFICACIÓN, es decir, una vinculación de carácter emocional con el programa mental, que sirve para cimentar nuestra IDENTIFICACIÓN con dicha programación mental.
Este sentimiento extiende raíces y establece vínculos relacionados con el conjunto de sentimientos propios de la vida personal de cada individuo. De hecho, se nutre de ellos.
Por ejemplo, si nos IDENTIFICAMOS como Alemanes, la existencia de ese SENTIMIENTO de Identificación, nos llevará, no solo a considerar el himno alemán como algo con lo que nos identificamos y que nos representa, sino que además, cuando lo escuchemos sentiremos emoción.
Y esa emoción, puede estar vinculada y puede verse potenciada por elementos emocionales personales, como por ejemplo, que tus abuelos o tus padres, te inculcaran ese sentimiento patriótico y que albergues recuerdos concretos relacionados con ello. (Como por ejemplo, cuando recuerdas ese día en que tu querido abuelito Hans te enseñó la letra del himno alemán al llevarte de pesca al precioso lago Barmsee, rodeado de nenúfares, bajo el maravilloso sol de la primavera bávara)
Si no existiera ese vínculo emocional programado en nuestra mente, que cimenta el proceso de IDENTIFICACIÓN, la gente no llegaría a indignarse cuando alguien quema su bandera o silba su himno.
B-IDENTIFICACIÓN DEL ADVERSARIO:
A medida que el programa mental consigue que nos identifiquemos con él, instala a su vez en nuestra mente los mecanismos de identificación necesarios para reconocer a todos aquellos mecanismos mentales que puedan representar una competencia para su existencia o que resulten potencialmente peligrosos.
Por ejemplo, si somos programados con una ideología política, empezamos a identificar las otras opciones políticas como posibles adversarios o peligros potenciales o directos para la ideología con la que nos identificamos.
Esos potenciales adversarios van siendo clasificados en nuestra mente según un conjunto de parámetros (ideológicos, políticos, históricos, culturales, etc…), que determinan el rango de amenaza que representan para el mecanismo mental que nos programa.
C-RECHAZO EMOCIONAL DEL ADVERSARIO:
Mientras se producen los procesos de identificación y clasificación de los posibles mecanismos de programación adversarios, se van desarrollando simultáneamente, sentimientos de rechazo hacia dichos programas mentales “amenazantes”.
El rango de amenaza con el que los clasificamos, determina a su vez el nivel de sentimiento de rechazo o repulsión hacia cada uno de ellos.
Por ejemplo: inicialmente, alguien de extrema derecha tenderá a sentir menos repulsión por alguien de centro-derecha, que por alguien de extrema izquierda, a no ser que haya factores históricos o personales circunstanciales que influyan en dichas dinámicas.
D-TRANSMISIÓN:
Esta es la fase culminante que cristaliza definitivamente el proceso de IDENTIFICACIÓN.
Se llega a este punto cuando el individuo programado e identificado plenamente con su programación mental, se convierte en un foco de transmisión de dicha programación hacia otras personas. (Algo parecido a convertirse en un foco de infección)
Llegados a esta fase, la persona programada no se limita a actuar como manifestación física de la programación mental instalada en su mente, sino que además trata de inocular esa misma programación mental a otras personas.
Uno de los ejemplos más habituales de foco de transmisión, lo encontramos cuando las personas intentan inocular sus programaciones mentales a sus descendientes, aprovechando la existencia de vínculos emocionales y de autoridad.
Cabe destacar que cuando una persona se convierte en transmisor del programa instalado, se genera inconscientemente en su psique una nueva “capa” o “nivel” de identificación, que está relacionado con la cantidad de tiempo que ese mecanismo de programación mental lleva existiendo sobre la tierra y la cantidad de generaciones a las que “ha infectado”.
Una programación mental que lleva transmitiéndose de generación en generación en un entorno concreto, puede pasar a considerarse “tradición”, “costumbre”, “creencia”, etc…
Pues bien, cuando alguien se convierte en foco de transmisión de un programa mental tan antiguo, inconscientemente establece un nuevo vínculo de identificación con dicho programa mental: ya no solo se considera a nivel inconsciente como una manifestación física de esa programación mental (IDENTIFICACIÓN), sino que además se considera inconscientemente como un eslabón más en la cadena de transmisión o propagación de esa programación mental a lo largo del tiempo (IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE).
De hecho, pasa a identificarse como un eslabón más de algo que considera superior a sí mismo: una tradición, costumbre o creencia, cuya antigüedad es más extensa que la duración de su propia vida.
Y uno de los efectos que genera en los individuos la identificación con una programación mental tan antigua y extendida entre grupos de población, es que les provoca una sensación de “pequeñez” ante el programa mental que les controla, pues como decíamos, es percibido como una entidad que trasciende a sus propias existencias.
Por ejemplo, una persona que se identifica como católico, considerará el catolicismo como algo superior o más grande que él mismo, a pesar de que no es más que una programación mental que lleva instalada en la mente y que se ha propagado a lo largo de generaciones, de forma similar a como lo haría una “infección psíquica”.
Bien, pues es precisamente esta percepción de la propia pequeñez ante el programa mental “trascendente”, la que actúa como un resorte que garantiza que el individuo tratará de transmitir a sus descendientes la programación mental que le controla.
¿Por qué?
Pues porque a nivel inconsciente, la principal manera que tienen los individuos programados de participar de esa “trascendencia”, es convertirse en focos de propagación de dicha programación mental a las nuevas generaciones; con ello generan en su mente la ilusión de formar parte de la propagación temporal de un ente que de alguna forma, perciben como “inmortal”. Es como si absorbieran parte de esa “inmortalidad” para sí mismos.
De ahí lo de IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE.
Como podemos ver, es mediante mecanismos tan básicos como estos, que actúan a nivel inconsciente, que algunas creencias y tradiciones consiguen pervivir durante tanto tiempo.
Una vez concluidas y consolidadas todas las fases del proceso de Identificación, que vendrían a representar el armazón del proceso de programación mental, se inicia un proceso de construcción de discurso o ARGUMENTARIO, que vendría a ser algo así como su recubrimiento o piel externa.
La función del discurso o argumentario que acompaña a un proceso de programación mental (de carácter ideológico, religioso o cultural), es servir como escudo protector intelectual, ante la amenaza que representan los mecanismos de programación adversarios, a la vez que también sirve como arma de agresión intelectual hacia ellos.
Y ese argumentario no se genera a nivel individual, sino a nivel social.
Pongamos un ejemplo para verlo más claro:
Supongamos a un Europeo cristiano y de raza blanca (lo llamaremos el “Europeo”), que siente un profundo e incontenible sentimiento de rechazo cuando ve a una mujer musulmana vestida con un Niqab que le cubre todo el cuerpo, paseando por las calles de su ciudad.
¿Por qué el “Europeo” siente ese sentimiento tan fuerte de repulsión?
Bien, pues porque sus sistemas de programación mental de carácter nacional, cultural y religioso, reaccionan al ver el reflejo físico de una programación mental ajena; el programa mental instalado en la mente del “Europeo”, considera esa programación mental ajena como “una amenaza invasiva” y automáticamente, consigue generar en su mente un sentimiento de rechazo hacia esa mujer, su vestimenta y todo aquello que cree que representa; es decir, los mecanismos de programación instalados en la psique del “Europeo” y con los que se IDENTIFICA, lo utilizan como instrumento FÍSICO para defenderse ante lo que consideran un mecanismo mental peligroso para su pervivencia (el mecanismo de programación mental de carácter étnico-religioso instalado en la mente de la mujer musulmana).
Ahora supongamos que ese “Europeo”, llevado por la rabia, expresa su sentimiento de rechazo de forma explícita hacia esa mujer musulmana, insultándola en público.
El “Europeo”, instrumentalizado por su programación mental, estará expresando el sentimiento de rechazo que dicha programación le induce…pero ¿qué sucederá si otro transeúnte, que se presenta como “defensor de la multiculturalidad” (al que llamaremos el “Tolerante”), decide defender a la mujer musulmana y le espeta: “Usted es un racista, un xenófobo y un anti-demócrata que no respeta la libre expresión cultural de los individuos”?
Pues simplemente, lo que tendremos es que el “Europeo” que se ha dejado llevar por la rabia, estará en una clara inferioridad de condiciones a la hora de JUSTIFICAR INTELECTUALMENTE sus acciones ante el “Tolerante” que le ha reprendido por su actitud.
¿Y por qué?
Pues porque a diferencia del “Europeo”, que solo se ha dejado llevar por una emoción inducida, el “Tolerante”, dispone de un ARGUMENTARIO.
Su argumentario (en este caso en su faceta atacante), consiste en vincular el mecanismo de programación mental de ese “Europeo” con valores comúnmente aceptados a nivel social como “negativos”, como son el racismo, la intolerancia, la xenofobia, etc…
Es decir, los argumentarios son conjuntos de mecanismos y conceptos con lógica interna de carácter intelectual, que permiten defender las propias programaciones y atacar las opuestas.
La única forma de defenderse que tendrá el “Europeo”, será disponer de su propio argumentario con el que justificar sus acciones; en este caso, en una faceta defensiva: para ello podrá esgrimir subterfugios como “la libertad y los derechos de la mujer en la Europa Occidental que tantos sacrificios nos han costado”, o usar argumentos tan básicos como “Esto es Europa y Europa es cristiana”, “su vestimenta es un símbolo del islamismo radical”, o quizás subterfugios lógicos más pedestres como “si una mujer fuera a vivir a un país islámico debería vestir según sus costumbres y su cultura y ella debe hacer lo mismo cuando está en Europa”.
Esta es la auténtica función del ARGUMENTARIO: es ARMAMENTO INTELECTUAL para tratar de debilitar las programaciones mentales opuestas y defender las propias.
Cabe destacar que los argumentarios siempre tienen 2 características fundamentales que no debemos ignorar:
1-Los argumentarios son coherentes con la lógica interna de la programación que defienden.
(por ejemplo, es difícil que usted vea a alguien de “extrema izquierda” utilizando conceptos como “patria”, “bandera”, “dios”, “familia”, etc.. en la construcción de su argumentario, porque serían incoherentes con la programación mental que representa. Tendrá que buscar conceptos coherentes con su programa ideológico, como “clases populares”, “multiculturalidad”, “feminismo”, “proletariado”, etc…)
2-Los argumentarios se construyen alrededor de los conceptos disponibles más efectivos para cumplir con su función, con independencia absoluta de la verdad y la honestidad.
(por ejemplo, todo el mundo alude al concepto de libertad, pero ninguna ideología la defiende realmente, sino que solo la esgrime porque es un arma muy efectiva argumentalmente, para defender el correspondiente programa mental ante el argumentario opuesto).
Este segundo punto es el que quizás le cueste más de aceptar a la mayoría de personas.
Y es que no nos limitamos a afirmar que todas las discusiones ideológicas están bañadas en la más absoluta hipocresía. Si solo existiera la hipocresía que conocemos todos, la que podríamos llamar “Hipocresía Explícita”, todo sería mucho más fácil.
No, lo que decimos es aún peor: estamos hablando de un nivel de hipocresía inconsciente, en el que la programación mental induce a la mente del huésped a generar cualquier tipo de discurso lógico que le resulte útil; se trata de una hipocresía de segundo nivel de la que los propios individuos difícilmente toman conciencia.
Y todo esto que estamos diciendo, lo hemos visto expuesto en el dichoso asunto del burkini y en todas las discusiones que lo han rodeado.
Todo el debate sobre este asunto, ha consistido únicamente en una confrontación de argumentarios vacíos, que sólo tienen lógica interna dentro de la ficción paralela del Sistema; aquello que antes comparábamos con un “sueño”.
Sí, lo estamos diciendo claro: todos estos argumentarios, con los que la gente se pone tan seria, tan trascendente y se llena tanto la boca, en realidad NO TIENEN NINGÚN SENTIDO.
Vayamos a un ejemplo concreto.
¿Cuál ha sido uno de los argumentos que más han esgrimido los contrarios a la prohibición del burkini en las playas francesas, es decir, aquellos que defienden el uso del burkini?
La libertad.
Y más concretamente, “la libertad individual de la mujer de escoger cómo quiere vestirse”.
Todo ello acompañado de un cierto tono solemne y de ese indescriptible “brillo vacío” en los ojos, tan característico de las personas imbuidas por el Sistema, que tanto nos asemeja a sonámbulos (ya ven que me incluyo, todos estamos metidos en esto).
Porque lo cierto es que defender el burkini como una “expresión de libertad”, solo tiene sentido cuando se está profundamente sumergido en el “sueño del Sistema”, con sus absurdas “lógicas” oníricas internas.
Y si no, vamos a analizar el proceso mediante el cual, las mujeres musulmanas han llegado hasta el uso del burkini.
Al fin y al cabo, han seguido las fases que antes hemos destacado: Instalación, Identificación, Transmisión y construcción de Argumentario.
INSTALACIÓN
Recordemos el principio mediante el cual las mujeres musulmanas deben cubrirse el pelo o la piel: todo procede de un mecanismo mental represivo, que culpabiliza la exhibición del cuerpo femenino, convirtiéndolo en motivo de provocación sexual hacia los hombres y por lo tanto, en motivo casi “de pecado”. Las mujeres deben cubrirse pelo y piel ante aquellos hombres que no son de su familia más cercana, porque en el fondo, son consideradas “una propiedad de sus maridos”, los únicos con el derecho adquirido de poder ver esas partes de su cuerpo.
Por lo tanto, cubrirse el pelo y la piel, parte, simple y llanamente, de un mecanismo de represión sexual y social sobre las mujeres, que viene especialmente incorporado en la programación mental musulmana en múltiples formas, desde hace siglos.
Así pues, desde sus inicios, cubrirse la cabeza no tiene nada que ver con “la libertad”, sino con todo lo contrario.
IDENTIFICACIÓN
Una vez se instaló esa programación mental mediante la cual las mujeres debían ir cubiertas y “mostrarse modestas”, esas mujeres de tradición musulmana fueron desarrollando un proceso de identificación con dicho mecanismo represivo.
Una vez el proceso de identificación se consolidó en la mente de las propias mujeres durante varias generaciones, esa obligación procedente de una programación mental, empezó a ser considerada por las propias mujeres como un elemento cultural con el que se identificaban y con el que establecían vínculos emocionales, en lugar de seguir viéndolo como lo que era en realidad: un mecanismo de represión; con ello, las propias mujeres musulmanas, se convirtieron en manifestaciones físicas de las restricciones mentales que les habían inoculado, aunque en su mente programada y moldeada por el proceso de identificación, ahora la restricción llevaba el nombre de “costumbre”, “tradición” o “identidad cultural”.
TRANSMISIÓN
Con el paso de las generaciones, las propias mujeres musulmanas se han convertido en el principal vehículo transmisor de ese mecanismo mental represivo hacia sus descendientes; y con ello, como decíamos antes, han pasado a verse a sí mismas como eslabones de la cadena de transmisión de lo que interpretan como una tradición y una identidad cultural, asentando con ello su proceso de identificación mediante el subproceso de la Identificación Trascendente, que anteriormente hemos indicado.
Es decir, se cubren la cabeza porque haciéndolo generan en su mente la ilusión de que forman parte de algo más grande que ellas mismas, algo que trasciende sus propias vidas, cuando en realidad, lo único que hacen es actuar como “foco de infección”, propagando un mecanismo de programación mental represivo.
Y llegados aquí, es cuando se ha producido el “choque cultural” entre ciertas personas de “programación europea” y esas mujeres, “defensoras de sus costumbres” (programaciones mentales), que rápidamente han echado mano del Argumentario necesario para defender su programación mental.
ARGUMENTARIO
¿Y qué han esgrimido esas mujeres programadas con sus creencias musulmanas, cuando se han visto atacadas por personas programadas con mecanismos mentales diferentes?
Pues lo que decíamos antes: han echado mano del argumentario más adecuado para defender la pervivencia de su mecanismo de programación ante el ataque de los mecanismos de programación ajenos.
¿Y cuál es el paquete conceptual más adecuado para defender tu programación mental cuando estás en una democracia occidental? Pues utilizar los conceptos propios de la democracia a tu favor.
Así ha sido como han esgrimido su derecho a “vestir como quieran”, “su libertad de expresión”, “la libertad de las mujeres”, “la defensa de la multiculturalidad y la tolerancia”, etc…y de la misma forma, han utilizado un argumentario similar para atacar a los “programados oponentes”, acusándolos de “xenofobia”, “represión”, “intolerancia”, “racismo”, “imposición”, etc…
De hecho, han llegado a utilizar argumentos tan falaces como “forma parte de nuestra libertad individual vestir como queramos”…¡Es increíble la facilidad con la que todas las personas programadas mentalmente, sean del bando que sean, echan mano del recurso de la “libertad individual” para defender la programación mental que precisamente la atenaza!
Pero ahora vayamos al otro bando y observemos qué argumentario han utilizado los que quieren prohibir el burkini…¿Adivinan qué subterfugio han utilizado?
(redoble de tambores)
¡La Libertad!
Hemos visto a montones de políticos franceses, con expresión severa, aduciendo: “el burkini representa la represión sobre la libertad de la mujer, es un símbolo del radicalismo islámico que tanto daño le ha hecho a Francia, no representa los valores de libertad e igualdad de la República Francesa, bla, bla bla…”
Como vemos, la (presunta) libertad es el comodín de los argumentarios de nuestro tiempo…
Aunque ciertamente, debemos indicar que el concepto de Libertad solo lo han esgrimido las personas con una programación mental “más refinada”, es decir, personas que necesitan de varias capas de programación mental para acabar siendo esclavizadas.
Porque existen personas tan débiles psíquicamente, que pueden ser programadas mentalmente de forma básica, por no decir directamente “primitiva” y “rudimentaria”; esas personas apenas necesitan de argumentario…son los que directamente afirman: “Esto es Europa, somos cristianos y blancos y vosotros sois unos sucios moros invasores”.
Este tipo de seres humanos son “maravillosos”: obedecen a su programación mental de forma fanática sin tan solo necesidad de subterfugios intelectuales. ¡Qué simplicidad!
Y en “el otro bando” también los tenemos…son aquellos que dicen “sois todos unos infieles y debéis morir”.
De hecho, ambos grupos forman parte de ese tipo de personas que cada día se esfuerzan en recordarnos que provenimos de las amebas…
Pero volvamos de nuevo al absurdo debate sobre el uso del burkini.
Hagamos un poco de repaso.
Más o menos, ya conocemos los diferentes argumentarios usados en esta discusión y todo el mundo probablemente se ha formado una opinión al respecto.
Ahora observemos el debate sin sumergirnos en las lógicas distorsionadoras del Sistema, “desde fuera del Sistema”; analicemos la discusión teniendo plena conciencia de la existencia de todos esos mecanismos de programación y de su efecto sobre cada bando…
¿Qué vemos entonces?
Por ejemplo, vemos que todos aquellos europeos que “atacan” a las mujeres vestidas con burkini, lo único que hacen es defender ciegamente la pervivencia de las programaciones mentales con las que han sido educados (programados) e identificados desde pequeños, en forma de cultura, tradición, costumbres y religión.
Sus programaciones mentales, al sentirse amenazadas ante la presencia de mecanismos mentales ajenos que pueden “robarles su cuota de mercado”, arrojan a sus esclavos psíquicos, cual perros rabiosos, a atacar a los portadores de mecanismos peligrosos para su pervivencia.
Esta es la triste realidad de aquellas personas que tan ofendidas se sienten ante la presencia de “musulmanes invasores”.
¿Pero saben lo mejor?
Resulta que esas personas “europeas y cristianas” creen que “defienden su territorio” ante algo que consideran una “invasión”…cuando en realidad, lo que defienden es el territorio conquistado por la programación mental que llevan instalada en sus cabezas.
¡Es la programación mental la que los usa a ellos para defender “su territorio”, ante la amenaza de una programación mental ajena y no al revés!
Pero están tan cegados por sus mecanismos de identificación, que son incapaces de verlo…
Pero esos “europeos” no son los únicos locos en este manicomio.
Si seguimos observándolo todo desde fuera del Sistema, también seremos capaces de ver, de forma diáfana, lo absurda que es la posición de las personas del bando contrario, aquellos que defienden con tanta vehemencia el uso del burkini.
En el caso de las mujeres que lo visten, como ya hemos indicado antes, vemos a personas profundamente esclavizadas por una programación mental rígida, que no solo se auto engañan a sí mismas calificando de “tradición” algo que no es más que un mecanismo de represión mental de carácter hereditario, sino que además tratan de utilizar cualquier subterfugio disponible, por más contradictorio que sea, para defender dicha programación mental a capa y espada.
Uno de los ejemplos más claros y paradigmáticos de ello, lo tenemos en la mismísma inventora del burkini, Aheda Zanetti, capaz de utilizar un paquete de argumentos que solo pueden sostenerse dentro de una “(i)lógica onírica”.
En el colmo de los retruécanos y del absurdo más total y absoluto, la señora es capaz de decir, literalmente, que el burkini “es libertad” porque permite a las mujeres musulmanas “realizar deportes o bañarse en la playa”, respetando a la vez sus creencias, es decir, respetando las restricciones con las que han sido programadas mentalmente.
O sea, que estamos ante una invención (el burkini), cuyo objetivo principal es mantener intactas y sin discusión todas las restricciones que coartan la libertad de un grupo de individuos (en este caso, mujeres)…¡y la llamamos “símbolo de libertad”!
Es como si alguien hubiera sido programado mentalmente para llevar grilletes y una bola de hierro encadenada al pie durante toda su vida y un buen día apareciera alguien y le dijera: “para que puedas seguir llevando tus grilletes y la bola atada al pie ‘con toda libertad’ cuando vayas a la playa, vamos a hacer que todas tus cadenas, en lugar de hierro, sean de plástico, para que no te hundas”.
¡Maravilloso!
¡Es “libertad” en estado puro!
Es una contradicción tan flagrante que solo puede adquirir sentido cuando se está sumergido en las lógicas propias de un sueño.
Un sueño ( por no decir una pesadilla ) en el que las personas están encadenadas desde que nacen hasta que fallecen y en el que los individuos son capaces de matarse los unos a los otros para defender sus grilletes, al grito de “¡¡Nadie me arrebatará la ‘libertad’ de llevar mis cadenas hasta la muerte!!”
Es así de demencial.
Esta es la realidad del mundo en el que vivimos.
Sabemos que todo lo que hemos dicho hasta ahora es difícil de asimilar…¡porque es demasiado fácil de entender!
No hacen falta sesudos tratados de filosofía, repletos de farragosas referencias en griego o latín, para percatarse de que vivimos en una realidad paralela que solo existe dentro de nuestras cabezas y del profundo efecto que tiene sobre nosotros.
Lo tenemos tan delante de nuestras narices que cuando nos enfrentamos a ello, tendemos a pensar: “no, no puede ser…es demasiado evidente, algo no cuadra…no puede ser tan fácil”
Y preferimos buscar cualquier entretenimiento que nos distraiga y nos aleje de la evidencia: unos lo hacen a través de las distracciones más mundanas; otros a través de todo tipo de “fantasías alternativas” que deciden ver como “revelaciones liberadoras” que los convierten en “despiertos”; y otros perdiéndose en los más complejos laberintos conceptuales, creados por el Sistema, para alejarnos de lo que es más que obvio.
Si tuviéramos que elegir una imagen gráfica para describir lo que le sucede a la humanidad, podríamos pensar en una película de terror, en la que todo el mundo se ha visto afectado por un virus que le ha vuelto loco y le hace creer que vive en una realidad alternativa, como si el velo de un sueño continuo, les cubriera los ojos.
Es como si todos estuviéramos “poseídos”.
Si quieren saber lo que es una auténtica “posesión infernal”, no es necesario que se pongan “El Exorcista”…salgan a la calle y observen; acudan a un mitin político, a un campo de fútbol o entren en un templo religioso…fíjense en la expresión de las personas, en como se retuercen sus caras en muecas de odio, fanatismo o emoción, dominados por completo por ideas que solo existen dentro de sus cabezas…
O escúchense a sí mismos, cuando defienden vehementemente una ideología o una creencia en un debate o en una discusión…¿están seguros de que son ustedes quienes hablan con tanta pasión…o hay “algo” en su interior que está usando su voz para defenderse?
¿No quieren creerlo?
¿No quieren aceptar que están ustedes “poseídos”?
No hay problema: hagan uso del instrumento más terrorífico jamás creado por el hombre…
Mírense fijamente al espejo…
Háganlo cuando se sientan ofendidos por que alguien ha atacado alguna de sus más profundas creencias…y verán claramente que hay “algo”, agazapado en su interior, que está usando sus propios ojos para mirarles con expresión de rabia…
No les culpamos.
Sus programaciones mentales, cual serpientes amenazadas por el fuego, les azuzan: “¡’Te están’ atacando!¡Defiéndete!”, aunque en realidad quieren decir “¡Defiéndeme, esclavo! ¡Quieren destruirme!”
Y ellos, desesperados, buscarán justificaciones para no enfrentarse al hecho de que todo aquello que consideran sagrado: “sus tradiciones”, su “cultura”, sus “costumbres” o “sus creencias”, en realidad no son más que programación mental esclavizante.
Ya podemos imaginar los argumentos que algunos de ustedes estarán construyendo, para “desmontar” lo que decimos en este artículo…
Nos dirán:
“el concepto de libertad individual que defiende intrínsecamente este artículo es una falacia, algo que no puede existir. La propia naturaleza del ser humano lo lleva a convivir en sociedad y la propia vida en sociedad conlleva la creación de esos conceptos que el artículo, erróneamente, califica como ‘programación mental’ (costumbres, tradiciones, creencias, ideologías, etc…) y que garantizan la cohesión de los grupos. Somos seres sociales y es absurdo tratar estas ‘programaciones mentales’ como si fueran algo malo, porque sin ellas no podríamos convivir los unos con los otros, bla, bla, bla…”
Pero amigos, este artículo no discute la utilidad de todos estos elementos de cohesión social.
Además, muchas veces vienen acompañados de bonitos sombreros, ropajes coloristas, preciosos cuentos simbólicos y mitos sagrados que celebramos con ritos de obligatoria repetición periódica…¡quién puede discutir algo tan crucial para nuestra existencia!
Lo que ponemos en tela de juicio es la relación de absoluto sometimiento que los individuos establecemos con estos mecanismos mentales.
La renuncia que hacemos todos a nuestra libertad individual básica, considerándonos inferiores a lo que no son más que meros “programas de software psíquico”.
Una libertad individual que es vilmente asesinada cada vez que se produce un proceso de identificación.
Lo que queda después, ya no es libertad, solo es puro sometimiento psíquico a la programación, aunque adquiera otro nombre y se le llame “tradición”, “costumbre”, “ley” o “creencia”.
¿Y cual es el resultado de esta terrible renuncia?
Observen a su alrededor y verán en qué se ha convertido la humanidad, construida en base a la obediencia ciega a los propios mecanismos mentales que vamos creando los humanos.
¿De verdad creen que el ser humano, con su inigualable capacidad para crear “conceptos de la nada”, no podría haber construido un mundo mucho mejor que este?
¿Qué mundo tendríamos si los individuos, en lugar de convertirse en representaciones físicas de sus programaciones mentales mediante los procesos de identificación, mantuvieran siempre la soberanía plena sobre sus mentes?
¿Creen que eso es imposible?
¿Por qué?
¿Acaso es imposible que una persona sea capaz de aprender y abrazar los mejores valores o ideas del cristianismo, el budismo o el islam, sin identificarse como “cristiano”, “budista” o “musulmán” y caer en sus respectivas redes de adoctrinamiento y programación mental y social?
¿Acaso es imposible que alguien sea capaz de hablar y pensar en francés, alemán o italiano y amar sus respectivas expresiones culturales, sin identificarse como un “patriota” francés, alemán o italiano, capaz de matar o morir por la dichosa bandera?
¿Qué sucedería si ningún individuo se identificara jamás con ningún mecanismo de programación?
Si nadie “se sintiera” cristiano, musulmán, budista, francés, alemán, mexicano, comunista, fascista, socialista, republicano, monárquico…
¿Existirían los nacionalismos? ¿Existirían los fanatismos religiosos e ideológicos? ¿Existirían absurdos rituales de obligatorio cumplimiento? ¿Soldados patriotas dispuestos a matar y morir por su bandera? ¿Borregos fanatizados por el fútbol? ¿Tribus urbanas? ¿Grupos mafiosos? ¿Estúpidos seguidores de modas? ¿Partidos políticos?
¿Cómo sería el mundo si los individuos hicieran las cosas porque deciden hacerlas por sí mismos, a cada momento, y no porque alguien les ha inculcado que eso “toca hacerlo porque siempre se ha hecho así”, “porque es lo correcto según tal o cual doctrina” o “porque lo hacen todos los demás”?
¿De verdad alguien cree que no podríamos vivir en sociedad, de forma armónica sin todas esas estupideces metidas en nuestras cabezas, dominando todos y cada uno de nuestros actos?
¿Alguien cree que nos mataríamos los unos a los otros por las calles si nuestra realidad la dominaran nuestras conciencias individuales y no las creencias que nos han inoculado?
¿Acaso hay alguna creencia o ideología que nos inculque un amor, una comprensión o una empatía que no podamos generar por nosotros mismos, gracias a nuestra propia conciencia y naturaleza humana?
¿Alguien cree que si dejáramos de seguir ciegamente tradiciones absurdas y costumbres repetitivas sin sentido, se perderían los conocimientos y la sabiduría acumulada por generaciones anteriores?
¿O quizás habría más sabiduría porque habría mas gente pensando por sí misma y explorando nuevos caminos y métodos cada día?
¿No es lógico pensar que incluso habría más intercambio de conocimientos porque no habría tantas fronteras y barreras ficticias entre los individuos?
Y sobretodo, ¿cómo lo harían todas esas personas ávidas de poder para controlar a las masas si no dispusieran de esos paquetes de creencias, ideologías e identidades patrióticas con las que manipularlas?
¿Cómo generarían odios y resentimientos artificiales?
¿Cómo crearían enemigos a los que combatir bajo su “sagrado liderato”?
Se quedarían sin sus principales instrumentos de dominación y manipulación.
¿Empiezan a ver cuál es la auténtica raíz de todos nuestros males?
Pero tal y como nos preguntábamos al principio: ¿Estamos dispuestos a dejar de ver la realidad tal y como nos han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?
¿Cuántas personas están dispuestas a dar ese paso decisivo?
Sabemos que hacerlo no es fácil.
De hecho, es peligroso…porque cuando das el paso, ya no tienes vuelta atrás…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
Porque en eso consiste precisamente este primer paso para cambiar el mundo: en cambiar nuestra percepción de la realidad.
Y es que tal y como venimos advirtiendo en este blog desde hace bastante tiempo, vivimos en una realidad paralela que solo existe en el interior de nuestras cabezas.
Cualquier persona que realmente quiera cambiar el mundo, debe comprender la existencia de esta realidad paralela y conocer los pilares que la sostienen en pie.
Por esa razón, en este artículo expondremos una serie de conceptos que resultan cruciales para empezar a distinguir esa ficción y conseguir separarla de la auténtica realidad.
Y para realizar esta tarea, vamos a poner como ejemplo un asunto del que todo el mundo ha hablado durante días y que ha provocado horas y horas de debates, discusiones y opiniones escritas de todo tipo.
Estamos hablando de la prohibición del Burkini en algunas playas francesas, aunque advertimos que éste no va a ser el foco central del artículo, sino solo una excusa para exponer conceptos que creemos que son importantes.
Al fin y al cabo, hablar sobre la prohibición o no del burkini, en los términos en que lo ha hecho la mayoría de gente, resulta infructuoso: entran en juego los prejuicios ideológicos y la mayoría de personas muestran una incapacidad evidente para volar por encima de los muros que compartimentan su mente.
Por esa razón, vamos a abordar el tema desde un punto de vista radicalmente diferente, porque de hecho, lo que ha sucedido en esas playas francesas y la discusión que se ha generado a su alrededor, (en la que se han utilizado los habituales términos grandilocuentes para estos casos, como “libertad”, “ley”, “cultura”, “discriminación”, “racismo”, “derechos”, etc…), es un reflejo perfecto de lo que es en realidad el Sistema y cómo domina por completo todas nuestras acciones y pensamientos.
Como veremos más adelante, el espectro de visión de los acontecimientos cambia radicalmente dependiendo de si los observamos “desde dentro” del Sistema o “desde fuera” de él.
Analizar los hechos desde dentro del Sistema (lo que ha hecho todo el mundo), implica sumergirse en una realidad abstracta virtual que sólo existe dentro de nuestras mentes, mientras que analizarlo desde fuera, sin embargo, significa tomar conciencia de todas esas abstracciones ficticias y ir a la auténtica raíz del asunto.
Por esa razón, intentaremos analizarlo todo desde la segunda opción.
Sin embargo, para poder hacerlo, antes debemos poner sobre la mesa algunos conceptos…
QUIÉN DOMINA A QUIÉN
Para empezar, debemos tomar conciencia de la influencia que tienen sobre nosotros los sistemas de creencias, sean de carácter político o religioso, y nuestros hábitos y costumbres, de carácter cultural.Lo primero que debemos comprender es que las creencias, las ideologías y la identidad cultural, solo existen dentro de nuestra psique.
Son paquetes de información muy parecidos a un programa informático instalado en una computadora: son meros mecanismos psíquicos de programación mental.
Y la percepción distorsionada que tenemos de ellos y de su relación con nosotros, es muy parecida a la percepción distorsionada que tenemos de un programa informático instalado en una computadora.
Por ejemplo, pensemos por un momento en un programa como el célebre Photoshop, un editor de gráficos que nos permite retocar fotos.
De forma inconsciente, tendemos a pensar que la computadora, por ser un elemento físico tangible, es “la que utiliza” el Photoshop para editar las imágenes.
Pero en realidad no es así: es el Photoshop, el programa informático, el que utiliza a la computadora, un dispositivo físico, para cumplir con su función.
Puede parecer una tontería, pero verlo de una forma u otra, cambia por completo la visión de la realidad.
Pensémoslo bien: la computadora no ha sido creada con la función de retocar fotos o editar imágenes; es un dispositivo complejo, repleto de grandes posibilidades, pero que solo tiene la opción de retocar imágenes si alguien instala en su interior el programa informático adecuado, creado para esa función específica.
En cambio, el programa Photoshop sí ha sido creado con dicha función. Es su razón de ser y de existir: editar imágenes.
Y aunque no esté instalado en una computadora, ese software llamado Photoshop, sigue existiendo y conservando todas las capacidades potenciales para las que fue creado.
Puede estar “inerte”: guardado en un CD, en un DVD, en un pendrive, en un disco duro, o en un servidor en la nube, esperando a que alguien lo instale.
Pero esté donde esté, el programa ya tiene todo lo que necesita para SER lo que ES, porque aunque no tiene conciencia de sí mismo, sí dispone de una función específica que cumplir, que determina su existencia.
En todo caso, la computadora, con su enorme capacidad de procesamiento, es el elemento subyugado, aunque indispensable, para que ese programa informático pueda plasmar circunstancialmente sus funciones en la realidad tangible.
En definitiva: las computadoras “crean” programas informáticos con los que programar a otras computadoras o a sí mismas; y esos programas, permiten realizar determinadas funciones, que finalmente se plasman en la realidad a través de las propias computadoras.
Pero una vez creados esos programas, una vez EXISTEN en forma de paquetes de información, ya no son las computadoras las que los utilizan para realizar determinadas funciones, sino que son los programas los que UTILIZAN a las computadoras, como un instrumento para plasmar sus capacidades en el entorno real.
Puede ser que a muchos lectores, lo que acabamos de decir les parezca un giro absurdo, un conjunto de elucubraciones sin sentido o una forma de ver las cosas retorcida que no lleva a ninguna parte.
Pero como decíamos antes, ver las cosas de una forma o de otra cambia radicalmente la concepción de nuestra realidad.
Lo que estamos diciendo, es que nosotros (las computadoras), creamos todas nuestras creencias, nuestras ideologías e identidades culturales (programas de software) y que una vez creadas, esas ideologías, creencias y conceptos culturales, NOS UTILIZAN a nosotros mismos para expresarse en el entorno real y no al revés.
Dicho de otra manera: somos esclavos de nuestras propias creaciones psíquicas, que toman control de nuestras vidas y nos usan como instrumentos a su servicio, para intervenir sobre la realidad de forma tangible.
Sí, es una visión chocante, anti-intuitiva y que incluso puede parecer absurda, fantasiosa o hasta terrorífica: pero si lo analizamos bien, veremos que es la auténtica realidad en la que vivimos.
Pongamos un ejemplo.
Imaginemos a dos personas, A y B, educadas desde pequeñas (es decir, programadas mentalmente) con dos ideologías opuestas.
Por ejemplo, A ha sido educado para ser un fascista, mientras que B ha sido educado para ser un comunista.
Cuando esas personas A y B coinciden y empiezan a intercambiar información, es altamente probable que sientan rechazo o incluso odio el uno por el otro.
¿Y por qué?
Bien, pues porque los programas que llevan instalados en su mente (fascismo y comunismo), entre sus funciones principales tienen la de luchar o rechazar a la ideología opuesta, a la que consideran una competencia directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.
Ahora supongamos otra posibilidad: que esa misma persona B, en lugar de haber sido educada como comunista, ha sido educada desde pequeña como fascista, al igual que A.
¿Qué sucederá cuando se encuentren A y B y empiecen a intercambiar información?
Pues que muy posiblemente tenderán a considerarse “colegas” y ese odio cerval que surgía en el primer caso por razones políticas, no existirá, porque sus programaciones mentales son similares.
¿Y qué demuestra eso?
Pues que la raíz del rechazo o el odio entre A y B, no surge de la naturaleza de los propios individuos A o B; los individuos en sí mismos, no son la fuente original de esos sentimientos de odio o rechazo mutuo.
A y B no se odian.
Son el programa “fascismo” y el programa “comunismo” los que se rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en las que han sido “instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo mutuo en un entorno físico real, llegando a inducir en las mentes de A y B un sentimiento de odio del uno hacia el otro.
Es la programación mental la que UTILIZA a la persona para manifestarse y no al revés.
De la misma manera que es el programa Photoshop el que utiliza a la computadora para plasmar sus funciones en un entorno real y no al revés.
Sí, es difícil de asimilar, porque es anti-intuitivo: estamos hablando de simples conglomerados de información, en forma de programa mental, sin voluntad propia ni aparente conciencia de sí mismos, que son capaces de dominar a seres pensantes y conscientes, hasta convertirlos en esclavos a su servicio.
¡Y lo más sorprendente es que son precisamente individuos pensantes y conscientes los que, gracias a sus mentes creativas, han engendrado de la nada esas programaciones mentales que al final los acaban dominando!
En este blog, llamamos Sistema (con “s” mayúscula) al conjunto de todos esos mecanismos de programación mental, que instalados en nuestras psiques, nos dominan y esclavizan por completo.
Y llamamos sistema (con “s” minúscula) a todo el conjunto de estructuras de organización política, social y económica (aquello que habitualmente la gente conoce como “el sistema”), que no son más que una plasmación externa de carácter comunitario, de lo que es el Sistema implantado en la mente de todos los individuos.
Ahora, antes de continuar, necesitamos explicar de forma condensada otro concepto que nos permitirá comprender cómo esos mecanismos mentales consiguen apoderarse de nosotros.
EL MECANISMO CLAVE: LA IDENTIFICACIÓN
Antes hemos expuesto un ejemplo metafórico y simplificado, en el que teníamos a dos individuos, A y B, educados (programados) como un fascista y un comunista, respectivamente.Decíamos que las programaciones mentales de carácter ideológico-político instaladas en sus psiques, eran las que les inducían a generar en su interior un sentimiento de odio mutuo.
Y nos preguntamos: ¿cómo pueden conseguir simples mecanismos de programación mental, es decir, meros conglomerados de información sin voluntad propia, que los individuos se odien y se maten los unos a los otros, sin que los propios individuos se percaten de que sus acciones han sido inducidas por mecanismos mentales implantados, ajenos a su propia naturaleza?
Bien, pues lo consiguen generando un mecanismo de IDENTIFICACIÓN.
Los individuos “programados” con ideologías o creencias, se identifican plenamente con ellas, borrando en su mente, de forma inconsciente, las fronteras entre su propia identidad individual y aquello “en lo que creen”.
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el comunismo como ideología política? Le dice: “YO SOY COMUNISTA”
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el cristianismo como religión? Le dice: “YO SOY CRISTIANO”
No se limitan a decirle: “yo sigo circunstancialmente las doctrinas comunistas o cristianas”, trazando una frontera entre su yo y la programación mental recibida, sino que se IDENTIFICAN con el programa instalado en su psique, y al hacerlo, pasan a considerarse a sí mismos como una MANIFESTACIÓN FÍSICA del propio programa mental.
Así es como estos mecanismos psíquicos, consiguen convertirnos en sus esclavos.
Esclavos físicos de un mecanismo psíquico.
Una vez el mecanismo de programación ideológica instalado en la mente de A (en nuestro ejemplo, el fascismo), consigue que A se identifique como “Fascista”, es decir, como “representación física del fascismo”, pasa a identificar a B como un “comunista”, es decir, una “representación física del Comunismo” y entonces desaparece toda restricción, tanto en A como en B, para destruirse físicamente el uno al otro.
Esto permite que los distintos mecanismos de programación mental (en este caso ideologías políticas), puedan combatirse los unos a los otros a través de sus subyugados (las personas programadas), en el entorno físico; de esta manera, los individuos pasan a convertirse en algo parecido a piezas sobre un tablero, en lo que vendría a ser una partida de ajedrez entre dos mecanismos de programación mental; ambos mecanismos de programación tratan de eliminar físicamente las fichas controladas por el oponente, porque cada una de esas piezas representa una posibilidad de propagación de la ideología opuesta, en el mundo real.
Por eso es tan importante el mecanismo de IDENTIFICACIÓN y es lo primero que “se instala” en nuestra mente cuando somos programados (educados) culturalmente, religiosamente, o cuando somos inducidos a abrazar una ideología política concreta.
Si no existiera este mecanismo de identificación, en cualquier momento, tanto A como B, podrían tomar conciencia de que ellos y las creencias que tienen instaladas en la cabeza, no son la misma cosa; y entonces, podrían tomar conciencia de que el presunto opositor al que tanto “odian”, en realidad es una persona como ellos, que simplemente, ha sido programada con otra ideología y que por lo tanto, no hay ninguna justificación real para odiarlo, combatirlo o hacerle daño físico.
La función del mecanismo de IDENTIFICACIÓN pues, es impedir que pueda producirse esa toma de conciencia.
Y este es un paso crucial, porque si no existiera este mecanismo de IDENTIFICACIÓN, las guerras por ideologías, patrias, o religiones, serían imposibles.
De hecho, sería imposible que el Sistema siguiera en pie, al menos mediante las estructuras que hasta ahora hemos conocido.
Pero la importancia capital del mecanismo de Identificación no termina aquí, pues genera una serie de efectos colaterales que cambian por completo nuestra visión de la realidad.
LA REALIDAD ABSTRACTA PARALELA
En el mismo momento en el que firmamos ese contrato psíquico de IDENTIFICACIÓN, (algo parecido a venderle el alma al diablo), en el que aceptamos identificarnos a nosotros mismos como una manifestación física de un programa mental instalado ( recordemos esas expresiones de identificación tan típicas: “yo soy comunista”, “soy cristiano”, “soy francés”, “soy heavy metal”, “soy merengue”, etc…), en ese preciso instante, abandonamos el mundo real para entrar en un mundo abstracto de ficción que solo existe en el interior de nuestra mente.
¿Por qué?
Pues porque el mecanismo de identificación, no nos lo aplicamos solo a nosotros mismos, sino a todo lo que nos rodea.
Es así como todas las personas únicas, con identidades individuales y diferenciadas que vemos a nuestro alrededor, pasan a ser identificadas, en el interior de nuestra mente, como “moros”, “conservadores”, “perroflautas”, “argentinos”, “gringos”, “culés”, “ciudadanos de clase media”, “inmigrantes”, etc…
Se genera así un mundo paralelo en el que las personas son clasificadas mediante multitud de estereotipos y etiquetas superpuestas de toda índole, que conforman una nueva realidad abstracta, una suerte de “realidad aumentada” que solo existe en el interior de nuestra psique y que confundimos con la auténtica realidad tangible.
Por si eso fuera poco, esa realidad paralela del Sistema, viene acompañada de toda una panoplia amplísima de conceptos que sirven para justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna depende por completo de que permanezcamos sumergidos en esa realidad ficticia, en la que ahora creemos vivir.
Es algo parecido a lo que sucede con la lógica interna de un sueño: que solo tiene sentido mientras estás soñando. El propio sueño incorpora todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le dan sentido a algo que en realidad no lo tiene.
Lo que dentro de la realidad ficticia del Sistema nos parece “completamente lógico y razonable”, desde fuera del Sistema lo veríamos como “totalmente absurdo e insensato”.
Es algo parecido a cuando despiertas del sueño y recuerdas asombrado lo contradictoria que era la “lógica onírica” en la que estabas sumergido y que tanto sentido parecía tener.
¿Cuántas veces nos ha sucedido?
Pues bien, este “despertar” es muy similar al que experimentamos si de repente tomamos conciencia plena de lo que es en realidad el Sistema y de lo absurdos que son sus presuntos “principios lógicos de funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.
RESUMEN DEL PROCESO DE DOMINIO
Así pues, a modo de resumen, el proceso de dominio que tienen los mecanismos de programación mental sobre nosotros, evoluciona mediante las siguientes fases:-INSTALACIÓN:
Se “instala” en nuestra mente un mecanismo de programación mental (creencia religiosa, ideológica, cultural, etc…), generalmente a través de un proceso educativo o por influencia del entorno social o familiar.-IDENTIFICACIÓN:
A medida que somos programados con este mecanismo de programación mental, se va desarrollando en nuestra mente un proceso de identificación con el programa mental, y se difuminan las fronteras entre nuestro yo y la programación mental instalada.Con ello, el programa mental obtiene un dominio completo sobre nosotros, pues pasamos a considerarnos de forma inconsciente como una Manifestación Física del programa mental.
Este proceso de identificación está compuesto de diversos niveles.
A-VÍNCULO EMOCIONAL:
Mientras se consolida el proceso de identificación, se genera en la mente un mecanismo crucial: un SENTIMIENTO DE IDENTIFICACIÓN, es decir, una vinculación de carácter emocional con el programa mental, que sirve para cimentar nuestra IDENTIFICACIÓN con dicha programación mental.
Este sentimiento extiende raíces y establece vínculos relacionados con el conjunto de sentimientos propios de la vida personal de cada individuo. De hecho, se nutre de ellos.
Por ejemplo, si nos IDENTIFICAMOS como Alemanes, la existencia de ese SENTIMIENTO de Identificación, nos llevará, no solo a considerar el himno alemán como algo con lo que nos identificamos y que nos representa, sino que además, cuando lo escuchemos sentiremos emoción.
Y esa emoción, puede estar vinculada y puede verse potenciada por elementos emocionales personales, como por ejemplo, que tus abuelos o tus padres, te inculcaran ese sentimiento patriótico y que albergues recuerdos concretos relacionados con ello. (Como por ejemplo, cuando recuerdas ese día en que tu querido abuelito Hans te enseñó la letra del himno alemán al llevarte de pesca al precioso lago Barmsee, rodeado de nenúfares, bajo el maravilloso sol de la primavera bávara)
Si no existiera ese vínculo emocional programado en nuestra mente, que cimenta el proceso de IDENTIFICACIÓN, la gente no llegaría a indignarse cuando alguien quema su bandera o silba su himno.
B-IDENTIFICACIÓN DEL ADVERSARIO:
A medida que el programa mental consigue que nos identifiquemos con él, instala a su vez en nuestra mente los mecanismos de identificación necesarios para reconocer a todos aquellos mecanismos mentales que puedan representar una competencia para su existencia o que resulten potencialmente peligrosos.
Por ejemplo, si somos programados con una ideología política, empezamos a identificar las otras opciones políticas como posibles adversarios o peligros potenciales o directos para la ideología con la que nos identificamos.
Esos potenciales adversarios van siendo clasificados en nuestra mente según un conjunto de parámetros (ideológicos, políticos, históricos, culturales, etc…), que determinan el rango de amenaza que representan para el mecanismo mental que nos programa.
C-RECHAZO EMOCIONAL DEL ADVERSARIO:
Mientras se producen los procesos de identificación y clasificación de los posibles mecanismos de programación adversarios, se van desarrollando simultáneamente, sentimientos de rechazo hacia dichos programas mentales “amenazantes”.
El rango de amenaza con el que los clasificamos, determina a su vez el nivel de sentimiento de rechazo o repulsión hacia cada uno de ellos.
Por ejemplo: inicialmente, alguien de extrema derecha tenderá a sentir menos repulsión por alguien de centro-derecha, que por alguien de extrema izquierda, a no ser que haya factores históricos o personales circunstanciales que influyan en dichas dinámicas.
D-TRANSMISIÓN:
Esta es la fase culminante que cristaliza definitivamente el proceso de IDENTIFICACIÓN.
Se llega a este punto cuando el individuo programado e identificado plenamente con su programación mental, se convierte en un foco de transmisión de dicha programación hacia otras personas. (Algo parecido a convertirse en un foco de infección)
Llegados a esta fase, la persona programada no se limita a actuar como manifestación física de la programación mental instalada en su mente, sino que además trata de inocular esa misma programación mental a otras personas.
Uno de los ejemplos más habituales de foco de transmisión, lo encontramos cuando las personas intentan inocular sus programaciones mentales a sus descendientes, aprovechando la existencia de vínculos emocionales y de autoridad.
Cabe destacar que cuando una persona se convierte en transmisor del programa instalado, se genera inconscientemente en su psique una nueva “capa” o “nivel” de identificación, que está relacionado con la cantidad de tiempo que ese mecanismo de programación mental lleva existiendo sobre la tierra y la cantidad de generaciones a las que “ha infectado”.
Una programación mental que lleva transmitiéndose de generación en generación en un entorno concreto, puede pasar a considerarse “tradición”, “costumbre”, “creencia”, etc…
Pues bien, cuando alguien se convierte en foco de transmisión de un programa mental tan antiguo, inconscientemente establece un nuevo vínculo de identificación con dicho programa mental: ya no solo se considera a nivel inconsciente como una manifestación física de esa programación mental (IDENTIFICACIÓN), sino que además se considera inconscientemente como un eslabón más en la cadena de transmisión o propagación de esa programación mental a lo largo del tiempo (IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE).
De hecho, pasa a identificarse como un eslabón más de algo que considera superior a sí mismo: una tradición, costumbre o creencia, cuya antigüedad es más extensa que la duración de su propia vida.
Y uno de los efectos que genera en los individuos la identificación con una programación mental tan antigua y extendida entre grupos de población, es que les provoca una sensación de “pequeñez” ante el programa mental que les controla, pues como decíamos, es percibido como una entidad que trasciende a sus propias existencias.
Por ejemplo, una persona que se identifica como católico, considerará el catolicismo como algo superior o más grande que él mismo, a pesar de que no es más que una programación mental que lleva instalada en la mente y que se ha propagado a lo largo de generaciones, de forma similar a como lo haría una “infección psíquica”.
Bien, pues es precisamente esta percepción de la propia pequeñez ante el programa mental “trascendente”, la que actúa como un resorte que garantiza que el individuo tratará de transmitir a sus descendientes la programación mental que le controla.
¿Por qué?
Pues porque a nivel inconsciente, la principal manera que tienen los individuos programados de participar de esa “trascendencia”, es convertirse en focos de propagación de dicha programación mental a las nuevas generaciones; con ello generan en su mente la ilusión de formar parte de la propagación temporal de un ente que de alguna forma, perciben como “inmortal”. Es como si absorbieran parte de esa “inmortalidad” para sí mismos.
De ahí lo de IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE.
Como podemos ver, es mediante mecanismos tan básicos como estos, que actúan a nivel inconsciente, que algunas creencias y tradiciones consiguen pervivir durante tanto tiempo.
-CONSTRUCCIÓN DE UNA REALIDAD PARALELA:
-GENERACIÓN DE ARGUMENTARIOUna vez concluidas y consolidadas todas las fases del proceso de Identificación, que vendrían a representar el armazón del proceso de programación mental, se inicia un proceso de construcción de discurso o ARGUMENTARIO, que vendría a ser algo así como su recubrimiento o piel externa.
La función del discurso o argumentario que acompaña a un proceso de programación mental (de carácter ideológico, religioso o cultural), es servir como escudo protector intelectual, ante la amenaza que representan los mecanismos de programación adversarios, a la vez que también sirve como arma de agresión intelectual hacia ellos.
Y ese argumentario no se genera a nivel individual, sino a nivel social.
Pongamos un ejemplo para verlo más claro:
Supongamos a un Europeo cristiano y de raza blanca (lo llamaremos el “Europeo”), que siente un profundo e incontenible sentimiento de rechazo cuando ve a una mujer musulmana vestida con un Niqab que le cubre todo el cuerpo, paseando por las calles de su ciudad.
¿Por qué el “Europeo” siente ese sentimiento tan fuerte de repulsión?
Bien, pues porque sus sistemas de programación mental de carácter nacional, cultural y religioso, reaccionan al ver el reflejo físico de una programación mental ajena; el programa mental instalado en la mente del “Europeo”, considera esa programación mental ajena como “una amenaza invasiva” y automáticamente, consigue generar en su mente un sentimiento de rechazo hacia esa mujer, su vestimenta y todo aquello que cree que representa; es decir, los mecanismos de programación instalados en la psique del “Europeo” y con los que se IDENTIFICA, lo utilizan como instrumento FÍSICO para defenderse ante lo que consideran un mecanismo mental peligroso para su pervivencia (el mecanismo de programación mental de carácter étnico-religioso instalado en la mente de la mujer musulmana).
Ahora supongamos que ese “Europeo”, llevado por la rabia, expresa su sentimiento de rechazo de forma explícita hacia esa mujer musulmana, insultándola en público.
El “Europeo”, instrumentalizado por su programación mental, estará expresando el sentimiento de rechazo que dicha programación le induce…pero ¿qué sucederá si otro transeúnte, que se presenta como “defensor de la multiculturalidad” (al que llamaremos el “Tolerante”), decide defender a la mujer musulmana y le espeta: “Usted es un racista, un xenófobo y un anti-demócrata que no respeta la libre expresión cultural de los individuos”?
Pues simplemente, lo que tendremos es que el “Europeo” que se ha dejado llevar por la rabia, estará en una clara inferioridad de condiciones a la hora de JUSTIFICAR INTELECTUALMENTE sus acciones ante el “Tolerante” que le ha reprendido por su actitud.
¿Y por qué?
Pues porque a diferencia del “Europeo”, que solo se ha dejado llevar por una emoción inducida, el “Tolerante”, dispone de un ARGUMENTARIO.
Su argumentario (en este caso en su faceta atacante), consiste en vincular el mecanismo de programación mental de ese “Europeo” con valores comúnmente aceptados a nivel social como “negativos”, como son el racismo, la intolerancia, la xenofobia, etc…
Es decir, los argumentarios son conjuntos de mecanismos y conceptos con lógica interna de carácter intelectual, que permiten defender las propias programaciones y atacar las opuestas.
La única forma de defenderse que tendrá el “Europeo”, será disponer de su propio argumentario con el que justificar sus acciones; en este caso, en una faceta defensiva: para ello podrá esgrimir subterfugios como “la libertad y los derechos de la mujer en la Europa Occidental que tantos sacrificios nos han costado”, o usar argumentos tan básicos como “Esto es Europa y Europa es cristiana”, “su vestimenta es un símbolo del islamismo radical”, o quizás subterfugios lógicos más pedestres como “si una mujer fuera a vivir a un país islámico debería vestir según sus costumbres y su cultura y ella debe hacer lo mismo cuando está en Europa”.
Esta es la auténtica función del ARGUMENTARIO: es ARMAMENTO INTELECTUAL para tratar de debilitar las programaciones mentales opuestas y defender las propias.
Cabe destacar que los argumentarios siempre tienen 2 características fundamentales que no debemos ignorar:
1-Los argumentarios son coherentes con la lógica interna de la programación que defienden.
(por ejemplo, es difícil que usted vea a alguien de “extrema izquierda” utilizando conceptos como “patria”, “bandera”, “dios”, “familia”, etc.. en la construcción de su argumentario, porque serían incoherentes con la programación mental que representa. Tendrá que buscar conceptos coherentes con su programa ideológico, como “clases populares”, “multiculturalidad”, “feminismo”, “proletariado”, etc…)
2-Los argumentarios se construyen alrededor de los conceptos disponibles más efectivos para cumplir con su función, con independencia absoluta de la verdad y la honestidad.
(por ejemplo, todo el mundo alude al concepto de libertad, pero ninguna ideología la defiende realmente, sino que solo la esgrime porque es un arma muy efectiva argumentalmente, para defender el correspondiente programa mental ante el argumentario opuesto).
Este segundo punto es el que quizás le cueste más de aceptar a la mayoría de personas.
Y es que no nos limitamos a afirmar que todas las discusiones ideológicas están bañadas en la más absoluta hipocresía. Si solo existiera la hipocresía que conocemos todos, la que podríamos llamar “Hipocresía Explícita”, todo sería mucho más fácil.
No, lo que decimos es aún peor: estamos hablando de un nivel de hipocresía inconsciente, en el que la programación mental induce a la mente del huésped a generar cualquier tipo de discurso lógico que le resulte útil; se trata de una hipocresía de segundo nivel de la que los propios individuos difícilmente toman conciencia.
Y todo esto que estamos diciendo, lo hemos visto expuesto en el dichoso asunto del burkini y en todas las discusiones que lo han rodeado.
Todo el debate sobre este asunto, ha consistido únicamente en una confrontación de argumentarios vacíos, que sólo tienen lógica interna dentro de la ficción paralela del Sistema; aquello que antes comparábamos con un “sueño”.
Sí, lo estamos diciendo claro: todos estos argumentarios, con los que la gente se pone tan seria, tan trascendente y se llena tanto la boca, en realidad NO TIENEN NINGÚN SENTIDO.
Vayamos a un ejemplo concreto.
¿Cuál ha sido uno de los argumentos que más han esgrimido los contrarios a la prohibición del burkini en las playas francesas, es decir, aquellos que defienden el uso del burkini?
La libertad.
Y más concretamente, “la libertad individual de la mujer de escoger cómo quiere vestirse”.
Todo ello acompañado de un cierto tono solemne y de ese indescriptible “brillo vacío” en los ojos, tan característico de las personas imbuidas por el Sistema, que tanto nos asemeja a sonámbulos (ya ven que me incluyo, todos estamos metidos en esto).
Porque lo cierto es que defender el burkini como una “expresión de libertad”, solo tiene sentido cuando se está profundamente sumergido en el “sueño del Sistema”, con sus absurdas “lógicas” oníricas internas.
Y si no, vamos a analizar el proceso mediante el cual, las mujeres musulmanas han llegado hasta el uso del burkini.
Al fin y al cabo, han seguido las fases que antes hemos destacado: Instalación, Identificación, Transmisión y construcción de Argumentario.
INSTALACIÓN
Recordemos el principio mediante el cual las mujeres musulmanas deben cubrirse el pelo o la piel: todo procede de un mecanismo mental represivo, que culpabiliza la exhibición del cuerpo femenino, convirtiéndolo en motivo de provocación sexual hacia los hombres y por lo tanto, en motivo casi “de pecado”. Las mujeres deben cubrirse pelo y piel ante aquellos hombres que no son de su familia más cercana, porque en el fondo, son consideradas “una propiedad de sus maridos”, los únicos con el derecho adquirido de poder ver esas partes de su cuerpo.
Por lo tanto, cubrirse el pelo y la piel, parte, simple y llanamente, de un mecanismo de represión sexual y social sobre las mujeres, que viene especialmente incorporado en la programación mental musulmana en múltiples formas, desde hace siglos.
Así pues, desde sus inicios, cubrirse la cabeza no tiene nada que ver con “la libertad”, sino con todo lo contrario.
IDENTIFICACIÓN
Una vez se instaló esa programación mental mediante la cual las mujeres debían ir cubiertas y “mostrarse modestas”, esas mujeres de tradición musulmana fueron desarrollando un proceso de identificación con dicho mecanismo represivo.
Una vez el proceso de identificación se consolidó en la mente de las propias mujeres durante varias generaciones, esa obligación procedente de una programación mental, empezó a ser considerada por las propias mujeres como un elemento cultural con el que se identificaban y con el que establecían vínculos emocionales, en lugar de seguir viéndolo como lo que era en realidad: un mecanismo de represión; con ello, las propias mujeres musulmanas, se convirtieron en manifestaciones físicas de las restricciones mentales que les habían inoculado, aunque en su mente programada y moldeada por el proceso de identificación, ahora la restricción llevaba el nombre de “costumbre”, “tradición” o “identidad cultural”.
TRANSMISIÓN
Con el paso de las generaciones, las propias mujeres musulmanas se han convertido en el principal vehículo transmisor de ese mecanismo mental represivo hacia sus descendientes; y con ello, como decíamos antes, han pasado a verse a sí mismas como eslabones de la cadena de transmisión de lo que interpretan como una tradición y una identidad cultural, asentando con ello su proceso de identificación mediante el subproceso de la Identificación Trascendente, que anteriormente hemos indicado.
Es decir, se cubren la cabeza porque haciéndolo generan en su mente la ilusión de que forman parte de algo más grande que ellas mismas, algo que trasciende sus propias vidas, cuando en realidad, lo único que hacen es actuar como “foco de infección”, propagando un mecanismo de programación mental represivo.
Y llegados aquí, es cuando se ha producido el “choque cultural” entre ciertas personas de “programación europea” y esas mujeres, “defensoras de sus costumbres” (programaciones mentales), que rápidamente han echado mano del Argumentario necesario para defender su programación mental.
ARGUMENTARIO
¿Y qué han esgrimido esas mujeres programadas con sus creencias musulmanas, cuando se han visto atacadas por personas programadas con mecanismos mentales diferentes?
Pues lo que decíamos antes: han echado mano del argumentario más adecuado para defender la pervivencia de su mecanismo de programación ante el ataque de los mecanismos de programación ajenos.
¿Y cuál es el paquete conceptual más adecuado para defender tu programación mental cuando estás en una democracia occidental? Pues utilizar los conceptos propios de la democracia a tu favor.
Así ha sido como han esgrimido su derecho a “vestir como quieran”, “su libertad de expresión”, “la libertad de las mujeres”, “la defensa de la multiculturalidad y la tolerancia”, etc…y de la misma forma, han utilizado un argumentario similar para atacar a los “programados oponentes”, acusándolos de “xenofobia”, “represión”, “intolerancia”, “racismo”, “imposición”, etc…
De hecho, han llegado a utilizar argumentos tan falaces como “forma parte de nuestra libertad individual vestir como queramos”…¡Es increíble la facilidad con la que todas las personas programadas mentalmente, sean del bando que sean, echan mano del recurso de la “libertad individual” para defender la programación mental que precisamente la atenaza!
Pero ahora vayamos al otro bando y observemos qué argumentario han utilizado los que quieren prohibir el burkini…¿Adivinan qué subterfugio han utilizado?
(redoble de tambores)
¡La Libertad!
Hemos visto a montones de políticos franceses, con expresión severa, aduciendo: “el burkini representa la represión sobre la libertad de la mujer, es un símbolo del radicalismo islámico que tanto daño le ha hecho a Francia, no representa los valores de libertad e igualdad de la República Francesa, bla, bla bla…”
Como vemos, la (presunta) libertad es el comodín de los argumentarios de nuestro tiempo…
Aunque ciertamente, debemos indicar que el concepto de Libertad solo lo han esgrimido las personas con una programación mental “más refinada”, es decir, personas que necesitan de varias capas de programación mental para acabar siendo esclavizadas.
Porque existen personas tan débiles psíquicamente, que pueden ser programadas mentalmente de forma básica, por no decir directamente “primitiva” y “rudimentaria”; esas personas apenas necesitan de argumentario…son los que directamente afirman: “Esto es Europa, somos cristianos y blancos y vosotros sois unos sucios moros invasores”.
Este tipo de seres humanos son “maravillosos”: obedecen a su programación mental de forma fanática sin tan solo necesidad de subterfugios intelectuales. ¡Qué simplicidad!
Y en “el otro bando” también los tenemos…son aquellos que dicen “sois todos unos infieles y debéis morir”.
De hecho, ambos grupos forman parte de ese tipo de personas que cada día se esfuerzan en recordarnos que provenimos de las amebas…
Pero volvamos de nuevo al absurdo debate sobre el uso del burkini.
Hagamos un poco de repaso.
Más o menos, ya conocemos los diferentes argumentarios usados en esta discusión y todo el mundo probablemente se ha formado una opinión al respecto.
Ahora observemos el debate sin sumergirnos en las lógicas distorsionadoras del Sistema, “desde fuera del Sistema”; analicemos la discusión teniendo plena conciencia de la existencia de todos esos mecanismos de programación y de su efecto sobre cada bando…
¿Qué vemos entonces?
Por ejemplo, vemos que todos aquellos europeos que “atacan” a las mujeres vestidas con burkini, lo único que hacen es defender ciegamente la pervivencia de las programaciones mentales con las que han sido educados (programados) e identificados desde pequeños, en forma de cultura, tradición, costumbres y religión.
Sus programaciones mentales, al sentirse amenazadas ante la presencia de mecanismos mentales ajenos que pueden “robarles su cuota de mercado”, arrojan a sus esclavos psíquicos, cual perros rabiosos, a atacar a los portadores de mecanismos peligrosos para su pervivencia.
Esta es la triste realidad de aquellas personas que tan ofendidas se sienten ante la presencia de “musulmanes invasores”.
¿Pero saben lo mejor?
Resulta que esas personas “europeas y cristianas” creen que “defienden su territorio” ante algo que consideran una “invasión”…cuando en realidad, lo que defienden es el territorio conquistado por la programación mental que llevan instalada en sus cabezas.
¡Es la programación mental la que los usa a ellos para defender “su territorio”, ante la amenaza de una programación mental ajena y no al revés!
Pero están tan cegados por sus mecanismos de identificación, que son incapaces de verlo…
Pero esos “europeos” no son los únicos locos en este manicomio.
Si seguimos observándolo todo desde fuera del Sistema, también seremos capaces de ver, de forma diáfana, lo absurda que es la posición de las personas del bando contrario, aquellos que defienden con tanta vehemencia el uso del burkini.
En el caso de las mujeres que lo visten, como ya hemos indicado antes, vemos a personas profundamente esclavizadas por una programación mental rígida, que no solo se auto engañan a sí mismas calificando de “tradición” algo que no es más que un mecanismo de represión mental de carácter hereditario, sino que además tratan de utilizar cualquier subterfugio disponible, por más contradictorio que sea, para defender dicha programación mental a capa y espada.
Uno de los ejemplos más claros y paradigmáticos de ello, lo tenemos en la mismísma inventora del burkini, Aheda Zanetti, capaz de utilizar un paquete de argumentos que solo pueden sostenerse dentro de una “(i)lógica onírica”.
En el colmo de los retruécanos y del absurdo más total y absoluto, la señora es capaz de decir, literalmente, que el burkini “es libertad” porque permite a las mujeres musulmanas “realizar deportes o bañarse en la playa”, respetando a la vez sus creencias, es decir, respetando las restricciones con las que han sido programadas mentalmente.
O sea, que estamos ante una invención (el burkini), cuyo objetivo principal es mantener intactas y sin discusión todas las restricciones que coartan la libertad de un grupo de individuos (en este caso, mujeres)…¡y la llamamos “símbolo de libertad”!
Es como si alguien hubiera sido programado mentalmente para llevar grilletes y una bola de hierro encadenada al pie durante toda su vida y un buen día apareciera alguien y le dijera: “para que puedas seguir llevando tus grilletes y la bola atada al pie ‘con toda libertad’ cuando vayas a la playa, vamos a hacer que todas tus cadenas, en lugar de hierro, sean de plástico, para que no te hundas”.
¡Maravilloso!
¡Es “libertad” en estado puro!
Es una contradicción tan flagrante que solo puede adquirir sentido cuando se está sumergido en las lógicas propias de un sueño.
Un sueño ( por no decir una pesadilla ) en el que las personas están encadenadas desde que nacen hasta que fallecen y en el que los individuos son capaces de matarse los unos a los otros para defender sus grilletes, al grito de “¡¡Nadie me arrebatará la ‘libertad’ de llevar mis cadenas hasta la muerte!!”
Es así de demencial.
Esta es la realidad del mundo en el que vivimos.
Sabemos que todo lo que hemos dicho hasta ahora es difícil de asimilar…¡porque es demasiado fácil de entender!
No hacen falta sesudos tratados de filosofía, repletos de farragosas referencias en griego o latín, para percatarse de que vivimos en una realidad paralela que solo existe dentro de nuestras cabezas y del profundo efecto que tiene sobre nosotros.
Lo tenemos tan delante de nuestras narices que cuando nos enfrentamos a ello, tendemos a pensar: “no, no puede ser…es demasiado evidente, algo no cuadra…no puede ser tan fácil”
Y preferimos buscar cualquier entretenimiento que nos distraiga y nos aleje de la evidencia: unos lo hacen a través de las distracciones más mundanas; otros a través de todo tipo de “fantasías alternativas” que deciden ver como “revelaciones liberadoras” que los convierten en “despiertos”; y otros perdiéndose en los más complejos laberintos conceptuales, creados por el Sistema, para alejarnos de lo que es más que obvio.
Si tuviéramos que elegir una imagen gráfica para describir lo que le sucede a la humanidad, podríamos pensar en una película de terror, en la que todo el mundo se ha visto afectado por un virus que le ha vuelto loco y le hace creer que vive en una realidad alternativa, como si el velo de un sueño continuo, les cubriera los ojos.
Es como si todos estuviéramos “poseídos”.
Si quieren saber lo que es una auténtica “posesión infernal”, no es necesario que se pongan “El Exorcista”…salgan a la calle y observen; acudan a un mitin político, a un campo de fútbol o entren en un templo religioso…fíjense en la expresión de las personas, en como se retuercen sus caras en muecas de odio, fanatismo o emoción, dominados por completo por ideas que solo existen dentro de sus cabezas…
O escúchense a sí mismos, cuando defienden vehementemente una ideología o una creencia en un debate o en una discusión…¿están seguros de que son ustedes quienes hablan con tanta pasión…o hay “algo” en su interior que está usando su voz para defenderse?
¿No quieren creerlo?
¿No quieren aceptar que están ustedes “poseídos”?
No hay problema: hagan uso del instrumento más terrorífico jamás creado por el hombre…
Mírense fijamente al espejo…
Háganlo cuando se sientan ofendidos por que alguien ha atacado alguna de sus más profundas creencias…y verán claramente que hay “algo”, agazapado en su interior, que está usando sus propios ojos para mirarles con expresión de rabia…
COMENTARIO ADICIONAL
Ya sabemos que a estas alturas, habrá lectores inquietos, removiéndose en sus sillas, buscando subterfugios para justificar sus respectivas programaciones mentales. Quizás estén negando con la cabeza, con una mueca de desprecio en la cara y un extraño estado de desazón, que no probablemente no saben interpretar…No les culpamos.
Sus programaciones mentales, cual serpientes amenazadas por el fuego, les azuzan: “¡’Te están’ atacando!¡Defiéndete!”, aunque en realidad quieren decir “¡Defiéndeme, esclavo! ¡Quieren destruirme!”
Y ellos, desesperados, buscarán justificaciones para no enfrentarse al hecho de que todo aquello que consideran sagrado: “sus tradiciones”, su “cultura”, sus “costumbres” o “sus creencias”, en realidad no son más que programación mental esclavizante.
Ya podemos imaginar los argumentos que algunos de ustedes estarán construyendo, para “desmontar” lo que decimos en este artículo…
Nos dirán:
“el concepto de libertad individual que defiende intrínsecamente este artículo es una falacia, algo que no puede existir. La propia naturaleza del ser humano lo lleva a convivir en sociedad y la propia vida en sociedad conlleva la creación de esos conceptos que el artículo, erróneamente, califica como ‘programación mental’ (costumbres, tradiciones, creencias, ideologías, etc…) y que garantizan la cohesión de los grupos. Somos seres sociales y es absurdo tratar estas ‘programaciones mentales’ como si fueran algo malo, porque sin ellas no podríamos convivir los unos con los otros, bla, bla, bla…”
Pero amigos, este artículo no discute la utilidad de todos estos elementos de cohesión social.
Además, muchas veces vienen acompañados de bonitos sombreros, ropajes coloristas, preciosos cuentos simbólicos y mitos sagrados que celebramos con ritos de obligatoria repetición periódica…¡quién puede discutir algo tan crucial para nuestra existencia!
Lo que ponemos en tela de juicio es la relación de absoluto sometimiento que los individuos establecemos con estos mecanismos mentales.
La renuncia que hacemos todos a nuestra libertad individual básica, considerándonos inferiores a lo que no son más que meros “programas de software psíquico”.
Una libertad individual que es vilmente asesinada cada vez que se produce un proceso de identificación.
Lo que queda después, ya no es libertad, solo es puro sometimiento psíquico a la programación, aunque adquiera otro nombre y se le llame “tradición”, “costumbre”, “ley” o “creencia”.
¿Y cual es el resultado de esta terrible renuncia?
Observen a su alrededor y verán en qué se ha convertido la humanidad, construida en base a la obediencia ciega a los propios mecanismos mentales que vamos creando los humanos.
¿De verdad creen que el ser humano, con su inigualable capacidad para crear “conceptos de la nada”, no podría haber construido un mundo mucho mejor que este?
¿Qué mundo tendríamos si los individuos, en lugar de convertirse en representaciones físicas de sus programaciones mentales mediante los procesos de identificación, mantuvieran siempre la soberanía plena sobre sus mentes?
¿Creen que eso es imposible?
¿Por qué?
¿Acaso es imposible que una persona sea capaz de aprender y abrazar los mejores valores o ideas del cristianismo, el budismo o el islam, sin identificarse como “cristiano”, “budista” o “musulmán” y caer en sus respectivas redes de adoctrinamiento y programación mental y social?
¿Acaso es imposible que alguien sea capaz de hablar y pensar en francés, alemán o italiano y amar sus respectivas expresiones culturales, sin identificarse como un “patriota” francés, alemán o italiano, capaz de matar o morir por la dichosa bandera?
¿Qué sucedería si ningún individuo se identificara jamás con ningún mecanismo de programación?
Si nadie “se sintiera” cristiano, musulmán, budista, francés, alemán, mexicano, comunista, fascista, socialista, republicano, monárquico…
¿Existirían los nacionalismos? ¿Existirían los fanatismos religiosos e ideológicos? ¿Existirían absurdos rituales de obligatorio cumplimiento? ¿Soldados patriotas dispuestos a matar y morir por su bandera? ¿Borregos fanatizados por el fútbol? ¿Tribus urbanas? ¿Grupos mafiosos? ¿Estúpidos seguidores de modas? ¿Partidos políticos?
¿Cómo sería el mundo si los individuos hicieran las cosas porque deciden hacerlas por sí mismos, a cada momento, y no porque alguien les ha inculcado que eso “toca hacerlo porque siempre se ha hecho así”, “porque es lo correcto según tal o cual doctrina” o “porque lo hacen todos los demás”?
¿De verdad alguien cree que no podríamos vivir en sociedad, de forma armónica sin todas esas estupideces metidas en nuestras cabezas, dominando todos y cada uno de nuestros actos?
¿Alguien cree que nos mataríamos los unos a los otros por las calles si nuestra realidad la dominaran nuestras conciencias individuales y no las creencias que nos han inoculado?
¿Acaso hay alguna creencia o ideología que nos inculque un amor, una comprensión o una empatía que no podamos generar por nosotros mismos, gracias a nuestra propia conciencia y naturaleza humana?
¿Alguien cree que si dejáramos de seguir ciegamente tradiciones absurdas y costumbres repetitivas sin sentido, se perderían los conocimientos y la sabiduría acumulada por generaciones anteriores?
¿O quizás habría más sabiduría porque habría mas gente pensando por sí misma y explorando nuevos caminos y métodos cada día?
¿No es lógico pensar que incluso habría más intercambio de conocimientos porque no habría tantas fronteras y barreras ficticias entre los individuos?
Y sobretodo, ¿cómo lo harían todas esas personas ávidas de poder para controlar a las masas si no dispusieran de esos paquetes de creencias, ideologías e identidades patrióticas con las que manipularlas?
¿Cómo generarían odios y resentimientos artificiales?
¿Cómo crearían enemigos a los que combatir bajo su “sagrado liderato”?
Se quedarían sin sus principales instrumentos de dominación y manipulación.
¿Empiezan a ver cuál es la auténtica raíz de todos nuestros males?
Pero tal y como nos preguntábamos al principio: ¿Estamos dispuestos a dejar de ver la realidad tal y como nos han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?
¿Cuántas personas están dispuestas a dar ese paso decisivo?
Sabemos que hacerlo no es fácil.
De hecho, es peligroso…porque cuando das el paso, ya no tienes vuelta atrás…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
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