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rebelion.orgY al despertar del segundo debate, el Bronco bajará de su caballo y se preparará el que sigue
Y al despertar del segundo debate, el Bronco bajará de su caballo y se preparará el que sigue
3. Los de la izquierda tradicional de los sesenta y setenta no nos interesamos nunca del trabajo de masas por considerarlo “espontaneísta” y hasta “oportunista”; preferimos siempre seguir las ideas leninistas del trabajo de “formación de cuadros”. Realizábamos un contacto, formábamos una célula, luego un circulo de estudios para de allí extender nuestra influencia en otros pueblos o fábricas de la región. Ya Lenin en 1902 explicaba el trabajo de cuadros (de los mejores) y el trabajo amplio de masas (que defendía Rosa Luxemburgo) Por ello, al no dejar López Obrador un núcleo sólido en los lugares y regiones que visitaba, nos pareció a los izquierdistas mucho espontaneismo; pero obvio, él estaba preparándose en lo electoral y nosotros desde los sesenta estábamos pensando en una revolución obrero-campesina.
4. Pienso, desde que se hicieron candidatos, que Margarita y el Bronco no tenían siquiera el menor nivel político para competir. Claro, Fox era tan ignorante como ellos, pero con su chacoteo se hacía simpático, como cualquier payaso. ¿De dónde iba a sacar conocimientos y experiencias si era una simple ama de casa subordinada (con familia tradicional, esposo o dueño) que jamás demostró un grado de rebeldía o independencia? El Bronco tampoco se le ve ningún pensamiento de altura, libre, antiautoritario, que le permita romper con ese machismo que demuestra por los cuatro costados. Pienso que los tres que quedarían tienen más o menos capacidad, pero la bronca real son los intereses partidarios, sociales, de clase, que representan y yo, ante la derecha recalcitrante y reaccionaria, prefiero con mucho, críticamente, al socialdemócrata López Obrador.
Blog del autor: http://pedroecheverrriav. wordpress.com
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
1.
Si no hubiesen encuestas que informen que López Obrador lleva una
ventaja de 20 puntos sobre el PAN de Ricardo Anaya, sería suficiente con
los centenares de grandes concentraciones que vemos en la TV y
fotografías de periódicos impresos que enseñan (de dos a 10 mil
personas) reunidas en las plazas públicas presididas por el candidato
presidencial López Obrador. Por el contrario, los actos o mítines de
propaganda de los candidatos José Meade del PRI y de Anaya del PAN, se
realizan generalmente en locales cerrados con asistencia de 500 personas
y las de los “independientes” nunca han sido de más de 100 asistentes.
La ventaja hasta hoy es muy grande; no se sabe de las maniobras que
obligadamente hará el gobierno del PRI y los empresarios para evitar que
López Obrador triunfe en las elecciones y que asuma la Presidencia.
2. Se merece el triunfo López Obrador porque lleva 20 años haciendo
campañas políticas: primero para ser jefe de gobierno de la CDMX y luego
por tres candidaturas a la Presidencia. La realidad es que ganó en las
elecciones de 2006, pero le robaron la Presidencia por el PAN y el PRI
unidos. Sin embargo se metió en la mente –de manera dogmática y terca-
que a pesar de que la clase política y empresarial estarían siempre
contra él, llegaría a la Presidencia; por esa terquedad se dedicó a
recorrer todos los pueblos y municipios del país durante cinco días de
la semana. Muchos creímos que era una pérdida de tiempo y energías
porque eran sólo cuatro concentraciones y mítines diarios, que no dejaba
nada organizado; ni siquiera núcleos que continúen el trabajo. Si AMLO
triunfa y avanza, tendremos mucho que analizar. 3. Los de la izquierda tradicional de los sesenta y setenta no nos interesamos nunca del trabajo de masas por considerarlo “espontaneísta” y hasta “oportunista”; preferimos siempre seguir las ideas leninistas del trabajo de “formación de cuadros”. Realizábamos un contacto, formábamos una célula, luego un circulo de estudios para de allí extender nuestra influencia en otros pueblos o fábricas de la región. Ya Lenin en 1902 explicaba el trabajo de cuadros (de los mejores) y el trabajo amplio de masas (que defendía Rosa Luxemburgo) Por ello, al no dejar López Obrador un núcleo sólido en los lugares y regiones que visitaba, nos pareció a los izquierdistas mucho espontaneismo; pero obvio, él estaba preparándose en lo electoral y nosotros desde los sesenta estábamos pensando en una revolución obrero-campesina.
4. Pienso, desde que se hicieron candidatos, que Margarita y el Bronco no tenían siquiera el menor nivel político para competir. Claro, Fox era tan ignorante como ellos, pero con su chacoteo se hacía simpático, como cualquier payaso. ¿De dónde iba a sacar conocimientos y experiencias si era una simple ama de casa subordinada (con familia tradicional, esposo o dueño) que jamás demostró un grado de rebeldía o independencia? El Bronco tampoco se le ve ningún pensamiento de altura, libre, antiautoritario, que le permita romper con ese machismo que demuestra por los cuatro costados. Pienso que los tres que quedarían tienen más o menos capacidad, pero la bronca real son los intereses partidarios, sociales, de clase, que representan y yo, ante la derecha recalcitrante y reaccionaria, prefiero con mucho, críticamente, al socialdemócrata López Obrador.
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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