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contralinea.com.mxIdeas vagas y grandes omisiones
Autor:
Omar Suárez García
El pasado 12 de junio pudimos ver el tercer debate presidencial,
cuyos temas principales fueron: economía y desarrollo, dividido en los
bloques “crecimiento económico”, “pobreza y desigualdad”, “educación,
ciencia y tecnología” y desarrollo sustentable y cambio climático.
Aunque los candidatos dedicaron bastante tiempo y esfuerzo en atacarse
mutuamente y defenderse de las acusaciones de corrupción en su contra,
hubo algunas ideas que, aunque vagas, merecen ser analizadas. Hablaré
solo de lo que dijeron en materia de educación, ciencia y tecnología y
desarrollo sustentable y cambio climático.
Lamentablemente, el tema educativo pasó por la discusión somera sobre la muy polémica reforma educativa. Meade defendió firmemente dicha reforma, mientras que López Obrador dijo que la cancelaría para hacer otra reforma con la participación de diferentes sectores de la sociedad. El centro de esa parte del debate fue el papel de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el papel de los profesores en la actual crisis educativa. Sin embargo, fue una lástima que nadie fuera al fondo del asunto, que a mi parecer es, por un lado: 1) la naturaleza de la educación en México, que está enfocada en el desarrollo de habilidades para la eficiencia laboral más que en el desarrollo de ciudadanos críticos y analíticos cuya base sea el pensamiento científico y filosófico; y 2) la mejora de las condiciones de vida y el entorno de los estudiantes, que en muchos lugares –sobre todo en aquellos con pobreza y violencia rampantes– no pueden tener un desempeño óptimo por las carencias que sufren. Cabe destacar que el profesor no es el principal culpable del atraso educativo de nuestro país: tanto sociedad, como gobierno, iglesia y medios de comunicación –entre otros actores sociales– somos responsables de dicha situación.
En el tema de ciencia y tecnología, sólo López Obrador mencionó el fortalecimiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) como eje principal de la política en el sector, así como la necesidad de destinarle el 1 por ciento del producto interno bruto (PIB) –actualmente se destina menos del 0.5 por ciento–. También propuso a la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces –ecóloga, Premio Nacional de Ciencias 2017– como directora de dicha institución, en caso de ganar la Presidencia. Por su parte, tanto Meade como Anaya y el Bronco mostraron una ignorancia escandalosa en esos temas, al confundir los avances tecnológicos –el reconocimiento de huellas digitales, los teléfonos celulares, internet y las tabletas electrónicas– con el sector ciencia y tecnología del país. Me dio la impresión de que esos tres candidatos tienen una ideología utilitarista tan arraigada que no pueden ver que ciencia y tecnología son dos conceptos distintos, que la ciencia es una actividad vital del ser humano valiosa per se y no por tener aplicaciones prácticas. Además, México no es un país innovador sino sólo consumidor de las tecnologías que se producen en otros países. Finalmente, desde mi punto de vista, el candidato Meade careció de toda autoridad moral para hablar en este bloque, porque él mismo, desde la Secretaría de Hacienda, le recortó gran parte de su presupuesto al Conacyt.
En el tema de desarrollo sustentable y cambio climático, la discusión se centró en el sector energético. López Obrador habló de la construcción de refinerías, Meade de optimizar el transporte público y Anaya de apostar por la energía eólica. Sobre la deforestación, el Bronco dijo que había que reconciliar el turismo y el ecoturismo (sic) y López Obrador mencionó una estrategia de reforestación –con árboles frutales y maderables– como medida para aumentar la resiliencia en distintas zonas vulnerables a desastres naturales del país. A mi juicio, en este bloque hubo graves omisiones. Hay que partir del hecho fundamental de que el derecho a un ambiente sano está garantizado por el Artículo cuarto de nuestra Constitución Política. En dicho artículo también se incluye el derecho al acceso a agua potable, a alimentos nutritivos y al desarrollo cultural, así como del castigo a quienes deterioren y/o dañen al ambiente. En este bloque los candidatos se quedaron cortos, porque debieron haber hablado de temas muy polémicos como la minería y su papel en el empobrecimiento ambiental, económico y social, el debilitamiento de los mecanismos de protección de nuestra biodiversidad y el papel de los pueblos indígenas en la conservación de nuestros recursos naturales. Parece que estos tópicos no están en el radar de los candidatos, y un ejemplo es ilustrativo: cuando al candidato Anaya le preguntaron sobre la situación de nuestras áreas naturales protegidas, su respuesta fue dirigida principalmente a cuestionar las acciones del candidato López Obrador cuando fue jefe de gobierno en el periodo 2000-2005.
En general, a excepción de López Obrador, los otros tres candidatos parecieron demasiado empecinados con la idea de la tecnificación como principal solución a los problemas económicos, educativos y ambientales. Sin embargo, esto no es así: por ejemplo, hay que mencionar que la generación de energía eólica también tiene sus contrariedades, como ha podido verse en el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, en donde la presencia de una veintena de enormes parques eólicos –todos propiedad de empresas privadas nacionales y trasnacionales– han tenido efectos negativos sobre la biodiversidad y han generado graves desequilibrios socioeconómicos. Por otra parte, me preocupa el hecho de que López Obrador haya comparado al campo mexicano con una gran fábrica, lo cual me lleva a pensar que su estrategia agrícola estará basada en la lógica de máxima productividad, con las consecuencias ambientales que prácticas como las realizadas a mediados del siglo XX –la revolución verde– tuvieron sobre el entorno natural.
En conclusión, podemos considerar que el candidato Meade, en consonancia con su argumento de que él representa la continuidad del actual gobierno, seguirá con el plan de acción de la actual administración en los temas tratados en el tercer debate. Dichas políticas han tenido pobres resultados en desarrollo económico, progreso educativo, desarrollo científico y tecnológico y conservación y aprovechamiento de nuestros recursos naturales. Por su parte, Anaya no pudo articular un discurso propositivo y sustentado en los temas del tercer debate debido a que enfocó sus energías en defenderse de sus escándalos políticos y atacar al puntero en las encuestas. López Obrador esbozó algunos puntos interesantes –algunos de ellos debatibles– que habrá que seguir de cerca en caso de que gane la Presidencia. Finalmente, el Bronco y su “Facebook Bronco Investigation” no pasa de ser un mal chiste en la ya de por sí tragicómica política mexicana.
Omar Suárez García*
*Biólogo y ornitólogo; doctorante en el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (Unidad Oaxaca) del Instituto Politécnico Nacional
Lamentablemente, el tema educativo pasó por la discusión somera sobre la muy polémica reforma educativa. Meade defendió firmemente dicha reforma, mientras que López Obrador dijo que la cancelaría para hacer otra reforma con la participación de diferentes sectores de la sociedad. El centro de esa parte del debate fue el papel de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el papel de los profesores en la actual crisis educativa. Sin embargo, fue una lástima que nadie fuera al fondo del asunto, que a mi parecer es, por un lado: 1) la naturaleza de la educación en México, que está enfocada en el desarrollo de habilidades para la eficiencia laboral más que en el desarrollo de ciudadanos críticos y analíticos cuya base sea el pensamiento científico y filosófico; y 2) la mejora de las condiciones de vida y el entorno de los estudiantes, que en muchos lugares –sobre todo en aquellos con pobreza y violencia rampantes– no pueden tener un desempeño óptimo por las carencias que sufren. Cabe destacar que el profesor no es el principal culpable del atraso educativo de nuestro país: tanto sociedad, como gobierno, iglesia y medios de comunicación –entre otros actores sociales– somos responsables de dicha situación.
En el tema de ciencia y tecnología, sólo López Obrador mencionó el fortalecimiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) como eje principal de la política en el sector, así como la necesidad de destinarle el 1 por ciento del producto interno bruto (PIB) –actualmente se destina menos del 0.5 por ciento–. También propuso a la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces –ecóloga, Premio Nacional de Ciencias 2017– como directora de dicha institución, en caso de ganar la Presidencia. Por su parte, tanto Meade como Anaya y el Bronco mostraron una ignorancia escandalosa en esos temas, al confundir los avances tecnológicos –el reconocimiento de huellas digitales, los teléfonos celulares, internet y las tabletas electrónicas– con el sector ciencia y tecnología del país. Me dio la impresión de que esos tres candidatos tienen una ideología utilitarista tan arraigada que no pueden ver que ciencia y tecnología son dos conceptos distintos, que la ciencia es una actividad vital del ser humano valiosa per se y no por tener aplicaciones prácticas. Además, México no es un país innovador sino sólo consumidor de las tecnologías que se producen en otros países. Finalmente, desde mi punto de vista, el candidato Meade careció de toda autoridad moral para hablar en este bloque, porque él mismo, desde la Secretaría de Hacienda, le recortó gran parte de su presupuesto al Conacyt.
En el tema de desarrollo sustentable y cambio climático, la discusión se centró en el sector energético. López Obrador habló de la construcción de refinerías, Meade de optimizar el transporte público y Anaya de apostar por la energía eólica. Sobre la deforestación, el Bronco dijo que había que reconciliar el turismo y el ecoturismo (sic) y López Obrador mencionó una estrategia de reforestación –con árboles frutales y maderables– como medida para aumentar la resiliencia en distintas zonas vulnerables a desastres naturales del país. A mi juicio, en este bloque hubo graves omisiones. Hay que partir del hecho fundamental de que el derecho a un ambiente sano está garantizado por el Artículo cuarto de nuestra Constitución Política. En dicho artículo también se incluye el derecho al acceso a agua potable, a alimentos nutritivos y al desarrollo cultural, así como del castigo a quienes deterioren y/o dañen al ambiente. En este bloque los candidatos se quedaron cortos, porque debieron haber hablado de temas muy polémicos como la minería y su papel en el empobrecimiento ambiental, económico y social, el debilitamiento de los mecanismos de protección de nuestra biodiversidad y el papel de los pueblos indígenas en la conservación de nuestros recursos naturales. Parece que estos tópicos no están en el radar de los candidatos, y un ejemplo es ilustrativo: cuando al candidato Anaya le preguntaron sobre la situación de nuestras áreas naturales protegidas, su respuesta fue dirigida principalmente a cuestionar las acciones del candidato López Obrador cuando fue jefe de gobierno en el periodo 2000-2005.
En general, a excepción de López Obrador, los otros tres candidatos parecieron demasiado empecinados con la idea de la tecnificación como principal solución a los problemas económicos, educativos y ambientales. Sin embargo, esto no es así: por ejemplo, hay que mencionar que la generación de energía eólica también tiene sus contrariedades, como ha podido verse en el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, en donde la presencia de una veintena de enormes parques eólicos –todos propiedad de empresas privadas nacionales y trasnacionales– han tenido efectos negativos sobre la biodiversidad y han generado graves desequilibrios socioeconómicos. Por otra parte, me preocupa el hecho de que López Obrador haya comparado al campo mexicano con una gran fábrica, lo cual me lleva a pensar que su estrategia agrícola estará basada en la lógica de máxima productividad, con las consecuencias ambientales que prácticas como las realizadas a mediados del siglo XX –la revolución verde– tuvieron sobre el entorno natural.
En conclusión, podemos considerar que el candidato Meade, en consonancia con su argumento de que él representa la continuidad del actual gobierno, seguirá con el plan de acción de la actual administración en los temas tratados en el tercer debate. Dichas políticas han tenido pobres resultados en desarrollo económico, progreso educativo, desarrollo científico y tecnológico y conservación y aprovechamiento de nuestros recursos naturales. Por su parte, Anaya no pudo articular un discurso propositivo y sustentado en los temas del tercer debate debido a que enfocó sus energías en defenderse de sus escándalos políticos y atacar al puntero en las encuestas. López Obrador esbozó algunos puntos interesantes –algunos de ellos debatibles– que habrá que seguir de cerca en caso de que gane la Presidencia. Finalmente, el Bronco y su “Facebook Bronco Investigation” no pasa de ser un mal chiste en la ya de por sí tragicómica política mexicana.
Omar Suárez García*
*Biólogo y ornitólogo; doctorante en el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (Unidad Oaxaca) del Instituto Politécnico Nacional
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